Archivos para Renfe

Cuando ya ha pasado una semana de la concentración, el 18 de noviembre, de extremeños en Madrid, y cuando de nuevo el maltrato de Renfe/Adif/Ministerio vuelven a ser noticia, se hace más patente que el comodín del público se ha agotado.

En el diario regional HOY de hoy mismo se incluye un reportaje con las opiniones de varios de los firmantes del Pacto por el Ferrocarril, y una premisa: todo el futuro se fía a los Presupuestos Generales del Estado. Como si eso fuera una novedad.

Leyendo el reportaje, da la sensación de que no habría hecho falta, siquiera, de que el periodista hubiera contactado con los representantes de UGT, CCOO, PSOE, PP… para saber cuáles serían sus posiciones. Son de un estándar que echan para atrás.

¿Cómo fiar todo a lo que el gobierno central incluya, voluntariosamente, en unos PGE que de momento ni están ni se esperan porque el PP de Mariano Rajoy es incapaz de negociar, de dialogar y su adn solamente tiene el cromosoma de la imposición?

 

En el reportaje del diario HOY (http://www.hoy.es/extremadura/despues-20171124192935-nt.html) la posición más clara, más hipócrita y más falsa es la de García del Moral, del PP y ex miembro del “gobierno de los mejores” del muyayo Monago. Afirma que “lo que nos llega de Madrid” es que en los PGE habrá dinero para el tren a Extremadura. No, eso, a día de hoy, es una falsedad de sal gruesa. Lo que les dicen de Madrid es que hagan el paripé, que en los PGE pondrán lo que les parezca (el papel lo aguanta todo) pero que ya verán si de verdad invierten lo que es necesario. Y, además, el señor García del Moral usa el chantaje al PSOE para que se aprueben los PGE. Comportamiento mafioso de la escuela de Génova.

Para reivindicar el tren en Extremadura no será necesario cortar el tráfico ferroviario, porque ya se corta solo. Para reivindicar el tren en Extremadura no será necesario recurrir al comodín del público: será necesario que sea “el público”, que seamos los ciudadanos los que tomemos la iniciativa.

Me gustaría conocer los datos de cuántas reclamaciones se presentan diariamente en las ventanillas de Renfe, en su página web, por usuarios del tren en Extremadura. Y, también, cuántas son atendidas, cuántas son resueltas a satisfacción de los usuarios. Porque nos podemos llevar la sorpresa de que no todos, ni siquiera un porcentaje significativo de los viajeros afectados presentan reclamaciones.

También me gustaría que la Administración regional, en el ejercicio de sus competencias, inspeccionara la calidad de los servicios que presta Renfe. Porque la Junta de Extremadura tiene competencias en materia de usuarios y consumidores. Y que esas inspecciones derivaran en sanciones. No es lo mismo que una manifestación corte una estación y paralice (aún más) el tráfico ferroviario que si un tren es inmovilizado por incumplimientos de Renfe en materia de usuarios y consumidores. La acumulación de sanciones leves, menos graves y graves pueden dar lugar a ilícitos penales.

También me gustaría que la Junta de Extremadura, competente en aplicación de las normas de accesibilidad y en la protección a la discapacidad inspeccionara los trenes. Y si no cumplen las normas, inmovilizarlos. Y si Renfe insiste en incumplimientos en estas normas, aplicar el artículo 510 del Código Penal.

La concentración del 18N no ha servido más que para unas portadas, algún reportaje de tv y nada más. No ha servido para conseguir ningún compromiso ni, dada la indolencia proverbial “del pueblo extremeño”, una concienciación real que movilice a los ciudadanos.

Confiar en que el gobierno del PP dé un trato digno a Extremadura en los PGE y que luego quisiera cumplirlos, es ser demasiado ingenuos. Y los extremeños seguimos siéndolo. Del gobierno central poco se puede esperar, y de un partido como el PP, que siempre nos ha despreciado, menos aún.

El tren digno que nos merecemos (¿y si no nos lo mereciéramos?) solamente llegará cuando nos levantemos, nos pongamos en pie y exijamos.

Vale.

 

Día 24 de septiembre de 2017. Estación de Santa Justa. A las 17:20 horas tiene su salida el tren Sevilla-Cáceres. A las 17:00, con las puertas abiertas del tren, comprobamos que el WC adaptado se encuentra clausurado por la propia Renfe, con un precinto de inutilizado. Me dirijo al maquinista, responsable del convoy, para decírselo y para decirle que un tren con un trayecto previsto de casi 5 horas, no debe salir en esas condiciones. Respuesta: pues si, porque a él se lo han ordenado y sale.

Subo al vestíbulo, donde se encuentran las ventanillas de Renfe, ese lugar de recaudación de dinero casi medieval dados los “servicios” que prestan. Me acerco, lo hago saber y me contestan: “Presente una reclamación”.

Con el revisor (ahora los llaman supervisores) me sucede lo mismo: “Presente una reclamación”. Tras un intercambio de opiniones, en el que le hago saber que está muy bien enseñado por la empresa, y que defenderla es algo indigno, le pido que me facilite impresos de reclamación. Anoto su nombre, por si fuera necesario citarlo cuando la presente.

Por supuesto, el tren inicia su viaje, como lo ordena Renfe Operadora, una empresa dirigida por sociópatas. Además, para un recorrido de casi 5 horas, la máquina de bebidas, donde se supone que hay agua, no funciona y no avisa del “producto agotado”. Se traga cuatro euros.

