Archivos para November 30, 1999

En fechas recientes hemos visto a través de los medios de comunicación cómo un hotel de cuatro estrellas, el Ceres Golf, dejaba de prestar servicios, al cesar la cadena hotelera que lo venía gestionando. También, otro hotel de la misma categoría, el Palacio de Oquendo, ha sido noticia porque el grupo NH, que lo adquirió a la cadena Meliá, tiene planteado un ERE que afectaría a una parte importante de la plantilla, lo que, al menos, podría suponer la pérdida de una parte de las habitaciones de que dispone dicho establecimiento.

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Paseando por la Plaza Mayor, cuando deja la lluvia, llegamos al final de los soportales, camino de la Plazuela de Las Cuatro Esquinas, y nos encontramos con el anuncio de la venta de un pequeño hotel, el Arabia Riad, una apuesta reciente de emprendimiento que, a lo que parece, no ha cuajado.

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Cada uno de los tres establecimientos citados tiene un componente distinto. El Hotel Ceres Golf nació al socaire de una Ley (llamada de Oferta Turística Complementaria, pero conocida como Ley de las Pelotas) que pretendía potenciar la construcción de campos de golf como reclamo turístico. Hoy, los “alojamientos turísticos en régimen de propiedad” conforman una urbanización privada, con múltiples problemas, en suelo urbano, pero cuya recepción por la administración, por el Ayuntamiento, parece inviable. Y el hotel, como demuestra el cese en su explotación por la cadena que lo gestionaba, demuestra el fracaso del modelo.

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El Hotel Palacio de Oquendo fue bautizado así por la cadena NH cuando lo adquirió al Grupo Meliá, que había iniciado con él una línea de negocio de “hoteles con encanto” en ciudades de interior que no era más que establecer una competencia comercial con los Paradores Nacionales. Hoy, inmerso en un ERE el grupo NH, el futuro laboral de buena parte de sus trabajadores está comprometido y la apuesta de un turismo de calidad (es decir, de buen poder adquisitivo) en la ciudad de Cáceres se tambalea.

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Porque lo que en realidad deja ver esta pérdida de capacidad hotelera no es sino la ausencia de un modelo de desarrollo turístico de la ciudad. La inexistencia de un modelo de ciudad y de cómo incardinar en ese modelo el turismo como fuente de negocio. La mayoría absoluta de la que goza el Partido Popular es, también, la absoluta falta de ganas de trabajar por la ciudad. Mientras el gozo esté en disfrutar de esa mayoría y de convertir al Ayuntamiento en una sucursal de la BBC, la ciudad va muriendo, paulatinamente, por falta de uso.

Hasta ahora, esta serie de entradas sobre esa falta de uso se ha referido, básicamente, a inmuebles cerrados hace tiempo, en su mayoría edificios oficiales o privados, pero esta emulsión de noticias negativas sobre la inexistente industria turística local, nos lleva a plantearnos que más allá de los muros de la ciudad (no me refiero a la muralla, me refiero a esos muros imaginarios que nos separan del mundo) no hay nada. No ofrecemos nada atractivo. La gente que viene, viene, nos mira (creo que ni siquiera nos ve), algunos compran una chacina barata, o un queso de menos de 10 euros y se van.

El turismo de calidad no se consigue sólo con postales de la ciudad monumental, única idea que han tenido los concejales del PP desde junio de 2011, o con poner códigos QR que son una oferta de alguna empresa, o tener unas pantallas colocadas y sin uso durante dos años… El turismo de calidad se consigue añadiendo al valor que tienen la ciudad y nuestro entorno un valor añadido, el de la cultura. Convertir a Belén Esteban o a la Duquesa de Alba en iconos pop, no es suficiente, ni mucho menos. La cultura no es un día una ocurrencia y hasta el año que viene. No es aquello de tener la frente estrecha estrecha, como los paisanos de Gila, que les entraban las ideas a rastras, una cada año, los años bisiestos dos.

La cultura debe ser un trabajo de 365 días al año, debe ser un generador de empleos directos e indirectos. Pasear un día laborable por la ciudad antigua, y encontrarse todo cerrado, prácticamente, con la mayoría de los edificios sin nada que ofrecer a los visitantes, sin un modelo de ciudad en el que apoyar campañas publicitarias, demuestra tristeza, desazón. Y muestran a quienes nos visitan la indolencia de quienes nos gobiernan.

