Archivos para junio 2013
Así es, desde 2011, la Plaza Mayor de Cáceres, lugar de encuentro, de paseo, de juegos de niños, a pesar de que muchos denostaron las obras y que ahora, torciendo el gesto, no tienen más remedio que reconocer la recuperación, para todos, de un espacio vital para las relaciones sociales.
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Publica la prensa local de Cáceres hoy una información que, si no fuera cierta, parecería que se trata de una puñalada. Puñalada trapera. Y siendo, como parece, información cierta, sí, sí es una puñalada trapaera.
Se trata de la recurrente ubicación de la estación de ferrocarril de Cáceres, en otro tiempo, futura estación del AVE y ahora, parece, apeadero de un deshecho diesel que no quiere nadie. Y todo ello con la connivencia, la complicidad, el consentimiento del baladrón Monago. Y sus lacayos. Y lacayas.
Ante todo, debemos partir de algo que normalmente no se tiene en cuenta: Cáceres no puede tener AVE ni velocidad alta por ferrocarril… porque somos pocos. O lo que es lo mismo, solamente a un muy escaso número de cacereños les puede interesar la alta velocidad ferroviaria. Porque la población es la que es y la capacidad adquisitiva, también.
Pero Cáceres necesita la alta velocidad ferroviaria, ese medio de transporte que cuando se proyectó y ejecutó a Sevilla la derecha reaccionaria descalificó, torpedeó y criticó con todas sus fuerzas. Hoy, conversos de la alta velocidad, se esfuerzan en llevarla a donde les interesa, a ellos y a las grandes empresas que, sedientas, esperan la privatización, cuando estén terminadas las líneas y se las puedan quedar por cuatro céntimos.
Cáceres necesita que la alta velocidad llegue a la ciudad para que su atractivo turístico, indudable pero abandonado por el Partido Popular, se convierta en fin de trayecto para miles de visitantes. Y por ello, la ubicación de la estación es muy importante.
En el caso más desfavorable, la estación del AVE de Cáceres se planteó en la CN 521, antes de llegar a la Autovía de la Plata, en terrenos de doña Tatiana. Y con ser desfavorable, no lo sería tanto como la estación de Segovia, a la que se llega y desde ella no se ve nada. Sólo páramos castellanos. O no lo sería tanto como la de Guadalajara, ubicada en unos terrenos, qué casualidad, de la familia de Esperanza Aguirre. Para llegar a la ciudad hay que atravesar campos lejanos y verdes praderas. Y luego está Guadalajara. O la estación de Tarragona, que queda lejos, lejos, lejos.
Otra ubicación sería en la curva de Cabeza Rubia, al otro lado de la variante de la CN 630, a espaldas de los Centros Comerciales Carrefour y Ruta de la Plata. Fácilmente accesible, aunque distanciada para el peatón, el desembarco de los viajeros sería “en la misma ciudad”. Adif no quiere saber nada de esto.
La tercera solución que se planteó a lo largo del tiempo era mantener la ubicación actual, pero integrando el ferrocarril en la ciudad, esto es, soterrando las vías de entrada desde Madrid y salida hacia Mérida-Badajoz, para que Aldea Moret se convirtiera, por fin, en una parte de la ciudad de Cáceres.
Hoy, en la prensa local, leemos que a Adif (al Partido Popular, vamos) Aldea Moret se la suda. Ni integración del ferrocarril ni leches. Si los vecinos de Aldea Moret sólo pueden salir por el puente actual, que sigan saliendo por ahí, o que den la vuelta hasta salir a la carretera de Badajoz, por donde el quinto coño a la derecha.
En las últimas elecciones locales y autonómicas el Partido Popular también ganó en Aldea Moret. Hoy sabemos que, en venganza, condena a sus vecinos a permanecer, para siempre aislados, segregados. O, lo que es lo mismo, al Partido Popular, la cuenta de gastos para pagar los votos de los vecinos de Aldea Moret le sale a devolver.
En los próximos días asistiremos al recital de lugares comunes, de frases huecas, de la alcasenadora Nevado desmintiendo a los técnicos de Adif y diciendo que desde su trabajo en el Senado hace una gestión soterrada para beneficio de la ciudad.
¿Soterrada? Así tendría que ir toda la línea de ferrocarril, desde Macondo hasta casi el Cerro de los Romanos. Pero para gestionar ese soterramiento hace falta algo más que unas palabras huecas de la alcasenadora Elena Nevado o unas baladronadas de Jose Antonio Monago.
