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Autobús de campaña de Monago encajado en el Arco del Cubo, de Zafra.
Dice la RAE en la primera acepción de la palabra “comunicación”: “Acción y efecto de comunicar o comunicarse”. Y en la acepción 8, con el encabezamiento “Retórica”, la RAE señala que comunicación es la “figura que consiste en consultar la persona que habla el parecer de aquella o aquellas a quienes se dirige, amigas o contrarias, manifestándose convencida de que no puede ser distinto del suyo propio”.
Ayer, el Partido Popular, por voz de su presidente, al analizar, de aquella manera, eso sí, los resultados electorales del 24 de mayo, daba en el clavo de que su partido necesita mejorar “la comunicación”. Algo que habitualmente repiten dirigentes políticos, normalmente tras un fracaso electoral: “tenemos que comunicar mejor”.
En realidad, lo que quieren decir es que su parecer (su mensaje) no es compartido por los destinatarios (los votantes). Pero no analizan las causas de ese desacuerdo. Por una razón, porque consideran el mensaje un fin en sí mismo y no un instrumento para facilitar su comprensión y su aceptación por los destinatarios. De ahí que, cada vez más, se abuse del marketing y se prescinda de la comunicación. En política.
Los partidos en general, y en nuestro país y en Extremadura, especialmente el Partido Popular han elevado el marketing (conjunto de productos de emisión de mensajes propagandísticos) a la categoría de ideología.
Toda la legislatura de 2011 hasta 2014 en la Comunidad Autónoma de Extremadura ha estado marcada por un continuo incremento del marketing como instrumento de comunicación entre el Partido Popular y, sobre todo, el gobierno de la Junta de Extremadura, con los ciudadanos. Este incremento continuo se desbocó como consecuencia de las informaciones publicadas en www.eldiario.es/eldiarioex por Pablo Sanchez y José Luis Aroca (@jlaroca) y por Ana Pardo de Vera (@pardodevera) en el diario Público (www.publico.es) sobre los viajes de José Antonio Monago a las Islas Canarias en su etapa de senador (legislatura 2007-2011) con viajes cargados al presupuesto del Senado (dinero público).
A partir de esa publicación, tanto el Partido como el gobierno regional comenzaron una desbocada carrera de marketing, en realidad, de propaganda pura y dura, y que ha producido momentos hilarantes cuando se han ido conociendo y momentos, muchos, convertidos en diana de comentarios jocosos que han degradado la imagen no solo de José Antonio Monago dentro y fuera de Extremadura, sino que han perjudicado a lo que podríamos llamar “Marca Extremadura”.
Porque comunicación no es lo mismo que marketing. Ni el marketing puede sustituir la reflexión política, no puede sustituir el pensamiento político. El marketing es un instrumento o un conjunto de instrumentos para vender (en su sentido más monetarista) un producto. Si el producto que se pretende vender es defectuoso o carece de virtudes que lo hagan atractivo para los clientes (los votantes), ya puede todo el marketing que se quiera ponerse a disposición del vendedor: no se comprará.
Cuando Rajoy y los dirigentes del PP (en otros casos, de otros partidos) dicen que no han comunicado bien (lo de que “nos ha faltado piel”, que decía Floriano en un anuncio, es el síntoma del sinsentido y de la falta de reflexión y de capacidad de generar pensamiento), en realidad está diciendo que han sido incapaces de vender su producto, sin pararse a pensar en la calidad de ese producto.
El caso paradigmático de Extremadura ha estado en que un experto en marketing ha convertido a José Antonio Monago en producto. En el objeto del marketing. Y no ha hecho una evaluación de la calidad de ese producto, de ese objeto. Un producto defectuoso de origen, con dificultades para elaborar por sí mismo un discurso político coherente y con ideas (que luego pueden ser aceptadas o no, pueden tener más desarrollo o no, pueden ser más elaboradas o no), y que se ha ido limitando cada vez más a repetir los mensajes elaborados por el experto. O a ponerse en situaciones (escaparates) en las que el experto ha creído conveniente para visibilizar mejor el producto.
