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En la edición digital de El Periódico Extremadura de 27 de marzo de 2012, podía leerse el siguiente párrafo final de una información sobre el futuro del Centro de Formación de Tropa nº 1, de Cáceres: Por todo, la alcaldesa vuelve a insistir en que el Cefot es «una prioridad» para Cáceres y para Extremadura, que «se seguirá trabajando en todas las direcciones posibles para garantizar sus funciones» y que «no se renunciará y se peleará sin cuartel» por su mantenimiento en Cáceres. (http://www.elperiodicoextremadura.com/noticias/temadeldia/la-alcaldesa-de-caceres-dice-que-no-renunciara-centro-de-formacion-militar_644924.html)
Ahora que el Proyecto de Recortes (digo, de Presupuestos) Generales del Estado están en tramitación en el Senado, al que pertenece la alcaldesa de Cáceres, Elena Nevado, y al que también pertenece, por ejemplo, el alcalde de Trujillo, Alberto Casero, ahora es el momento en el que la alcasenadora tiene la ocasión de demostrar lo que decía en tono entre sorprendida y enfadada por la noticia publicada respecto del futuro, más que negro, del mantenimiento del Cefot en la ciudad. Ya sabía ella, y muy bien, de primera mano, qué es lo que estaba pasando.
La situación precaria de futuro del Cefot de Cáceres, más cerca, cada vez, del cierre definitivo que de una continuidad garantizada ante la falta de oferta de empleo público para 2012 de tropa y marinería profesional y unas previsiones similares (o peores) para 2013, depende de los PGE.
Ahora, tras su aprobación en el Congreso, donde el PP, partido al que pertenece la alcasenadora Nevado rechazó, sin debate, sin dar ninguna explicación, una enmienda encaminada a garantizar la plena operatividad del Cefot, los PGE se encuentran en el Senado, donde Elena Nevado ha tenido la oportunidad de presentar enmiendas para garantizar la continuidad de la instalación militar en la ciudad de la que es alcaldesa. Pero no lo ha hecho. Ni ella, ni Alberto Casero, alcalde de Trujillo.
Ahora es cuando las palabras deberían haberse convertido en hechos. Pero no ha sido así. Mientras que en la ciudad impulsa una Plataforma con la que defenderse, a la que engaña manifestando no conocer la situación, cuando un mes antes de que esta plataforma eche a andar, ha implorado ante el Presidente del Gobierno su mediación con el Ministro de Defensa, en Madrid calla, y es cómplice de la situación de incertidumbre que se cierne, nubarrón más oscuro cada día, sobre la continuidad del Cefot.
El Ministerio de Defensa vincula la continuidad del Cefot a la “evolución de la oferta de empleo público”, al tiempo que anuncia, como hizo en vísperas del Día de las Fuerzas Armadas 2012, que anula todas las convocatorias de tropa para este año. La alcasenadora calla.
El Ministerio de Defensa vincula la continuidad del Cefot a la “evolución de la oferta de empleo público”, al tiempo que incluye una disminución de efectivos de tropa y marinería de 83.000 (31/12/2011) a 81.000 (31/12/2012), esto es, a una reducción neta de 2.000 soldados y marineros, lo que unido a la anulación de convocatorias para este año, impiden una renovación que sería la única opción posible para la pervivencia del Cefot.
En el trámite parlamentario que siguen ahora los Recortes Generales del Estado, en el Senado, con el silencio vergonzante de la alcasenadora, se ha presentado una enmienda, por parte de CiU, que ya fue rechazada en el Congreso (porque era igual en parte a otras de otros grupos minoritarios de izquierda), pero que tiene todos los visos de que, al ser la única que se presenta a la Disposición Adicional Vigésima Segunda. Una enmienda que reclama que el número de efectivos de tropa y marinería a 31 de diciembre de 2012 sea de 80.000. Su aceptación por el Partido Popular, seguramente ya pactada, puede formar parte los acuerdos (legítimos) entre formaciones políticas, pero que sería la puntilla definitiva, antes de finalizar el año, para el Cefot.
