Archivos para Izquierda Unida
Julio Anguita siempre fue un viejo cascarrabias. Incluso cuando todavía moceaba políticamente, a comienzos de los 90 y ayudó, de modo decisivo, a que José María Aznar llegara al poder. Suya es la anécdota que desveló cómo Aznar tuvo que nombrar a Eduardo Serra ministro de Defensa. Una confidencia del presidente del gobierno a su aliado comunista.
Julio Anguita era aquel señor mayor, siempre lo pareció, que en los mítines, o en los espacios de propaganda electoral gratuita, regañaba a los votantes: a los suyos y a los de los demás.
Julio Anguita era aquel señor mayor que hablaba con la parsimonia que da el sentirse pagado de sí mismo y saber que está en posesión de la verdad absoluta, de la propia y de la de los demás.
Julio Anguita era aquel señor que era adorado por la derecha que nunca le votaría, porque decían que era un tipo íntegro y coherente, quizás porque con los años, hasta que ayudó a Aznar a llegar al poder, era bueno para la derecha tener un aliado en la izquierda. Ya se sabe que para someter al vecino, es más fructífero llevarse bien con el vecino del vecino. Algo de la época de los romanos.
Julio Anguita era aquel señor que llevó al Partido Comunista a las puertas de Izquierda Unida, para diluirlo dentro, y que ahora aparece como The Godfather que lleva a Izquierda Unida a las puertas de la iglesia para que el agua bendita de San Pablo purifique los errores cometidos y pague las deudas contraídas.
Julio Anguita era aquel señor que, al hablar, no dejaba resquicio a la duda, dijera lo que dijera, como cuando ahora afirma que hay militares de izquierdas y pone como ejemplo al coronel Hugo Chaves, que llegó al poder en Venezuela con un golpe de Estado y promulgó las leyes fundamentales que le permitieron una elecciones al modo ese tan querido de los dictadores.
Julio Anguita era aquel señor al que le gustaba que le compararan con Séneca y que ahora parece el abuelo de Heidi bendiciendo la coyunda política de su nieto Alberto con su nieto bastardo Pablo.
Julio Anguita ha aparecido ahora en los carteles, cuando el nieto advenedizo, Pablo, reniega de banderas republicanas y comunistas en sus mítines, pero que se pega a la piel del nieto auténtico, Alberto, para ver si así se le pega algo y consigue definir una cierta ideología, que no sea de trileros de izquierda/derecha, que eso está mal visto, ni tampoco comunista, quizás socialdemócrata, o algo transversal, o algo de eso que los que realmente quieren ser líderes tienen.
Lo más extraño de todo esto es cuando el nieto advenedizo y pedantuelo (Javier Marías dixit) hace un catálogo de su casoplón, no parece que tenga un rincón en el que colocar una mecedora para sentar al abuelo Julio. Abuelo de usar si le sirve para conseguir poder. Y de tirar si cree que no le ha servido de nada.
Vale.
El rechazo por la Asamblea de Extremadura de los PGEX para 2016 plantea dos cuestiones de interés. Por un lado, el modo en que se han rechazado, y, por otro, las consecuencias.
Al proyecto presentado por el gobierno de Fernández Vara se habían presentado tres enmiendas a la totalidad, una por cada uno de los grupos políticos de la oposición: PP, Podemos y Ciudadanos. Solamente una de las tres prosperó, la presentada por Podemos, que contó con el apoyo del Partido Popular. Según dicen los dirigentes de Podemos, no sabían que el PP apoyaría su enmienda. En el interesante mundo de las relaciones políticas entre partidos que forman la Asamblea, solamente desde la ingenuidad puede pensarse que Alvaro Jaén y sus compañeros no tuvieran información clara de la intención del PP de votar su enmienda. Y, en todo caso, el hecho contrastable es que, en el mejor de los casos para la credibilidad de los discípulos de Pablo Iglesias en Extremadura, han sido utilizados como arma arrojadiza del PP contra el gobierno de Fernández Vara.
La consecuencia inmediata de este rechazo es que, conforme a la ley, han de prorrogarse los presupuestos de 2015, los últimos aprobados por la coalición del Partido Popular e Izquierda Unida.