A medida que se fueron desvelando detalles e informaciones sobre los viajes a Canarias, el producto defectuoso Monago fue acrecentando sus faltas, mientras el experto trataba de darles una capa de barniz. Pero la podredumbre ya era generalizada. De nada sirvieron lágrimas públicas de arrepentimiento, frases grandilocuentes (“mis viajes me los pago yo”), otras meramente cómicas (“no tengo parabólica, eso que me estoy ahorrando”), promesas que se sabía que se incumplirían (“en enero presentaré mis cuentas en un ejercicio hasta ahora no visto de transparencia”). Porque el producto, el personaje no daba más de sí. Ni marketing ni nada.
Los ridículos propios de las elecciones (el spinning, el trote del anuncio con camiseta pistacho…) y los cometidos por su entorno (el autobús encajado en el arco del Cubo de Zafra ha sido definitorio) han hecho el resto.
El caso Monago debería ser estudiado por su partido (y por los demás) para que de una vez por todas se destierre de la acción política, de la comunicación política, el marketing como fin en sí mismo.
Para comunicar, para conseguir que el parecer de uno sea aceptado por el auditorio, primero es necesario que ese parecer esté bien construido, responda a criterios de pensamiento y no a criterios comerciales. Si se tiene un parecer definido, claro, coherente, el marketing no es necesario. Y entonces, sólo entonces, aparece la comunicación.
Vale.
El 17 de noviembre de 2014, en plena vorágine periodística, social y política desatada por la publicación, en el Diario Público, de la información de la periodista Ana Pardo de Vera en la que se daba cuenta de los viajes privados del senador por la Comunidad Autónoma de Extremadura a las Canarias con cargo a los presupuestos del Senado, el actual presidente de la Junta de Extremadura asistió a un acto político informativo en Madrid.
Protagonizó dos momentos, en aquel desayuno informativo, que se recordarán. Uno, su fuga cobarde las preguntas del periodista de El Intermedio, Gonzo. Las imágenes que emitió el programa de El Gran Wyoming dieron y dan muestra de la vergüenza.
El otro, que transcribo a continuación, según un despacho de la Agencia EFE, repicado por el órgano oficial de prensa y propaganda del Partido Popular de Extremadura:
El presidente de Extremadura, José Antonio Monago, ha anunciado hoy que hará públicas todas sus finanzas en enero, dando «mucha más información» que la que aparece en la declaración de la renta, y será el primer jefe de Gobierno autonómico en hacerlo.
En su intervención en un desayuno informativo organizado por Europa Press, Monago ha invitado al resto de sus «compañeros» y a todos dirigentes políticos a seguir su ejemplo. «Si queremos que los ciudadanos nos traten como personas y no como políticos demos pasos que nos acerquen a ellos».
Y ha insistido en que todos los dirigentes políticos deben ponerse «en su sitio, al servicio de los ciudadanos», porque así «volverá la presunción de inocencia» a la política y ésta no seguirá «bajo sospecha».
«Hasta los apuntes de la compra» en el supermercado ha prometido enseñar Monago, quien se ha comprometido a aportar todo el estado financiero de sus cuentas y préstamos.
Con esta iniciativa, Monago ha prometido elevar el «techo» de la transparencia «más alto aún de lo que lo ha puesto nadie en el país».
A la vista de los párrafos copiados, cabe una pregunta: ¿piensa de verdad José Antonio Monago cumplir lo que dijo? El archivo por la Fiscalía de las diligencias practicadas tras presentarse varias denuncias parece que tiene la respuesta. Monago hizo aquellas afirmaciones en el contexto de verse acorralado sabiendo que había utilizado dinero público para fines privados. Ahora que la Fiscalía no ve delito en la conducta del senador Monago, seguramente los consejos de estrategia y marketing que reciba serán: pelillos a la mar.
Lo único claro es que ha transcurrido el mes de enero y Monago no ha cumplido con el compromiso adquirido ante muchos medios de comunicación. Claro que, también, cuando se hizo el valiente anunciando tan altísimo nivel de transparencia, tuvo la ocurrencia de decir que “cuando me atacan, también atacan al pueblo de Extremadura”, algo tan grandilocuente y esperpéntico como si en vez de en un hotel de lujo de Madrid, lo hubiera dicho en el Callejón del Gato.
