Archivos para March 31, 2020
Alcaldada
Durante unos meses de 1844 se publicó el Boletín de la Agencia de Cáceres, cuyo último número, el 38, apareció el domingo 10 de noviembre. Llevaba este Boletín el lema “Periódico popular, de conocimientos útiles, noticias, avisos y anuncios”. En el citado número 38 y último se insertó un artículo, a modo de despedida, que comenzaba: “Cuando anunciamos al público nuestro pensamiento de redactar un periódico, emitimos nuestra opinión respecto al carácter y circunstancias que pudieran hacer más ó menos interesante su lectura. Digimos entonces, y repetimos hoy, que la política era una necesidad para la mayoría de los españoles.”
En ese último número, bajo el título de Desafueros, se incluía un escrito firmado por Tomás Santibáñez sobre un sucedido en Perales [del Puerto] y que se refiere a la política en la “escala” más básica: la municipal.
DESAFUEROS
Don Patricio Iñíguez Torre, el titulado comandante de armas, el alcalde constitucional de Perales por antifasis, firme en su propósito de gobernar á un pueblo como á una horda de salvages, continúa realizando los mas detestables atentados. En su rotunda, en su crasa ignorancia, no concibe como bueno sino lo que le dicen y aconsejan otros ignorantes como él; ni en su orgullo insensato halla para dirigirle otra regla que su estúpido capricho. Esta verdad, página muy frecuente en su vida, acaba de ser confirmada en una de sus recientes fechorías. Oíd:
El 19 del pasado Octubre, dio órden á Gabriel Santibáñez para que condujeres con una yunta unos ladrillos de los Propios, desde el tejar al pueblo. Contestóle que la yunta no era suya, sino de su hermano el capitán, D. Antonio, y así se lo demostró este en un oficio del mismo día, reclamando la salvedad de las prerrogativas que por su clase le corresponden. La contestación que dio el alcalde, en que pretendía de todo punto desconocerla, es mas bien el lenguaje de un jefe de errantes beduinos, que el de una autoridad de un pueblo civilizado. Conociendo, sin embargo, que en este terreno no podía desempeñarse con ventaja, denuncióle como peligroso á la autoridad militar, y se dirigió contra el primero, conminándole con las multas de 4, 8 ducados y sucesivamente así, si insistía en la negativa. Incontinenti fué á satisfacerlas, acompañado de dos testigos, puesto que no quedaba otro recurso el injusto, ilegal y tiránico capricho del alcalde; pero no pudo hacerlo, porque ni el mayordomo de Propios estaba en casa, ni tampoco había recibido órden para ello.
En esta situación, acudió Gabriel á la gefatura, denunciando y pidiendo la corrección de estos abusos. La esposición fue devuelta y entregada al alcalde el 24, con decreto “para que informase y suspendiese los procedimientos hasta nueva resolución”. Pero el alcalde, desentendiéndose de esta prevención, puso el 3 del actual en prisión al interesado, y le envió á la cárcel nacional de Hoyos, donde se le ha recibido indagatoria por el señor juez de primera instancia.
En primer lugar, la yunta no es de Gabriel, sino de Antonio, y ninguno está obligado á prestar servicios con cosas agenas. En segundo lugar, ningún vecino está obligado, con sus cosas ó persona, á ningún servicio de los Propios; y por consiguiente, estaría Gabriel en su derecho resistiéndose aunque aquella [la yunta] le perteneciese. ¿Ignora, por ventura, esto el alcalde de Perales, ó sea el comandante de armas? ¿Ignora los límites que señalan á su autoridad las costumbres y ordenanzas municipales? Pero… ¿qué son para él esas costumbres y ordenanzas cuando en el código de su locura, las halla para todo lo que quiere? En todo pueblo regularmente organizado, se tiene adoptado como un principio incontestable, que la autoridad en el desempeño de sus funciones, debe ceñirse á las leyes, y á falta de ellas, á lo que la razón autorizada por el sentimiento común y la conciencia pública prescriben. Sin embargo, este principio no tiene aplicación con quien se cree más bien un Bajá altanero de Turquía que el alcalde de un pueblo de España.