Lo que sí está claro es que los vecinos de Aldea Moret sólo tienen dos opciones: o seguir aguantando al partido que han votado y que ahora les devuelve el favor, o pedir la autodeterminación.
Vale.
En la mañana de ayer, jueves, 13 de junio, el twitter oficial de la Subdirección General de Reclutamiento del Ministerio de Defensa avanzaba que hoy se confirmaría una buena noticia. Y, hoy, a través de la misma red social se ha informado que el próximo lunes se publicará en el BOE una convocatoria para plazas de efectivos de tropa y marinería. Hoy también los medios de comunicación locales, el BOPP y el HolaPP, ya avanzaban algún detalle más sobre el asunto, debidamente sometido a la estación de filtrados.
Por supuesto, los fracasos son huérfanos y los éxitos tienen cientos de padres, hasta padres putativos.
El espectáculo que, para quienes tenemos algún punto más de información sobre estos asuntos complejos de la Defensa, se desprende de un despacho de agencia es lamentable. Así, mientras el pasante de la alcasenadora de Cáceres, Elena Nevado, atribuía la noticia a la labor soterrada y callada de su jefa, los miembros de la Plataforma (¿reivindi-qué?) de apoyo al Cefot de Cáceres también se atribuían el mismo éxito y con el mismo argumento de la labor soterrada y callada. Mienten el pasante y mienten los de la Plataforma. A dúo.
Porque la noticia, con ser buena, no ahuyenta, ni mucho menos los nubarrones que siguen cerniéndose sobre el Acuartelamiento de Santa Ana. Pero para estas cuestiones ningún escriba al dictado ni ningún escriba con nombre en la puerta del despacho de los que pululan por Cáceres tiene alcance suficiente.
No hay que olvidar que en marzo de 2012, la alcasenadora Nevado mintió en papel oficial remitiendo a esos medios que le edulcoran la vida un comunicado diciendo que se había reunido con la Subsecretaria del Ministerio de Defensa (recomiendo a los escribas que se lean el lunes la convocatoria de tropa, hasta el final) en un encuentro de cortesía. Cuando a finales de ese mes se filtró en un medio digital nacional la noticia de cuál era la situación, entre otras unidades militares, del Cefot de Cáceres, Elena Nevado se hizo la sorprendida. Sorprendida por la filtración, porque la información ya la conocía.
No hay que olvidar que cuando un alto cargo del Ministerio de Defensa (en general, de cualquier Ministerio) se reúne con autoridades del rango de un/a alcalde/sa de capital de provincia, y, más, si a la reunión asiste, como ocurrió en su día, un Consejero de un gobierno autonómico, lo habitual, lo protocolario y lo del uso y costumbre es la emisión de un comunicado conjunto si es reunión de acuerdos, o de una comparecencia conjunta, y, en todo caso, el Ministerio de turno ofrece sus instalaciones para que el alcalde/sa que lo visita atienda a los medios de comunicación. A Elena Nevado, el Secretario de Estado de Defensa le ofreció la calle, en concreto, el paseo de la Castellana.
No hay que olvidar la inolvidable reunión, encuentro fugaz, de pasillo, entre la alcasenadora Nevado y el Ministro de Defensa, en el Senado, del que tuvimos noticia primero, y, al cabo de las horas, imagen, tomada con móvil, que parecía más bien algo como del club de fans de Raphael (¿dónde estaba el fotógrafo del Ministerio, que siempre acompaña al jefe con una cámara Canon Mark IV o así?).
No hay que olvidar que Elena Nevado eligió la opción de votar contra la continuidad del Cefot en el debate parlamentario de los Presupuestos Generales del Estado para 2013, cuando tenía la oportunidad, por la amplia mayoría de la derecha en la Cámara Alta, de votar a favor, de abstenerse, de ausentarse de la votación. Pero no, eligió, ella solita, votar contra el Cefot.
Y hoy, cuando se anuncia que habrá convocatoria de tropa y que una parte de los nuevos soldados recibirán su primera formación en el Cefot de Cáceres, el pasante de la alcasenadora se apropia indebidamente de algo que considera un éxito de su jefa. Y los periodiquillos locales le bailan el agua.
Y hoy, cuando se anuncia que habrá convocatoria de tropa y que una parte de los nuevos soldados recibirán su primera formación en el Cefot de Cáceres, los mansos y dóciles miembros de la plataforma se apropian indebidamente de algo que consideran un éxito propio y de su jefa, que no es otra que la alcasenadora. Y las hojas parroquiales aprovechan su dulce balar para apuntalar que el éxito es de Elena Nevado.