Y nos quedaremos sin conocer ni los vales de compra ni los billetes del metro de Badajoz.
Vale.
Cuando un personaje queda desprendido, por rotura, de los hilos que manejan sus movimientos, termina convirtiéndose en una caricatura sin gracia, pero sin pena. Eso está sucediendo con el presidente de la Junta de Extremadura, José Antonio Monago, que en su situación, desesperada, porque sabe que sus viajes privados pagados con dinero público, en su etapa de senador por la Comunidad Autónoma extremeña para arreglar algunos desperfectos en la isla de Tenerife pueden ser el viaje que se lo lleve, ya se lo ha llevado, por delante.
En todo este asunto, llama poderosamente la atención la sobreactuación de Monago en “defensa” de su vida privada y cómo esa sobreactuación, que quiere hacer las muecas de Jerry Lewis y se queda en una máscara de Jim Carrey, está haciendo cada vez más “atractiva” para la gente conocer esa vida privada que tan celosamente se quiere preservar.
Ayer, cuando Monago anunció la venta de la vivienda del presidente de la Junta en Mérida, pretendía dar un golpe de efecto. Nada más. Un hilo más que su sostenedor de movimientos, Ivancito Goebbels, le puso en el discurso. Pero, claro, cuando se pretenden dar golpes de efecto hay que hacerlo sin incumplir la ley. Pero eso le da igual al bombero emérito.
Anunciar en la Asamblea de Extremadura que “Monago pone en venta” el “palacio presidencial” de Mérida y que al momento estuviera colgado el anuncio en un portal de intermediación inmobiliaria fue todo uno. Y que los “medios de comunicación” fueran rápidamente a hacer capturas de las fotos, a la velocidad de Usain Bolt. Había que hacer de onda expansiva de las ideas de Ivancito, que al fin y al cabo, da de comer a algún que otro titulado en periodismo.
Hoy, la portada de lo que ahora es el GEM (y antes el HolaPP y antes El Periódico de Extremadura) es un anuncio más en esa onda expansiva.
Quiero pensar que el gobierno de los mejores presidido por Monago y manejado por Ivancito sabe que anunciar la venta de un bien que pertenece al Patrimonio de la Junta de Extremadura no es legal. Que ese no es el procedimiento legal de venta de patrimonio público. Y que utilizar mecanismos ilegales conduce no solamente a la ilegalidad del hecho, sino que puede dar lugar a ilícitos penales. Por ejemplo, recurrir a una agencia inmobiliaria, aunque sea por la red, requiere contratar con ella las condiciones económicas de la intermediación. Y requiere que esa intermediación entre el vendedor (administración pública) y el comprador (cualquier particular o empresa) quede al arbitrio de negociaciones sobre precio y condiciones de venta. Y ello da lugar sin duda alguna a negociaciones prohibidas a los empleados públicos. Y Monago y su consejo de gobierno son empleados públicos, interinos, cada día más interinos, pero empleados públicos.
Sabiendo, por tanto, como deben saber las marionetas de Ivancito, solamente queda analizar por qué ese recurso de anunciar explosivamente la venta y colgar las imágenes de la vivienda (¿por qué no cuelgan también las imágenes de despachos ocupados y en uso por funcionarios públicos en el mismo “palacio presidencial”?). La respuesta es sencilla: en la vida privada de Monago.
Se está jartando ese señor que habla como si Extremadura fuera su propiedad (privada) de decir que ha renunciado a vivir en ese edificio (público) porque prefiere vivir en su modesta casa de Badajoz (privada). Contrapone lo privado con lo público queriendo hacer ver que es mucho mejor para los extremeños lo privado (su decisión) que lo público.
Como es una decisión que afecta a intereses públicos (el uso de la “Casa del Río”) la decisión privada debería justificarse mejor. Por ejemplo, haciendo números sobre cuánto cuesta al erario público esa decisión. ¿Es más barata? Hay quien dice que no. Seguridad en la vivienda privada del presidente (pagada con dinero público), desplazamientos diarios entre Badajoz y Mérida de empleados públicos (escoltas) que sí tienen derecho a dietas y deben percibirlas, gastos de los vehículos oficiales (el de presidencia y el/los de los escoltas). A lo mejor, o a lo peor, sumando gastos por la decisión privada, resulta que no es tan barato.
