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Tal día como hoy, 8 de abril, parece que a Monago, y a su manejador de hilos, les ha dado una especie de sobredosis de chorradas y ocurrencias que… Bueno, que tienen que ver con que ayer se supo que el presidente de la Junta se subió el sueldo un 6% y que sigue siendo uno de los mejor pagados de todas las autonomías. Monago (a) El Austero, miente, y para contrarrestar las mentiras monta una orgía de ocurrencias. Bueno, se las monta Iván Redondo, que mueve los hilos de la marioneta de estado.
Así, aprovechando una muestra de 35 fotos de la Agencia EFE, la agencia oficial del gobierno, sobre rock, y, como por casualidad, para su inauguración se ha invitado por el señor Vera (presidente de EFE) a un rockero. En concreto a Sherpa, miembro del grupo Barón Rojo. ¿Van hilando? Monago, digo Ivancito, quiere recuperar la leyenda del barón rojo del PP, y ya verán las fotos (se tomarán a las 19,15 h, yo escribo antes de esa hora) en la que algún periodista de cámara, en un alarde de asociación libre de ideas, titulará algo parecido a aquello de dos barones rojos juntos.
Esta ocurrencia no es baladí, porque Monago, digo Iván, su manejador, quiere distanciar al Mencey de Las Vaguadas del PP, de las siglas, de la política de Mariano Rajoy. Como si no tuvieran nada que ver. Pero son indisolubles. Como diria un clásico, uña y carne. Como se diría en el barrio de la Teta Negra, uña y mugre.
Por mucho que lo intenten, Monago es responsable del desastre de los recortes. Y es responsable, sobre todo, de no tener palabra, de no tener cullons para cumplir su propia palabra: no se cortó un dedo y no presentó sus cuentas.
A esto de los barones rojos, hoy se ha sumado un rap, un tipo de música como todo el mundo ignora, propio de los barrios nobles de las ciudades, desde Neguri o el Barrio de Salamanca a Las Vaguadas. Por supuesto, un tipo de música con una estética que impide determinados colores, como los azules “gaviota”. Requiere colores oscuros, como la ideología de Monago, azules marengo, propios de quienes añoran los uniformes de ese color. Y sus correajes.
Como sigan a este ritmo Monago y su muñidor de hilos, habría que rezar, quien sepa y quiera, para que cada día no se conozca una nueva cagada del mejor de los mejores, porque por cada una tendrá que discurrir una nueva ocurrencia Iván, que cobra un buen sueldo de todos los extremeños, no tanto como los 148.000 euros que se calzó del PP (y también de todos) en 2011.
Lo mejor sería tener previsto algo que pueda asumir todas las malas noticias que generan Monago y sus consejeros (¿recuerdan, por ejemplo, el World Padel Tour en el Anfiteatro Romano de Mérida?). Se me ocurre, (te regalo la idea, Iván, para que veas que no eres tú solo el que tiene ocurrencias) la celebración del Festival del Tocino, en la línea del Festival del Uranio organización por el líder @norcoreano. Eso sí, dándole un toque cosmopolita, internacional. Por ejemplo, Tocino’s Festival. No bacon, no, Tocino. Ni siquiera panceta.
De momento, las primeras figuras para el cartel, ve contratándolas, Iván, que son muy solicitadas, deberían ser Leonardo Dantés, Malena Gracia, Tamara Seisdedos, Leticia Sabater. Y de presentadora, Sonia Monroy.
Un cartel Redondo, Iván.
Vale.
Formando parte de una campaña de propaganda monstruosa a mayor gloria de un político inane, aparece una pantalla en la que se incluye un número de whatsapp para que… eso digo yo, ¿para qué?
Que un partido político como el PP se lance a una campaña de propaganda a mayor gloria de un individuo que ha usado dinero público para ir a visitar a su amante a las Canarias y que todavía no ha explicado lo que tiene que explicar, no deja de ser un síntoma.
