Las recientes y actuales noticias sobre hallazgos arqueológicos en la calle Alzapiernas y en la Plaza de Galarza, me han traído al recuerdo la historia de un espantoso escarnio cometido con la ciudad de Cáceres hace poco menos de 60 años. Pero que había comenzado antes. Al filo de 1930.
Todo comenzó cuando el Ayuntamiento de la ciudad, a finales de los años 20 del siglo pasado quiso dotar a la ciudad de un moderno y amplio mercado de abastos. Para ello, encontró un emplazamiento adecuado: un espacio casi vacío, con unas cuantas edificaciones perimetrales de una sola planta, con cubiertas a un agua, y otras en el centro, a dos aguas, formando el mercado entonces; todas se encontraban en el espacio que hoy ocupa el denominado Foro de los Balbos. Curioso: en las ciudades romanas, el Foro estaba en el centro de las murallas. Aquí está fuera de ellas.

Fotografía de Valentín Javier para el expediente de autorización del
Mercado de Abastos adosado a la Muralla.
El espacio tenía un pequeño hándicap: la muralla de Cáceres acababa de ser designada Monumento Nacional. Ello no fue obstáculo para que el Ayuntamiento siguiera adelante. Encargó un reportaje fotográfico a Valentín Javier, en el que se vieran cómo estaban la Torre de la Yerba, el lienzo de la muralla y la Torre del Horno. En esas fotografías aparecía el espacio hueco que acogería el mercado de abastos.
Un mercado que cuando estuvo funcionando, y si no recuerdo mal (era bastante más joven que ahora), tenía su entrada principal a la misma altura que el soportal del Ayuntamiento y disponía de puestos de pescado en la planta baja, de carnes en la segunda y de frutas y verduras en la tercera, desde la que se salía a la plaza de las Piñuelas y al Adarve del Cristo, donde los hortelanos de la Ribera del Marco ofrecían sus productos más frescos.

Mercado de abastos con la Torre del Horno al fondo. Archivo Histórico Municipal de Cáceres
El mercado, con una estructura de hierro con tornillos y tuercas al modo de las construcciones mecánicas de puentes, estuvo en pie hasta comienzos de los años 60. Cuarenta años tapando la muralla, y se iba a demoler.
Claro, que el ayuntamiento de los años 60, con el franquista Diaz de Bustamante, que debía su cargo a su apoyo y el de su poderosa familia cántabra al dictador, necesitaba hacer otro mercado. Sin problemas.
Y sin problemas encontró un solar: la Plaza de Galarza. Bueno, exactamente un solar no. Solar lo fue cuando, para hacer el nuevo mercado de abastos ordenó allanar el Seminario fundado por el obispo Galarza en 1623. El edificio había dejado de ser seminario, fue cuartel hasta 1925, que entró en funcionamiento el Infanta Isabel, y de nuevo cuartel durante la guerra incivil. El cuartel viejo.

Vista áerea parcial de Cáceres.
Poco antes de que el edificio fuera demolido, tuve la ocasión de asistir en él a los dos primeros cursos de primaria, porque las Escuelas Normales, lo que ahora es el Instituto de Lenguas Modernas y el Prácticas, estaban todavía sanando heridas de guerra. Entraba a la escuela por la primera puerta, visto de frente el edificio, por la primera a la izquierda, la puerta más importante. Había un amplio zaguán, y a la derecha, subiendo dos peldaños, el aula donde nos daban clases de primero y segundo.
De frente al zaguán, una puerta amplia, de doble hoja, daba salida al patio, un cercado irregular, empedrado, duro, donde cuando podíamos jugábamos a lo que fuera en el recreo. Rodeando el patio, una edificación continua, de dos plantas, en las que, cuando nos aventurábamos a entrar encontrábamos cosas: culatas de madera que habían sido de fusiles, sacos terreros apilados…

