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La política española, inmersa en un período convulso en cuanto a los posicionamientos de los partidos y a las soflamas de sus dirigentes, está acusando la pandemia de la COVID-19, que a medida que los objetivos de vacunación se van consiguiendo, alejando a unos de sus metas y manteniendo a otros en sus proyectos, hacen que vivamos en un circo mediático por momentos insufribles.

Hoy, 10 de julio, Pedro Sánchez ha ejercido sus funciones de Presidente de Gobierno y Secretario General del PSOE, realizando una profunda remodelación del Gobierno, con cambios en ministerios clave, cesando y nombrando ministros que pertenecen al PSOE, con algún cese no previsible en ese sentido. Los cinco ministros de la cuota de Unidas Podemos en la coalición de gobierno se mantienen en sus puestos, solamente con el ascenso a Vicepresidenta 2ª de Yolanda Díaz. Claro que Unidas Podemos tenía 3 ministros (Ione Belarra, Irene Montero y Manuel Castells) y el Partido Comunista 2 (la ya citada Yolanda y Alberto Garzón). Haber considerado la posibilidad de realizar cambios en esta parte de la coalición habría sido demasiado complejo.

¿Qué sucede en la otra acera, en la acera de la derecha? Sucede que la formación de Santiago Abascal camina a piñón fijo, con un paso marcadamente fascista, que, para ellos, les está dando mucho juego, siendo la formación más estable de ese arco parlamentario. Saben que seguirán marcando el paso, no solo de sus votantes, sino de muchos votantes y asimilados del PP, ayunos de un líder nacional. La tercera pata de esa derecha montaraz, lo que queda de Ciudadanos, se han vuelto unos pollos sin cabeza, con la locuaz e inane Arrimadas pidiendo elecciones anticipadas, olvidando que en las últimas elecciones en Cataluña, como sus correligionarios del PP, resultaron irrelevantes para cualquier solución política, que en las últimas elecciones de Madrid, tres cuartos de lo mismo.

Las tres patas de la derecha montaraz siguen con su discurso cada vez más repetitivo y hueco ante las propuestas y, sobre todo, las acciones del Gobierno del PSOE, comenzando por un adecuado y eficaz proceso de vacunación, la cada vez más cercana llegada de los fondos europeos que nos ayudarán a remontar una cruel pandemia y una durísima crisis, a la que ha sido necesario hacer frente sin ayuda alguna. Incluso, con traiciones evidentes de la derecha política y, sobre todo, mediática y con una Justicia que busca exclusivamente favorecer (la imagen ciega de la justicia y su balanza ya no existe) a la extrema derecha, el PP.

Y, a todo esto, asistimos en estos días de julio (él último, ayer) a una situación en la que el presunto líder (a cualquier mierda llaman líder) de la extrema derecha, Pablo Casado, ordenando a su cohorte de validos de Génova, 13, a lanzar que el único mensaje que debía emitir Pedro Sánchez ante la remodelación del Gobierno era su dimisión y convocar elecciones. Pablo Casado, si alguna vez hubiera abierto algún manual de Derecho Político o Derecho Administrativo, debería saber que es el Presidente del Gobierno quien toma las decisiones de cesar o nombrar a los ministros y que su dimisión debería plantearse si fuera el caso de demostrar incapacidad o incompetencias manifiestas para el ejercicio del cargo, y sucede todo lo contrario.

Siendo por tanto imposible que Pedro Sánchez se diera por aludido en lo de la dimisión que Casado reclama, quedaría saber en qué pilares de resistente hormigón se asienta el liderazgo del licenciado en derecho con la calificación en todas sus asignaturas como aquello que ponía en la blanca sobre el valor: “se le supone”. Pues cada día es más cristalino que Casado aprobó su carrera de derecho porque se le suponía que tendría algún mando en plaza.

Sin lienzo de muralla en el que asestar golpes contra el Gobierno, sin capacidad personal, ni formativa ni política, el ignaro licenciado decidió proclamar vacaciones de verano, dejando a sus huestes de tercera fila que de vez en cuando lanzaran algún dardo, en la confianza de que sus voceros y pregoneros los agrandarían. Llegado, pues, el verano, Pablo Casado, sin bagaje, sin equipaje, se lanzó al agua.

