Archivos para November 30, 1999

Mientras los medios sobreactúan hablando de pactos de gobernabilidad, con la tendenciosidad mayoritaria de presionar al PSOE para que pacte con el PP, antes la realidad es otra. Antes hay que constituir el Congreso de los Diputado.

Hay que elegir la mesa (presidente, vicepresidentes, secretarios), hay que constituir las comisiones parlamentarias y elegir las mesas respectivas de las mismas. Hay que determinar la composición de las mismas, los niveles de participación de los grupos políticos… Y es preciso, incluso antes, constituir los grupos políticos.

De momento, ya se sabe que el Partido Popular no tendrá los 123 diputados que el escrutinio oficial les otorgó. Gómez de la Comisión, diputado electo por Segovia, irá al grupo mixto por su condición de comisionista. Y otros tres diputados de formaciones regionales que han decidido no engrosar el grupo parlamentario popular. Algo así le ocurre al PSOE, que tendrá 89 diputados y no 90, por la salida de un diputado canario elegido en sus listas.

Tanto PP como PSOE no deberían tener dificultades en conformar sus grupos parlamentarios y elegir su dirección. ¿O sí, en el caso, del PSOE con los diputados catalanes?

Ciudadanos formará su grupo a la espera de nuevas elecciones o de un milagroso pacto a la alemana que les procure un hueco a la sombra del poder al menos por esta legislatura.

Los partidos nacionalistas no deberían tener dificultades en la obtención de sus grupos parlamentarios.

La verbena la podemos tener en… Podemos. De momento, esos mismos medios que quieren la coyunda PP-PSOE-C’s, ya se han encargado de airear que si se constituyen en cuatro grupos (Podemos, Marea gallega, En Comú y Compromís), conseguirían tantas asignaciones económicas como el PP con algo más de la mitad de diputados. Y en esa “acusación”, la formación que dirige Pablo Iglesias se encuentra a gusto. Porque esa acusación no deja ver la realidad que puede producirse.

Si finalmente los 69 diputados elegidos con Podemos® forman un solo grupo parlamentario, habrá que conocer las normas de funcionamiento que se dota. Y si, por ejemplo, en esas normas se incluye la disciplina de voto y a qué diputado se encarga de hacer las señales del mus.

Y, si por el contrario, deciden constituirse en cuatro grupos, será preciso que los demás partidos, singularmente PP y PSOE hagan una lectura amable del Reglamento para ello. Y aquí comienza el baile verbenero.

Las noticias que llegan del Congreso hablan de que, efectivamente, Podemos®, tiene la intención de constituirse en cuatro grupos, por lo que a partir de ese momento las tertulias mamporreras, que las hay, de Pablo Iglesias y sus muchachos deben dejar de hablar de 69 diputados y hablar de 42 y darle a cada uno de los grupos parlamentarios su espacio. Claro, que está por ver si PP, PSOE y C’s “consienten” en permitir esos cuatro grupos.

Desde el punto de vista político, será muy interesante ver qué capacidad política tienen Pablo Iglesias y su Comité Central para en cada una de las votaciones del Congreso no suenen cuatro voces y suene solo una. Algo difícil, por cuanto parece ser que Compromís ha ofrecido su apoyo al PSOE para ganar la presidencia de la Cámara a cambio del apoyo socialista a que puedan tener grupo propio.

A todo esto, IU tiene solamente 2 diputados en la candidatura de Unidad Popular, pero tanto en la Marea, como en En Comú Podem y en la candidatura de Compromís iba algún militante de IU-UP, que podrían optar por tratar de formar en torno a Alberto Garzón su propio grupo.

Con esta situación, sin conformar los grupos parlamentarios, sin tener atisbos de cómo resultarán elegidos los órganos de gobierno del Congreso, de cómo se organizará (en cuántas comisiones), de cómo se organizarán y se elegirán las mesas de cada una de las Comisiones, hablar de pactos de gobernabilidad resulta extraño, por cuanto un eventual acuerdo entre varias fuerzas políticas para formar gobierno puede saltar en la sesión de investidura si algunos grupos minoritarios se unen y desequilibran la aritmética parlamentaria.

En todo caso, para cualquier ciudadano interesado por los asuntos que le conciernen, y no hay algo que sea más directamente aplicable al día a día que las decisiones de un gobierno, esta situación de arcoíris parlamentario le debería interesar, conocer, saber, cómo, quién y con qué condiciones acuerdan la formación de un gobierno. Un ejemplo: la Reforma Laboral, que nos afecta a todos, puede ser moneda de cambio en todas las combinaciones, incluso en una cada vez más lejana coalición a (lo que le gusta a) la alemana.

Vale.

 

En estos días en los que las negociaciones entre partidos políticos se mueven en tres niveles (con fotos, con titulares de prensa, en reuniones “de aquella manera”) nos encontramos con un caso que nunca se había dado, al menos que yo recuerde. El cabeza de lista de Podemos (42 diputados electos) anuncia que el mismo día 13, fecha en la que se constituye el Congreso surgido de las elecciones del 20D, presentarán una “ley de emergencia social”, según se titulaba en Público:

http://www.publico.es/politica/primera-iniciativa-parlamentaria-sera-ley.html.