Al día siguiente, en la misma estación de Santa Justa presento la reclamación correspondiente, tanto por el WC adaptado, precintado por Renfe, como por la máquina de bebidas sin agua.

La respuesta que recibo no es de Renfe Operadora, sino que, dentro de un sobre de “Renfe Viajeros”, quien contesta es… Atendo. Y contesta con mentiras, como corresponde a unos buenos sicarios.

A los mamporreros de Atendo (un negocio que deja mucho que desear) no les hemos reclamado nada ni nunca nos hemos dirigido a ellos. Porque sabemos que son el escudo de Renfe y el Ministerio de Fomento para incumplir, de modo delictivo, la Ley de Discapacidad.

Que nos conteste Atendo es una sinvegonzoneria más de las muchas que hemos tenido que soportar. Que Atendo (que si no estamos equivocados, es un “servicio” que tiene adjudicado la Fundación Ilunion Facility Services) se conviertan en mamporreros de Renfe, cuando nosotros no nos hemos dirigido a ellos para nada, demuestra que será imposible que la empresa ferroviaria llegue a cumplir nunca la legislación en materia de discapacidad.

De hecho, en el mismo tren que tenía el WC precintado, hay unas plataformas que, teóricamente, se deben utilizar para subir o bajar sillas de ruedas, pero que no se pueden utilizar porque el personal del tren (maquinista, revisor) no ha recibido la formación y las instrucciones necesarias.

De ese incumplimiento son cómplices el Ministerio de Fomento, que es quien aprueba finalmente las “normas” sobre atención a la discapacidad de Renfe, el Ministerio de Sanidad y Servicios Sociales, que lo consiente (en el sentido quevedesco del término) y las Comunidades Autónomas, en este caso, Andalucía y Extremadura, que hacen dejación de sus obligaciones y no tienen las energías suficientes para someter a Renfe a expedientes sancionadores por incumplimiento de la legislación en materia de discapacidad, y mucho menos, a llevar a sus directivos a los tribunales por delitos contra la misma.

El artículo 510 del Código Penal es claro. Y si, como es nuestro caso, por nuestra residencia, la Junta de Extremadura no interviene, se está convirtiendo en cómplice de la comisión de un delito.

A los de Atendo, mamporreros (¿a cambio de cuánto?) de Renfe, nada que decirles. El dinero es un buen bálsamo, una buena vaselina que suaviza todas las dignidades.

Vale.

El 23 de junio de 2012, José Antonio Monago, a la sazón presidente de la Junta de Extremadura, me hizo el honor de bloquearme en twitter por algo tan común a nuestros políticos de derechas: no soportan la crítica y no responden cuando se le hacen preguntas incómodas.

Ahora, mi honor tuitero se ve agrandado porque uno de los consejeros de la Junta de Extremadura, un tal Vergeles, me ha bloqueado por lo mismo, exactamente por lo mismo. Porque no soporta la crítica y no responden cuando se le hacen preguntas incómodas.

Malos políticos y pésimos gestores.

En Estatuto de Autonomía de Extremadura se asignan competencias como la gestión de la sanidad, la defensa de usuarios y consumidores o la protección a la discapacidad. Estas tres competencias las debería ejercer el tal Vergeles.

Malos políticos y pésimos gestores.

En materia de sanidad, hace ahora un año, el tal Vergeles hablaba (eso sí, eso le encanta, hablar, el discurso vacío, vacuo, inane) de que había que implementar de una vez la interoperabilidad de la receta electrónica porque era inconconcebible que los muchos extremeños que veranean en Matalascañas no dispusieran de las facilidades que se derivan de la interoperabilidad.

Malos políticos y pésimos gestores.

¿Qué ha hecho el tal Vergeles para conseguir la interoperabilidad de la receta electrónica entre Extremadura y Andalucía? Nada, absolutamente nada.

Malos políticos y pésimos gestores.

Porque le he preguntado en muchas ocasiones sobre este asunto, le he remitido públicamente tuits recordándole su competencia en la materia, me ha bloqueado, porque no soporta la crítica y porque es incapaz de contestar.

Malos políticos y pésimos gestores.

Seguramente cansado de que se le recuerde su incompetencia (su verborrea no tiene límites) el tal Vergeles me ha bloqueado en twitter, donde presume de su cargo público y seguramente (esto no lo sé, quizás él lo aclare) utilice un móvil corporativo para tuitear, haciendo un uso privado de un bien público. Y en todo caso, si el móvil fuera particular, su ostentórea ostentación de cargo público resulta histriónica ante la realidad de su falta de respuesta.

Malos políticos y pésimos gestores.

En el área de competencias de la consejería que el tal Vergeles dirige (?) está la defensa de usuarios y consumidores. En más de una ocasión me he dirigido a él y a personal de “su” Consejería para demostrarles el maltrato que Renfe dispensa diariamente a los usuarios extremeños del ferrocarril, sin obtener respuesta. Bueno, una, del Instituto de Consumo de Extremadura… dando la razón a Renfe.

Malos políticos y pésimos gestores.

Cuando vemos a diario informaciones sobre ese maltrato de Renfe a los usuarios extremeños, el tal Vergeles, consejero del ramo, calla, se esconde, no da la cara por los que le pagamos un sueldo que está demostrando, un día sí y otro también, que no merece, que no se lo gana.