Resumamos las consecuencias que resultas. El alcalde de Perales ha cometido: 1º Un abuso de autoridad, creando para los vecinos de ese pueblo, obligaciones que no existen. 2º Un acto de tiranía, porque tiranía es apropiarse una autoridad de las atribuciones que corresponden á otra; y crear obligaciones como establecer derecho, es peculiar tan solo del legislador. 3º Un acto de despotismo, porque despotismo es la inversión de la razón, de la justicia y las leyes; y estas, como la primera y la segunda, reprueban la conducta del alcalde en el caso en cuestión. 4º Ha despreciado la autoridad y las atribuciones del señor gefe político, que por el decreto anunciado le había inhibido de su conocimiento, y mandado suspender los procedimientos consecutivos. 5º Se ha hecho reo de atentado contra la reputación, y de ataque á la seguridad de Gabriel Santibáñez, formando un proceso sin méritos, y privándole de su libertad sin causa justa y ostensible.
Estamos á la mira de este proceso, donde creemos que el señor juez de Hoyos sabrá arreglarse á las leyes, haciendo al interesado la correspondiente justicia, como la autoridad militar ha sabido ya hacerla á su hermano D. Antonio. Empero si nos engañamos en este juicio; si contra lo que la razón nos indica y las leyes ordenan, siguiese otro rumbo este proceso, dispuestos estamos contra todos los fiscales y abogados del mundo, á reclamar en el santuario tutelar de Témis, la responsabilidad del alcalde y de todos los jueces que no sepan, ó no quieran, hacer respetar los derechos de la inocencia. Cáceres 8 de noviembre de 1844. Tomás Santibáñez.
Vale.
Historias de la puta mili
EL BLOQUE, periódico liberal, defendía en sus páginas un cierto regionalismo extremeño, encarnado por dos de los políticos más conocidos en los años 1910 a 1920: el botánico Marcelo Rivas Mateos, que en 1918 era Director General de Educación primaria, y Juan Luis Cordero, escritor y poeta.
En el ejemplar de 29 de enero de 1918 incluyó en sus páginas el escrito de un obrero ferroviario, Vicente Cortés, sobre el comportamiento en los trenes de la leva de reclutas de ese año.
LOS RECLUTAS DE ESTE AÑO
Vivimos en una completa época de renovación; antiguamente los reclutas, cuando marchaban á incorporarse á un Regimiento cometían en las cantinas de las estaciones y puestos de refresco ciertos desmanes propio de la juventud y de la afluencia de consumidores; pero en la concentración actual, se han cometido una serie de atropellos inenarrables, y que los obreros de la vía y jefes de Estación cuando en lo sucesivo circule algún tren militar, nos veremos precisados, además de banderines de señales que los Reglamentos preceptúan, á usar una browing perfectamente acondicionada que el instinto de conservación nos aconseja.
El 14 del corriente, á un amigo y compañero jefe de Estación de Aldeanueva, le mataron una docena de gallinas y algunas más que se llevaron en el tren con el mayor descoco y sin respeto de nada ni de nadie. En ese mismo día, el que esto suscribe recibió un golpe producido con una caja de madera que arrojaron otros reclutas de un tren, que de haber tenido parada en este apeadero, hubiera buscado quizás con acierto al autor de la salvajada, y por último, al pasar el tren militar 1.004 por las inmediaciones del puente del Tajo, donde se hallaban trabajando los obreros de la 31 brigada, de uno de los coches partió una lluvia de piedras y objetos, hiriendo gravemente en la cabeza al capataz Agustín Pizarro, el cual fue llevado por sus compañeros á la Estación de Río Tajo, donde le fué practicada la primera cura, pasando después á la de Arroyo para que el médico de Sección hiciera la definitiva, dándole tres puntos de pronóstico reservado.