Hace unos meses podría haberse pensado que Monago era un muñeco de ventrilocuo en manos de su consejero espiritual, Iván Redondo. Ahora, el muñeco ha dejado de serlo y se ha convertido en un personaje de las marionetas. En Cáceres, en el Paseo de Cánovas, dos pequeñas figuras representan a dos marionetas, Gorgorito y Peneque el Valiente. En pocos meses, otra figura, que debe realizarse con búsqueda de equilibrios de testas, podría aumentar la colección: Monago.
Porque la decisión de incluir en la web de propaganda un número de whatsapp es la muestra de llamar ignorantes a los ciudadanos (se debe tener en cuenta que los votantes del Partido Popular lo son y, por tanto, no cuentan), ya que hacen creer que el señor Monago es un tipo enrrollado y moderno, al que le gusta estar en las redes sociales… No hay que olvidar que Monago salió huyendo de twitter cuando fue pillado poniendo los resultados de un juego un lunes (día laborable) en horario de mañana (laborable) y tuvo la desvergüenza de decir que había sido su hijo, que le había cogido el móvil. Poco después, declaró que «twitter es un pudridero de enfermos».
Ahora pretende, con la propaganda, hacer creer que es un político que se comunica con los ciudadanos.
Pero es mentira.
El guasap es una comunicación entre uno y uno (o entre varios si creas un grupo, por ejemplo, el grupo de los viajeros a Canarias en fines de semana alternos) y no es público salvo que uno de los dos que “se comunican” haga pública la conversación.
Por eso, lo mismo que la falsedad de la política de Monago viene dada por el uso de la propaganda (a mayores y más cuantiosas mentiras, mayor será la propaganda).
Ahora, la marioneta cree en haberse convertido en muñeco con personalidad propia, pero no deja de ser un muñeco al que Iván le mueve los hilos.
La monstruosa campaña del Partido Popular se transmuta en algunos medios, por ejemplo, en El Periódico Extremadura, en una extensión de la propaganda de la Junta de Extremadura (gobex, dicen ellos, que se parece a gowex, los del pufo financiero), y alguien, por ejemplo, la portavoz del Partido Popular en el debate parlamentario en el Senado de la Ley de Transparencia (¿quién es, quién es), debería hacer públicos los números: cuánto cuesta la campaña, cómo la financian, de dónde sacan p’a tanto como destacan…
Por ejemplo, sería interesante preguntarle a Monago, el guasapero, esos datos de la campaña publicitaria. O preguntarle a Monago cuándo va a cumplir con su palabra, comprometida públicamente el 17 de noviembre de 2014, de presentar todas sus cuentas en enero de 2015 (bueno, esto no lo pregunten, que ya lo hice yo el 22 de febrero y estoy esperando). O preguntarle a Monago si la visa con la que pagó viajes a Canarias y desde Canarias a nombre de una amiga fuerte estaba vinculada a una cuenta personal o a una cuenta del Partido Popular.
Pregunte a Monago, el guasapero, que no le contestará.
Dígale por whatsapp que es el más alto, el más guapo, el más ligón, el mejor recolector de plátanos (¡uy, se me ha escapado!) y le contestará.
Porque Iván Redondo, Presidente de la Junta de Extremadura, sabe cómo manejar a la marioneta que sale en las fotos y sabe engañar, por supuesto, con la ayuda de otros por fidelidad política o a cambio de un buen precio.
En realidad, la exageranción de la campaña es tal que el protagonista no es el que parece, sino el que en realidad es, una campaña de autobombo de Iván Redondo.
Vale.
Cuando apretamos el mando a distancia de la TV, cambiamos el dial de la radio, pinchamos una página en la red o abrimos un periódico, nos encontramos con secciones como “nacional”, “política” y similares denominaciones. Pero, visto lo visto, esas secciones deberían resumirse en una sola: “circo”.