Pero esa prórroga tiene efectos muy interesantes. Por ejemplo, habrá que recordar que cuando Rajoy decidió suprimir la paga extra de diciembre de 2012 a los empleados públicos, se hizo mediante un Real Decreto Ley, luego convalidado por el Congreso de los Diputados, que daba a esa supresión el carácter de norma básica (de obligado cumplimiento para todas las administraciones). Cuando en diciembre de 2012 a Monago le cayó el gordo del impuesto bancario salió en tromba para decir que pagaría la extra a los funcionarios. Monago es, según su currículum, licenciado en Derecho, pero ignorante en cuanto a la aplicación de normas básicas, por ejemplo. Los funcionarios de la Junta, igualmente ignorantes del carácter básico de la supresión de la extra, aplaudieron con las orejas, jalearon, le hicieron la ola. Luego hubo de envainarse el ímpetu, reconocer que no podía pagar la extra y al final acordó adelantar la de junio del año siguiente. Y así siguen. Por cierto, Fernández Vara se sumó a “facilitar” que “sus” funcionarios (los de la Junta) pudieran percibir, por la vía del adelanto, la extra. De los funcionarios del Estado en Extremadura, se olvidaron. No eran “su problema”.
Ahora, cuando el gobierno de Rajoy ha pagado un tercio de lo que había recortado, lo ha hecho en una norma que no tiene carácter básico, dejando al resto de las administraciones con el presupuesto al aire, que se busquen la vida. Además, recurriendo a deuda pública.
Pero Rajoy sí ha incluido dos medidas retributivas en los Presupuestos Generales del Estado para 2016: pagar lo que queda por devolver de la extra confiscada en 2012 e incrementar en un 1% las retribuciones de los empleados públicos. Pero esa norma presupuestaria nacional, que tiene carácter básico, solamente se puede aplicar en Extremadura trasponiéndola a la propia Ley de Presupuestos regional. Algo que no puede hacerse porque el Partido Popular de Monago, con la cooperación necesaria de Podemos, han tumbado los presupuestos.
Ahora, aquellos funcionarios de la Junta que defendían por tierra, mar y aire que Monago les iba a pagar la extra de 2012 saltándose el carácter básico de la norma que la confiscó, claman porque la jugada política de su faro y guía, el canario de honor, no les afecte: quieren cobrar lo que les falta de la extra, haya presupuesto o no. Porque con el presupuesto prorrogado no pueden cobrarla, como no pueden ver incrementadas sus retribuciones en un 1% hasta que no haya presupuestos nuevos.
¿Seguirán esos funcionarios ganados por el benefactor Monago con la extra de 2012 aplaudiéndole? ¿Le exigirán responsabilidades? ¿Volverán a votar al Partido Popular?
Vale.
Cuando apretamos el mando a distancia de la TV, cambiamos el dial de la radio, pinchamos una página en la red o abrimos un periódico, nos encontramos con secciones como “nacional”, “política” y similares denominaciones. Pero, visto lo visto, esas secciones deberían resumirse en una sola: “circo”.
El paradigma de la información, por poco tiempo, viene siendo la TV, y las referencias que se oyen en la calle a “lo ha dicho la tele” o “lo he visto en la tele”, que más allá de las funciones nobles del entretenimiento y la difusión de la cultura ha optado por convertir todo en un espectáculo. Y, claro, cuando los actores del espectáculo se desmadran, el espectáculo deriva en un circo.
Las tertulias políticas, en todas las cadenas, se fundamentaban en pretender que los espectadores consumieran “información” en un entorno espectacular, con actores muy metidos en sus papeles. La realidad, eso que la tele no enseña porque estropearía los mundos de yupi que la publicidad vende, ha terminado en convertir a los actores en payasos.
Los memes que circulan a cientos de miles por las redes sociales muestran una realidad muy similar a los espejos del Callejón del Gato. Los personajes (periodísticas, políticos…) han devenido en payasos, muy pocos de ellos augustos y la mayoría patéticos clowns que no se ganarían la vida ni en un pasillo del metro.
El circo no lo han creado ni las televisiones ni los periódicos ni las radios: el circo lo han creado unos personajes que, aspirando a ser grandilocuentes defensores de ideas ruines, han devenido en bufones de tres al cuarto.
Cuando un “periodista” (llámese Inda, Marhuenda, Rojo) hace alarde de defender a sus mentores políticos (y, sobre todo, económicos) se convierten en parodias de sí mismos.
Cuando un cargo público (por ejemplo, el Secretario de Estado de Comercio) desmiente cada dos por tres las “elucubraciones” del pequeño Nicolás, no lo hace convencido de que su desmentido será creíble, sino para hacernos ver que no tiene un pelo de tonto porque ni el pelo le crece.
Cuando el chico de los recados de FAES, Francisco Nicolás, se da cuenta que sus recados, si los guarda bien, le pueden dar pingües réditos económicos, el personaje pasea por el circo de los platós y “periodistas” serios y ya mayores (de Edad Media) le creen y se escandalizan o, peor, afirman no creerle y gritan a un muchacho con cara de pícaro que se está cachondeando de él… cuando eso pasa, la información no existe, solamente queda el circo del payaso tonto intentando dar patadas a una pelota que el augusto tiene atada con una cuerda y se la quita.