El lenguaje político, en la resaca del mitin electoral, permite algunas licencias. Eso de que la primera iniciativa parlamentaria será una ley vale para los mítines de campaña. Finalizado el recuento, cada partido sabe en qué lugar ha quedado y qué perspectivas tiene para llevar a cabo su programa, o lo que quede de su programa al día siguiente de las votaciones.

Podemos, con 42 diputados, tiene la capacidad de formular proposiciones de ley, cuya tramitación en el Congreso está reglada y recogida en el Reglamento del Congreso, en el artículo 126.

En dicho artículo se señala que una vez admitida por la mesa de la cámara la proposición, se ordenará su publicación y se remitirá al gobierno para que se pronuncie si acepta que se tramite o la veta.

Y aquí es donde comienzan, o continúan, los tropiezos de Podemos con el reglamento. Digo continúan porque para que la proposición de ley se tramite, esto es, se tome en consideración, debe el Congreso estar constituido, con su presidente o presidente, sus miembros de la mesa, los grupos parlamentarios… Y para ello, debe haber acuerdo entre los grupos políticos, dado que ninguno por sí mismo tiene escaños suficientes para asumir, sin apoyos, la presidencia, y así, la asignación de vicepresidentes, secretarios de la mesa.

El segundo escollo con el que Podemos, en su campaña de marketing en favor de “su ley”, tropieza es que para que la misma puede tramitarse plenamente tiene que estar constituido otro de los poderes del Estado, el gobierno. Sin gobierno no puede tramitarse la ley. No ya porque el gobierno pueda vetarla ab initio, sino porque una ley de este tipo (por otro lado, y que nadie piense que pueda objetarla, al contrario) necesita un “pequeño” detalle: que es el gobierno el que fija, conforme establece el reglamento del Congreso para el trámite ordinario de la iniciativa parlamentaria, cómo asumir presupuestariamente los costes económicos (presupuestarios) que la iniciativa pudiera requerir, tanto en créditos extraordinarios, como en modificaciones presupuestarias.

Es evidente que dentro de los esquemas mediáticos en los que se mueve el partido de Pablo Iglesias, cualquier anuncio de impacto tiene interés para los estrategas de marketing. Anunciar una “ley de emergencia social” cuando saben que no tienen asegurado qué puesto pueden ostentar en la mesa del Congreso, ni qué alianzas pueden o les interesa urdir, es arriesgado. Pero para el marketing viene bien.

Hoy, por ejemplo, un doctor en Ciencias Políticas y eminencia como el líder mesiánico de la formación nazarena ha dicho que sus diputados renunciarán al plan de pensiones del Congreso. Un plan al que no podrán renunciar porque ya no existe desde 2012. Pero el anuncio ha sido repicado en las campanas de las redes sociales: id y predicar. Aunque el mandamiento no exista.

Podemos participará en la sesión, el 13 de enero, de constitución del Congreso. Para esa fecha ya sabrán cómo se negocia, en la realidad práctica, cómo se configuran los órganos de gobierno de la cámara.

Y después, y ahora ya está haciendo, seguirán formando parte del circo que la casta monta alrededor de una nueva legislatura.

Y si no hay acuerdos (y Podemos puede ser imprescindible en algún caso, si no se obstina en líneas moradas), no hay gobierno. Y si no hay gobierno, no hay ley de emergencia social.

Si de verdad en tanta estima y consideración tienen los derechos de los ciudadanos para que puedan recibir los beneficios de su iniciativa, deben estar dispuestos a no defraudarlos y a ser parte activa en que los acuerdos permitan que la legislatura comience, que haya un gobierno y que la ley pueda salir adelante. Seguramente, con más apoyos de los que ahora creen tener.

Vale.

Durante la campaña electoral, al mismo tiempo que durante los mítines y entrevistas Pablo Iglesias se desgañitaba hablando de remontada, con unas enormes expectativas de votos para Podemos, el mismo líder mesiánico no se empachaba de repetir que iba a ser presidente del gobierno. Incluso, lanzaron la campaña de que lo contratáramos para ese puesto. Al mismo tiempo, presentaba a sus fichajes del mercado de invierno.

De esos fichajes, hubo uno especialmente mediático, el del exJEMAD José Julio Rodríguez, al que en un alarde de verbo anticasta, Pablo (¿nos podemos tutear, no?) presentó diciendo no sé qué de un honor (el honor, verbo de casta) y que, además sería un honor que el general Rodríguez aceptara ser su ministro de Defensa. Porque, claro, Pablo sería, sin duda, tras el 20D, presidente del gobierno.

El 20D, con las elecciones, se eligieron por los votantes 350 diputados, con algunas listas como las de las principales formaciones que presentaban a sus números uno por Madrid como candidatos a la presidencia del gobierno. En nuestro sistema parlamentario, es la mayoría del Congreso la que elige al presidente del Gobierno, sin que sea condición sine qua non que sea diputado. Dicho esto, las maravillas.