En esta historia, que no ha terminado, desgraciadamente, ya que quedan muchas cosas por decidir en el ámbito de la Defensa, los tiempos no los marcan ni los titulares de prensa, ni opiniones como la de esta página web, ni declaraciones altisonantes de políticos que más parecen pertenecer a la nobleza (Condes de Villaquisiera, por ejemplo), sino el modelo de gestión propio tanto de las Fuerzas Armadas como el mastodóntico poder burocrático de Castellana, 109. Y en ese modelo, ni este opinador ni alcaldes, senadores, pasantes, escribas sentados… tenemos mucho que ver.
Pero escuchar y leer al pasante atribuirse un éxito en el que no tienen nada que ver, repito, nada que ver, produce vergüenza ajena. Claro, que para eso la letra impresa afín y, especialmente, la subvencionada caritativamente, se encarga de hacer creer al ignaro ciudadano lo que no es.
Vale.
En el día de la fecha, El Periódico Extremadura daba cuenta de una Fundación, la creada por Tatiana Pérez de Guzman el Bueno y Seebacher, con alguna fotografía en la que aparece el presidente de la Junta de Extremadura, José Antonio Monago.
Leyendo la información, parece que a Cáceres, en cuyo término municipal la familia del Marquesado de Torre Arias y otros títulos de la nobleza del rango abolengo tiene importantes latifundios y propiedades, le ha tocado el gordo. Pero en realidad son sólo migajas.
La Marquesa de Torre Arias, fallecida en 2012, dejó un legado multimillonario, calculado, según algunas fuentes, en torno a los 500 millones de euros. Y conociendo los resultados del legado, vemos que Cáceres ha recibido grandes beneficios. O eso quieren dar a entender. Pero nada más lejos de la realidad.
El marquesado de Torre Arias, ahora Fundación Tatiana Pérez de Guzmán, tiene algunas pequeñas propiedades en Cáceres, ninguna de las cuales forman parte del legado. Esa Fundación es titular del Palacio de Los Golfines de Abajo, en el que, al parecer, existen bienes de importancia cultural importante que los cacereños nunca han conocido. Y, seguramente, no conocerán. Pero algunos hablan del legado de la marquesa como si fueran herederos. O se hacen fotos con el patronato de la fundación como si fueran herederos.
Palacio de Los Golfines de Abajo
El marquesado de Torre Arias, ahora la Fundación, es propietaria de la Casa de las Corchuelas, junto al nuevo barrio en leeenta construcción de Río Tinto. En el Plan General Municipal, esa casa y la parcela que la rodea ha recibidio un buen tratamiento, para convertirla en hotel. Seguramente de lujo. Fuera del alcance de los cacereños.
Ficha urbanística de la Casa de las Corchuelas
El marquesado de Torre Arias, ahora la Fundación, es propietaria del Caserío de los Arenales, que rehabílitó para convertirlo en hotel de lujo, y en cuyo proceso se olvidó que ese caserío fue un Campo de Prisioneros durante la guerra civil que siguió al golpe de estado del general bajito (https://cercadelasretamas.com/2007/02/10/de-campo-de-prisioneros-a-hotel-de-lujo/).
El marquesado de Torre Arias, ahora la Fundación, es propietaria de todos los terrenos, a derecha e izquierda de la Carretera Nacional 521, entre Cáceres y Malpartida de Cáceres, desde el final de Los Castellanos hasta el Caserío de los Arenales.
C.N. 521 Cáceres-Malpartida de Cáceres.
Con todos estos bienes de la Fundación, el legado de Tatiana, con fotografía incluida de Monago, que llega a la ciudad de Cáceres es inmenso.
Igual que el que ha recibido Madrid, la alcaldesa Botella, que se ha encontrado con un regalo de una pequeña finca, localizable en cualquier mapa, con el número 551 de la Calle de Alcalá. Se trata de la Quinta de Torre Arias, un palacete rodeado de 13,5 Has, en el Parque del mismo nombre. Un regalo, una herencia socialista a la que la alcaldesa Ana Botella no ha hecho ascos ni se ha quejado. Ya sabemos que las herencias socialistas que recibe el Partido Popular son tan nefastas como esta que gestionó Enrique Tierno Galván.
Quinta Torre Arias. C/ Alcalá, 551. Madrid