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Archivos/noviembre 2019
Archivos para noviembre 2019
Ahora que en Cáceres “no se habla de otra cosa” que del Hospital Provincial Virgen de la Montaña, y cuyo futuro puede ser parejo al edificio que de similar uso hubo en Badajoz, el Hospital de San Sebastián, que se cerró en 2003 y ahí anda todavía, sin arrancar… Ahora que la titular patrimonial, la Diputación de Cáceres ha encargado un informe técnico que dice que para poderle otro uso hay que empezar a hablar de 20 millones de euros, ahora otro inmueble, sin uso, más modesto de superficie, viene a esta serie de “cerrado por falta de uso”: la extinta hace años Cámara Agraria.

Situado en la calle Diego María Crehuet, una vía de curiosa orografía, que tiene dos pendientes, de similar grado de inclinación, una al comienzo y otra al final (es capicúa), el edificio tiene una superficie catastral de 330 m2, y una superficie construida total de 726 m2 entre las tres alturas de que consta.

Como se puede apreciar, no es un inmueble de grandes proporciones, aunque puede equivaler a 6 viviendas de tamaño medio.
Es otro de los edificios de titularidad pública que están sin uso, en este caso de la Junta de Extremadura, que los medios de comunicación locales lo saben (o deberían saberlo), pero al no ser aparatoso (por tamaño) o singular por su ubicación, da igual que esté vacante.
Con los edificios sin uso que hay en la ciudad, de tamaño similar a este, extraña que no existan propuestas o intereses en que lo tenga, en que puedan cumplir una finalidad pública o privada de interés público.

Claro que los intereses ciudadanos no están en ello, porque no existen entidades públicas o privadas (o mediopensionistas) que tengan ideas o proyectos para dar uso, dar utilidad social, cultural… a estos edificios.
Eso sí, cuando se pregunta en el Paseo de Cánovas qué hacer con el Hospital Virgen de la Montaña, gana por goleada una Residencia de Mayores, y cuando se pregunta en la Av. Héroes de Baler qué hacer con la antigua prisión provincial, la goleada la marca el que debe ser Casa de Cultura. Esas “encuestas” de opinión, o dar altavoz a propuestas de ese corte llenan media página al menos.
Pero por edificios más pequeños, bien situados, no hay propuestas… porque no se ven.
Vale.
Ahora se están realizando por la Diputación de Cáceres obras en el Palacio de Pereros para convertirlo, de nuevo, en colegio mayor. Por lo que parece, las obras solamente afectan a la llamada Casa de Pereros, pero no incluyen una propiedad de la propia diputación, medianera con Pereros: el antiguo Colegio de la Inmaculada.

No se trata esta entrada de abogar por la recuperación para el uso de construcciones existentes, sino que, en este caso, se refiere a la necesaria recuperación y puesta en uso de los espacios libres (jardines) situados en el entorno de la Torre Mochada, o Torremochada.

Cuando se pasea por la ciudad monumental, los itinerarios están muy fijados y llegando al Olivar de la Judería, a la derecha, arrancan los muros que, al otro lado esconden los jardines (o lo que sean ahora) del antiguo Colegio de la Inmaculada. Esos muros continúan por la calle Hernando Pizarro, hasta su intersección con la Calle de la Consolación, hasta la calle Torremochada. Una longitud de muros nada desdeñable, de los que sobresalen, sin ningún orden, alguna higuera, alguna acacia y otros árboles y arbustos que por lo que parece, crecen sin ningún cuidado ni orden.

Sin embargo, en el tramo de la calle Torremochada existe una verja de cerramiento, pintada de un color anodino, que termina en un candado. Al otro lado de la verja, sin que se pueda acceder al interior, se aprecian suciedad y abandono, sobre unas fábricas de ladrillo en solados y jardineras, algunas farolas que recuerdan que en los años 90 formaban una zona visitable y ajardinada en torno a la Torre Mochada.
Esas actuaciones de los años 90 se debieron a una intervención diseñada por el arquitecto Miguel Matas y que, a su vez, recogiendo bibliografía de María José Teixidó, se señalan otras, en 1962 y 1965, promovidas por la Dirección General de Bellas Artes, dirigidas por el arquitecto González Valcárcel. https://sig.caceres.es/PDMuralla/1_ESTUDIOS_PREVIOS/1_49/1_49_ESTUDIO_SISTEMAS_CONSTRUCTIVOS.pdf

La Torremocha es una de las torres albarranas de la muralla de Cáceres, y que, a pesar de las referencias que sobre ella se transmiten en la memoria colectiva, es, ahora mismo, un elemento prácticamente desconocido, y a su visita no comparecen los turistas que, unas veces aventurados a lo que vaya surgiendo a su paso, otras orientados por guías, pasan del Olivar de la Judería de nuevo a la propia judería, olvidándose de la Consolación, de la Ermita de las Candelas y de la calle Torremochada.
Pero mejor es así, mejor que los turistas que nos visitan y que fotografían la plaza de Santa Clara y su convento, no caminen los escasos 50 metros que los separan de esta torre y de su deteriorado entorno.
El espacio que los jardines encerrados tras unos muros recrecidos o detrás de una verja metálica que repele a la vista, deberían ser objeto de una recuperación necesaria, para añadir al patrimonio histórico, y a, sobre todo, poder establecer qué elementos de la muralla, entre la torre Mochada y la torre existente en la calle Hernando Pizarro, que da paso al acceso al olivar de la Judería, pueden recuperarse. Ah, y reparar la maltrecha torre de Hernando Pizarro.
Vale.