El Seminario, el Cuartel Viejo, entraba, aunque sin citarlo, en la declaración general que hizo la Comisión de Monumentos de 1949 para el conjunto de la ciudad de Cáceres. Pero ello no pudo con la alcaldada.
El edificio fue derruido y en su lugar se levantó un mamotreto de arquitectura indefinible, que fue mercado de abastos… hasta que los cambios de modo de comercialización de mercancías, de alimentación, se lo llevaron por delante a las primeras de cambio. Eso, y un nulo mantenimiento, que hacía que entrar allí fuera casi perjudicial para la salud.
El mercado de abastos se arrumbó, y para sustituirlo se construyó el actual aparcamiento.
Del Cuartel Viejo, del Seminario erigido en 1623, no obstante, quedan muestras en la ciudad que deberían ser baldón para quienes profesan admiración por un franquista que no hizo sino devaluar la joya recibida, tanto con las declaraciones de Monumentos de los años 20 como con la declaración general de Ciudad Monumental de 1949.

Mercado de Abastos de Galarza. (del blog «Cáceres en el pasado»)
Las muestras que quedan son visibles: la puerta trasera del Palacio Episcopal, la que da justo al Arco de la Estrella es la misma puerta por la que yo entraba a escuela en 1960. La llevaron “piedra a piedra”, y la colocaron con esmero “piedra a piedra”. Y la colocaron mal.
La actual puerta de la Diputación Provincial también tiene las piedras y algunos adornos obispales procedentes del mismo edificio. Y la puerta del edificio que fue Demarcación de Carreteras, también. De hecho, en el proyecto, paralizado, de remodelación de este edificio, a juicio del arquitecto, lo único salvable, por valor histórico… es la puerta, una de las que tuvo el Seminario y luego Cuartel Viejo.
Vale
No me he equivocado al titular esta entrada con el mismo nombre que se denomina este modesto sitio web. La aparición de unas nuevas grutas en el entorno de Maltravieso y El Conejar, al realizarse obras para la Ronda Sureste de la ciudad de Cáceres, han traído al primer plano los cercados, los campos, las huertas, los riachuelos por los que discurrieron mis primeros años.

Y también me han traído a primer plano la reciente lectura de la edición que el Profesor Cerrillo Martín de Cáceres ha hecho del manuscrito “Abreviatura histórica de la ciudad de Cáceres”, compuesto por el Licenciado Juan Rodríguez de Molina. Si a través de la lectura del libro del profesor Cerrillo se va descubriendo la ciudad que fue Cáceres hasta el siglo XVIII y los rastros, muchos, que de ella quedan, las nuevas grutas descubiertas me completan una visión en el tiempo que se focaliza en la Cerca de Las Retamas.