Malos políticos y pésimos gestores.

Cuando Renfe, además, incumple sistemáticamente sus obligaciones en materia de discapacidad, siendo más que frecuente que, por ejemplo, el aseo de uso por personas con algún tipo de discapacidad esté fuera de uso incluso antes de comenzar el trayecto, y este hecho se haya puesto en conocimiento de la Consejería, el tal Vergeles calla, se esconde y no da la cara por los extremeños que, desgraciadamente para nosotros, le tenemos que pagar el sueldo.

Malos políticos y pésimos gestores.

Cuando Renfe desprecia el valor de la tarjeta de discapacidad que lleva el nombre de “Junta de Extremadura”, cabría esperar que la consejería del tal Vergeles hiciera algo al respecto, aunque solamente fuera por respeto a los profesionales que con sus valoraciones técnicas, diagnósticos e informes determinan el grado de discapacidad de una persona. Pero el silencio del tal Vergeles no solamente deja indefensa a la persona con discapacidad, sino que desprecia el trabajo de sus compañeros de profesión médica.

Malos políticos y pésimos gestores.

Cuando en junio de 2012 el viajero Monago me bloqueó en twitter, era habitual ver a diario tuits del tal Vergeles criticando la política sanitaria del PP, y terminando todos sus tuits con una frase que ahora le viene al pelo: “Malos políticos y pésimos gestores”.

Al tal Vergeles no le deseo ningún mal, pero me gustaría verle en un tren averiado, tener que montar en un autobús y cruzar de Extremadura a Andalucía por carreteras secundarias, con una gastroenteritis fuerte y un esguince de rodilla, y tener que usar el aseo de un autobús en marcha por esas carreteras de la sierra norte de Sevilla. Se iba a cagar.

Malos políticos y pésimos gestores.

Vale.

Venimos viendo desde hace un tiempo en los medios de comunicación regionales una aparente reivindicación sobre la necesidad de la mejora de las infraestructuras ferroviarias en Extremadura. Aparente.

Quienes somos sufridores del inicuo servicio público que Renfe presta entre Cáceres y Sevilla, pensamos que esa apariencia de reivindicación tiene más que ver con un postureo social (“para que veáis lo que me interesan las cosas de Extremadura, reivindico el tren, aunque yo no lo use para nada ni tenga pensado usarlo”) que con una auténtica reivindicación.

Así, hemos visto como el ministro de Fomento visitó Extremadura, se reunió con la “plataforma” que reivindica un “tren digno”, largó su discurso preparado en un despacho de Madrid, se fue y listo.

En esa reunión estuvo presente el Presidente de la Junta, Guillermo Fernández Vara, quien tras el discurso del ministro y conocer el proyecto de Presupuestos Generales del Estado manifestó que “nos han engañado”.

Claro que os han engañado. Sobre todo si confían en la palabra de alguien que, seguramente, lo que hizo fue repasar durante el viaje Madrid-Garrovillas de Alconétar en coche oficial el discurso que algún asesor le había escrito.

Porque de lo que hablamos es de la competencia en materia de transporte ferroviario y de responsabilidad política en que esa competencia se ejerza.

La Junta de Extremadura no tiene competencias estatutarias en materia de ferrocarriles, pero sí tiene responsabilidades ante los súbditos extremeños para exigir el cumplimiento de obligaciones del Estado para con la región. También tienen esas responsabilidades los partidos políticos, todos, menos el Partido Popular, cuyo jefe debería estar fuera de política por sus devaneos canarios.

Hablamos de competencia y de responsabilidad. Cuando no se tiene la competencia sí cabe la responsabilidad. Y con el presidente de la Junta a la cabeza, todos los que dicen que se han sentido engañados por el ministro de Fomento tienen la responsabilidad de aclarar por qué, cuando hubo ocasión, cuando ministro engañó no le exigieron. ¿Por qué no son más avisados cuando el ministro discursea y se hacen los ofendidos cuando comprueban que el ministro les estaba engañando?

Un día sí y otro también tenemos conocimiento de incidencias de mayor o menor calado en los trenes que mal circulan por Extremadura. Incidencias que afectan a los derechos de usuarios y consumidores. ¿Por qué la Consejería competente, sí, competente, no actúa de oficio contra Renfe?

Un día sí y otro también tenemos conocimiento que usuarios con discapacidad, en el grado que sea, se ven afectados por el mal servicio que Renfe presta en Extremadura. ¿Por qué la Consejería competente en materia de discapacidad no actúa de oficio contra Renfe?

Las competencias ferroviarias no radican en la Comunidad Autónoma, pero la defensa de los súbditos extremeños, sí. La responsabilidad de los dirigentes autonómicos, tanto en el poder ejecutivo como en el legislativo está en defender los pocos, escasos, derechos que los súbditos extremeños tenemos. Si no la ejercen, están sobrando.

Si quienes tienen la responsabilidad de garantizar el cumplimiento de los servicios a usuarios y consumidores no la ejercen, ¿por qué siguen cobrando sueldos por algo que no cumplen?

Si quienes tienen la responsabilidad de hacer valer lo que dicen las tarjetas de discapacidad que llevan el nombre de Extremadura y están avaladas por informes profesionales de la Comunidad, no la ejercen, ¿qué valor dan al trabajo de médicos y otros profesionales de la propia región?