La única explicación posible, sabiendo que la decisión de Monago de vender la “casa del río” es, en realidad, una decisión de su propagandista (bueno, nuestro propagandista, que para eso cobra como un miembro del consejo de gobierno y le pagamos nosotros), es que publicar las fotografías de esa vivienda es para hacer creer a la gente que su vida privada es austera en contraposición a un supuesto lujo de la vivienda presidencial.
La propaganda política es débil cuando quien tiene que hacer de modelo no tiene la presencia que se necesita. Y pretender hacer pasar una presunta vida privada austera como más conveniente que el uso público de una vivienda de propiedad pública, no le cabe hacerlo al modelo Monago, que con sus viajes privados a Tenerife ha demostrado ser muy poco cuidadoso con el dinero público.
Vale.
Pensaba titular este post “Fidelización del voto”, pero caminar con la lámpara de minero en la cabeza me ha iluminado un titular mejor. Viene a cuento por la reacción, que no para, que ha tenido José Antonio Monago ante la boutade de Sánchez Castejón (ya aclarada) de suprimir el Ministerio de Defensa.
Monago busca que sus feladores transmitan una imagen de hombre de Estado con su defensa del Ministerio de Defensa (las tautologías no son buenas consejeras). Bueno, Monago, no. Es su jefe, el titiritero que mueve los hilos de la Marioneta de Estado que esta cruzada está haciendo de él.
Básicamente, Iván Redondo piensa (él sí, Monago no sabe) que todos los militares y sus familias son votantes del PP. Probablemente no vaya desencaminado. O sí. Y lo que está haciendo es campaña para fidelizar ese voto. Y, como suele sucede cuando un lego se mete donde no sabe, pues eso, se hace un Castejón: la caga.
Estos muchachos del PP han presentado una propuesta en la Asamblea de Extremadura defendiendo al Ministerio de Defensa y, sobre todo, defendiendo a los 4.000 militares y sus familias que moran en Extremadura, que no a los “militares extremeños”. Pero, ¿hay 4.000 militares en Extremadura? Rotundamente, no. Hay más, muchos más. Porque en ese número, el que maneja los hilos de la marioneta de Estado olvida a los guardias civiles, que también son militares, y cuyas circunstancias personales (orgánicas, diríase) dependen del Ministerio de Defensa, aunque sus circunstancias funcionales estén adscritas al Ministerio del Interior. La primera, por tanto, en la frente. En Extremadura hay más, muchos más, de 4.000 militares.
Pero toca fidelizar el voto. Monago, digo Iván Redondo, le está diciendo a su partido que necesita esos 4.000 votos de militares y los de sus familias desesperadamente. Hay que arañar como sea, que las cosas no pintan bien. A Monago, digo a Ivancito, le da igual las “infraestructuras” que Defensa tenga en Extremadura, le interesan los 4.000 votos que cree que son suyos, que son de su patrimonio, que son votos fieles. De esos 4.000 votos, solamente menos de un 4%, una miseria, vamos, están en Cáceres, en el CEFOT 1. A Monago, digo a su titiritero, le dan igual, son muy pocos. Quieren la suma gorda.
Porque a Monago, a Iván Redondo y a todo el Partido Popular, los militares, ciudadanos de uniforme, les traen sin cuidado. Solamente los quieren para que les voten. Seguro que sí ahora mismo, a palo seco, se le pregunta a Monago, o mejor dicho, a su mentor, Iván, sobre la capitán juez Moncada, sobre la capitán Cantera, sobre el teniente Segura, no tienen ni puta idea de qué se habla.
Por si a Monago, a Iván o a cualquier dirigente del PP de Extremadura se le pregunta por ATME, por ASFASPRO, por AUME, por AUGC, no tienen ni puta idea. Y lo que es peor, ni les interesa.
Los militares, debería saberlo esta marioneta de Estado, son ciudadanos, de uniforme, pero ciudadanos, que cada día más creen que sus derechos no existen, a pesar de sentencias ya firmes incluso del TEDH. Los ciudadanos de uniforme son personas, como diría un tronista de MYHYV, son personas humanas.
