Historias de la puta mili
EL BLOQUE, periódico liberal, defendía en sus páginas un cierto regionalismo extremeño, encarnado por dos de los políticos más conocidos en los años 1910 a 1920: el botánico Marcelo Rivas Mateos, que en 1918 era Director General de Educación primaria, y Juan Luis Cordero, escritor y poeta.
En el ejemplar de 29 de enero de 1918 incluyó en sus páginas el escrito de un obrero ferroviario, Vicente Cortés, sobre el comportamiento en los trenes de la leva de reclutas de ese año.
LOS RECLUTAS DE ESTE AÑO
Vivimos en una completa época de renovación; antiguamente los reclutas, cuando marchaban á incorporarse á un Regimiento cometían en las cantinas de las estaciones y puestos de refresco ciertos desmanes propio de la juventud y de la afluencia de consumidores; pero en la concentración actual, se han cometido una serie de atropellos inenarrables, y que los obreros de la vía y jefes de Estación cuando en lo sucesivo circule algún tren militar, nos veremos precisados, además de banderines de señales que los Reglamentos preceptúan, á usar una browing perfectamente acondicionada que el instinto de conservación nos aconseja.

Estación del Norte. Madrid. 1917. Soldados listos para embarcar rumbo a la Guerra de África
El 14 del corriente, á un amigo y compañero jefe de Estación de Aldeanueva, le mataron una docena de gallinas y algunas más que se llevaron en el tren con el mayor descoco y sin respeto de nada ni de nadie. En ese mismo día, el que esto suscribe recibió un golpe producido con una caja de madera que arrojaron otros reclutas de un tren, que de haber tenido parada en este apeadero, hubiera buscado quizás con acierto al autor de la salvajada, y por último, al pasar el tren militar 1.004 por las inmediaciones del puente del Tajo, donde se hallaban trabajando los obreros de la 31 brigada, de uno de los coches partió una lluvia de piedras y objetos, hiriendo gravemente en la cabeza al capataz Agustín Pizarro, el cual fue llevado por sus compañeros á la Estación de Río Tajo, donde le fué practicada la primera cura, pasando después á la de Arroyo para que el médico de Sección hiciera la definitiva, dándole tres puntos de pronóstico reservado.
Los mismo reclutas de este tren acometieron al jefe de Casar, Sr. Martín Barrientos, porque trató de impedir se llevaran las gallinas de su propiedad; en esta Estación hubo de intervenir con gran acierto la Guardia Civil, para no lamentar desgracias personales.
[Falta una línea en el ejemplar consultado] justificadísimamente la actitud que para otra concentración debemos adoptar los empleados ferroviarios, pues aunque en los mismo trenes viajan jefes y oficiales que conducen semejantes kábilas, se ha demostrado en la ocasión presente, que no son bastante para la seguridad personal de los que por razón de nuestros cargos, tenemos que presenciar el paso de los nuevos defensores de la patria.
Tal vez muchos de ellos marchen á europeizar a los rifeños, sin tener en cuenta que éstos al lado de ellos, en la mayoría de los casos, resultarán menos salvajes en todos los órdenes de la vida.
VICENTE CORTÉS.
Vale.
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