Hay que tener en cuenta, además, que los Recortes Generales del Estado, todavía en tramitación, quedarán obsoletos, en cuanto a previsiones de oferta de empleo público, a 30 de septiembre, cuando, por ley, el Gobierno de la Nación presente en el Congreso el Proyecto para el ejercicio 2013. La combinación de una disminución de efectivos, a 80.000, reclamada por CiU, junto con una más que previsible congelación (cuando no disminución) de las plantillas de personal de las Administraciones Públicas, puede ser letal, ya que la vinculación de futuro que se hace a la evolución de la oferta de empleo, no puede mantener, por más tiempo, una situación similar a la de un ERE encubierto para una instalación militar.
Vale.
En estos días venimos asistiendo a las informaciones referidas a que el senador por la Comunidad Autónoma, José Antonio Monago, se encuentra de crucero, cuando la cámara legislativa a la que pertenece tiene abiertas sesiones de trabajo. En esas informaciones se refieren a él como el “líder de los populares extremeños”. Si utilizamos la traducción de leader, la expresión sería “guía de los populares extremeños”. Y, claro, si el guía, si el líder, si el orientador se toma vacaciones cuando la función que ejerce no lo está, el ejemplo es cuando menos, llamativo.
A nivel nacional, al líder de los populares, al guía de los populares, Mariano Rajoy, también conocido como Mariano Camps por su indisoluble fusión con el presidente de la Comunidad Valenciana, se le representa como un indolente inactivo que no toma decisiones (véase las viñetas de Peridis en El País). La imagen es certera. La falta de capacidad de trabajo del guía, del orientador, del líder de los populares tiene un ejemplo definitivo: afirma que no presenta una moción censura contra el Presidente del Gobierno porque no tiene los votos para que prospere. En realidad, lo que no quiere es trabajar, presentar una alternativa. Si lo hiciera, no tendría más remedio que decir qué haría. Y eso es mucho esfuerzo.
Si el líder nacional es trasunto de indolencia, ¿qué no harán los líderes locales? Pues eso, irse de crucero.
Pero, en realidad, estamos ante otra cosas. A cualquier cosa llaman líder. El ejercicio del liderazgo sería, según la Wikipedia: El liderazgo se puede decir que es toda capacidad que un individuo pueda tener para influir en un colectivo de personas, haciendo que este colectivo trabaje con entusiasmo en el logro de objetivos comunes. Se entiende como la capacidad de tomar la iniciativa, gestionar, convocar, promover, incentivar, motivar y evaluar a un grupo o equipo. Es el ejercicio de la actividad ejecutiva en un proyecto, de forma eficaz y eficiente, sea éste personal, gerencial o institucional (dentro del proceso administrativo de la organización).
Como puede apreciarse, al liderazgo se le asocia el término trabajo, algo que es incompatible con la actitud efectiva y real de esas cosas que los medios de comunicación, en su afán por clasificar y economizar esfuerzos, llaman líderes. Si al concepto de trabajo le añadimos los de iniciativa, gestión, convocatoria, promoción, incentivos y motivación del grupo al que los presuntos líderes guían, entendemos que cuando el líder, presunto líder, abandona sus obligaciones para irse de crucero o cuando el líder, presunto líder, no ejerce las atribuciones que por sus obligaciones tiene, estamos hablando de otra cosa.
La derecha, en este país no tiene líderes. Tiene guías, pero no están en sus estructuras visibles. Los guías están en las empresas editoriales que les marcan la ruta que han de seguir, que son los que les hacen el trabajo para el que esos líderes no están capacitados, a cambio de conseguir posicionar sus productos (periódicos, radios, cadenas de televisión) entre quienes deberían ser los guiados, los orientados.
Así, mientras la basura sigue subiendo por las fachadas de Génova, 13, los presuntos líderes nacionales tratan de escabullirse de sus obligaciones. Así, mientras el único esfuerzo al que el presunto líder local de los populares extremeños se entrega es al de imitar de mala manera al Presidente de la Junta de Extremadura (el último ejemplo es el twitteado de Monago, que es motivo de escarnio en todos los foros tecnológicos), noes de extrañar que su crucero de placer sea tapado vergonzosamente por el mismo medio que lo publicó impidiendo comentarios en la edición digital.
Vale.
Hasta ahora, no he escuchado más que críticas muy generales con la actitud de Aznar, claramente imbricada en un complejo de inferioridad ideológica que le produce un comportamiento propio de resentidos.