Al día siguiente de elegir 350 diputados. Corresponde, por tanto, al Congreso elegir al presidente del gobierno para su posterior nombramiento por el jefe del estado. En principio, y lo normal, es que el presidente salga de entre los diputados.

Pero, al día siguiente de las elecciones el diputado electo por Podemos Íñigo Errejón se descuelga con una propuesta según la cual podría elegirse presidente a una persona independiente. Maravillas democráticas. La primera reacción de la “dirección” de los nazarenos resulta ser la decir que eso es una “reflexión”. Pero al día siguiente, el cofrade mayor, o sea, Pablo, se suma a la propuesta. Ya no es una reflexión, ya es la constatación de la derrota.

Cuando un cabeza de lista que sale la noche electoral impartiendo bendiciones por el gran éxito electoral (ha obtenido 42 diputados, 2 más que los naranjitos), poniendo líneas rojas a cualquier pacto, poniendo condiciones (¿desde cuándo el derrotado ha impuesto condiciones para nada?), cuando ese cabeza de lista pretende que sea presidente del gobierno alguien que no ha sido elegido democráticamente, algo pasa.

De entrada, Pablo está reconociendo que él no está capacitado para ser presidente, y como él, sus otros 41 compañeros de Podemos. De entrada, por tanto, el exJEMAD se ha quedado sin el honor de ser ministro de Defensa con Pablo Iglesias.

La ocurrencia de Errejón, y su refrendo por Pablo Iglesias es un insulto a los electores: si se han elegido 350 diputados, que ahora resulte que ninguno de ellos está capacitado para ser presidente del gobierno y haya que buscarlo fuera, se está desacreditando el sistema electoral.

¿Para qué convocar elecciones si luego el gobierno no tiene nada que ver con ellas? ¿Cómo es posible que se pretenda, al día siguiente de haber obtenido un éxito maravilloso y ser capaz de marcar las condiciones imprescindibles para formar gobierno se desautorice un proceso electoral y se pretenda invalidarlo porque quien propone eso se reconoce incapaz?

Yo no creo que entre los 350 diputados electos no haya ninguno capaz de ser presidente del gobierno. Creo, sinceramente, que hay más de uno y más de 10 y de 20. Descarto de esa capacidad a los 42 elegidos en la lista de la formación nazarena, porque ya se ha encargado Pablo de convertirlos en inútiles para el cargo.

Esa propuesta de presidente independiente se puede hacer el día antes de tener que convocar elecciones si no hay acuerdo de ningún tipo o si sucede a mitad de legislatura y se llega al acuerdo de que es eso mejor que convocar nuevas elecciones.

Hacer esa propuesta al día siguiente de unas elecciones demuestra un sentido stalinista del poder: o sale lo que yo quiero o tiro por la vía de en medio. Y, en medio, Pablo, no hay una vía, hay muchas opciones. Muchas, menos la de ridiculizar el voto de todo un pueblo.

Vale.

Se han celebrado las elecciones, se ha celebrado el escrutinio, el Partido Popular ha vuelto a ganar las elecciones, el PSOE ha quedado segundo. Los dos han bajado en votos y escaños y se incorporan, aprovechando lo perdido por PP y PSOE, Podemos y aliados y Ciudadanos. Y dicen que el bipartidismo ha muerto. Mantra.

Está claro que los resultados dibujan un nuevo tablero en el que los dirigentes políticos han de jugar a recuperar el sentido helénico de la política y desprenderse del sentido económico del voto de los ciudadanos.

Para que muera el bipartidismo se tienen que dar muchas más circunstancias que estos resultados. Ahora, en vez de un bipartidismo hay un bloque de derechas (PP y Ciudadanos) y otro de izquierdas (PSOE y Podemos y aliados). El bipartidismo solamente desaparecerá cuando Ciudadanos pueda fagocitar al Partido Popular y cuando Podemos y aliados sean capaces de engullir al PSOE. Entonces, diremos: ¡el bipartidismo ha muerto, viva el bipartidismo!

Objetivamente, los dos partidos hegemónicos desde 1978 han perdido considerables cuotas de poder, y se han dejado jirones por el camino. El Partido Popular ha dejado por el camino el tópico de que son mejores gestores, cuando lo único que han sabido gestionar, y con notable éxito, han sido sus bolsillos robando a manos llenas, perdón, a sobres llenos. El PSOE se ha dejado por el camino gran parte de su credibilidad, de sus fundamentos ideológicos en favor de un pragmatismo que solamente le ha servido para ir perdiendo apoyos.

Sucede que, mientras el PP conserva el liderazgo, menguante, en votos y escaños, tiene más difícil recuperar credibilidad en la gestión, el PSOE, si recupera una cosa perdida que se llama sangre, sangre roja, puede recuperar credibilidad. Y para ello, el soplido de Podemos le puede ayudar. Si ante el empuje de los discípulos del mesías Iglesias siguen los socialistas tirando de pragmatismo, su derrota final será pronta y dolorosa.

Claro, que ahora quedan por ver maravillas. Maravillas con Podemos y sus satélites (o no tan satélites) y con Ciudadanos.