Esto, que históricamente ha sido así durante casi todas las legislaturas democráticas, ha llegado a un momento de inacción total. Las corporaciones anteriores han tenido, con más o menos acierto, la valentía de promover modelos en los que apoyar propuestas concretas. El Partido Popular que gobierna ahora, ni siquiera se ha planteado un modelo. Ni siquiera se digna en copiar cosas que se hacen en otros sitios. Simplemente, gozan de su mayoría absoluta, encantados de haberse conocido. En copiar, por ejemplo, el modelo (salvando las distancias) de Toledo, sin ir más lejos.

Vale.

En la última reunión del Consejo de Ministros, la de 22 de marzo, se aprobó la oferta de empleo público para 2013, y en la referencia oficial de Moncloa puede leerse, al final de la explicación de la OEP 2013 lo siguiente: “Por último, en próximas fechas, el Consejo de Ministros aprobará los correspondientes Reales Decretos de Oferta Pública de Empleo para el Cuerpo de la Guardia Civil, Cuerpo Nacional de Policía y Fuerzas Armadas.”

Al hilo de esta referencia, la Revista Digital Atenea (www.revistatenea.es) publicaba una información, de Joaquín Calderón, fechada el lunes 25 de marzo, en la que se lee, entre otras cosas, que “Defensa confía en que se cumplan sus pretensiones y que en 2013 se convoquen varios centenares de plazas”. Esta confianza que surge desde Defensa y que Atenea recoge es de gran interés para Cáceres, por cuanto el futuro de una de sus primeras “industrias” (ya algo menos, pero muy importante), el Centro de Formación de Tropa nº 1 depende de que haya oferta de empleo de tropa de nuevo ingreso. Hay que decir, además, que la Revista Atenea dispone de buena información de Defensa.

Está claro que la oferta de empleo de nuevos soldados en las Fuerzas Armadas no depende de la voluntad de los mandos de los ejércitos, y, tampoco, de la capacidad de maniobra del propio Ministro de Defensa. Además, para este, el capítulo 1 de los PGE no parece que sean una prioridad. El que haya una convocatoria depende del Ministerio de Montoro, y es a Montoro al que hay que apretar las clavijas políticas, algo que desde Extremadura ni se quiere ni se quiere hacer por sus correligionarios del Partido Popular, que están encantados de haberse conocido sentados en coches oficiales pero que eso de gobernar y tonterías similares que no, que no va con ellos. Y menos, indisponerse con Montor, que es el que da el visto bueno a las cuentas de la Junta de Extremadura, y el que dispone y ordena en el presupuesto del Ayuntamiento de Cáceres, para cuya alcasenadora Elena Nevado, el Cefot no forma parte del interés general.

En esos buenos, aunque tenues, augurios de una posible oferta de empleo de tropa estábamos el 25 de marzo cuando el 28, tres días después, la Cadena SER hacía pública una información, de Mariela Rubio, en la que, según fuentes de Defensa, “el ministerio planea pedir un nuevo crédito extraordinario al Gobierno para hacer frente a los compromisos adquiridos con las empresas de armamento para 2013”. Claro está que los 1.000 millones de montante del crédito también los tiene que pedir Morenés a Montoro… Hay que dccir, además, que la Cadena SER dispone de buena información de Defensa.

Y aquí es donde surge la cuestión. ¿Qué primará Morenés a la hora de “priorizar” las peticiones a Hacienda? ¿Convendría mejor dotar de nuevo personal a las unidades militares y reponer las bajas que se han producido en los últimos dos años? ¿O le interesará más estar a las buenas con la industria militar? Nótese que en el caso del capítulo 1, del personal, he utilizado el verbo convenir. En el segundo caso, el de los PEAs (Programas Especiales de Armamento) he utilizado el verbo interesar. A quienes tengan familiaridad con la política de Defensa del gobierno de Mariano Rajoy, les sonará la diferencia.