Los mismo reclutas de este tren acometieron al jefe de Casar, Sr. Martín Barrientos, porque trató de impedir se llevaran las gallinas de su propiedad; en esta Estación hubo de intervenir con gran acierto la Guardia Civil, para no lamentar desgracias personales.
[Falta una línea en el ejemplar consultado] justificadísimamente la actitud que para otra concentración debemos adoptar los empleados ferroviarios, pues aunque en los mismo trenes viajan jefes y oficiales que conducen semejantes kábilas, se ha demostrado en la ocasión presente, que no son bastante para la seguridad personal de los que por razón de nuestros cargos, tenemos que presenciar el paso de los nuevos defensores de la patria.
Tal vez muchos de ellos marchen á europeizar a los rifeños, sin tener en cuenta que éstos al lado de ellos, en la mayoría de los casos, resultarán menos salvajes en todos los órdenes de la vida.
VICENTE CORTÉS.
Vale.
Penitencia borbónica
En el periódico MALVAS Y ORTIGAS, de carácter humorístico o satírico, que dirigía Enrique Montánchez, funcionario de la Diputación provincial, se publicaban ripios, chascarrillos y chanzas normalmente de carácter muy local (tenía abundantes roces con El Noticiero, por ejemplo), aunque alguna vez los versos y los comentarios alcanzaban estratos distintos. Como la crónica de la penitencia impuesta por el S.P. Sarto a Federico de Shaeunburg y a Alicia de Borbón.
COSAS DE ROMA
Leyendo el otro día cierto periódico ilustrado –no se malicien ustedes que fue El Sicalíptico– encontréme con la siguiente noticia:
“El príncipe Enrique Shaenburg está dispuesto á reconciliase con su gentil esposa Alicia de Borbón”.
Ya saben ustedes quién es esta gentil Alicia, una de las nenitas de nuestro pretendiente D. Carlos.
La cándida paloma –que, no ha mucho,
Dejando el palomar
Se marchó con un joven –muy cochero
A volar y volar.
En el arreglo ha intervenido el S.P. Sarto, que ha impuesto á los ilustres esposos la penitencia de recorrer á pie, descalzos y vestidos de negro, la friolera de 1.280 kilómetros, alimentándose de pan y agua y hospedándose en las más humildes chozas.
El Papa ha estado muy acertado en los detalles, por que ya saben ustedes, si en vez de pan y agua les hubiera impuesto pan y cebolla hay muchas parejitas felices por esos mundos.
También significa otro acierto papal el color del vestido; de haber elegido Sarto el color rosa, por ejemplo, la penitencia quedaría incumplida forzosamente, por que sabido es que, sin traje negro no se va a ninguna parte.
Así, á primera vista, la penitencia parece un tanto fuertecita, pero, ¡qué caramba! examinando con detenimiento, se descubre pronto su justicia; ¡por algo es grave el crimen cometido!
Las personas complaciente, también á primera vista, y dicho sea esto con todo el respeto debido a la infalibilidad del Papa, opinan que el buen Sarto se ha equivocado al fallar de este modo el asunto, mas parándose al pensar, se descubre también que esa sarta de kilómetros la tienen tan merecida el príncipe de Shaenburg como la chica de los Borbón.
La razón es sencillísima –me reveló una señora que está muy caída en estas cosas-, el Santo Padre ha condenado á la princesita por casquilucia (es lo menos ofensivo con que puedo adjetivarla) y al de Shaenburg por estúpido.
Por que, ¡cuidado que se necesita estupidez para gestionar un arreglo después de los sucedido!
¡Pobre príncipe!; me parece estar oyendo decir al Papa, lleno de Santa unción y mirando al reconciliable esposo:
“Bienaventurados los mansos, porque ellos poseerán la tierra.”
RIPIOSÍN
Quién es quién en esta historia:
Santo Padre Sarto, Pío X.