Recorte de la foto del Vuelo Americano de 1856
Una Cerca situada junto a la de los Pozos del Calerizo de los que tantos años consumimos su agua potable. Una Cerca atravesada por un riachuelo seco las más veces, aunque algunos veranos nos sorprendía con agua abundante, que aprovechábamos para bañarnos.
La fachada principal de la Cerca de las Retamas daba al Camino Viejo de Montánchez, ahora denominado Ribera del Marco, con olmos a ambos lados, que ya en 1956 comenzaban a tener huecos sus troncos, algunos de un metro de diámetro, y que fueron cayendo año a año para alimentar las hogueras de San Jorge, que los más mayores del barrio preparaban.
Terminaba, por esa fachada oeste en una puerta con cancela (casi siempre cerrada, pero que no necesitábamos que estuviera abierta para campar a nuestras anchas entre las retamas) y dos fábricas de piedra enfoscada, y con un escudo nobiliario colocado sobre la parte izquierda.
Los lados norte (cerca de los pozos, hoy denominada Cerca de San Jorge) y este (un olivar al que cuando podíamos, íbamos a rebusco). El lado sur daba a un camino pedregoso, en cuyo margen derecho una pared de piedra limitaba con otra cerca, que con el tiempo fue la Cerca de Los Salas.
Por ese camino pedregoso, siguiendo las veredas que entre los duros salientes del terreno se habían configurado, caminábamos hasta llegar a la Cueva del Oso, hoy Cueva del Conejar.
Ya conocíamos la de Maltravieso, a cuyo interior entrábamos cuando el guarda, El Francés, no estaba. El Francés vivía en lo que hoy es la calle Miño, en la casa medianera con la de Juanito El Chochero y su mujer, que tenían un comercio, en el que aprendió el oficio de despachar Maruchi. Y su hermano Jesús. El señor Francés, como decíamos los muchachos era picapedrero y fue quien descubrió, casualmente, al hacer estallar un barreno, la entrada de la Cueva. Una de las entradas, que había dos, una más grande, de frente, y una más pequeña, a la derecha del arco a modo de portal que tenía, y tiene.
A la Cueva del Oso, ahora del Conejar, también nos acercábamos: allí no había guarda, solo basura y a veces algún perro o algún gato muerto. La entrada era más difícil que la de Maltravieso: había que acceder casi cuerpo a tierra, pero una vez dentro, se podía caminar un poco. Nunca muy adentro, porque el atrevimiento no nos daba para tanto.
También teníamos que tener cuidado cuando aparecían, de la noche a la mañana, los llamados soplaos. Eran unos socavones que aparecían al hundirse la tierra colorá entre peñascos. Unas veces, estos soplaos no eran más que un pozo natural que parecían no tener fin, como uno que apareció en la cerca donde hoy está el supermercado DIA, y en el que estuvieron vertiendo camiones de tierra sin que pareciera que nunca llegaban al fondo.
Otro apareció en la Cerca de las Retamas, en un tiempo en que sus pastos estaban destinados a una punta de vacas. Era grande, y tenía como un pilar de piedra que pareciera la entrada de una cueva, pero que el dueño de las vacas, con buen criterio, consiguió primero cerrar su perímetro y poco a poco rellenarlo: no quería que las vacas se fueran al fondo.
También sucedió, creo que fue en la segunda mitad de los años 60 que una mañana la Charca Musia amaneció seca: toda el agua se había ido por una poza que surgió en el fondo, cerca del muro de cerramiento. En la Charca hubo algún que otro ahogado, precisamente succionado por una de sus pozas.
Cuando surgió la noticia de las nuevas grutas, me acordé de aquellos años y de cosas como las que he comentado (y otras que prefiero no hacer). Porque resulta extraño que siendo el terreno entre la Cerca de los Pozos (o de San Jorge) y la Carretera de Medellín, formando un arco, en lo que hoy es el Residencial Vistahermosa, no hayan aparecido más.