Si Rajoy consigue que Ciudadanos le apoye, en un pacto estable de legislatura, podríamos asistir a que Ciudadanos se convierta en flor de un día, y sus votantes terminen diciéndose que para qué votar a la filial pudiendo votar a la empresa madre. Si Rajoy, en vez de un pacto de legislatura plantea a Ciudadanos una coalición de gobierno, las cosas cambian. Los votantes de derechas podrían, entonces, visualizar si los de Ciudadanos están capacitados para gobernar. Si los ministros que incluyeran en la coalición resultaran eficaces, les haría ganar votos. Pero si Albert Rivera, por ejemplo, se limita a ser Ministro Secretario General del Movimiento, no llegan a final de legislatura.

En cuanto al bloque de izquierdas, está por ver si los soplidos de Pablo Iglesias mueven las hojas del PSOE, o si, por el contrario, la casa socialista es sólida y resiste bien el viento. Claro, que para que Pablo (a) El Mesías pueda soplar en condiciones necesita tomar decisiones claramente de casta, de partido de casta, porque, y esto es indudable, se tiene que acomodar a las normas existentes.

Podemos y socios tendrán cuatro grupos parlamentarios (cinco si prestan tres diputados “de confluencia” a Alberto Garzón, algo que a Pablo no le interesa: Garzón ha demostrado tener más capacidad política), y deberá conseguir que los cuatro grupos funcionen al unísono. De momento, en la marca Podemos, deberá optar por implantar la disciplina de voto o renunciar a ella como una cosa de la casta. Sería particularmente interesante ver que renuncia a la disciplina de voto y luego de la primera votación comprobar disidencias. Y también que consiga imponer criterios únicos cuando se debatan asuntos que, por ejemplo, afectan a Galicia. ¿Se atreverá Podemos a contrariar a la Marea? O contrariar a Ada Colau en asuntos que afecten al día a día de Catalunya (la pela es la pela, sea independentista o no), o poner en riesgo la permanencia de Compromís en el gobierno valenciano.

El tablero político que ha salido del 20D es como esos tableros de ajedrez que se pliegan en dos partes. Y todas las piezas negras caen de un lado y las blancas de otro cuando se guarda.

Ahora, todas las piezas blancas están en un lado del trablero y todas las negras en otro. Pero el fragor de la contienda política ha hecho que algunas hayan perdido algo de color. ¿Volverán a ser las negras negras y las blancas blancas? Porque lo que está claro es que el ajedrez sigue siendo el mismo.

Como el bipartidismo.

Vale.

 

La fibromialgia es una enfermedad reumatológica que se caracteriza por el dolor crónico generalizado durante más de tres meses. Normalmente el paciente localiza este dolor en el aparato locomotor.
Según el estudio Episer realizado por la Sociedad Española de Reumatología (SER) en el año 2000, se estima que en la población española la prevalencia de la fibromialgia es del 2,73 por ciento, siendo más frecuente en las mujeres que en los hombres.
Esta patología puede manifestarse a cualquier edad, no obstante, es mucho más prevalente en las edades medias de la vida y se considera la causa más frecuente de dolor musculoesquelético.

Ahora que estamos todavía en precampaña para las elecciones generales del 20 de diciembre, los programas electorales no dejan de ser más que declaraciones de intenciones muy genéricas, que habitualmente tropiezan con dos realidades: las disponibilidades económicas y los juegos de mayorías. También sucede que esas declaraciones de intenciones decaen al día siguiente de conocerse los resultados y el programa que se aplica es el que siempre hubieran deseado.

Hay cuestiones, no obstante, que ni entran en las declaraciones ni tampoco en los programas que aplican realmente.

Vayamos a un caso: la fibromialgia, cuya definición, muy básica, extraída de www.dmedicina.com, encabeza este post.

Los programas electorales, especialmente los de los partidos que se declaran más sociales, no “bajan” al terreno de la realidad, no aceptan que la realidad les imponga unos compromisos que no saben si van a cumplir o no. Porque la sanidad, como derecho universal, no solamente debe ser un pronunciamiento político, debe ser también un catálogo de compromisos reales, que de modo claro obliguen a ponerlos en marcha.

Del Partido Popular nada puede esperarse en esta materia, porque sus cuatro años de gobierno que culminan esta legislatura han sido un dechado de recortes, de decisiones políticas en contra de los más débiles. En realidad, el Partido Popular se ha dedica a realizar un ajuste brutal, una venganza en toda regla en contra del estado del bienestar. Para los enfermos de fibromialgia ni siquiera se había llega a unas opciones de bienestar que tuvieran una definición de lo que pudiera ser “calidad de vida”. Recortar en sanidad, vengarse de los más débiles, a los enfermos de fibromialgia ya ni siquiera llegaban las miasmas.

De los partidos emergentes (Podemos y Ciudadanos) poco puede esperarse porque sus programas no aciertan a dejar entrever soluciones para quienes el estado de bienestar no ha llegado por ninguna vía.