El paradigma de la información, por poco tiempo, viene siendo la TV, y las referencias que se oyen en la calle a “lo ha dicho la tele” o “lo he visto en la tele”, que más allá de las funciones nobles del entretenimiento y la difusión de la cultura ha optado por convertir todo en un espectáculo. Y, claro, cuando los actores del espectáculo se desmadran, el espectáculo deriva en un circo.
Las tertulias políticas, en todas las cadenas, se fundamentaban en pretender que los espectadores consumieran “información” en un entorno espectacular, con actores muy metidos en sus papeles. La realidad, eso que la tele no enseña porque estropearía los mundos de yupi que la publicidad vende, ha terminado en convertir a los actores en payasos.
Los memes que circulan a cientos de miles por las redes sociales muestran una realidad muy similar a los espejos del Callejón del Gato. Los personajes (periodísticas, políticos…) han devenido en payasos, muy pocos de ellos augustos y la mayoría patéticos clowns que no se ganarían la vida ni en un pasillo del metro.
El circo no lo han creado ni las televisiones ni los periódicos ni las radios: el circo lo han creado unos personajes que, aspirando a ser grandilocuentes defensores de ideas ruines, han devenido en bufones de tres al cuarto.
Cuando un “periodista” (llámese Inda, Marhuenda, Rojo) hace alarde de defender a sus mentores políticos (y, sobre todo, económicos) se convierten en parodias de sí mismos.
Cuando un cargo público (por ejemplo, el Secretario de Estado de Comercio) desmiente cada dos por tres las “elucubraciones” del pequeño Nicolás, no lo hace convencido de que su desmentido será creíble, sino para hacernos ver que no tiene un pelo de tonto porque ni el pelo le crece.
Cuando el chico de los recados de FAES, Francisco Nicolás, se da cuenta que sus recados, si los guarda bien, le pueden dar pingües réditos económicos, el personaje pasea por el circo de los platós y “periodistas” serios y ya mayores (de Edad Media) le creen y se escandalizan o, peor, afirman no creerle y gritan a un muchacho con cara de pícaro que se está cachondeando de él… cuando eso pasa, la información no existe, solamente queda el circo del payaso tonto intentando dar patadas a una pelota que el augusto tiene atada con una cuerda y se la quita.
Cuando un cargo público, que lo ejerce con el colaboracionismo necesario de otros de ideología teóricamente opuesta, me refiero a Monago y a su pacto de amor o dinero con Izquierda Unida de Extremadura, se contradice a sí mismo, da una versión y la contraria, y al día siguiente la contraria de la primera y la diferente de la segunda, deja de tener la respetabilidad que otorga el cargo y se convierte en lo que realmente es: una marioneta cuyos hilos se sueltan de la tabla que sujeta su titiritero, Iván Redondo. Esa marioneta deshilachada va de plató en plató, de pista de circo en pista de circo, arrastrando sus contradicciones porque el titiritero ya no sabe cómo recomponer el muñeco y los hilos que compra son de las tiendas de chinos, tan baratos como tan mala es su calidad.
Cuando esa misma marioneta arrastrada lánguida y descuidadamente por su titiritero sin rumbo creía que dando saltos de adoquín en adoquín remontaría el vuelo, la causa de sus desvaríos ocupa la tercera pista del circo y le recrimina que no haya tenido para ella ni una palabra de apoyo cuando ha sido tildada de todo lo malo. Y esa marioneta choca, además de con las recriminaciones de su Olga del alma canaria, con su compañera (“al suelo, que vienen los nuestros”) Celia Villalobos, que cuenta una verdad que él mismo no quería contar porque hubiera sido aún peor que las mentiras encadenadas que ha ido soltando.
Así, este circo que tienen montado presidentes de gobierno que se aparecen en plasmas comprados con dinero negro, vicepresidentas de la OJE (cuando uno vale para algo, vale para todo), ministras señaladas por el juez por haberse aprovechado de los delitos de su marido, ministros de defensa que ocultan su pasado en los consejos de administración de fábricas de bombas… este circo ni siquiera entretiene y el espectáculo está fuera.