La competencia del desastre ferroviario en Extremadura es de Renfe, del Gobierno. La responsabilidad de consentir ese desastre es nuestra, empezando por la máxima ¿autoridad? regional, el Presidente de la Junta de Extremadura.

Vale.

El título de esta entrada es un agradecimiento al canal oficial en twitter de atención a los viajeros de Renfe, @inforenfe (el canal oficial de Renfe no puedo verlo porque me tienen bloqueado después de otra de sus fechorías).

El sábado, 15 de abril, teníamos mi esposa y yo que volver a Cáceres desde Sevilla y pregunté a @inforenfe que si estaba previsto que el tren circularía o si pasaría como el 11 de abril, cuando ni siquiera pudo salir de la estación de Cáceres.

La respuesta que dieron pertenecería a la antología del disparate si no fuera porque lo hace un canal oficial de una empresa pública y porque llueve sobre mojado: “hola, el tren que haces referencia, tiene previsto circular. La avería del día 11 de abril no estaba prevista. Un saludo”.

Uno, que aprendió a leer entre líneas en los últimos años de Franco (que no del franquismo, que continúa en plena forma) a periodistas que tenían, también, que escribir entre líneas, no puede menos que sorprenderse. Aparte de una mala redacción, el que desde la empresa responsable del servicio ferroviario en España se diga que “la avería del día 11 de abril no estaba prevista”, no hace sino llevar su redacción y su sentido a la realidad: que Renfe tiene previstas las averías.

El 11 de abril, tras subir los pasajeros al tren 18773, con destino a Sevilla, y salida a las 6:50 horas, tuvimos que ver (y no ver) cómo todo el sistema eléctrico del tren se apagaban, cómo dos o tres personas, se supone que de la empresa, recordaban a Luis Moya: “trata de arrancarlo, Carlos, por Dios, trata de arrancarlo”. Con la mitad del sistema de luces interiores del convoy apagadas, el tren, con retraso, emprendió la marcha, pero no llegó ni al puente que cruza las vías y da acceso a Aldea Moret. Marcha atrás, de nuevo a la estación y nuevos e infructuosos intentos de arrancarlos. A las 6 y cuarto de dice a los pasajeros que bajen y que irán viendo qué solución dan.

A alguna persona con necesidad de hacer transbordo en Mérida con destino a Alcázar de San Juan, se le dispone un taxi hasta la capital autonómica. A los demás, una de dos: o autobús o devolución del dinero. No hay más ni están a por ello.

Hacemos saber al interventor del tren (al revisor, término más acorde con la antigualla del servicio que prestan) que mi esposa no puede viajar en autobús, y nos dice que entonces la única solución es devolvernos el dinero. Cuando le decimos que tenemos hotel reservado en Sevilla, al revisor, capataz a la antigua usanza de los privilegios de sus amos, le da igual. Con él no va el asunto. Es más, llega a decirle a mi esposa que si no puede viajar en autobús, que no viaje. Un dechado de empatía el fulano. Más o menos dice que si no puede viajar que no tiene derecho a hacerlo. Estará orgulloso.

En taquillas lo mismo. Hacemos saber la imposibilidad de que mi esposa viaje en autobús, llaman (eso nos dijo otro empleado del mes de Renfe, custodio de los privilegios de estar detrás de una ventanilla blindada) a “Madrid” y no dan solución alguna. Lo de perder la reserva de hotel les trae sin cuidado. Si mi esposa no puede viajar, que no viaje. Malnacidos esclavos de una empresa que debería estar liquidada, y ellos en el paro, sin derecho a prestación.

Presentamos una reclamación en ventanilla. Una reclamación que seguramente termine en la oficina de Gestión del Servicio Público de Santa Justa donde lo que menos hacen es servicio público y cuyas contestaciones a reclamaciones no llevan nunca el nombre del fulano/a que cobra seguramente un buen sueldo. Seguramente porque les da vergüenza que se sepa quiénes son. Al menos, como los delincuentes, podrían poner sus iniciales.

Vemos el autobús, que conocemos al conductor, que anima a mi esposa a subir al autobús. Un pasajero nos cede un asiento en el que ella podría ir algo menos incómoda. Y comienza un viaje que hasta Mérida y Almendralejo se hace por la A-66. Pasado Villafranca hay que entrar en Zafra y desde ahí, hasta Sevilla, con paradas en Llerena y Pedroso, por carreteras secundarias, llenas de curvas, y la A-66 a pocos kilómetros. Además de tener que utilizar un autobús, medio de transporte infinitamente más incómodo que el tren, y más para personas con dificultades físicas, la tortura de no utilizar una Autovía por la que los movimientos del vehículo, las curvas, los zigzags son mucho menores.

Una tortura que se acrecienta para personas con problemas de movilidad, como mi esposa, a quien utilizar el reducido aseo del autobús, con una escalera imposible. A eso Renfe no tiene respuesta. Porque a los «bien pagaos» directivos de la empresa pública les da igual. Son sociópatas.

Llegamos a Sevilla a las 13 horas menos un minuto. Esto es, una hora y media después del horario previsto. Y claro, dan 24 horas para reclamar. Después de someternos a una tortura que seguramente Torquemada tendría entre sus preferidas, no está el cuerpo pasar otro rato en las ventanillas de Santa Justa para reclamar el retraso.

