Cuando José María Aznar ungió con su dedo mágico a Mariano Rajoy como su sucesor, Iñaki Gabilondo realizó una “rueda rápida” de valoraciones con diferentes políticos que expresaron, generalmente, que les parecía bien, que el sucesor tenía un carácter amable, distante de la distante posición política y personal de Aznar. La rueda iba bien hasta que le tocó el turno a Juan Carlos Rodríguez Ibarra, quien opinó lo contrario. Opinó que eso que se decía del buen talante, del trato amable con el que se etiquetaba a Rajoy no era cierto. Decía Ibarra que había tenido la ocasión de negociar transferencias con Rajoy y de amable y buen trato, nada, que al de Pontevedra no le gusta perder a nada. Iñaki Gabilondo se quedó un poco en cuadro. Espero que si Rodríguez Ibarra lee esto, no lo desmienta.
Ahora, cuando el PSOE se pone en manos, cautivo y desarmado, de Rajoy, los partidarios de la rendición nos quieren hacer ver que el PSOE ha hecho un gran servicio a España y que en lo sucesivo se verá, cuando haya que aprobar leyes y presupuestos, que su posición tendrá fuerza. Ninguna.
A Rajoy no le gusta perder ni a las chapas. Mucho menos va a perder en unos Presupuestos Generales del Estado.
A ver cómo nos venden una nueva “abstención responsable” cuando Montoro defienda unos presupuestos en los que el hachazo se aplicará justamente donde la herida de los ciudadanos es ya más sangrante, sin visos de iniciar la cicatrización. ¿También será una abstención por el bien de España? Señores, no nos jodan ustedes más de lo que ya nos hacen profesionales.
A ver cómo nos venden una nueva “abstención responsable” cuando Fátima Báñez defienda una nueva reforma laboral o una nueva reforma de las pensiones que dirán que son necesarias, fundamentales, para mantener el sistema. ¿También será una abstención por el bien de España? Señores, no ayuden a sujetar el mango del hacha que golpea a los trabajadores ya indefensos.
El PSOE se ha entregado de hoz y coz a los designios de Rajoy. Y comenzará haciéndonos tragar el sapo de los presupuestos y los recortes como si fueran la medicina que nos va a curar las heridas que soportamos.
A Rajoy no le gusta perder ni a las chapas. Y tiene, en su mano, el arma con la que el PSOE no tendrá más remedio que doblegarse una y otra vez: el calendario.
Una vez investido Rajoy, comenzará de inmediato, el trámite presupuestario. Y con él la amenaza puesta en cada página del proyecto de ley: o se aprueban los PGE 2017 o el 3 de mayo se disuelven las Cortes y vamos a nuevas elecciones. Y los responsables, por tierra, mar y aire, los socialistas. Y ante esa atribución de responsabilidad, de culpabilidad, no hay escapatoria posible: para eso los medios de comunicación son fieles lacayos, periodismo sicario se llama, de un partido que funciona como una mafia.
Y si en un ataque de responsabilidad por el bien de España, el PSOE nos hace tragar con los PGE de Rajoy, ya estará preparado el siguiente escalón: la reforma laboral, otra más. Y otra vez vuelta a lo mismo: o se aprueba la reforma laboral o el 3 de mayor se disuelven las Cortes y vamos a nuevas elecciones.
Y lo mismo con la reforma de las pensiones y lo que haga falta. Y en siete meses el PP tendrá hechas todas las reformas que quiera, siempre haciendo saltar por los aires los escombros del estado que fue del bienestar. Y eso lo harán con la complicidad dolosa del PSOE, a quienes responsabilizarán ante los trabajadores de todos sus males.
Y cuando todo esté hecho, el calendario actuará: en cuanto a Rajoy le venga en gana, disolución de las Cortes, nueva convocatoria electoral y el PSOE seguirá cautivo, desarmado y arrastrando la culpa, por el bien de España, de haber dinamitado los restos del estado bienestar.
Buena jugada, barones.
Vale.