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Cáceres, el puzzle

cercadelasretamas —  septiembre 30, 2020 — Deja un comentario

La decisión de la Junta de Extremadura y la Diputación Provincial de Cáceres de reubicar en el Hospital Provincial los actuales Centros de Salud de Plaza de Argel y Zona Centro, además de mantener el Punto de Atención Continuada actualmente existente, por un lado, y trasladar al mismo inmueble el Archivo Histórico Provincial y el Conservatorio de Música, puede convertirse en un puzzle, si se encajan bien las piezas, o en un juego de tetris con variables que pueden desactivar lo pretendido,

No es mala idea aprovechar un inmueble de un tamaño considerable, unos 20.000 m2 construidos, si ese aprovechamiento se realiza mediante un Plan Director que garantice la ejecución coordinada de encaje de todas las piezas (y quizás alguna más que pueda surgir en el camino), y no mediante una segmentación del inmueble a modo de reparto. A modo de ejemplo, cabe señalar que el edificio dispone de al menos tres entradas notables para dar acceso a distintos servicios y se pueden habilitar otras, de manera que garanticen tanto accesos como salidas de evacuación que será preciso tener en cuenta al producirse usos con distintos horarios de aprovechamientos y por distintos tipos de usuarios.

También será necesario tener en cuenta que la última gran reforma del edificio, para convertirlo en un hospital más moderno, a comienzos de los años ya se llevó a cabo con una intervención pudiéramos llamar agresiva, pero que dio buenos resultados, aunque la pérdida del gran claustro central del primigenio hospital es probable que en estas fechas hubiera sido más difícil realizarla.

En cuanto al puzzle (o tetris) al que se someterá a la ciudad, debería incluirse en el Plan Director. Esto es, determinar qué será de los inmuebles que actualmente ocupan el Centro de Salud de la Plaza de Argel y el Archivo Histórico Provincial, y, en menor medida, que será de los espacios que actualmente ocupa el Conservatorio en el Complejo San Francisco.

Como diría Jack, vayamos por partes.

El Centro de Salud de la Plaza de Argel es un inmueble que debe ser conservado y sometido a una rehabilitación integral, pues el paso de los años y el uso intensivo que como Centro de Salud ha tenido ha dañado sensiblemente su interior. Claro, que para ello, desde el momento en que se tome la decisión de trasladarlo al Hospital Provincial, debería establecerse una idea clara del uso que se le quiera dar, y comprometer, presupuestariamente, los medios económicos para ello. Esperar a que se pueda concluir el traslado y dejar su futuro a un «ya se verá», no hará sino someter al edificio a un deterioro rápido y peligroso.

El Archivo Histórico Provincial ocupa actualmente el Palacio de Moctezuma y el edificio anejo, diseñado por el arquitecto Dionisio Hernández Gil, en pleno corazón de la ciudad monumental. Si para el edifico de la Plaza de Argel se hace necesaria una pronta definición de su uso futuro, y su ejecución sin solución de continuidad con el traslado del Centro de Salud, más necesario será establecer el uso futuro del propio Palacio de Moctezuma y del edificio anexo. No sería de recibo realizar un traslado del Archivo y sus dependencias sin saber el destino de las que quedarán vacías. El que el edificio apareciera vacío, sin uso, siquiera un año, dañaría mucho la imagen de la ciudad monumental y del sello Patrimonio de la Humanidad.

Lo que debería plantearse, por tanto, en ese Plan Director, sería que al mover las piezas del puzzle, no volviéramos a incrementar el número de inmuebles cerrados por falta de uso, y más siendo estos edificios de titularidad pública. Todavía tenemos pendiente de resolver la conversión del Palacio de Godoy en un Hotel y el tiempo no pasa en balde. Cada año, el deterioro, por ejemplo, del patio que da a la calle Zapatería es mayor. Someter al paso del tiempo al edificio de la Plaza de Argel, dejándolo si uso cuando ya hace tiempo viene necesitando una profunda reforma, no debería ocurrir, y menos aún al Palacio de Moctezuma.

Respecto a los espacios que deje libre el Conservatorio en el complejo de San Francisco, sin duda deberán destinarse a concluir definitivamente el uso de este edificio como Centro de Convenciones, y a un inaplazable trabajo de las áreas de Fomento y Turismo de Junta de Extremadura, Diputación Provincial y Ayuntamiento, ofreciendo una ciudad que con San Francisco y el Palacio de Congresos (además de la capacidad hotelera), deberá ser un foco de atracción turística, comercial y cultural de primer orden.

Vale.

En esta nueva normalidad y cabalgando con la tabla de surf buscando coronar la segunda ola de la pandemia, me he dedicado unos cuantos días a visitar farmacias, supermercados, tiendas de chinos… buscando encontrar un modelo de mascarilla que es de los más utilizados: las mascarillas pescueceras.

En vano.

Cuando uno va caminando por una calle, un paseo, es fácil encontrarse con alguien que lleva la mascarilla pescuecera. Otros/as llevan la mascarilla dejando la nariz al viento. A veces, incluso por debajo de la boca. Pero el modelo más común de estas mascarillas alternativas es el pescuecero.

Más incluso que las coderas o las muñequeras, que también las hay.

He visto a gente que ha recibido un mensaje en el móvil, se ha parado o se ha apoyado en una pared, se ha ajustado las gafas y, para ver mejor la pantalla, se ha colocado la mascarilla en el pescuezo.

En los lugares donde más abunda este modelo de mascarilla, no sé si está homologado, es en las terrazas. Parece que la norma de uso de la mascarilla que se establece por Salud Pública para el caso de sentarse en una terraza a tomar algo, es quitársela solamente cuando se está consumiendo. Pero si hacer ningún ejercicio de paciencia observadora, se aprecia que la mayoría de los usuarios de las terrazas, lo primero que hacen tras ocupar la silla o el taburete del velador, es cambiar la mascarilla a modo pescuecero on.

Da igual luego el tiempo que estén sentados en la terraza, las consumiciones que hagan, si es más de una, siguen con la mascarilla en el gañote. Hay otros/as que deciden pasara al modo muñequera, como si vinieran de jugar en el frontón de pala corta.

La norma de salud pública es clara: siempre la mascarilla, excepto mientras se está consumiendo. Pero pedir un café con hielo, o un villa masa con dos cubitos, da para que el café o la copa duren todo el tiempo que dura el hielo, incluso más, hasta que, agotados de estar sentados en la terraza, vuelven a colocarse la mascarilla, levantarse y moverse como si hubieran sido fieles cumplidores de la norma de salud.

Vale.