Del PSOE cabría esperar algún compromiso mayor. Bien es cierto que en su programa se habla de enfermedades raras, de ELA, de autismo… pero no tiene en cuenta, para nada, una enfermedad que tenía en el año 2000 (no parece que haya un estudio posterior) un índice de prevalencia del 2,73%, pero que sigue siendo una enfermedad invisible, tan incapacitante o más que otras que tienen, aunque incipientes, algunas líneas de investigación, alguna esperanza futura.

En el caso de la fibromialgia, se hacen necesarias líneas de investigación, que no existen, y, sobre todo, de modo cada vez más inmediato, unidades médicas multidisciplinares que sirvan, al menos, para paliar los devastadores del dolor que soportan quienes la padecen, del síndrome de fatiga crónica, sensibilidad química múltriple y otros síndromes asociados.

Correspondería, en el caso de la fibromialgia, que en el programa electoral del PSOE se incluyera un compromiso claro de creación de Unidades Multidisciplinares en, al menos, un hospital de referencia dentro del Sistema Nacional de Salud, facilitando desde el gobierno central los recursos necesarios a las Comunidades Autónomas para su puesta en funcionamiento en menos de un año desde las elecciones generales.

Un compromiso claro con una enfermedad, con quienes la padecen, debe superar la voluntariedad de un equipo médico de un hospital concreto, debe ser un compromiso real de que se pondrán en marcha los mecanismos necesarios para que en un año esté formados los equipos de referencia, y para que estén protocolizadas las relaciones con los centros de salud, con los médicos de familia. Un diagnóstico adecuado, posible, desde un centro de salud, permitirá mejorar de inmediato la calidad de vida de los pacientes.

Pero, claro, se trataría de un compromiso real, medible. Y eso tiene riesgos.

Vale.

El rechazo por la Asamblea de Extremadura de los PGEX para 2016 plantea dos cuestiones de interés. Por un lado, el modo en que se han rechazado, y, por otro, las consecuencias.

Al proyecto presentado por el gobierno de Fernández Vara se habían presentado tres enmiendas a la totalidad, una por cada uno de los grupos políticos de la oposición: PP, Podemos y Ciudadanos. Solamente una de las tres prosperó, la presentada por Podemos, que contó con el apoyo del Partido Popular. Según dicen los dirigentes de Podemos, no sabían que el PP apoyaría su enmienda. En el interesante mundo de las relaciones políticas entre partidos que forman la Asamblea, solamente desde la ingenuidad puede pensarse que Alvaro Jaén y sus compañeros no tuvieran información clara de la intención del PP de votar su enmienda. Y, en todo caso, el hecho contrastable es que, en el mejor de los casos para la credibilidad de los discípulos de Pablo Iglesias en Extremadura, han sido utilizados como arma arrojadiza del PP contra el gobierno de Fernández Vara.

La consecuencia inmediata de este rechazo es que, conforme a la ley, han de prorrogarse los presupuestos de 2015, los últimos aprobados por la coalición del Partido Popular e Izquierda Unida.

Pero esa prórroga tiene efectos muy interesantes. Por ejemplo, habrá que recordar que cuando Rajoy decidió suprimir la paga extra de diciembre de 2012 a los empleados públicos, se hizo mediante un Real Decreto Ley, luego convalidado por el Congreso de los Diputados, que daba a esa supresión el carácter de norma básica (de obligado cumplimiento para todas las administraciones). Cuando en diciembre de 2012 a Monago le cayó el gordo del impuesto bancario salió en tromba para decir que pagaría la extra a los funcionarios. Monago es, según su currículum, licenciado en Derecho, pero ignorante en cuanto a la aplicación de normas básicas, por ejemplo. Los funcionarios de la Junta, igualmente ignorantes del carácter básico de la supresión de la extra, aplaudieron con las orejas, jalearon, le hicieron la ola. Luego hubo de envainarse el ímpetu, reconocer que no podía pagar la extra y al final acordó adelantar la de junio del año siguiente. Y así siguen. Por cierto, Fernández Vara se sumó a “facilitar” que “sus” funcionarios (los de la Junta) pudieran percibir, por la vía del adelanto, la extra. De los funcionarios del Estado en Extremadura, se olvidaron. No eran “su problema”.

Ahora, cuando el gobierno de Rajoy ha pagado un tercio de lo que había recortado, lo ha hecho en una norma que no tiene carácter básico, dejando al resto de las administraciones con el presupuesto al aire, que se busquen la vida. Además, recurriendo a deuda pública.

Pero Rajoy sí ha incluido dos medidas retributivas en los Presupuestos Generales del Estado para 2016: pagar lo que queda por devolver de la extra confiscada en 2012 e incrementar en un 1% las retribuciones de los empleados públicos. Pero esa norma presupuestaria nacional, que tiene carácter básico, solamente se puede aplicar en Extremadura trasponiéndola a la propia Ley de Presupuestos regional. Algo que no puede hacerse porque el Partido Popular de Monago, con la cooperación necesaria de Podemos, han tumbado los presupuestos.