Y todo ello, porque la avería no estaba prevista. Aconsejo, previo pago de la idea, por supuesto, y espero que Renfe acepte llegar a un acuerdo económico, que con la venta de los billetes adjunten el papelito que diga si está previsto que el tren tenga avería. Más que nada para que la tortura no coja a los usuarios desprevenidos.

Desgraciadamente, las averías en los trenes son cada vez más frecuentes, debidas, sin duda a que los directivos de la empresa pública (¿hay transparencia para conocer sus sueldos?) aplican con saña las instrucciones recortadoras de Montoro, del gobierno de Rajoy. Si les piden que recorten 10, ellos, sabios siervos de quien los nombra, aplican 20, para demostrar que saben, “mejor que nadie”, de Gestión del Servicio Público.

Solamente en esta política austericida está la explicación de que, cuando se produce un accidente ferroviario con muertos, la primera pregunta sea si el maquinista ha muerto. Si el maquinista ha muerto, los directivos de Renfe respiran tranquilos. Todavía no he leído en ninguna información sobre accidentes ferroviarios con víctimas, si el tren estaba en condiciones, si se había sometido a reparaciones, y, mucho menos, si el libro de incidencias y de revisiones está disponible. No hay que olvidar, por ejemplo, que en el accidente del Metro de Valencia, el libro de revisiones del convoy siniestrado no aparecía.

Los usuarios de Renfe agradecemos, mucho, que nos informen, al vendernos los billetes, si están previstas o no averías. Saber que Renfe tiene averías previstas ayuda mucho. Ayuda mucho a saber qué clase de sociópatas dirigen la empresa.

La vuelta de Sevilla, el 15 de abril, no estuvo exente de anomalías. En nuestro caso, el billete estaba consignado al tren 18773. Cuando llegamos a Santa Justa, en los paneles aparecía que sería el MD 18779. Sin embargo, con la salida prevista a las 17:20 h, no fue hasta las 17:15 cuando pusieron la vía, la 10. Al llegar al andén, vimos que el tren no era el 79 que aparecía en los paneles, sino el 73, el averiado del 11 de abril. Mientras subíamos, ya en los vagones, buscando nuestros asientos… el tren se para y todo el sistema eléctrico también. ¿Volveríamos a las andadas? ¿Estaba prevista una nueva avería? Finamente, el tren arrancó. Me imagino que el jefe de estación de Santa Justa, que puso en los paneles el 18779, se vería obligado a cambiarlo porque no tiraba, por el 18773, que tiraba… pero poco.

El tren en marcha y busco agua en la máquina de a bordo. Pero no hay, “no disponible”. Se lo hago saber al interventor del tren, que nos dice que por lo menos hasta Mérida (a las 21 h) no sería posible bajar del tren a comprar agua. Al decirle que mi esposa necesita tomar algún medicamento, el interventor da muestras de su contrariedad. Llega el tren a la estación de Villanueva del Río y Minas, para, baja el revisor, y vuelve a escasos tres minutos con una botella de agua. Nos dice que es la que tenía el jefe de estación (no hay cantina) en su frigorífico. A él si le cabe perfectamente ser considerado interventor del tren, y debe sentirse orgulloso de su trabajo, facilitando, en lo que está en su mano, el viaje a los usuarios. Que conste. Y al jefe de estación que le facilitó el agua, también. Gestos como estos, son siempre de agradecer, pero que desgraciadamente no son ni habituales ni pueden tapar una desvergonzada gestión de un servicio público.

Que más adelante observáramos que el maquinista salía de su cabina y se dirigiera a la puerta del coche 1 para ajustarla, dándole un «golpecito» cariñoso con la pierna, no deja de ser un regalo humorístico sin duda obsequio de Renfe. Arreglar la puerta como se arreglaban los televisores en los años 60 no deja de ser un servicio público.

Vale.

Como usuario de Renfe MD/LT (Media Distancia/Largo Tiempo) me ha gustado ver en el Boletín Oficial del Congreso de los Diputados por Cáceres unas preguntas que los Diputados Pilar Lucio y César Ramos hacen oficialmente sobre las deficiencias que un viaje sí y otro también se producen en el trayecto Cáceres – Sevilla y viceversa.

Digo que me gusta porque, cuando uno cruza impresiones con otros usuarios, siempre se queja de deficiencias y problemas, pero de ahí no se pasa. Y tras un accidente en el trayecto Sevilla-Cáceres, que sufrió mi esposa, se acabaron las quejas: primero las reclamaciones. Luego ha venido alguna respuesta a una contestación falta de vergüenza, y nuestra respuesta para hacerlos, de momento, trabajar algo.

Está claro que Renfe Operadora, que funciona en régimen de monopolio, que no en régimen de servicio público, hace de su capa un sayo. Un sayo de etiqueta. Existe una clara diferencia entre lo que es monopolio de lo que es un servicio público: la atención a los usuarios.

El monopolio se caracteriza por el desprecio, por el maltrato, por ignorar a quienes hacen posible los puestos de trabajo de quienes, al amparo de una empresa pública, se esconden de trabajar en beneficio de la comunidad.

El servicio público es, debería ser, lo contrario del monopolio: ser, de verdad, un servicio en el que los ciudadanos sean respetados.

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La experiencia, nuestra experiencia como usuarios de Renfe Operadora es sufrir un monopolio que, cuando recibe una reclamación, siempre actúa a la defensiva, siempre se esconden en el procedimiento y en una normativa interpretada en su propio y exclusivo beneficio.