Cuando un cargo público, que lo ejerce con el colaboracionismo necesario de otros de ideología teóricamente opuesta, me refiero a Monago y a su pacto de amor o dinero con Izquierda Unida de Extremadura, se contradice a sí mismo, da una versión y la contraria, y al día siguiente la contraria de la primera y la diferente de la segunda, deja de tener la respetabilidad que otorga el cargo y se convierte en lo que realmente es: una marioneta cuyos hilos se sueltan de la tabla que sujeta su titiritero, Iván Redondo. Esa marioneta deshilachada va de plató en plató, de pista de circo en pista de circo, arrastrando sus contradicciones porque el titiritero ya no sabe cómo recomponer el muñeco y los hilos que compra son de las tiendas de chinos, tan baratos como tan mala es su calidad.
Cuando esa misma marioneta arrastrada lánguida y descuidadamente por su titiritero sin rumbo creía que dando saltos de adoquín en adoquín remontaría el vuelo, la causa de sus desvaríos ocupa la tercera pista del circo y le recrimina que no haya tenido para ella ni una palabra de apoyo cuando ha sido tildada de todo lo malo. Y esa marioneta choca, además de con las recriminaciones de su Olga del alma canaria, con su compañera (“al suelo, que vienen los nuestros”) Celia Villalobos, que cuenta una verdad que él mismo no quería contar porque hubiera sido aún peor que las mentiras encadenadas que ha ido soltando.
Así, este circo que tienen montado presidentes de gobierno que se aparecen en plasmas comprados con dinero negro, vicepresidentas de la OJE (cuando uno vale para algo, vale para todo), ministras señaladas por el juez por haberse aprovechado de los delitos de su marido, ministros de defensa que ocultan su pasado en los consejos de administración de fábricas de bombas… este circo ni siquiera entretiene y el espectáculo está fuera.
Fuera están el llanto del niño que no puede entrar al circo, la alegría de los pillos que recogen la realidad que los payasos ignoran, las pataletas de los viejos que ven que el circo que ellos creían tener montado cuando eran los amos, lo están desvencijando sus hijos…
Había una vez un circo de cientos de pistas. Y en cada una de ellas payasos de feria haciendo competencia desleal a los dignos herederos de Pompoff, Teddy y Zampabollos.
Vale.
Ayer, con motivo de la entrega de las Medallas de Extremadura, pasaron algunas cosas de interés en el Teatro Romano de Mérida. Los agradecimientos de Monago a los feladores de Izquierda Unida, la promesa de los 300 euros, la propia entrega de las medallas…
Me voy a detener en dos de estos asuntos.
El primero, la promesa de “dar” 300 euros a 35.000 mujeres mayores de 75 años, que, según el discurso de Monago, sufrieron la Guerra Civil. El segundo, la entrega de la Medalla a Adolfo Suárez.
En el discurso de Iván Redondo Bacaicoa, que leyó su ahijado publicitario José Antonio Monago, se dice que 35.000 mujeres extremeñas que sufrieron la Guerra Civil y la posguerra recibirán 300 euros. Y el que lo leyó se quedó tan pancho. Y los medios de comunicación repiten, como loros, la promesa.
Es una promesa que divide. ¿Quiénes serán esas 35.000 extremeñas mayores de 75 años que recibirán los 300 euros al año, 25 al mes? Seguro que el que lo escribió, un señor muy de derechas, de extrema derecha, diría yo, pensaba en que hay 35.000 mujeres extremeñas mayores de 75 años que pueden acreditar su afección al régimen, su adhesión al glorioso alzamiento nacional. Y el que lo leyó. El que lo leyó también piensa lo mismo.
Porque viendo los titulares de la cosa esa que antes se llamaba prensa, parece que serán todas las extremeñas mayores de 75 años las que recibirán la dádiva, oh, señor, del señor Monago. Pero…
Según el I.N.E., Instituto Nacional de Estadística, a 1 de enero de 2013 había en Extremadura 71.279 mujeres mayores de 75 años. Quiere esto decir que Monago, el que se dice presidente de los extremeños está discriminando, eso sí, con el corazón, como dice el HolaPP (portavoz oficial de Monago), a más de 36.000 mujeres extremeñas mayores de 75 años. Ni el que escribió el discurso, ni quien lo leyó ni los voceros de la prensa tienen corazón ni vergüenza.