¿Qué sabe Monago de lo que denuncia en su libro “Un paso al frente” el teniente Segura? ¿Qué sabe Monago de lo que le ha ocurrido a la capitán Cantera por denunciar a un coronel por acoso? ¿Qué sabe Monago de que a una juez, capitán por más señas, un coronel le impidiera el ejercicio de su función, sagrada, de juez?
¿Qué sabe Monago, ni Iván, de qué futuro le espera a muchos militares “extremeños” que en los próximos años irán cumpliendo los 45? ¿Sabe qué futuro les ofrece su partido, “su” Ministerio de Defensa?
¿Qué sabe Monago, qué sabe Ivancito, de la contestación que la Ley de la Guardia Civil está teniendo? ¿Por qué a Monago “se le olvida” que los guardias civiles son militares?
Buscar la fidelización del voto de quienes se creen que son votantes suyos por la gracia de Dios, puede tener efectos perversos.
Decirle a “su” Ministerio de Defensa que me dan igual los 150 militares “extremeños” del Cefot de Cáceres, que yo lo que quiero es que haya 4.000, me da igual dónde estén, es muy tranquilizador para ese Centro cacereño.
Buscar la fidelización del voto y convertirse en marioneta de Estado solamente le puede pasar a un indocumentado en manos de un titiritero que le mueve los hilos de feria en feria, de pueblo en pueblo, de portada en portada.
Vale.
¿Saben aquel que diu…? Algo de eso le pasó a Sánchez Castejón en la entrevista “desenfadada” que publicó El Mundo. Claro. Hay que estar en todos los medios, dicen los afiliados, también en los que aprovecharán cualquier descuido para apuñalarte. Y si todo lo fías a la imagen y a lo que te dice el gurú de turno, terminas diciendo que suprimirás el Ministerio de Defensa.
De inmediato, desde Extremadura, donde el Ministerio de Defensa tiene sin decidir si cierra el CEFOT de Cáceres (y mantiene abierto el de San Fernando), saltan otros indocumentados. La alcasenadora Nevado, que ha votado dos veces en el Senado, con motivo de los PGE 2013 y 2014, en contra de dos PNLs, que pedían que se mantuviera abierto, viene a decir “a los socialistas” que si se cierra el Cefot será culpa de… Castejón.
Sin embargo, lo fuerte, lo potente, ha sido la reacción de “hombre de estado” que ha tenido José Antonio Monago, ese señor que lleva siendo tres años mantenido en el gobierno de la Junta de Extremadura por tres comunistas de pro. Ese señor que, si uno ve el titular que ha puesto su periodista de corte, parece que dirige los designios de todo un país. Claro que…
En su afán por hacer méritos ante la dirección de su partido criticando, con el engolamiento propio de los inanes e ignaros, al jefe de la oposición, lo que ha hecho Monago es poner una piedra más en la losa del futuro del Cefot.
Vamos a hacer un ejercicio. Vamos a pensar que, por ejemplo, el jefe del Ejército, el que tiene que proponer al Ministro cuál de los dos CEFOTs existentes, les dice a los militares destinados en el de Cáceres que si se cierra, tienen muchas opciones de colocarse en Badajoz. Es un suponer.
Vamos a suponer que en el Estado Mayor del Ejército algún analista, algún sesudo analista, lee las declaraciones de Monago-Hombre-De-Estado y dice: a este Monago lo que le interesan son los 3.822 militares que hay en Extremadura. Como el escaso 4% de Cáceres podría colocarse en Badajoz, Monago seguiría teniendo sus 3.822 votos, digo, militares. Ergo, da igual, el Cefot de Cáceres se cierra y Monago mantiene su granero.
Que un indocumentado se meta donde no le llaman (llámese Castejón o llámese Monago) suele tener consecuencias. En el caso del Secretario General del PSOE ya ha habido rectificación. En el caso de Monago, ni la ha habido ni la habrá: su hoja parroquial de cabecera le ha dedicado una portada en la que parece alguien, y su escribano ha publicado un artículo que reproduce su discurso, adornado con chorradas y refritos.
Además, se da la circunstancia, en el caso del Cefot que Monago en su discurso (ver despacho de la agencia EFE del sábado 4 de octubre) miente: en Cáceres NUNCA ha habido manifestaciones por la continuidad del Cefot. Miente porque no sabe de lo que habla. Y porque se ha acostumbrado a hacerlo.