Fuera están el llanto del niño que no puede entrar al circo, la alegría de los pillos que recogen la realidad que los payasos ignoran, las pataletas de los viejos que ven que el circo que ellos creían tener montado cuando eran los amos, lo están desvencijando sus hijos…
Había una vez un circo de cientos de pistas. Y en cada una de ellas payasos de feria haciendo competencia desleal a los dignos herederos de Pompoff, Teddy y Zampabollos.
Vale.
Cuando un personaje queda desprendido, por rotura, de los hilos que manejan sus movimientos, termina convirtiéndose en una caricatura sin gracia, pero sin pena. Eso está sucediendo con el presidente de la Junta de Extremadura, José Antonio Monago, que en su situación, desesperada, porque sabe que sus viajes privados pagados con dinero público, en su etapa de senador por la Comunidad Autónoma extremeña para arreglar algunos desperfectos en la isla de Tenerife pueden ser el viaje que se lo lleve, ya se lo ha llevado, por delante.
En todo este asunto, llama poderosamente la atención la sobreactuación de Monago en “defensa” de su vida privada y cómo esa sobreactuación, que quiere hacer las muecas de Jerry Lewis y se queda en una máscara de Jim Carrey, está haciendo cada vez más “atractiva” para la gente conocer esa vida privada que tan celosamente se quiere preservar.
Ayer, cuando Monago anunció la venta de la vivienda del presidente de la Junta en Mérida, pretendía dar un golpe de efecto. Nada más. Un hilo más que su sostenedor de movimientos, Ivancito Goebbels, le puso en el discurso. Pero, claro, cuando se pretenden dar golpes de efecto hay que hacerlo sin incumplir la ley. Pero eso le da igual al bombero emérito.
Anunciar en la Asamblea de Extremadura que “Monago pone en venta” el “palacio presidencial” de Mérida y que al momento estuviera colgado el anuncio en un portal de intermediación inmobiliaria fue todo uno. Y que los “medios de comunicación” fueran rápidamente a hacer capturas de las fotos, a la velocidad de Usain Bolt. Había que hacer de onda expansiva de las ideas de Ivancito, que al fin y al cabo, da de comer a algún que otro titulado en periodismo.
Hoy, la portada de lo que ahora es el GEM (y antes el HolaPP y antes El Periódico de Extremadura) es un anuncio más en esa onda expansiva.
Quiero pensar que el gobierno de los mejores presidido por Monago y manejado por Ivancito sabe que anunciar la venta de un bien que pertenece al Patrimonio de la Junta de Extremadura no es legal. Que ese no es el procedimiento legal de venta de patrimonio público. Y que utilizar mecanismos ilegales conduce no solamente a la ilegalidad del hecho, sino que puede dar lugar a ilícitos penales. Por ejemplo, recurrir a una agencia inmobiliaria, aunque sea por la red, requiere contratar con ella las condiciones económicas de la intermediación. Y requiere que esa intermediación entre el vendedor (administración pública) y el comprador (cualquier particular o empresa) quede al arbitrio de negociaciones sobre precio y condiciones de venta. Y ello da lugar sin duda alguna a negociaciones prohibidas a los empleados públicos. Y Monago y su consejo de gobierno son empleados públicos, interinos, cada día más interinos, pero empleados públicos.
Sabiendo, por tanto, como deben saber las marionetas de Ivancito, solamente queda analizar por qué ese recurso de anunciar explosivamente la venta y colgar las imágenes de la vivienda (¿por qué no cuelgan también las imágenes de despachos ocupados y en uso por funcionarios públicos en el mismo “palacio presidencial”?). La respuesta es sencilla: en la vida privada de Monago.
Se está jartando ese señor que habla como si Extremadura fuera su propiedad (privada) de decir que ha renunciado a vivir en ese edificio (público) porque prefiere vivir en su modesta casa de Badajoz (privada). Contrapone lo privado con lo público queriendo hacer ver que es mucho mejor para los extremeños lo privado (su decisión) que lo público.