Visto cómo no.funciona el “gobierno de los mejores”, visto que discriminan ya desde la estadística, habrá que leer la letra pequeña para comprobar los “méritos” que habrán de acreditar las interesadas en recibir tal “regalía”.
A las mujeres que de verdad sufrieron la guerra y la posquerra, que les den. Esas no le importan ni un bledo, hablando con el corazón como dice el HolaPP, a Monago ni a la derecha. A las mujeres que, como Dionisia Sánchez Martín, de 23 años, fue fusilada en la navidad de 1937, ni un recuerdo ni una mención, ni un honor.
A las que eran de familias afectas al alzamiento, a las que confortaban a los piquetes de fusilamiento, les queda recibir un regalo de 300 euros.
Ni un atisbo de crítica al anuncio/propaganda que Iván Redondo Bacaicoa pone en boca de su portavoz, José Antonio Monago. ¿Para qué? No vaya a ser que esos 300 euros de dádiva los descuenten de la dádiva que dan a los medios por hacer de altavoces de las chorradas, gilipolleces y tonterías que Monago dice, que Iván le ordena decir.
¿Por qué, por ejemplo, se elige a una terrateniente, criadora de animales destinados a la tortura, y no se elige a una maestra, a una enfermera, a una jornalera? Es ideología, pura ideología. Fascismo en toda su extensión.
La segunda cuestión es la Medalla de Extremadura a Adolfo Suárez. A título póstumo. Tiene cojones que la derecha que le llamaba traidor (Alianza Popular y sus causahabientes y herederos) se haya lanzado a homenajear a Suárez. Le tocó al presidente de la Asamblea el marrón de leer la carta que Adolfo Suárez Illana remitió. Porque nadie recogió esa Medalla. Porque el hijo de Suárez, con mucha mayor dignidad que el gobierno de la Junta de Extremadura, dice en su escrito, le hubiera gustado recogerla personalmente con su padre.
Vergüenza les debería dar a los que, en el escenario del Teatro Romano hacían el papel de representar a los extremeños ver cómo el hijo de Adolfo Suárez les demuestra lo que es tener dignidad.
Claro que los medios, otra vez, despachan el asunto con faena de aliño o desvegüenza. Obedecen la voz de su amo, la voz del que los mantiene.
Vale.
La no convocatoria de Izquierda Unida al debate postelectoral de La Sexta, siendo la tercera fuerza política, aún con la excusa (siempre una excusa) de que, posteriormente, en el mismo programa se iba a entrevistar a Alberto Garzón, demuestra algo que viene siendo una realidad en los medios de comunicación convencionales de nuestro país: que sus propietarios (es decir, las empresas de comunicación entrampadas hasta las cejas con los bancos) manejan un aspecto esencial de la democracia: la política y su comunicación con los ciudadanos.
Para esos propietarios de los medios, Izquierda Unida, tercera fuerza a nivel nacional, ha alcanzado su techo. Pero no no porque puedan ser capaces de ganar más cuota electoral, no. Ha alcanzado el techo que a los propietarios de las empresas de comunicación les interesa. Con el nivel actual, se ha convertido en el contrapeso fundamental, en la cuña de la misma madera que necesitaban para terminar de domesticar, aún más, al PSOE como partido de gobierno. Ahora, esos propietarios saben que si los socialistas quieren volver a gobernar, necesitarán, irremediablemente, a Izquierda Unidad, y ya se encargarán ellos de entorpecer cualquier acuerdo.
En la noche del sábado, mientras en La Sexta se silenciaba a IU en el debate, se hacía un incensario, bruñido de improperios dignos del Callejón de los Gatos, a Podemos y a su líder carismático, Pablo Iglesias Turrión.
Esto es así porque interesa a las empresas de comunicación dos cosas: la primera, que Podemos se convierta en una nueva cuña en la izquierda política que dificulte, aún más, cualquier tipo de acuerdo que pudiera poner en peligro lo que consideran muchas legislaturas necesarias de gobierno del Partido Popular para conseguir un marco jurídico y fiscal que convenga a sus insaciables ansias de beneficios. La segunda, porque saben que el ensalzamiento abrumador, el triunfo mediático explosivo que generan las pantallas de televisión terminan generando rechazo.
Con Pablo Iglesias estamos asistiendo a su conversión en figura de masas, en una figura que a todas horas, con cualquier motivo, con cualquier excusa, aparezca… hasta convertirla en aborrecible. Lo poco agrada, lo mucho cansa.
Es de pensar que el líder de Podemos tenga un suficiente cuajo de personalidad que le permita, por un lado, no sucumbir al “precio de la fama”, y, por otro, a soportar esa fama.