A veces, incluso, en sus respuestas a sus clientes, a los ciudadanos, tratan de confundirlos, cuando no de engañarlos o, incluso, de culpabilizarlos de las anomalías que sufren los trenes.

Y todo ello, desde la impunidad del monopolio, ante la pasividad de los gestores políticos (Ministerio de Fomento, Comunidades Autónomas que no exigen al ministerio, cargos políticos que dirigen el monopolio…) y el silencio, la resignación de los usuarios.

Reclamar por cada anomalía que se produzca, darlas a conocer públicamente, es el camino para que el monopolio se convierta, de verdad, en un servicio público, un servicio que no incumpla, como sucede en el trayecto Cáceres – Sevilla y vuelta, de modo sistemático la Ley de Discapacidad, ante la pasividad de los organismos con competencia en la misma.

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Ahora, por fin, en el Congreso, los diputados del PSOE por la provincia de Cáceres, Pilar Lucio y César Ramos, han presentado una serie de preguntas a las que tanto desde el Ministerio de Fomento, Adif y Renfe Operadora deberán dar respuesta. Espero que sin rodeos, aunque…

Preguntas sobre mantenimiento, limpieza y revisiones de los trenes, sobre por qué los WC Adaptados no están en servicio desde la misma salida de los trenes, sobre mejoras en el trazado viario que eviten los bandazos laterales que en muchos tramos hacen peligrar a los viajeros…

Preguntas. Esperamos las respuestas, Renfe, Adif y Fomento. Esperamos.

Vale.

En la página web de Renfe, que más parece un compendio de publicidad y propaganda que una adecuada fuente de información de un servicio público, puede leerse este párrafo

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Y se quedan tan anchos.

Pero nada más lejos de la realidad. Y nada más lejos de la realidad en los servicios que Renfe presta en las líneas del tercer mundo. No, no me refiero a líneas que pudieran transitar por Ruanda o Haití. Me refiero, en concreto, a la línea de cubre el trayecto entre Cáceres y Sevilla. Sin ir más lejos. Y viceversa.

Para Renfe, discapacidad es un concepto que se esconde en el acrónimo PMR, pero bien escondido, claro.

En bastantes viajes que hemos realizado en ese trayecto con la capital andaluza, nunca hemos visto subir a viajeros PMR según el concepto “renfe”. Es decir, personas en sillas de ruedas. Como si la discapacidad o la movilidad reducida se redujera (aún más) a tener que ir en silla de ruedas.

Porque un trayecto que dura casi 5 horas (4 horas y 42 minutos, según la web) necesita algo que el tren modelo 18779 o 18775 no tiene: mantenimiento. Mantenimiento que el usuario pueda ver cuando accede al vagón, ya que del otro, el de la mecánica, los frenos, los sistemas de seguridad no tenemos ni idea si se hace o no.

En más de una ocasión, y en más de dos, acceder al tren, en la salida de la estación de Cáceres o en la de Santa Justa, y comprobar que el WC adaptado no funciona, puede parecer un inconveniente para cualquier viajero sin problemas de desplazamiento o estabilidad, que puede utilizar “el otro” aseo. Pero para una persona con esas dificultades es un gravísimo hándicap. Moverse por un tren que va dando bandazos por vías tercermundistas, es un arriesgado ejercicio físico.

El 20 de agosto de 2016, una viajera, mi esposa, se encontró con ese problema: no poder hacer uso del WC adaptado porque estaba inutilizado antes de arrancar el tren en Santa Justa la obligó a tener que desplazarse hasta “el otro” aseo. Resultado: llegada a Cáceres, dejar el equipaje y a urgencias.

Resultado más desagradable aún: la sinvergonzonería de Renfe y de la compañía de seguros Allianz, a la que tiene contratado el seguro de accidentes de viaje. Si se juntas dos empresas cuyo única máxima es el mínimo gasto (Renfe) y el máximo beneficio (Allianz), la consecuencia es obvia: perjuicio para el viajero accidentado.

En esas estamos aún, en la pelea con una empresa de servicio público que el único servicio que parece prestar, al menos en Extremadura, es que sus directivos tengan asegurados unos elevados sueldos a costa del dinero público.

Y en esas estábamos hasta que el día 12 de octubre teníamos que volver a subir en Santa Justa al tren 18779. Y al subir, una alegría: un trabajador de la limpieza salía del WC adaptado y dejaba su suelo recién fregado. Bien… ¿o no?

Pues no. Porque mientras veíamos al limpiador caminar todavía por el andén comprobamos que las letras WC, en rojo, tenían una línea diagonal, también en rojo, intermitente: el WC adaptado estaba, cómo no, inutilizado.

wc-adaptado

Renfe miente con descaro y falta de vergüenza en su página web cuando habla de accesibilidad. La falta de mantenimiento, los recortes que no afectan a los sueldos (que no salarios, es otro concepto) de los directivos.

Como nos quedaban 5 horas de viaje, a las 17:02 comuniqué a @inforenfe (canal de propaganda de la empresa) la situación. Y como no recibí respuesta (¿qué respuesta puede dar un tuitero desde una pantalla en Madrid para un usuario del tren que circulará por no se sabe qué territorios del inframundo?), reiteré mi comunicación. Y así sin respuesta. Solución: reiterar una y otra vez vía twitter. Hasta que el tuitero de turno de @inforenfe me bloqueó. Y del @renfe, también

Decidí pedir al interventor del tren una hoja de reclamaciones. Y mi sorpresa fue cuando el interventor me dijo que le habían llamado desde Madrid, desde “atención al viajero” de Renfe para preguntarle qué estaba pasando, que había un bombardeo vía twitter quejándose. Éramos mi esposa y yo.