Ha sucedido este hallazgo con una obra pública, y rápidamente se ha puesto en conocimiento de la Consejería de Infraestructuras de la Junta, y de la Consejería de Cultura, entiendo que como parte del necesario seguimiento arqueológico de las obras de la Ronda Sureste.
La Cueva de El Conejar está dentro del Polígono Vistahermosa, desarrollo urbanístico del SUNP-8 del Plan General de Ordenación Urbana de Cáceres, del año 1999. No conozco, aunque espero que sí se haya hecho, tanto un plan de seguimiento arqueológico como parte del Programa de Ejecución y del Proyecto de Urbanización, y de la construcción de cada una de las parcelas resultantes.
Las Consejerías de Infraestructura y de Cultura de la Junta de Extremadura han informado que se realizarán estudios geotécnicos de las grutas encontradas, aunque sería deseable que se ampliaran estos estudios a un área mayor de las mismas, y que se analice el seguimiento arqueológico que se haya debido realizar con motivo de la urbanización del Sector SUNP-8, Vistahermosa.
Vale.
Cuando ya la legislatura toca a su fin, la desesperación del Partido Popular en el Ayuntamiento de Cáceres comienza a ser notable. Constatan algo que los ciudadanos llevamos mucho tiempo viendo: su incapacidad de ofrecer propuestas creíbles para la ciudad.
En 2015, el gobierno de la Junta de Extremadura, con Monago al frente, concedió al Ayuntamiento una subvención de 1.000.000 € para la reforma del mercado de abastos de Ronda del Carmen. El equipo de gobierno vio el cielo abierto y se puso en plan posmoderno: vamos a hacer un mercado gourmet, como los que hay en cualquier ciudad que se precie.
Terminaron las obras, los aposentadores tradicionales del mercado se quedaron donde estaban, en la planta baja (unos 10-12 puestos) y en la planta alta se habilitaron 10 espacios para lo de los gourmets.
Tras varios intentos fracasados de conseguir que los hosteleros de la ciudad se hicieran cargo de los puestos, hoy se amanece con la impactante noticia de que la Asociación de Cocineros pondrá en marcha el espacio. Incluso, en la información se citan declaraciones del concejal de Turismo, y se alude a un pliego de condiciones que no es público.
Eso sí, en el reportaje, a modo de diccionario de autoridades, se citan varios mercados de abastos para dar soporte a la pretensión del Partido Popular de que no se pueda decir que han tirado el dinero. Lo más probable, aunque es poco el tiempo que tienen, es que lleguemos a las elecciones de mayo y, como mucho, el PP (con el apoyo de su muleta local, Ciudadanos) puedan decir que ya está en marcha.
El ser una capital de provincia en el más puro sentido decimonónico, lleva siempre a exagerar. Si para privatizar el uso de una calle a mejor gloria de varios edificios con aparcamientos y varias tascas, la comparación fue con la calle Larios, de Málaga, o si para tener algo que decir en el proyecto de financiación público-privada del Palacio de Godoy, la alcaldesa dijo que la zona se podría convertir en el Montmartre cacereño, en el periódico de hoy (El Periódico Extremadura, concretamente), la comparación no es con una ciudad, ni con dos… es con 5. Eso sí, los datos de los mercados de esas ciudades están bien tomados, pero las fotos no dejan verlos.
El mercado de Ronda del Carmen, de Cáceres, tiene unos 12 puestos en planta baja y 10 (mercado gourmet) en planta alta, 42 en total. El mercado central de Salamanca tiene 53 puestos, de los cuales solamente 2 son gastrobares. El mercado central de abastos de Jerez de la Frontera tiene 115 puestos, de los cuales, 1 solamente es un bar. El mercado de Santiago de Compostela tiene (además de varios vacíos al día de la fecha, unas 50 casillas) 143 puestos, de los cuales 9 se dedican a restauración. Es la ciudad que tiene más puestos de este tipo, el 7% de los puestos abiertos.
El mercado de San Blas, en Logroño, tiene 42 puestos abiertos, ninguno es ni siquiera bar. Finalmente, el Fontán, de Oviedo, tiene 36 puestos abiertos, y solamente uno con la denominación de café restaurante.
Cómo pretende el PP que en Cáceres, con menos habitantes que prácticamente todas ellas, salvo Santiago de Compostela, pueda ofrecer un mercado de abastos con casi el 50% de los puestos dedicados a restauración, cuando la única ciudad comparable, la capital gallega, el mercado de abastos, un potente edificio con casi 145 puestos de venta, con un potencial turístico mayor, no vamos a negarlo, que nuestra ciudad, solamente el 7% de los puestos son de restauración.
El sentido de la medida es eso que uno puede comparar entre magnitudes iguales. Sería comparable, como decimos, la población entre Cáceres y Santiago, pero no son comparables los espacios, los mercados de abastos. Y si para justificar algo injustificable, como es dedicar 1.000.000 € a un espacio, al menos, deberían haberse planteado estas cuestiones.
Mucho me temo que este intento a la desesperada de la alcaldesa de Cáceres por tratar de salvar una legislatura nefasta para la ciudad, una ciudad que por cualquier lado que se mire, está cerrada por falta de uso.
Vale.