Ahora, aquellos funcionarios de la Junta que defendían por tierra, mar y aire que Monago les iba a pagar la extra de 2012 saltándose el carácter básico de la norma que la confiscó, claman porque la jugada política de su faro y guía, el canario de honor, no les afecte: quieren cobrar lo que les falta de la extra, haya presupuesto o no. Porque con el presupuesto prorrogado no pueden cobrarla, como no pueden ver incrementadas sus retribuciones en un 1% hasta que no haya presupuestos nuevos.

¿Seguirán esos funcionarios ganados por el benefactor Monago con la extra de 2012 aplaudiéndole? ¿Le exigirán responsabilidades? ¿Volverán a votar al Partido Popular?

Vale.

general rodriguezJosé Julio RodríguezGeneral de Ejército del Aire ex JEMAD       

El sorpaso que ha supuesto el anuncio de Podemos de que el exJEMAD José Julio Rodríguez, ha levantado las bilis de la extrema derecha y sus voceros, y comentarios claramente mal dirigidos y en muchas ocasiones desconocedores de la realidad.

Los militares, ciudadanos de uniforme, tienen limitados derechos, entre ellos el de participar en política en tanto que estén en activo. En el caso del general Rodríguez, su situación actual es la de reserva, por lo que administrativamente sigue siendo militar, hasta su pase a retiro, que el interesado ya ha solicitado. Claro que, cuando esté retirado, seguirá siendo general del Ejército del Aire en su más alto nivel: el de 4 estrellas.

Algunos lamentan que un general de prestigio participe activamente en política, y más en un partido de perroflautas. Otra cosa sería que un general en la reserva o retirado formara parte de una candidatura de un partido de orden, esto es, del Partido Popular. Ahí nada que objetar. Por ejemplo, que un exJEME (Ejército de Tierra) fuera en las listas al Consell Insular de Menorca, como independiente, en las listas del Partido Popular no planteó en la anterior legislatura ningún inconveniente. Y que ocupara un cargo ejecutivo en ese Consell insular, el de la cartera de Transportes, tampoco. Y que al mismo tiempo siguiera impartiendo doctrina desde las páginas del panfleto de Marhuenda, o desde La Grapa, tampoco. Y no firmando como Consejero de Transportes del Consell Insular de Menorca, su cargo activo, sino como general de Ejército (R).

Sin embargo, tanto ayer como hoy, he escuchado algunas opiniones que inciden en la ignorancia unas y en el descaro y el cinismo otras.

Vayamos por la segunda. Que el todavía ministro de Defensa, conociendo que el general Rodríguez ya ha pedido su cese en destino (Orden de San Hermenegildo) y su pase a la situación de retiro, le afee su conducta. El ministro de Defensa que es quien reconoce contratos con empresas con las que estuvo relacionado hasta el día anterior a su toma de posesión (relacionado formalmente, porque en la práctica, amigos y compañeros de consejo de administración continúan) ligado a empresas que contratan con Defensa y se conozcan cosas como estas http://www.publico.es/politica/morenes-reconoce-haber-firmado-32.html.

El ministro de Defensa sí puede utilizar el argumento formal de que José Julio Rodríguez todavía está en la reserva, pero debería callarse porque su cargo ministerial caduca el 20D y las puertas de las empresas de armas las tiene entreabiertas. Como muchos generales y almirantes que se sientan en consejos de administración de empresas de armas y equipos y que pertenecen al poderoso lobby armamentístico, donde no necesitan hacer política de mítin y carnet de partido, pero sí hacen política económica… de la que le gusta al ministro de Defensa y a la caverna que tan bien le jalea.

zaida cantera

Zaida Cantera, Comandante del Ejército, retirada

Otro de los comentarios que he escuchado se refiere a que si gobernara Podemos, el general Rodríguez sería ministro de Defensa y sería el primer militar, desde Gutiérrez Mellado, que dirigiera al ministerio. Algo que es casi cierto y casi falso. Los militares “de casta” lo son desde la cuna y, cuando dejan de estar en activo, siguen considerándose militares de espíritu y vocación, aunque las “circunstancias poderosas de la vida” les haya llevado por otros derroteros.

El general Rodríguez, cuando pase a retiro, seguirá siendo general y seguirá, en su fuero personal, siendo militar, aunque ejerza funciones y acciones puramente e íntegramente civiles. Al igual que Zaida Cantera, candidata número 6 por el PSOE en la circunscripción de Madrid, seguirá siendo la comandante Cantera. Igual que Juli Busquets, que fue diputado por el PSOE y que fue uno de los fundadores de la UMD siguió siendo comandante (y peleó por ello, hasta que su empleo le fue reconocido en 1987, cuando se rehabilitó a los “úmedos”).

Del mismo modo, el comandante auditor de la Armada, Federico Trillo, militar “de casta” de militares, fue ministro de Defensa. Los militares, cuando fue nombrado, pusieron en él sus esperanzas. Por fin veían en el ministerio a un militar, a “un compañero de armas”. Su paso por el ministerio dejó en muchos militares ese regusto de que… mejor que no hubiera estado nunca ahí.

Que el general Rodríguez entre activamente en política, como lo ha hecho la comandante Cantera, o el guardia civil Delgado, y por partidos que no son “de los suyos” (la creencia de que todos los militares votan al PP es un lugar común que no es real), deberá mover a la derecha a mejorar, sustancialmente, el reconocimiento de muchos derechos que tienen limitados los “ciudadanos de uniforme”.