Como es una decisión que afecta a intereses públicos (el uso de la “Casa del Río”) la decisión privada debería justificarse mejor. Por ejemplo, haciendo números sobre cuánto cuesta al erario público esa decisión. ¿Es más barata? Hay quien dice que no. Seguridad en la vivienda privada del presidente (pagada con dinero público), desplazamientos diarios entre Badajoz y Mérida de empleados públicos (escoltas) que sí tienen derecho a dietas y deben percibirlas, gastos de los vehículos oficiales (el de presidencia y el/los de los escoltas). A lo mejor, o a lo peor, sumando gastos por la decisión privada, resulta que no es tan barato.
La única explicación posible, sabiendo que la decisión de Monago de vender la “casa del río” es, en realidad, una decisión de su propagandista (bueno, nuestro propagandista, que para eso cobra como un miembro del consejo de gobierno y le pagamos nosotros), es que publicar las fotografías de esa vivienda es para hacer creer a la gente que su vida privada es austera en contraposición a un supuesto lujo de la vivienda presidencial.
La propaganda política es débil cuando quien tiene que hacer de modelo no tiene la presencia que se necesita. Y pretender hacer pasar una presunta vida privada austera como más conveniente que el uso público de una vivienda de propiedad pública, no le cabe hacerlo al modelo Monago, que con sus viajes privados a Tenerife ha demostrado ser muy poco cuidadoso con el dinero público.
Vale.
Con la campaña viral del #IceBucketChallenge, de echarse un cubo de agua hELAda en la cabeza y colgar el vídeo en internet estamos viendo algunas cosas que necesitan, desde mi punto de vista, alguna reflexión.
En primer lugar, en España, los primeros días de la campaña, copia de una americana (no podía ser de otra manera) fue considerada como un festival del humor. Ni siquiera las asociaciones de enfermos de ELA y de familiares tenían una idea aparente de que en nuestro país fuera a desarrollarse una campaña igual. Pero tratándose de una copia de esas cosas que hacen los yanquis, pues algunos famosillos y gentes de distinto pelaje fueron colgando sus vídeos sin tener en cuenta que la campaña era para donar 10 dólares (100 en el caso de que, nominado, no llevara a cabo el reto de echarse agua).
Posteriormente, la campaña ha ido girando, tomando el punto de seriedad y rigor que una enfermedad como la Esclerosis Lateral Amiotrófica requiere, y muchos personajes públicos han contribuido a que la seriedad fuera imponiéndose al folklore.
Como todas estas cosas que se vuelven virales en la red y que pueden aportar a quien participa un plus de fama o de algo parecido a eso, la cuestión ha alcanzado alguna cota de esperpento hipócrita.
Ayer, en twitter, el presidente del gobierno, Mariano Rajoy informó que aceptaba el reto que le habían propuesto y que iba a realizar una donación a FUNDELA1. Bravo por Mariano, que está en todo… menos en lo que tiene que estar.
Hoy, otro personaje que vive de la publicidad y propaganda que su jefe, Iván Redondo, le dicta, José Antonio Monago, ha colgado en la web de la Junta (utilización de medios públicos en beneficio privado), prensa y televisión mediante, su “participación en el reto”. En el reto de la desvergüenza.
Mariano Rajoy no debería, por decencia o por vergüenza, si la tuviera, decir en twitter que va a hacer una donación. Debería, públicamente, ordenar a su ministro de Hacienda que presupueste, con carácter inmediato, créditos para investigación. Sobre ELA y sobre todo. Pero no, mejor es donar… mejor es darse unos golpes de pecho hipócritas en la misa de once y seguir recortando la ley de dependencia.
José Antonio Monago es presidente de Extremadura, que tiene transferidas las competencias en materia sanitaria. Hoy no debería haber salido haciendo el payaso para mayor gloria de sus periodistas lamedores (que en Extremadura son muchos, casi todos, y que se harán «eco» del vídeo colgado en la web pública), debería haber ordenado a su consejero de sanidad que ponga de inmediato en marcha una unidad médica, al menos, en la región para el tratamiento y seguimiento de los pacientes con esta patología.
