Una pedrá a la jícara
Un artículo publicado en El Bloque, periódico democrático, publicado el 8 de febrero de 1910. Este periódico, que ya hemos visitado en algunas entradas de esta serie para (tratar de) entretener durante el confinamiento a causa de la pandemia del coronavirus, se instalaba a menudo en una situación política de izquierdas, un espacio en el ya por aquellos años el Partido Socialista comenzaba a ser referente en las luchas de los trabajadores. El posicionamiento de El Bloque tenía, por otra parte, en una contraposición a los conservadores.
Salvajadas
El Boletín Oficial de ayer publicó una real orden de Gobernación encareciendo á los gobernadores la vigilancia de las líneas telegráficas, ante la escandalosa repetición de las averías á mano airada.
Tales daños no se pueden producir sino por la falta de educación y de cultura, por hombre ó mozos cerriles, por domesticar, que viven en estado semisalvaje ó primitivo.

Plaza de San Juan. Entrada a C/ Pintores. Jícaras. Palomillas.
El respeto á las plantas, á los pájaros útiles á la agricultura, á las creencias de los demás, al ornato público, la higiene pública y privada, el amor á la patria y á la bandera y tantas otras cosas entre ellas la seguridad de las líneas férreas, telegráficas y todo lo que conviene al servicio público, son notas que fácilmente se inculcan por el maestro en la escuela, constituyendo modos de la educación, que no es lo mismo que la ilustración, aunque se dan la mano.
A nosotros nos duele que se registren con tanta frecuencia los hechos que denuncia la real orden citada y por eso hacemos estos comentarios, por si nuestra excitación, que quisiéremos ver recogía por toda la prensa, puede cambiar en algo la comisión de esos daños que tanto pueden perjudicar al servicio público y que acusan un verdadero estado de incultura en los bárbaros que los cometen solo por el placer de “dar una pedrá á las jícaras” y reír de gozo cuando hacen blanco en ellas haciéndolas mil añicos.
Ejerce tal influencia en el ánimo de los niños la palabra del maestro cuando en los primeros años se les hace ver el respeto que todas estas cosas merecen por el bien general que producen, que difícilmente se atrevería un mozuelo á perseguir ó castigar á los animales, ó arrancar flores de un jardín público y menos destruir el telégrafo, las estatuas, ni otra cosa de uso público, si escuchó en la escuela reprochar y afear la conducta de los que tales cosas hacen, cuando todos tenemos el deber de velar por ellos.
Vale.
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