Pero a Cáceres, a los dirigentes (me niego a llamarlos líderes, una palabra totalmente desprestigiada) del Partido Popular de Cáceres y de Extremadura ¿que les conviene o qué les interesa? Les conviene, a sus intereses personales, no molestar a Montoro, y les interesa obedecer a pies juntillas lo que ordene Montoro. Lo que diga Hacienda les parecerá bien. Que el tesorero del Gobierno decida que es mejor “apoyar a la industria militar” porque interesa y que decida que los ejércitos pueden aguantar con lo que tienen (factor humano), porque les conviene, es algo que supera la capacidad de los que mandan en el PP de Extremadura. A Floriano lo dejo aparte, bastante tiene con lo suyo el pobre.

Para que el ministro de Defensa priorice las necesidades de personal sobre las de tener contenta a la industria militar, la alcasenadora Elena Nevado y el presidente del gobierno de los mejores, José Antonio Monago, deberían poner por delante los intereses de Cáceres antes que sus conveniencias personales. Y de lo que pueda decidir Montoro, ni hablamos. Porque ahí solamente hablamos de intereses, y no de los de Cáceres precisamente.

Vale.

Esta serie de entradas sobre inmuebles cerrados por falta de uso arranca una nueva vista, pasando al recinto intramuros. No se trata de contraponerlos a otros situados en partes de la ciudad más modernas sino de ir enseñando algunas incongruencias que resultan llamativas con el permanente y machacón diluvio de superlativos que venden maravillas de la Ciudad Monumental, pero que chocan con descuidos y abandonos clamorosos.

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Subiendo desde la Plaza de San Jorge hacia San Mateo, arranca la Cuesta de la Compañía. Es el trayecto más utilizado por los turistas que nos visitan. Por él se encaminan hacia el Museo de Las Veletas, a visitar el Aljibe árabe, y en el arranque de la Cuesta pueden ver el aljibe al que se accede bajo el suelo de la Iglesia de la Preciosa Sangre.

En el arranque de la Cuesta de la Compañía, la primera puerta se corresponde con un inmueble cuya fachada principal es la conocida como la Casa del Sol.

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La información que sobre este inmueble se recoge en el Plan Especial de Protección de la ciudad de Cáceres hace referencias a elementos derruidos, a una torre desmochada, al escudo de los Solís (de ahí la Casa del Sol) y en los datos que se señalan, aparecen dos usos, uno que se mantiene, residencia de miembros de la Orden de los Jesuitas, y el otro, que en su día fue Residencia de Estudiantes.

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El edificio, en su conjunto, tiene una superficie de suelo de casi 1.600 m2 y de 3.100 m2 construidos. Y solamente una parte, y no la mayor, precisamente, es la que ocupa la actual residencia de jesuitas.

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La falta de uso de la mayor parte del inmueble arranca hace muchos años, cuando poco a poco fue desapareciendo la residencia de estudiantes que, si no recuerdo mal, tenía el nombre de San Luis Gonzaga (algún lector con más memoria… o más años quizá recuerde mejor). El abandono del edificio, en un lugar tan significativo, tan central del Casco Antiguo, es notorio en su exterior y da la sensación de que su interior puede estarlo aún más.

Pasear por la Ciudad Monumental y ver cómo quienes nos visitan miran ventanas y balcones y hacen un gesto de incredulidad sobre lo que ven es algo que los responsables de turismo y cultura de la ciudad deberían valorar.

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El deterioro, por falta de uso, debería, también, haber hecho mella en sus propietarios, en la orden religiosa si lo fuera, o en el propio obispado de la diócesis, para evaluar si la necesaria rehabilitación y uso del edificio pasa por sus medios económicos, por su venta a quien pueda ponerlo en valor o llegar a algún acuerdo con administraciones públicas que lo pudieran hacer… Ah, pero eso ahora no es posible. La crisis económica, y, sobre todo, la crisis del ladrillo llevan camino de perpetuar abandonos como el que muestran las fotografías de la fachada que más ven nuestros visitantes y que reflejan que tampoco nos preocupamos tanto como nos gusta publicitar de una joya que es, además, una de las principales fuentes de ingresos de la ciudad.

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Lo que fue residencia de estudiantes de los jesuitas es hoy una sucesión de puertas y ventanas desvencijadas, cristales rotos, tapiados interiores, suciedad y abandono en el corazón de la Ciudad Monumental.

Vale.