Y, claro, cuando un individuo que ha demostrado que es un milagro de equilibrio (buscar esto en los diccionarios), le está sucediendo lo que él sin duda tenía en más temor: no hace pie. Pablo Casado en el agua, no hace pie, esperando que le lancen salvavidas, pero ayer, viernes, su subordinada Ayuso, se encargó, siguiendo instrucciones de Los Bacos de Madrid, con la anuencia del sumo socerdote Aznar, de esconder todos los salvavidas que había en Génova, ¿cuándo, por fin, la venden? Incluidas las ruedas de tractor con las que poder agarrarse para llegar a alguna orilla.

Pablo Casado ha demostrado un día sí y otro también su ignorancia del derecho (su licenciatura es como el título de paracaidista que tengo yo), su incompetencia política y su soledad en su partido. Y, además, que no sabe nadar y por eso no hace pie.

Vale.

De entrada, hay que diferenciar entre indulto y amnistía. Indulto es el derecho de gracia ejercido para anular en todo o en parte una condena dictada en firme por un tribunal. Amnistía es el derecho de gracia ejercido para anular el delito o el tipo delictivo y de esa manera quedaría anulada la sentencia y la condena.

Es evidente que una amnistía es mucho más compleja de aplicar, ya que requeriría que la norma, de origen parlamentario, modificada el Código Penal. Y, por otra parte, la Constitución Española prohíbe los indultos generales.

Dicho esto, ahora que el gobierno de la nación, en cuya potestad recae la concesión o no de un indulto (derecho de gracia que, formalmente, ejerce el jefe del Estado a propuesta del Gobierno), se encuentra en la marea de indultar o no a los condenados por el juicio del procés, convendría considerar si el indulto puede ser total o parcial, si se puede ejercer sin petición previa de los condenados, o por petición de otros que lo soliciten para el condenado, si es requisito previo el arrepentimiento o no, si es condición inexcusable que el tribunal sentenciador opine a favor o en contra. Toda esta casuística se resolverá en el correspondiente expediente cuando llegue a la mesa del Consejo de Ministros.

Lo que no entiendo es el revuelo político, debidamente amplificado por los sicarios de los medios de comunicación, por cuanto hasta llegar al juicio mismo, hubo demasiados azotes de “países de nuestro entorno” que negaron extradiciones por no existir en sus ordenamientos jurídicos los tipos delictivos que se podrían aplicar en España (sedición, rebelión…). Esto es, en los países europeos la respuesta de sus gobiernos al posible indulto de los condenados sería la de observar la neutralidad política que se deriva del respeto a las decisiones de cada país.

Lo que no entiendo, siguiendo con lo anterior, es cómo el tribunal sentenciador, presidido por Marchena (no confundir con el antiguo central del Valencia), que ha recibido una tras otra bofetadas jurídicas de la justicia belga, se aviene a firmar un informe contrario al indulto basado en afirmaciones políticas, que en su caso, solamente correspondería adoptar al Tribunal Constitucional. Está claro que Marchena ejerce de alacrán escondido entre los paños y oropeles del Supremo.

Pero de todas las maravillas que no entiendo es la posición oficial del partido popular de que es innegociable que el gobierno no indulte a los condenados del procés. Digo posición oficial por dos razones: la primera, porque hace unos días, con motivo de la “crisis migratoria” de Ceuta supimos, por propia declaración de Pablo Casado, que él había estado reunido con los partidos más nacionalistas de Marruecos que ansían la anexión de Ceuta y Melilla. En épocas, por ejemplo, del dictador Primo de Rivera, al que hubiere realizado una reunión de ese tipo, se le habría aplicado inmediatamente el Código Penal en calidad de traidor. Y sí, no hay que olvidar en el vigente Código Penal, básicamente el mismo que había en los años 20 del siglo pasado, el delito de traición está conectado indisolublemente con los de sedición y rebelión, núcleos fundamentales utilizados por el tribunal supremo para condenar a Junqueras y cía.