Federico Enrique de Shaenburg, noble alemán y su esposa Alicia de Borbón y Borbón Parma, hija de Carlos de Borbón, pretendiente carlista al trono de España. Tuvieron un hijo.
(No sale en el cuadro) Lino del Prete, militar italiano, segundo esposo de Alicia de Borbón. Tuvieron nueve hijos.
Vale.
Oscuridad eléctrica
En 1903 se publicaron varios números de un periódico república, de periodicidad semanal: LA ASAMBLEA. Este medio era afín a los postulados de Nicolás Salmerón, que había sido presidente del Gobierno durante la I República, en 1873, y que dimitió al mes y medio por no estar de acuerdo con unas penas de muerte. Salmerón, historiador y filósofo fue uno de los introductores en España del krausismo, y en La Asamblea se esforzaban por trasladar a lo ordinario local sus ideas. El 19 de diciembre de 1903 insertó un artículo sobre la situación del alumbrado público en Cáceres. Durante un tiempo, fue director de La Asamblea Manuel Sánchez del Pozo, que luego escribiría una historia sobre el periodismo en Cáceres. Nicolás Salmerón murió en 1906.
LUZ Y SOMBRA
Bueno, pues como todo tiene fin, parece que le toca ya á su término la paciencia del público en lo que se refiere a la oscuridad eléctrica. No hemos de incurrir en la vulgaridad de llamarla luz, porque no tiene visos de verdad.
No podrá quejarse la Sociedad [sociedad privada que gestionaba el alumbrado público y privado en Cáceres] de la pachorra pública, me parece que ya era tiempo. Nunca dio buena luz, pero siempre benévola la gente con el nuevo invento, soportaba las intermitencia creyendo que eran verdad las ofertas de mejoría, luego que se trasladara la fábrica, se trageran nuevas máquinas y, qué se yo cuantas más mentiras, todo eso sucedió y lejos de mejorar, ha ido empeorando, empeorando hasta dar gusto andar de noche, cuando hay luna, por esas calles.
Pero ya ante el clamor público, en lo referente á la luz pública también, que no á la privada ó de los particulares, ha tenido el Ayuntamiento que tomar cartas en el asunto y requerir á la tal Sociedad, amenazándola con rescindir el contrato.
Esto que parece como una amenaza grave, no es sino una broma como cuando se dice á los niños que se los va á meter un brazo por una manga, sólo que los niños asustados lloran y la Sociedad se ríe y sigue cobrando.
Tal como apañaron el contrato los señores que otorgaron la escritura, la rescisión por las malas costaría un pleito y á éste no va una Corporación de sentido común; más hacedero y fácil es un arreglito, por medio del cual, la Sociedad continúa dando mala luz (porque no puede darla buena aunque quiera ella, y ya sabemos por qué) y rebajar algo, no mucho el precio; de lo que resultará ineludiblemente que seguiremos á oscuras y no era esto lo estipulado, era tener luz de tanta intensidad, por tantas horas y por tantas pesetas. Rebajar el precio á costa de la intensidad, es seguir en una escandalosa lobreguez, que no existe ni en Navas del Madroño.
Y venimos á uno de estos términos: ¿puede consentir el Ayuntamiento aunque gaste menos de las 30.000 pesetas estipuladas que la población esté á oscuras una mitad y la otra mitad apenas esté alumbrada? ¿Puede irse en último término á la rescisión del contrato sin un pleito?
Estas y otras dificultades quedaban orilladas si el público consumidor, tuviera un poco más de energía y no se conformara con la protesta mansa á soto voce. Es muy extraño, es anómalo y habla bien poco a favor de la seriedad de un individuo que como particular sufre y paga la mala luz y pretende que el Ayuntamiento saque las castañas del fuego á costa de un pleito, antes que darse de baja. Si el comercio y los particulares desenganchan, dejando á la Sociedad sólo el importe del alumbrado público, ya ésta tomaría sus medidas y, ó dejaría el negocio si no le convenía, ó se gastaría el dinero en nueva red, nuevas máquinas, personal técnico y apto, y cuantos requisitos necesita una empresa para cumplir honradamente sus compromisos, cosa que hoy no sucede.