Porque ningún periodista de los que asisten ahora al folklore y, seguro, habrán aplaudido hasta quemarse las manos, le ha preguntado nunca ni lo hará si sabe si en alguno de los hospitales de la región existe alguna unidad médica especializada en ELA.
Los ciudadanos particulares, famosos, famosillos o no, pueden hacer eso del reto del cubo de agua, y colgarlo en la red, para ser solidarios o para ganar un poquito de popularidad.
Pero un dirigente con cargo en las administraciones responsables de los presupuestos y la sanidad no puede formar parte del espectáculo. Su obligación es disponer de los medios necesarios para fomentar la salud de los ciudadanos.
Ayer Mariano Rajoy hizo un acto de hipocresía, propio de sociópatas sin escrúpulos. Hoy, José Antonio Monago, además, ha convertido su hipocresía y falta de escrúpulos y de vergüenza en un acto folklórico.
Lo que estos sujetos han hecho es una falta de respeto a todos los enfermos y familiares, una falta de respeto que ha de tenerse en cuenta.
Porque ni Mariano Rajoy ni José Antonio Monago (el monaguillo de Iván), se merecen respeto alguno.
Vale
Tras casi un mes sin actualizar mi sitio en la red, y esperando los acontecimientos que nos acechan, unas pequeñas sobre algunas cuestiones.
Reforma de la ley electoral. El Partido Popular pretende reformar la ley electoral para que sean alcaldes los números 1 de las listas más votadas. Tal como está vendiendo el PP y su coro mediático (todos los “medios convencionales”, no se olvide), no se trata de una reforma. Se trata, pura y simplemente, de un golpe de estado. Así, sin más. Y así debería denunciarlo por dignidad política el principal partido de la oposición… de momento.
Ley de la Guardia Civil. Con unas mínimas, escasísimas referencias en los medios (otra vez “los medios”), son las redes sociales, especialmente twitter, las que están poniendo de manifiesto las denuncias de muchos oficiales que se sienten vejados y maltratados. Me parece inaudito que sea el Partido Popular, la derecha, la que esté provocando la indignación (el malestar ya lo dejaron atrás) de tantos miembros de la Guardia Civil, hasta el punto de que cada vez sean más los que pidan abiertamente su desmilitarización.
Fuerzas Armadas. La publicación de la novela “Un paso al frente”, del Teniente Gonzalo Segura, actualmente en arresto y con previsiones de condena que le llevaría a ser expulsado del Ejército, y el caso de la Capitán Zaida Cantera, han sido los catalizadores de una situación en los Ejércitos impensable, hasta el punto de que se ha constituido un círculo de Podemos en el que, al parecer, son ya más de 4.000 los militares que apoyan reivindicaciones de limpieza de casta, de reconocimiento de derechos (ciudadanos de uniforme). Que sea la derecha la que esté haciendo visibles estas cuestiones no deja de ser sintomático.
Salida de la crisis. Dice Mariano Rajoy y repiten sus loros que estamos en la salida de la crisis. En realidad, debería decir que están. Porque los datos, los datos reales, los que van desde el INE a Eurostat dicen lo contrario. Vender como éxito la bajada, mìnima, de los índices de paro, cuando en los dos últimos años la emigración ha exiliados a más de un millón de españoles no es sino el reflejo de la maldad intrínseca del Partido Popular, de su sociopatía.
Extremadura. No sé si en algún momento en el último año el capataz de Iván Redondo, José Antonio Monago, dijo que en 2014 no se concederían medallas de Extremadura. El caso es que a esta fecha no encuentro en la red referencias a quiénes, personas o entidades, se haya acordado entregar la medalla de Extremadura 2014. Eso sí, este año, otra vez, se celebrará una gala que cuesta 100.000.000 pesetas para mayor gloria del capataz de Iván, un capricho propagandístico que resultaría cómico si no fuera, directamente, vergonzoso. Ah, y los tres palmeros de Izquierda Unida aplaudiendo a rabiar a Monago, y, sobre todo, a Ivancito.