Además, se da la circunstancia, en el caso del Cefot que Monago NUNCA ha hecho nada, absolutamente nada, por garantizar su continuidad. Y si no, que lo desmienta, con datos y documentos, no con palabras.
Vale.
A Monago, el estadista, no le preocupa, en realidad, que pudiera desaparecer el Ministerio de Defensa, a Monago le preocupan los votos de los militares. Le preocupa no tanto que dejen de votar al PP, sino que no huyan hacia, por ejemplo el PSOE. De ahí que haga hincapié en que en Extremadura hay 3.822 familias que viven del Ministerio de Defensa. Y las desglosa, como lo hace el cortesano periodista. De esas 3.822 familias, unas 150 están en el Cefot de Cáceres. O lo que es lo mismo: el 4% están en el centro cacereño.
El pasado 7 de septiembre, el presidente de la Junta de Extremadura entregó las Medallas de la región. Entre ellas, no-entregó la medalla concedida por él mismo a Adolfo Suárez, a título póstumo. Y no la entregó porque nadie de la familia o del entorno más cercano al que fue presidente del Gobierno acudió a recogerla. Solamente una carta firmada por Adolfo Suárez Illana y leída por el presidente de la Asamblea regional. Una carta en la que el hijo de Suárez decía que le hubiera gustado haber acudido a recogerla acompañando a su padre.
La pregunta era, y es, porque no he leído o escuchado a nadie que la haya formulado: ¿Desde cuándo sabía José Antonio Monago que nadie de la familia o del entorno más cercano a Adolfo Suárez acudiría al acto del 7 de septiembre en el Teatro Romano de Mérida? Y la siguiente pregunta es si la oposición preguntará por el tema.
El ridículo se acrecienta si comparamos, ¡qué le vamos a hacer!, con los actos que va a celebrar San Fernando para conmemorar el 204 Aniversario de las Cortes Constituyentes de la Isla del León, cuando se entregará el VII Premio de las Cortes de la Isla del León a Adolfo Suárez, a título póstumo. Este premio será recogido por José Manuel Otero Novas, que fue Ministro de la Presidencia y que es una persona muy próxima al entorno familiar de Suárez.
La pandilla de inútiles que campa por los despachos de la Junta de Extremadura en Mérida debería hacérselo mirar o preguntarle a Ivancito si merece la pena hacer el ridículo de esta manera.
Ayer, 16 de septiembre, la Vicejee, como la llama Tomás Martín Tamayo, compareció en rueda de prensa, tras el consejo de gobierno, ataviada con una camiseta blanca en la que estaba impresa la candidatura del Puente de Alcántara. Y en esa rueda de prensa dio a conocer que, precisamente el monumento de la localidad cacereña había ganado el concurso del Mejor Rincón de 2014, convocado por la petrolera Repsol. Dijo que faltaba la confirmación oficial. La Guía Repsol había informado que ayer daría a conocer el ganador entre los finalistas, que además del puente alcantarino, era la ermita riojana de San Felices.
A lo largo del día y especialmente de la tarde, las noticias comenzaron a ser contradictorias, a pesar de lo cual Región Digital mantuvo hasta bien entrada la tarde noche la noticia dada por la Vicejeje la noticia en portada como si fuera cierto lo balbuceado por Cristina Teniente.
Fuente: GOBEX
A finales de la tarde, la Guía Repsol anunciaba que retrasaba hasta hoy el fallo del premio. Y hoy, la petrolera concede el premio a los dos finalistas, en una solución salvomónica (por si acaso se llamara Mónica alguna persona de la Guía).
Claro está que, como todo el mundo dice ahora en Extremadura, el Puente de Alcántara iba ganando de largo. En concreto, el día 15 de septiembre, según informaba el Diario Regional Hoy (http://www.hoy.es/prov-caceres/201409/15/puente-alcantara-necesita-votos-20140915181835.html ) al sitio cacereño le faltaban 4.500 votos. Eso, 24 horas antes del cierre de las votaciones.
Captura de pantalla de la edición digital de HOY.ES