Anguita

cercadelasretamas —  junio 13, 2016 — Deja un comentario

vaya tresJulio Anguita siempre fue un viejo cascarrabias. Incluso cuando todavía moceaba políticamente, a comienzos de los 90 y ayudó, de modo decisivo, a que José María Aznar llegara al poder. Suya es la anécdota que desveló cómo Aznar tuvo que nombrar a Eduardo Serra ministro de Defensa. Una confidencia del presidente del gobierno a su aliado comunista.

Julio Anguita era aquel señor mayor, siempre lo pareció, que en los mítines, o en los espacios de propaganda electoral gratuita, regañaba a los votantes: a los suyos y a los de los demás.

Julio Anguita era aquel señor mayor que hablaba con la parsimonia que da el sentirse pagado de sí mismo y saber que está en posesión de la verdad absoluta, de la propia y de la de los demás.

Julio Anguita era aquel señor que era adorado por la derecha que nunca le votaría, porque decían que era un tipo íntegro y coherente, quizás porque con los años, hasta que ayudó a Aznar a llegar al poder, era bueno para la derecha tener un aliado en la izquierda. Ya se sabe que para someter al vecino, es más fructífero llevarse bien con el vecino del vecino. Algo de la época de los romanos.

Julio Anguita era aquel señor que llevó al Partido Comunista a las puertas de Izquierda Unida, para diluirlo dentro, y que ahora aparece como The Godfather que lleva a Izquierda Unida a las puertas de la iglesia para que el agua bendita de San Pablo purifique los errores cometidos y pague las deudas contraídas.

Julio Anguita era aquel señor que, al hablar, no dejaba resquicio a la duda, dijera lo que dijera, como cuando ahora afirma que hay militares de izquierdas y pone como ejemplo al coronel Hugo Chaves, que llegó al poder en Venezuela con un golpe de Estado y promulgó las leyes fundamentales que le permitieron una elecciones al modo ese tan querido de los dictadores.

Julio Anguita era aquel señor al que le gustaba que le compararan con Séneca y que ahora parece el abuelo de Heidi bendiciendo la coyunda política de su nieto Alberto con su nieto bastardo Pablo.

Julio Anguita ha aparecido ahora en los carteles, cuando el nieto advenedizo, Pablo, reniega de banderas republicanas y comunistas en sus mítines, pero que se pega a la piel del nieto auténtico, Alberto, para ver si así se le pega algo y consigue definir una cierta ideología, que no sea de trileros de izquierda/derecha, que eso está mal visto, ni tampoco comunista, quizás socialdemócrata, o algo transversal, o algo de eso que los que realmente quieren ser líderes tienen.

Lo más extraño de todo esto es cuando el nieto advenedizo y pedantuelo (Javier Marías dixit) hace un catálogo de su casoplón, no parece que tenga un rincón en el que colocar una mecedora para sentar al abuelo Julio. Abuelo de usar si le sirve para conseguir poder. Y de tirar si cree que no le ha servido de nada.

Vale.

 

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