A las empresas de comunicación les viene muy bien Podemos, les interesa que se convierta en la fuerza política que cuestione el puesto que ahora ocupa Izquierda Unidad. Cuanto más cerca estén unos de otros, más difícil será el acuerdo, como más difícil será el acuerdo con el PSOE, sobre todo si este partido no cierra bien su crisis organizativa y de liderazgo.
Que el voto mayoritario en las últimas elecciones europeas haya sido a las izquierdas, no puede repetirse en las próximas elecciones municipales y autonómicas, ni mucho menos en las generales de 2015. Es necesario hacer crecer, como sea, a Podemos, controlar a IU y mecer al PSOE en su crisis. Con ello, con el susto de un crecimiento “demasiado izquierdista”, se garantizará una movilización del voto de la derecha. Y una fragmentación mayor de la izquierda.
Quien paga en los medios de comunicación, manda. Y en estos tiempos, además, quien paga, manda y el gobierno del Partido Popular hace el resto. Por eso es necesario domesticar a la izquierda, a los grupos emergentes como Podemos, bailándoles del agua, y mandando el mensaje a IU de que saldrán en los medios cuando a sus dueños les venga bien.
Mucho me temo que si, como decía antes, Pablo Iglesias flaquea en su cuajo político, y, sobre todo, personal, se vea llevado a convertirse, por su abusiva presencia en cualquier programa, con cualquier excusa, en la Belén Esteban de la izquierda.
Vale.
Cuando en los últimos meses se venía conociendo que son cada vez más los parados “apuntados” en las Oficinas de Empleo que dejaban pasar renovaciones y abandonaban toda esperanza de encontrar un empleo, los dirigentes del Partido Popular en Extremadura hacían que como con ellos no iba esa creciente desesperación. Para ellos, los parados son un número que hay que reducir como sea, como sea. Y si se van, pues puente de plata. Y si les damos de baja dos veces, mejor. Sea cual fuere la causa, justificada o no, el caso es que el número no siga creciendo.
En el mes de agosto, a nivel nacional, el número de parados ha disminuido en ¡31! en Extremadura el número ha aumentado en 2.070 personas. Un desastre se mire por donde se mire. Pero enseguida han salido los dirigentes, o lo que sean esos, del Partido Popular de Extremadura han ejercido de lo que son: unos auténticos miserables.
Mientras han estado durante meses han estado por todos los medios expulsando a parados de las listas del SEXPE con el único afán de maquillar las estadísticas, que son un látigo que les sacude en su incompetencia. Mientras han estado meses negando la desesperación de los parados que han abandonado toda esperanza de encontrar un empleo por las políticas que la derecha, la extrema derecha cateta y rancia de Extremadura, con la colaboración inestimable de unos diputados comunistas vendidos a ella. Mientras llevan intentando vender no se sabe qué y dónde unos brotes verdes… la realidad es que los parados en Extremadura no dejan de aumentar.
En agosto, aparecen 2.070 parados nuevos inscritos y los miserables dirigentes de la empresa (Soraya Sáenz de Santamaría dijo en La Moncloa que el Partido Popular es una empresa) de la extrema derecha dicen que esos que ahora “se apuntan” al SEXPE lo hacen atraídos por la Renta Básica. Son, desde el Presidente de la Junta, José Antonio Monago, hasta el último alzabrazos al sol de NNGG, una pandilla de miserables.
Decir que porque se establece un derecho para corregir las nefastas decisiones políticas que, bajo el mando y la orden de la patronal, toman en el Consejo de Administración de Partido Popular, S.A., los ciudadanos “se apuntan”, demuestra que esa gentuza a la que 10.500.000 españoles votaron, carecen de vergüenza.
Tienen que reconocer que sus decisiones, al servicio del capital avaro y sin corazón (¿que tienen que decir La Rubia de Izquierda Unidad de Extremadura, o el puro Pedro Escobar que colaboran con esa extrema derecha?) son los culpables de haber puesto a casi el 30% o más de los extremeños en el límite de la exclusión social.
Pero no. Acusan a los 2.070 extremeños que se han inscrito en el SEXPE de ir a la rapiña de la Renta Básica. Son unos miserables. Y quienes los votan y apoyan, más, porque son cómplices necesarios en esa sinvergonzonería de maltratar a los ciudadanos.
Claro, que ahora en Extremadura tenemos un Emperador, y quieren que no haya ciudadanos, que haya súbditos, del mismo modo que la patronal (por ejemplo, el Partido Popular, S.A.) no quiere trabajadores, quiere, y lo están consiguiendo, esclavos.
Vale.