El interventor nos dijo que había contestado que, efectivamente, el WC adaptado había salido desde Santa Justa inutilizado y que él no lo había podido resetear porque el depósito del agua estaba vacío.

Poco rato después, el interventor nos comunica que le han llamado desde Santa Junta para decirle que habían llamado desde Madrid pidiendo explicaciones y, entre otras, que cómo había podido salir el tren con el WC inutilizado.

Y a todo esto, Renfe incumple la Ley de Discapacidad, pero nadie, ni el Ministerio ese de la señora Báñez (¡cuándo se habrá visto en otra más gorda!) ni la Junta de Extremadura, cuyo Presidente se manifiesta adalid en apoyo a la discapacidad, han iniciado, ni por asomo, ninguna investigación, ni mucho menos, una simple consulta sobre el cumplimiento de esa Ley a Renfe.

Renfe, en Extremadura, hace de su capa un sayo, y, como decía el final de la sentencia de Rafi Escobedo, lo hace sola y/o en compañía de otros. De la Junta de Extremadura. Por ejemplo.

Renfe incumple la Ley de Discapacidad y los organismos responsables de hacerla cumplir también, y por ello no se convierten en actores por omisión, sino en cómplices, puros cómplices. El Ministerio y la Junta de Extremadura.

Vale.

¿Puede un tren que va a realizar un trayecto de prácticamente 5 horas salir de su estación de origen con el WC adaptado fuera de servicio? Claro que puede, si es RENFE por supuesto. Esta lamentable situación obliga a todos los pasajeros, vayan en el coche que vayan, a desplazarse hasta el coche 3 a usar el único WC disponible.

¿Puede una persona con dificultades de estabilidad sufrir un accidente en un tren cuyo traqueteo resulta, en muchos tramos, hasta dificultoso para un deportista? Claro que puede, si es en un tren de RENFE, por supuesto.

La desvergonzada política de recortes que se aplica por unos gobiernos sumisos (en su acepción made in Sade) llega a RENFE y ADIF, donde sus directivos se aplican con fruición a ser más recortadores que Montoro, para hacer méritos y que sus retribuciones sigan siendo de escándalo.

En el tren MD-18.779, con salida de la Estación de Sevilla Santa Justa a las 17:20 h y llegada prevista a las 22:00 a la Estación de Cáceres, el WC adaptado se encontraba fuera de servicio. Fuera de servicio porque el depósito no había sido vaciado ¿desde cuándo no se limpia?

A la altura de la estación de Cazalla – Constantina (aproximadamente a las 18:35 horas), una pasajera (mi esposa) que viaja en el coche 2 necesita hacer uso del WC. No pudiendo utilizar el adaptado (elegimos coche 2 y unos asientos determinador por cercanía a dicho WC adaptado), mi esposa, aprovechando la parada se dirige al WC del coche 3. Cuando termina de hacer uso del mismo, el tren ya ha reanudado su marcha. Las dificultades de estabilidad de mi esposa se ven incrementadas por los movimientos del tren, produciéndose una caída sobre una mesa metálica. Los usuarios de coche son escasos y no se percatan de lo sucedido a mi esposa. La ayudo a llegar a nuestros asientos, no sin dificultad, porque los movimientos del tren en ese tramo son realmente violentos si no puedes asirte con firmeza.

Resultado: llegada a Cáceres, llegada a casa, dejar las maletas y marchar, en taxi, al servicio de urgencias del Hospital San Pedro de Alcántara. Espera, con fuertes dolores en la pierna derecha, hasta que por fin se le realiza una radiografía y posterior consulta con la médico de guardia. Salvo la espera, larga, el trato del personal de urgencias alivia, mínimamente los dolores.

Afortunadamente, no existe lesión ósea (para una persona diagnosticada de osteoporosis, es una buena noticia), sí una fuerte y dolorosa magulladura, con un hematoma aparatoso.

Los dolores morales, esos no tienen diagnóstico. La gestión de RENFE y ADIF sí: desvergüenza.

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Como usuario de los trenes, el trato que el gobierno central da, desde hace demasiado tiempo, a Extremadura es un síntoma: la necesidad de liquidar, de una vez por todas, monstruos como RENFE y ADIF. Liquidarlos en el sentido que se utilizaba para ese verbo en el Chicago de los años 20.

Que el gobierno central desprecie a Extremadura no es nuevo. Que desde el gobierno de Extremadura haya la sumisión que hubo durante el mandato de Monago en coyunda con Izquierda Unidad y que ahora continúa sin nadie, ni Fernández Vara, que alce la voz y diga las cosas como son, con un lenguaje sencillo y directo… eso tiene un nombre.

El abandono con el que ADIF trata las infraestructuras ferroviarias en Extremadura no sería posible sin la complicidad desde esta tierra. El desprecio con el que RENFE gestiona “el material rodante” que pasa por Extremadura no sería posible si no hubiera pasividad desde esta tierra.

Y en conjunto del estado, por lo que se sabe, hace necesario liquidar RENFE. Pero liquidar los sueldos de sus directivos, mandarlos al paro con una mano delante y la otra detrás, que sobrevivan si pueden, pero antes hacer una auditoría seria y real y saber cómo, cuándo y por qué han terminado por hundir a la empresa.