El subterfugio de rebajar precio para no dar luz, sería una inmoralidad que el Ayuntamiento seguramente no ha de cometer.
Vale.
Una pedrá a la jícara
Un artículo publicado en El Bloque, periódico democrático, publicado el 8 de febrero de 1910. Este periódico, que ya hemos visitado en algunas entradas de esta serie para (tratar de) entretener durante el confinamiento a causa de la pandemia del coronavirus, se instalaba a menudo en una situación política de izquierdas, un espacio en el ya por aquellos años el Partido Socialista comenzaba a ser referente en las luchas de los trabajadores. El posicionamiento de El Bloque tenía, por otra parte, en una contraposición a los conservadores.
Salvajadas
El Boletín Oficial de ayer publicó una real orden de Gobernación encareciendo á los gobernadores la vigilancia de las líneas telegráficas, ante la escandalosa repetición de las averías á mano airada.
Tales daños no se pueden producir sino por la falta de educación y de cultura, por hombre ó mozos cerriles, por domesticar, que viven en estado semisalvaje ó primitivo.
El respeto á las plantas, á los pájaros útiles á la agricultura, á las creencias de los demás, al ornato público, la higiene pública y privada, el amor á la patria y á la bandera y tantas otras cosas entre ellas la seguridad de las líneas férreas, telegráficas y todo lo que conviene al servicio público, son notas que fácilmente se inculcan por el maestro en la escuela, constituyendo modos de la educación, que no es lo mismo que la ilustración, aunque se dan la mano.
A nosotros nos duele que se registren con tanta frecuencia los hechos que denuncia la real orden citada y por eso hacemos estos comentarios, por si nuestra excitación, que quisiéremos ver recogía por toda la prensa, puede cambiar en algo la comisión de esos daños que tanto pueden perjudicar al servicio público y que acusan un verdadero estado de incultura en los bárbaros que los cometen solo por el placer de “dar una pedrá á las jícaras” y reír de gozo cuando hacen blanco en ellas haciéndolas mil añicos.
Ejerce tal influencia en el ánimo de los niños la palabra del maestro cuando en los primeros años se les hace ver el respeto que todas estas cosas merecen por el bien general que producen, que difícilmente se atrevería un mozuelo á perseguir ó castigar á los animales, ó arrancar flores de un jardín público y menos destruir el telégrafo, las estatuas, ni otra cosa de uso público, si escuchó en la escuela reprochar y afear la conducta de los que tales cosas hacen, cuando todos tenemos el deber de velar por ellos.
Vale.
Fútbol antiguo
A finales de octubre y primeros de noviembre de 1924 se celebraron en Cáceres dos encuentros ente el Deportivo Cacereño y el Nacional F. C., de Madrid. Ambos terminaron con victorias locales por 3 a1 en el primero y 1 a 0 en el segundo. Las crónicas de los dos encuentros se publicaron juntas en la edición del 3 de noviembre de 1924 en el diario LA MONTAÑA, y a continuación insertamos la crónica del primero de los dos encuentros. Aunque no se cita en las crónicas, los dos partidos debieron celebrarse en el único campo de fútbol existente en esas fechas, el de Cabezarrubia, al que muchos llamaban “el estadio”. La crónica tiene un cierto estilo naïf, un punto entre ingenuo y lo desconocido. Aquí va.
El encuentro del Sábado
Luz, alegría y un público bastante numeroso, ávido de presenciar un encuentro donde la emoción va a correr pareja con la valía de los dos equipos contendientes.
Notamos, eso sí, la falta de música, lo que imposibilita que todo se complete.