¿A quién podría beneficiar más el hecho de que ahora el Gobierno de coalición otorgara el indulto? Evidentemente, a los propios condenados. Pero, como se trataría de mimetizar la medida de gracia con la adjetivación de política (indulto político) los mayores beneficiados serían los dirigentes del Partido Popular, que afrontarían los juicios que tienen pendientes con el alivio de que, si vuelven a gobernar, ya tendrían el aval para indultar, uno tras otros a aquellos compañeros caídos en las garras de la corrupción.

Vale.

Hoy, la Ministra de Defensa, en sede parlamentaria, ha pedido perdón a los familiares de las víctimas del Yak-42, en nombre del Estado. Y el tono en el que lo ha hecho y están repicando los medios serviles, ha sido el de “pelillos a la mar”. Claro, que la señora Cospedal, ministra del gobierno y abogada del Estado de profesión, lo que ha hecho ha sido cargarse todas las teorías de derecho político y administrativo.

La ministra de Defensa ha confundido, a sabiendas, gobierno y estado, o estado y gobierno. Solamente desde la premeditada conculcación de los valores democráticos se puede hacer esa simbiosis.

La Real Academia de la Lengua dice del concepto “Estado”, en sus acepciones 6ª y 7ª:

  1. m. Forma de organización política, dotada de poder soberano e independiente, que integra la población de un territorio.

  1. m. Conjunto de los poderes y órganos de gobierno de un país soberano.

Por su parte, la acepción 2ª del vocablo “Gobierno”, dice:

  1. m. Órgano superior del poder ejecutivo de un Estado o de una comunidad políticaconstituido por el presidente y los ministros o consejeros.

Hoy, la ministra de Defensa ha confundido el todo y la parte, con la única pretensión de exculpar a la parte, el gobierno del Partido Popular del que formaban parte Trillo y el actual presidente del Consejo de Ministros, repartiendo culpas y responsabilidades sobre todo el Estado.

Cuando a los funcionarios públicos, para acceder a sus puestos de trabajo se les exigen conocimientos de derecho político y administrativo, entre los que se encuentran saber diferenciar adecuadamente entre el legislativo, el ejecutivo y el judicial, o la administración general del Estado, las Comunidades Autónomas, o la administración local, hoy, una señora ministra, abogada del Estado para más escarnio, se ha cargo horas de estudio y esfuerzo para decir que el gobierno del PP, y concretamente, el ministro Federico Trillo, fue responsable, cuando menos patrimonial según dice el Consejo de Estado, de un vuelo que nunca debió despegar.

Confundir, del modo en el que lo ha hecho hoy la señora Cospedal, Gobierno y Estado, no es una torpeza ni un error. Ha unido una necesidad política y social, la petición de perdón, con su expresión en nombre del Estado. De esta manera, reparte culpas y responsabilidades.

Y más aún, cuando la misma ministra que hoy ha perdido perdón en nombre del Estado por una actuación de un Gobierno de su partido, por el Yak-42, el viernes pasado asistió a un Consejo de Ministros en el que se cesó a Federico Trillo, a petición propia agradeciéndole los servicios prestados. ¿Prestados a quién, al Estado, al Gobierno o al Partido Popular?

Y si Dolores de Cospedal ha confundido Estado y Gobierno, no he visto aún, ni he escuchado a ninguno de los portavoces de los partidos presentes en la reunión de la Comisión de Defensa del Congreso de los Diputados (poder legislativo, una de las partes del Estado) que le haya recriminado esa confusión. Tendré que ver en su totalidad el video de la Comisión para comprobarlo, pero repasando las noticias publicadas por los medios, no parece que hayan tenido reflejos.

Se decía que a Fraga le cabía todo el Estado en la cabeza, sin duda, por sus discípulos y admiradores, para hacer hincapié en su preparación, capacidad e inteligencia. Hoy, Cospedal, lo ha definido: a Fraga, ministro de Franco, le cabía todo el Estado en la cabeza, como a todos los totalitarios.

Vale.

En estos días en los que la presión política de cara a la investidura de nuevo presidente del gobierno recae no sobre el encargado de conseguirla sino sobre el segundo partido más votado, conviene recordar algunos conceptos.