Vale.

Una vez terminadas las elecciones de mayo de 2015, comenzó el tiempo de los pactos y las negociaciones, porque el “arco parlamentario” ha quedado fragmentado en todas partes y en todos los ámbitos, municipales y autonómicos. Extremadura, por supuesto, no ha quedado fuera de esa fragmentación.

En estos días venimos asistiendo a una puesta en escena en modo streaming de las negociaciones entre el Partido Socialista, con su candidato Guillermo Fernández Vara al frente, con Podemos, liderada (¡qué mal llevo esto de llamar líder a cualquiera!) por Álvaro Jaén. Y a medida que ¿han ido avanzando? esas negociaciones hemos podido comprobar cómo desde Podemos (la nueva verdadera izquierda) están calcando los pasos dados por la vieja verdadera izquierda, la de Pedro Escobar, digo, la de Alejandro Nogales.

Hemos llegado al punto, como hizo Alejandro Nogales y el tal Pedro repicó, en el que quienes “lideran” se quedan paralizados y no se atreven a tomar decisiones y recurren al tópico de “las bases”. Y que no vengan con la monserga de los círculos, las asambleas… que no, que simplemente tienen miedo a decidir.

En estas, como en aquellas cosas de 2011 que hicieron Nogales y sus lacayos, hemos llegado a las bases. Y en Podemos dicen que se va a consultar a sus 6.000 inscritos. O 600.000, quién sabe.

Este número, 6.000 inscritos en Podemos en Extremadura me llama la atención. En Andalucía la capacidad de movilización del Partido de San Pablo Iglesias (el culto al líder de la nueva verdadera izquierda está alcanzando ya cotas divinas) quedó patente cuando para las elecciones de marzo no consiguieron ni siquiera llegar al 50% de las mesas electorales con interventores. Claro. Se dan de alta en la página, le dan al clic, y ya son podemitas por la gracia de San Íñigo.

En las elecciones municipales y autonómicas de 24 de mayo en Extremadura, eran 1.366. Desconozco, y he buscado el dato, de cuántas mesas cubrió Podemos con interventores. Pero no creo que fueran muchas, porque el Secretario de Organización, Sergio Pascual, se refirió a los 10.000 interventores y apoderados en las municipales, para más de 28.000 mesas en todo el Estado.

La capacidad de movilización (la movilización es la muestra práctica del compromiso) de esta organización hace aguas cuando no basta con ir a una manifestación lúdica o clicar en una página web. Cuando de verdad hay que comprometerse, no son muchos los que hacen eso tan duro como “dar la cara”.

Es muy fácil sentarse delante del ordenador, o tumbarse con la tablet o el smartphone y pinchar en un puntito de la pantalla. ¡Y ya está!

Ahora, cuando el lider de Podemos en Extremadura siente el vértigo de la toma de decisiones, recurre a las bases. A unas bases sólidas. Una bases asentadas en el ocio y en las cañas.

Ahora, calcando la estrategia de Izquierda Unida en 2011, Podemos, la gauche divine rediviva, consulta a las bases, consulta a los 6.000 hijos de San Pablo. Pocos me parecen, seguro que son más, muchos más. Y, como en 2011, decidirán no apoyar al PSOE, porque la gauche divina es lo que tiene y ha tenido siempre: agallas para comprometerse, para implicarse, y cuando tenía la oportunidad, y la obligación de hacerlo, se ha escudado en lo mismo. En que el PSOE los ha ninguneado (Alejando Nogales, 2011) y en que el PSOE está incapacitado para regenerar la política (Álvaro Jaén, 2015).

Y los niños de San Pablo harán lo que sus padres les dicen: “no os fiéis de vuestros propios ojos, fiaros de mis sermones, que me los escribe Íñigo Errejón, que sabéis que dice que la hegemonía se mueve en la tensión entre el núcleo irradiador y la seducción de los sectores aliados laterales. Afirmación – apertura. ¡Hala! Y ahora a clicar en la web, hijos míos.

Vale.

Durante la jornada electoral de ayer, 22 de marzo, en Andalucía, el seguimiento a través de las redes sociales, además de los mensajes de apoyo a candidaturas, o peticiones directas de voto y similares, propios de la confrontación democrática (por ejemplo, en twitter ganó de largo el hastag #Podemos22M), hubo un momento en el que un tuit me llamó la atención.

A las 14:19, el número 2 del partido lanzó el siguiente:


errerjon en tuiter

Que el número 2 de un partido que ha hecho un alarde de movilización, con las marchas convocadas, por ejemplo a finales de enero en Madrid, diga que es un éxito que consiguieran reunir a 4.000 voluntarios para ejercer de interventores y apoderados, no deja de ser llamativo.

A este tuit triunfalista de Íñigo Errejón hay que añadir una amplia difusión de tuits en los que votantes/militantes de Podemos se quejaban de en muchas mesas electorales, las papeletas del partido eran “escondidas”, tapadas o perdidas, acusando a los partidos de “la casta” de, más o menos, boicotear las elecciones o dar pucherazo.