Y aunque solo sea con la discreción y el respeto que las resoluciones nacidas de la Directiva nos merecen, hemos de censurar un tanto el acuerdo tomada en sentido de que nuestra brillante banda “brille” por su ausencia en el campo, aunque en los programas de mano anuncie con su repertorio el espectáculo y hasta se nos prometa el extreno del pasodoble “Atenas”, obra de un compositor de la tierruca.
Pero en fin; tendremos que conformarnos con esa lugubridad que cita López de Haro en su última producción Fútbo y Jazz-baad.
Por lo menos en Cáceres hasta la fecha había pasado desapercibida.
Pero Rodríguez Semperez interrumpe nuestro filosofeo y observamos que las huestes contendientes comienzan el rudo “match” (cuatro menos diecisiete minutos).
Lo que fue el encuentro.
Comienza Jake a dar ruido enviando el esférico a Virel, pero el pase no es recogido.
Avanza el inter-izquierda madrileño, produciéndose un córner a favor de los nacionales que despeja muy bien Corrochano.
Turégano pasa a Virel el que se interna, despejando con gran acierto la defensa madrileña.
El encuentro se desarrolla a todo “tren” y con juego durísimo.
Una mano de los madrileños motiva un golpe franco que tira Martínez sin consecuencias en el “score”.
Calderón avanza con el balón, pasa a Turégano y despeja la defensa.
Herrero envía un centro a Turégano, desaprovechado por descolocación del citado delantero.
Hay que apuntar seguidamente una peligrosa colada de la línea delantera de los madrileños, sin consecuencias, porque en la rapidez arroja el inter-izquierda el balón fuera de campo.
Calderón asusta a Silvio ante un formidable chuts que este para con maestría.
Córner contra Cáceres que despeja Corrochano con acierto.
Entrada en el área de penal de este delantero con el esférico; Silvio para con serenidad el punterazo que Corrochano dá al balón.
Nuevamente avanzan los de la Villa y Corte salvando la situación Díaz; notamos descolocación en nuestros defensas.
Se pita un orsay y se tira un córner contra los nacionales que Virel envía demasiado abierto.
Turégano se hace con el esférico y pasa al medio ala y a los defensas y envía un chut a Silvio de los de marca la “casa” que significa tanto como decir de los imparables. El tanto por su preciosa ejecución es recibido con una clamorosa ovación.
El juego desde este momento aumenta en dureza y no es su característica la limpieza.
Esto dá lugar a que se castigue con un golpe franco una entrada ilegal que hace el defensa izquierda de los nacionales a Corrochano y que pasa alto.
Un chuts del extremo derecha de los visitantes vá fuera de campo.
Un pase recogido por Calderón motiva que lance un fuerte chuts que Silvio se vé en la precisión de dejar pasar y que apunta en el “score” el número dos a favor de los locales.
Dos córners centra Madrid y dos chuts de Jake que Silvio para con estilo de maestro.
Y con este tanteo termina el primer tiempo.
El segundo tiempo fue el reverso de la medalla; el juego decayó muy mucho y solo merece apuntarse un golpe franco que lanza Turégano y que perforó la red ante un desconcierto entre Silvio y la defensa izquierda, un avance madrileño que origina el tanto de honor a favor de los nacionales ante un exceso de confianza de Díaz y un fallo de Silvio que pudo convertirse en goal con un poco de codicia puesta en nuestra línea delantera.
Y dejamos para lo último un incidente de escasa importancia, pero el que vamos a dar a la publicidad para con ello evitar su repetición.
Un equipier de los visitantes, parecióle oportuno y adecuado al caso, el improvisar unas “lecciones” al árbitro; este en su perfectísimo derecho, ante tamaña insolencia, ordenó se retirara del campo; pero lejos de obedecer continuó con gran obstinación su empeño, teniendo que ser retirado a viva fuerza por el capitán de su equipo.
Hasta aquí solo elogios merece la actitud del árbitro y la del capitán Silvio, que dio un ejemplo de cordura digno de imitación.