Uno de ellos parece que es la necesidad de que el PSOE se mantenga neutral en la investidura, esto es, que se abstenga en el procedimiento del artículo 99 de la Constitución para no entorpecer la investidura de Mariano Rajoy. Esta cuestión de neutralidad es la que subyace en todas las presiones mediáticas y políticas. La abstención que se exige al líder del PSOE no es una cuestión política. No es eso lo que quieren los que la demandan.

Exigen que el segundo partido más votado renuncie a su derecho de votar en la sesión de investidura en contra de un candidato propuesto por el jefe del Estado. Exigen, en el valor supremo de la gobernabilidad, que el PSOE se abstenga. Pero en un concepto que no es político, que no es el del ejercicio de una opción política, sino que tiene más que ver con el concepto de neutralidad en un conflicto armado.

Al término de ir leyendo editoriales que parecen todos cortados por el mismo patrón (o patrona), lo que exige al PSOE es que se aparte, que deje que los demás (en este caso, los demás es solo uno, Mariano Rajoy) pueda ser investido presidente del gobierno. Quienes exigen esta opción hablan de abstención o abstención técnica (la ausencia, imprevista, de un determinado número de diputados socialistas en el momento de la votación de la investidura).

Es evidente, o así debería serlo, que un partido político que ha concurrido a las elecciones, no puede ser neutral. La abstención, en las votaciones políticas, nunca es neutral, siempre favorece al poder. En cambio, la neutralidad (mirar para otro lado) no solamente favorece al poder sino que lo refuerza.

Si el PSOE, como exigen los editoriales cargados de metralla, se convierte en neutral, no solo favorece a Rajoy, sino que invalida a los socialistas para hacer oposición. La abstención, que es el no voto en la sesión de investidura, es una opción que tiene un punto de escape (abstención crítica, por ejemplo). Pero no es el caso.

La abstención que Rajoy necesita (dada su incapacidad genética para conseguir apoyos) es una rendición sin condiciones que en la magnanimidad de los editoriales de El País (y en las traicioneras propuestas de Felipe González et al.) sería bien vista, sabiendo que esa rendición llevaría aparejada, primero, la exclusión de los socialistas de los ámbitos de decisión, y, segundo, una perpetuación del Partido Popular en el poder.

Abstenerse (en el sentido de neutralidad que necesita El Incapaz) es rendirse. Y de momento, es la opción que no contempla el PSOE, aunque algunos, abducidos por el síndrome “partido de gobierno”, enredan para torcer la voluntad de su secretario general, algo que no habrían consentido cuando ellos lo fueron.

En estos tiempos tan complicados, no vale ser neutrales.

Parafraseando a Gabriel Celaya, “maldigo la política concebida como un lujo trivial por la derecha”. Alguien decía, respecto de las elecciones, que la abstención siempre favorece a la derecha. La neutralidad (el silencio) es el arma que la derecha utiliza contra los trabajadores.

Vale.

 

El gobierno del Partido Popular es…

   incompetente

      borrico

         zoquete

            obcecado

               obstinado

                  abanto

                    lerdo

                       babieca

                          memo

                             necio

                                 tonto

                                     zangandungo

                                         inhábil

                                             tarugo

                                                 negado

                                                      obtuso

                                                            ineficaz

                                                                 mostrenco

                                                                      zafio

                                                                            majadero

                                                                                  nulo

                                                                                        zote

                                                                                            inútil

                                                                                                   estúpido

                                                                                                         zamacuco

Vale

El gobierno del Partido Popular presidido por Mariano Rajoy es…

cruel

amargo

despiadado

bárbaro

brutal

inhumano

insensible

cafre

déspota

violento

sanguinario

inculto

irracional

salvaje

desalmado

rencoroso

vengativo

tosco

incivil

grosero

cerril

vándalo

bestial

patán

atroz

fiero

temerario

despiadado

avinagrado

intratable

sádico,

zahareño

arisco

montaraz

con los trabajadores, con los pensionistas, con las mujeres, con los débiles, con los jóvenes…

Vale