Cáceres. En pocas fechas darán comienzo dos obras públicas (la alcalsenadora Elena Nevado está ansiosa porque se crean los cacereños que ha hecho algo durante su ¿mandato?) que pueden colapsar el centro de la ciudad. Es más que probable que los cálculos de tener las obras a punto de caramelo de las elecciones sufran algún retraso no se cumplan, y, sobre todo, que no hayan calculado, ni por asomo, las molestias que unas obras, especialmente las del parking del Múltiples, pueden causar. Es de esperar que la oposición sepa gestionar estas molestias.
Vale.
El gobierno de Extremadura, que un día se autocalificó como el “gobierno de los mejores” sigue dando muestras de lo que son: un grupillo de indocumentados políticos al servicio de un aprendiz de Goebbels. No sólo en las espantadas ostentóreas de Monago, sino en barbaridades como la del senecto consejero de Hacienda, alegrándose de los sueldos de miseria que cobran los (cada vez más escasos) trabajadores extremeños. Y también cuando, con todo el descaro del mundo se aprovechan del trabajo de los demás.
Esto último es lo que ha sucedido con la página Arte Actual Extremadura (http://arteactualextremadura.com/), un proyecto desde 2008 de la tuitera @zapatosrosas (Montaña Hurtado) que, tras exponerlo a la Consejería de Educación y Cultura para desarrollarlo, han visto como desde el Museo Extremeño e Iberoamericano de Arte Contemporáneo su proyecto ha sido fusilado. Ni siquiera copiado con arte, como, candorosamente @zapatosrosas dijo en su página de internet (http://zapatosrosas.com/2014/02/22/el-arte-de-copiar-proyectos/).
Cuando es el poder el que se apropia del trabajo y de las ilusiones de los ciudadanos, eso no tiene más que un nombre: sinvergonzonería. Una absoluta falta de vergüenza y una demostración de la incompetencia del gobierno de los mejores.
Al ponerse el marcha la mala copia realizada por Franco (qué bien le viene el apodo), ya se podía ver algún detalle, como el de que algún artista, que en twitter se expresa como transgresor era el primero en abrir la lista de los seguidores franquistas.
Ahora, poco a poco, desde Arte Actual Extremadura irán viendo cómo artistas que se habían incorporado al proyecto, comenzarán a “colaborar” con el franquismo, algunos, quizás, con algún ápice de timidez “compartiendo” su presencia. Otros, directamente abandonarán el original en beneficio de la copia, buscando el refugio del poder y esperando que el maná del dinero público (ahora menguado) les alcance. Pero esos “artistas” deberían saber que este tipo de proyectos, cuando caen dentro de las Adminsitraciones Públicas y están al servicio no de la cultura sino de personajes sin ninguna capacidad, terminan, más pronto que tarde, desapareciendo como nacieron: fusilados por la incultura de quienes han cogido el fusil de internet y han disparado salvas de fogueo que han cegado a los descuidados.
De todos es sabido que el poder corrompe, y que el poder absoluto, corrompe absolutamente. Pero, además, cuando ese poder se ejerce, como hace el “gobierno de los mejores” apoyado exclusivamente en las ocurrencias de un charlatán de feria, terminando sumiendo en la mayor de las pobrezas a los súbditos (en Extremadura, ahora, para quienes ejercen el poder, no hay ciudadanos, hay súbditos). Y cuando eso se traslada a la cultura, al arte, la pobreza cultural se expande y la mala copia, el plagio, el fusilamiento. Pero a Franco y al jefe del gobierno de la Junta, el Ivancito, les da igual. Franco ya está amortizado, y Redondo, cuando cubra sus expectativas o cuando quienes le ríen y obedecen las gracias le dejen de sonreir, se irá a su tierra vasca, volverá su empresa de “think thank” a seguir ejerciendo sus dotes de prensa y propaganda.