De todos los “argumentos” esgrimidos por el sujeto en cuestión, me llama poderosamente la atención que dijera, mirando de perfil, con ese gesto mal encarado, que le está pudriendo poco a poco, que España es un “Estado políticamente inviable”.
En la analítica política, esa frase, pensada, repensada, no merece otro calificativo que el de golpista, de golpismo fascista. No entiendo cómo los analistas políticos que cuestionan las opiniones de Aznar se hayan centrado en “el conjunto” y no hayan visto el árbol, ese árbol que demuestra que ese fulano que gobernó ocho años España no tiene convicciones democráticas, que no cree en la Constitución sobre la que juró su cargo de presidente del Gobierno.
Podrán hacerse críticas a la política económica del actual Gobierno, todas, podrán echarse pestes del presidente Zapatero, todas, pero lo que no es de recibo es que quien ha gobernado con la Constitución de 1978 afirme, sin rubor y sin que nadie le llame la atención, que España es un “Estado políticamente inviable”.
La catadura política de Aznar, llamando abiertamente al golpismo fascista, quedó demostrada con sus palabras.
Solamente un detalle: ¿comparte Mariano Rajoy, alias Mariano Camps, la posición de Aznar de que España es un “Estado políticamente inviable”?
El diccionario de la Real Academia de la Lengua establece estas cinco acepciones para la palabra guerra.
1. f. Desavenencia y rompimiento de la paz entre dos o más potencias.
2. f. Lucha armada entre dos o más naciones o entre bandos de una misma nación.
3. f. pugna (‖ entre personas).
4. f. Lucha o combate, aunque sea en sentido moral.
5. f. Oposición de una cosa con otra.
Cuando hoy conocemos que un soldado español ha muerto en un atentado mientras formaba parte de una patrulla de reconocimiento para el paso de un convoy de alimentos, dentro de la operación ISAF de la ONU, la derecha española, mejor dicho, la ultraderecha española, que incluye al PP, vuelven con la retahíla de que Zapatero debe reconocer que España está en guerra en Afganistán.
He recogido las acepciones de la RAE porque cuando la extrema derecha política y mediática vuelve con esta tabarra, se olvidan de que tenemos un idioma rico, muy rico, hasta el punto de que la utilización de cualquier palabra evidencia una forma de pensamiento.
Si Rajoy y el resto de la extrema derecha consideran que España está en la “guerra de Afganistán” (para justificar el delito contra la Constitución que cometió José María Aznar haciendo participar a España en la guerra contra Sadam Hussein sin cumplir los procedimientos marcados en la Carta Magna), debería, por higiene democrática, cumplir los preceptos que marcan las definiciones.
En primer lugar, Rajoy y la extrema derecha en general siempre afirman, porque no pueden afirmar otra cosa, que Zapatero debe reconocer que “España está en guerra en Afganistán”. La preposición EN define claramente que no estamos en una guerra. Porque para estar en guerra debe identificarse al enemigo y actuar militarmente en consecuencia, esto es, mediante el hostigamiento, la persecución y obtener, así, el éxito en la campaña.
La preposición marca claramente el concepto. Es preciso recordar que las preposiciones, en nuestro idioma, son muy importantes, como explicó en su día Ortega y Gasset.
Sería deseable que todos aquellos que, desde la ignorancia muchos, y desde la maldad intrínseca otros (Rajoy entre ellos), afirman que España está en guerra en Afganistán tengan la misma valentía con la que insultan al Gobierno y, con ello, al propio Ejército que actúa siguiendo el mandato constitucional que establece que es el Gobierno el que decide y ordena, para que determinen cuál es el enemigo al que se combate. Es decir, que digan CONTRA que nación, CONTRA qué Estado, está España en guerra.
Que digan, si tienen decencia, estas gentes de la extrema derecha que desean que soldados españoles vuelvan en ataúdes para atacar al Gobierno cuál es la guerra, porque España está desarrollando en Afganistán las misiones que están marcadas por la ONU, les guste o no les guste.
Y sí se puede decir al suplente de Aznar y a todos los correligionarios de extrema derecha que la intervención en Irak lo fue porque el presidente del gobierno de España quería complacer (en cualquiera o en todas las acepciones del diccionario) a su amo. Y metió a nuestro país en una guerra ilegal, acto en contra de los mandatos constitucionales de los que debería dar cuenta.
Vale.