Pero hete aquí que una exigua minoría de “intelectuales” censuran al árbitro y éste, acaso olvidando el libre derecho de crítica que al público le acompaña siempre que en ella no vaya el insulto, abandona el campo ante las ruidosas protestas del respetable, merecedor de más consideración.
Nos parece increíble que el Sr. Rodríguez Semperez ignore que un árbitro jamás puede abandonar su puesto, aun en el caso máximo de agresión por parte de los espectadores, agresión que la fuerza pública puesta a su servicio repelerá.
En su decisión del sábado hubo una falta de templanza que pudo traducirse en lamentable incidente si el público no se hubiera revestido de serenidad y de la cordura que a él le faltó; por lo demás su actuación merece plácemes por lo imparcial y acertada.
Vale.
Crónica negra. El Pincelero
Una manera de contar un suceso es hacer caso de las notas informativas de la policía. Otra, la que aparece en El Noticiero, Diario de Cáceres, el 14 de abril de 1903, es seguir los pasos del comisario de policía y uno de los detenidos en la reconstrucción de los hechos, hasta que convergen en un punto: la aparición del arma homicida. Muy curiosa y bien contada
El crimen del sábado.
En la pista.
Ayer el celoso inspector de policía Sr. Santamaría, que tantas pruebas tiene dadas de sus aptitudes, para el cargo que desempeña, se dirigió al lúgubre edificio de la calle de Nidos [la cárcel, calleja de San Benito], acompañado de dos agentes.
Nadie se fijó en este incidente de por sí tan natural, hasta que el inspector volvió á salir con la pareja á sus órdenes, conduciendo con las manos atadas a la espalda á uno de los supuestos autores del asesinato del Pincelero, llamado Porras.
Algunos desocupados, en su mayoría mujeres y chiquillos, que vieron la conducción, se apresurar á correr la voz por las calles inmediatas y ya á la entrada de la calle de Caleros, seguía á la policía multitud de personas ávidas de enterarse de todo cuanto pudiera ocurrir.
Hablando en el vecindario.
Apenas llegó á nosotros el relato del hecho, nos trasladamos á la calle de Caleros, donde algunos vecinos nos facilitaron pequeños datos.
Una de esas mujeres que preguntamos, nos comunicó que á eso de las diez y minutos de la mañana, el Sr. Santamaría con dos agentes habían pasado por dicha calle conduciendo á uno de los del crimen del sábado, que tenía una gran cicatriz en una mejilla y que iba hablando en voz alta y como declarando al inspector cuanto se refería con el asesinato cometido, llegando á oídos de las vecinas las frases “aquí nos paramos” y “aquí entramos”, que el detenido pronunció al pasar por la taberna.
En la taberna.
En busca de algún dato cierto entramos en este establecimiento.
Es una habitación poco espaciosa y humildemente amueblada. Consta de un pequeño mostrador, cuatro bancos de madera y algunas sillas de las llamadas del Casar. Su dueño Isidoro Barrio nos refirió lo que a continuación copiamos:
A las primeras horas de la noche –nos dijo- entraron aquí el Pincelero acompañado del Porra y el Pitorrecio y me pidieron dos cuartillos de vino que les serví. Estuvieron bebiendo y hablando amigablemente hasta que al levantarse y pedirles yo el importe de lo consumido dijo el Porra que él no pagaba; entonces el Pincelero le amenazó con una botella y para evitar escándalos en mi casa intervine yo y los separé.
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¿Y no ocurrió nada más? Le preguntamos.
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Sí señor, respondió; el Pincelero me amenazó con una copa, pero casualmente estaba aquí un hermano mío y consiguió aplacarle, luego enseguida se fueron, y yo, temiendo que volvieran cerré la puerta, pues ya he dicho que no me gustan los escándalos.
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Estas declaraciones del tabernero, según nos dijo, son las mismas que hizo al señor Juez de Instrucción.