Para @zapatosrosas (Montaña Hurtado) encontrarse con esta situación supone, seguramente, una frustración, porque es el gobierno de su tierra el que le roba su trabajo, y es el mismo gobierno que se dedica a gastar dinero públicos en cientos de coches sin matricular, en hacer políticas que mantienen a más del 50% de los jóvenes en el paro, en tener amordazada (en este caso, consentida) a la prensa con el presupuesto público.
Pero, también, a @zapatosrosas le debe dar fuerza la cantidad de apoyos recibidos de muchos, sobre todo jóvenes, embarcados como ella en proyectos de difusión del arte y la cultura.
Hoy, una vez más, se demuestra que ni el poder ni el dinero sirven para que sujetos indocumentados como Monago se revistan de algo que no se compra: la capacidad de entender la cultura, de aprender. Y los eslóganes y las ocurrencias de Ivancito solamente se entienden que sean compradas en un país gobernado por un partido cuyo presidente solamente lee, con mucha dificultad por cierto, el Marca. Y esa es la marca de todos los conmilitones de semejante sujeto.
Vale.
Nada más anunciar ayer Mariano Rajoy que los contribuyentes con menos de 12.000 € de ingresos no tributarán por IRPF, le faltó tiempo al senecto Antonio Fernández consejero de Hacienda del gobierno de los mejores, esos que escuchan atón(t)itos la órdenes de su jefe, Iván Redondo, para salir hoy y contarle a sus amigos, los periodistas de eso que llaman medios de comunicación en Extremadura, que el 53,3% de los contribuyentes quedarán exentos. ¡Bien!
¿De qué coño se alegra, viejo?
¿Se alegra que más de la mitad de los trabajadores extremeños tengan unos salarios de mierda? ¿De eso se alegra?
¿Ha hecho cuentas para qué dan de sí 12.000 € al año? Descuente alquiler de vivienda, descuente gastos de agua (con ese canon que Vd., salvajismo fiscal, se sacó de la manga), de alcantarillado, de luz, de teléfono, de gas… ¿cuánto queda?
¿Sabe vd., viejo, cuántos de esos contribuyentes que ganan menos de 12.000 € al año tienen cargas familiares? ¿Sabe Vd., viejo, que la política de becas, de ayudas de libros, de ayudas de comedor, que están haciendo ustedes encarecen la vida, y que no llegan a fin de mes, ni a mediados?
¿Ha contado Vd. que tanto se alegra, cuántos de ese porcentaje del 53,3% tienen en su casa, a su cargo, una persona con discapacidad, o un dependiente al que ustedes, en hechos de salvajismo social, les están recortando, quitando, robando, unas míseras ayudas?
¿De qué coño se alegra, viejo?
¿Ha contado Vd. a sus amigos, los escribas sentados, cuántas familias extremeñas podrían mirar con alegría si pudieran alcanzar esos 12.000 euros? ¿le ha dicho vd, viejo que tanto se alegra, a sus amigos los periodistas, cuántas familias extremeñas hay en las que ninguno de sus miembros trabaja?
¿De qué cono se alegra, viejo?
¿Se alegra de la miseria en la que, cada día más ahondan ustedes a las familias?
¿Se alegra de los miles de jóvenes extremeños a los que ustedes están robando el futuro? ¿De esos miles de jóvenes que no encuentran trabajo porque sus decisiones políticas son la guillotina que secciona cualquier joven?
¿De qué coño se alegra, viejo?
Cuando sus amigos fotógrafos y cámaras de la prensa, toda amiga, por supuesto, le sacan su perfil Montiel, no se dan cuenta de que están produciendo una imagen tétrica, una imagen a elegir entre el Dómine Cabra o el malvado Fagin. Personalmente, me recuerda usted más al Dómine Cabra, que miraba por cuévanos.
Vale.