Sin embargo, la realidad, tozuda, demuestra que el dato de los 4.000 voluntarios/militantes que ejercieron de interventores, con parecer elevado no lo es tanto. Ese mismo dato fue utilizado por el responsable de organización de Podemos, Sergio Pascual, para agradecerles su trabajo.

El número 2 y el secretario de organización presumen de un dato que se da de bruces con su propio discurso.

Si durante meses hemos asistido a una sobreactuación de los dirigentes de Podemos sobre su capacidad de movilización, la realidad, esa cosa tozuda que a muchos políticos, de casta o descastados, les suele estallar en la cara.

Mientras que en la ficción (precampaña o campaña electorales) la constante presencia de Podemos en los medios, y la campaña del “miedo a Podemos” que los medios de comunicación convencionales más o más menos proclives al status quo, parecía que la avalancha o tsunami desde el nuevo partido sería potente en las urnas.

La realidad, la tozuda realidad debió hacer bajar la euforia a los dirigentes de Podemos desde el mismo momento en que constataron que su capacidad de movilización no era tal, cuando constataron que no conseguirían cubrir ni la mitad de las 9.873 mesas electorales.

La impotencia para esa cobertura se veía reflejada, por la noche, por ejemplo en el rostro de Errejón en el programa El Objetivo, de La Sexta. El hecho de que no fueran capaces de movilizar a 9.873 militantes y/o voluntarios que pudieran garantizar su presencia en las mesas. Esto es algo que los “partidos de la casta” se esfuerzan en conseguir, porque es una garantía de capacidad de organización, de movilización cuando de verdad el compromiso ha de materializarse. Podemos, un partido bisoño, necesita un recorrido temporal mayor.

Vale.

Podemos™

cercadelasretamas —  enero 31, 2015 — Deja un comentario

La procedencia académica de la dirección de Podemos™ y su característica definitoria de proyecto de laboratorio, va perdiendo la capacidad de sorpresa y va formando parte del paisaje, diluyéndose en un lenguaje reconocible y, a la vez, trufado de trampas que se tejen en los manuales de comunicación política.

A medida que los dirigentes (perdón, el dirigente, Pablo Iglesias) van siendo pasto de la difusión masiva de sus mensajes y, por tanto, de la pérdida de efectividad de sus conceptos (las palabras, a fuer de usadas, diluyen su significado y se convierten en fin en sí mismas), requieren su renovación, su reinvención y su mezcla con otras para que el mensaje final pueda seguir siendo el mismo.

La comunicación política requiere que un mensaje quede fijado y cale en «el público» (los clientes). Para Podemos™ el mensaje es transmitir que la sociedad está fragmentada, de modo radical, entre «la casta» y «la gente», entre «los de arriba» y «los de abajo». Una división tan radical que permita visualizarla como un muro impenetrable, como un concepto tan sólido, que impida a los receptores del mensaje una simple pregunta: si hay una división tan radical entre «ellos» y «nosotros», ¿en qué lugar colocamos a los dirigentes (perdón, a Pablo Iglesias)?.

El lenguaje no es inocente. Puede ser más o menos educado, elegante, proligo, florido, seco… pero no es inocente. Escuchar los discursos, las buenaventuranzas del Profeta Iglesias, va permitiendo saber un poco más de cómo es la personalidad del aspirante, y de cómo su utilización del lenguaje deja ver, con claridad su posición.

Desde el comienzo, desde el primer mensaje de casta vs gente, hasta su sustitución actual, o su uso combinado, siempre deja clara una cosa: Pablo Iglesias (y su cohorte de discípulos, que manejan la misma semántica) está “con la gente”, está “con los de abajo”. La furibunda reacción a las palabras (más o menos acertadas) de Susana Diaz diciendo que ella era de la casta de los fontaneros, les descolocó. La presidenta andaluza había dado con una frase que unía los mundos separados. Pero no explica la cuestión.

Para Pablo Iglesias, no es cuestión ni objetivo unir esos mundos separados (casta vs gente, arriba vs abajo, política vs ciudadanos), porque la política, para el proyecto de laboratorio Podemos™, no es un instrumento de transformación de la sociedad, es un fin en sí misma, con el que imponer su proyecto. Sin más.

En todo esta sobreexposición, saturación a la que la corte de discípulos del profeta se dedica (en la práctica, son ya un producto de consumo, todavía con la cierta sorpresa de lo nuevo, pero con un desgaste comercial imparable), nunca se ha apreciado lo que da valor a las ideas: su conversión práctica.

Mientras que Pablo Iglesias y sus discípulos sigan hablando de casta y gente, los de arriba y los de abajo… pero sigan diciendo que ellos están con la gente, con los de abajo, están cavando la misma trinchera que dicen denunciar.

Pablo Iglesias está, dice, con la gente, con los de abajo. Porque él se sabe, se cree, un individuo por encima de esa gente. Porque él no es de los de abajo, porque quien se cree élite jamás podrá ser de, jamás podrá pertenecer a…

Vale.