Liquidar RENFE, ya, es una necesidad. Que sus despreciables directivos se vayan a tomar por saco, una urgencia. Ya.

Mientras, desde Extremadura debería decirse: “Con la mierda de servicios que dais, que por esta tierra no circule ni un solo tren de desprecios”.

Vale.

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Modelo de Vagón de Primera Clase del AVE Madrid – Lisboa, próximo a entrar en servicio en el tramo Madrid-Cáceres

Días atrás, Mariano Rajoy inauguró la línea de AVE hasta León, desde Valladolid. Una línea de alta velocidad que ha nacido con algunas cuestiones dignas de tomarse en cuenta. La primera, que para asistir a la inauguración, Rajoy dejó plantado al Senado: prefirió ir a una inaguración antes que responder a las preguntas de los parlamentarios. Ese es su alto concepto de la democracia.

La segunda, que es una línea que cuenta con un solo tren. Es decir que las “conexiones” (los trayectos ida/vuelta) no pueden ser muchos. Y curiosos. ¿Cómo es posible que en la web de Renfe para ir de Madrid a León en alta velocidad haya que hacer transbordo? Bueno, sí, es un trayecto MD/AVE (un trozo en media distancia otro en AVE). O lo que es lo mismo, una chapuza.

La tercera, el episodio de Valladolid, donde su alcalde, el socialista Óscar Puente, se negó a participar en el viaje inaugural y se limitó a entregar a Rajoy una carta de los vecinos de La Pilarica, que han quedado aislados con las obras del AVE.

O lo que es lo mismo: Rajoy desprecia al Senado para hacerse un reportaje fotográfico, inaugura una chapuza y además, ignora el aislamiento de unos vecinos.

Algo así puede pasar en Cáceres. Digo lo del aislamiento.

Mientras hoy la alcaldesa Elena Nevado se muestra jubilosa por la aprobación de los proyectos básicos de conexiones Norte y Sur de la plataforma del AVE con Cáceres. Unos proyectos básicos que mantienen la decisión del Ministerio de Fomento de que la estación de Cáceres continúe siendo la actual.

Esto supone, sin más, condenar definitivamente a la Barriada de Aldea Moret al mayor de los aislamientos. El proyecto básico aprobado, por el Sur arranca desde la vía a la salida de la zona del Poblado Minero y tiene un primer punto de análisis técnico más relevante a resolver que es el paso bajo la EX-100. Un paso que se hará bajando, no mucho por cierto, la rasante de la plataforma y, pasado dicho punto, hasta la plataforma ya construida a pies del Cerro de los Romanos en dirección a Aldea del Cano, la vía prevista en ese tramo tendrá una considerable pendiente, que los autores del proyecto reconocen y que plantean medidas para reducir la inclinación.

Todo ello, por no plantear una mejor solución. Una solución que no sometiera a desprecio a todos los vecinos de Aldea Moret, que serán condenados a un solo acceso de enlace con la ciudad.

Una solución que podría ser un nuevo emplazamiento de la estación, al otro lado del Cerro de Cabezarrubia, por ejemplo, y que no harían necesaria tanta inclinación como la prevista en el enlace Sur. O, también, el soterramiento de la plataforma, tanto desde el acceso Norte, pasando la vía bajo la C.N.521, y mantener ese soterramiento en la propia estación, dejando las vías y los andenes de Alta Velocidad a una altura inferior de la actual plataforma. Ese soterramiento, que es cierto que más costoso. Pero supondría conseguir una alta permeabilidad urbana y romper, de modo definitivo el aislamiento de Aldea Moret.

Claro, que esto es algo que poco interesa a quienes apuestan todo a que llegue un tipo de tren que les permita salir en una foto, pero que desprecian a los vecinos, a los muchos vecinos de una poblada barriada, y que olvidan que el ferrocarril no es todo alta velocidad, que puede ser y debe ser también una red de buenas vías para permitir otros trayectos.

El actual ferrocarril convencional en Extremadura es un desastre. Un desastre con trayectos que para 270 km, como es el de Cáceres-Sevilla, o 300, Cáceres-Madrid, el tiempo de viaje supere con creces las 4 horas (eso sin contratiempos).

Al mismo tiempo que se reclama (muchos no saben para qué) un tren de alta velocidad, debería reclamarse una mejora sustancial del ferrocarril convencional, con dos puntos básicos: la mejora de la red de vías y el mejor mantenimiento del material rodante.

Pero mientras que se aplauda con las orejas un proyecto básico (ahora hay que redactar el de ejecución, que lleva su tiempo), en base al que se condena al aislamiento a todo un barrio, y se olvide (porque, teniendo coche oficial ¿para qué ir en tren?) el tren convencional, seguiremos dando muestras de tener, como los paisanos de Gila, la frente estrecha estrecha, que entran las ideas a rastras, cada año una, los años bisiestos dos.

A quienes desean mantener una situación de aislamiento a costa de hacer una política de vía estrecha, les vendría bien darse unos viajecitos en tren a Madrid desde Cáceres, a ver a Mariano Rajoy, o a Sevilla, a saludar a Moreno Bonilla, y volver. Seguro que cambiaban de opinión.

Vale.

P.D. Que alguien pregunte a la alcaldesa de Cáceres qué opina de las clotoides del acceso Sur.