¿Puede un tren que va a realizar un trayecto de prácticamente 5 horas salir de su estación de origen con el WC adaptado fuera de servicio? Claro que puede, si es RENFE por supuesto. Esta lamentable situación obliga a todos los pasajeros, vayan en el coche que vayan, a desplazarse hasta el coche 3 a usar el único WC disponible.
¿Puede una persona con dificultades de estabilidad sufrir un accidente en un tren cuyo traqueteo resulta, en muchos tramos, hasta dificultoso para un deportista? Claro que puede, si es en un tren de RENFE, por supuesto.
La desvergonzada política de recortes que se aplica por unos gobiernos sumisos (en su acepción made in Sade) llega a RENFE y ADIF, donde sus directivos se aplican con fruición a ser más recortadores que Montoro, para hacer méritos y que sus retribuciones sigan siendo de escándalo.
En el tren MD-18.779, con salida de la Estación de Sevilla Santa Justa a las 17:20 h y llegada prevista a las 22:00 a la Estación de Cáceres, el WC adaptado se encontraba fuera de servicio. Fuera de servicio porque el depósito no había sido vaciado ¿desde cuándo no se limpia?
A la altura de la estación de Cazalla – Constantina (aproximadamente a las 18:35 horas), una pasajera (mi esposa) que viaja en el coche 2 necesita hacer uso del WC. No pudiendo utilizar el adaptado (elegimos coche 2 y unos asientos determinador por cercanía a dicho WC adaptado), mi esposa, aprovechando la parada se dirige al WC del coche 3. Cuando termina de hacer uso del mismo, el tren ya ha reanudado su marcha. Las dificultades de estabilidad de mi esposa se ven incrementadas por los movimientos del tren, produciéndose una caída sobre una mesa metálica. Los usuarios de coche son escasos y no se percatan de lo sucedido a mi esposa. La ayudo a llegar a nuestros asientos, no sin dificultad, porque los movimientos del tren en ese tramo son realmente violentos si no puedes asirte con firmeza.
Resultado: llegada a Cáceres, llegada a casa, dejar las maletas y marchar, en taxi, al servicio de urgencias del Hospital San Pedro de Alcántara. Espera, con fuertes dolores en la pierna derecha, hasta que por fin se le realiza una radiografía y posterior consulta con la médico de guardia. Salvo la espera, larga, el trato del personal de urgencias alivia, mínimamente los dolores.
Afortunadamente, no existe lesión ósea (para una persona diagnosticada de osteoporosis, es una buena noticia), sí una fuerte y dolorosa magulladura, con un hematoma aparatoso.
Los dolores morales, esos no tienen diagnóstico. La gestión de RENFE y ADIF sí: desvergüenza.
Como usuario de los trenes, el trato que el gobierno central da, desde hace demasiado tiempo, a Extremadura es un síntoma: la necesidad de liquidar, de una vez por todas, monstruos como RENFE y ADIF. Liquidarlos en el sentido que se utilizaba para ese verbo en el Chicago de los años 20.
Que el gobierno central desprecie a Extremadura no es nuevo. Que desde el gobierno de Extremadura haya la sumisión que hubo durante el mandato de Monago en coyunda con Izquierda Unidad y que ahora continúa sin nadie, ni Fernández Vara, que alce la voz y diga las cosas como son, con un lenguaje sencillo y directo… eso tiene un nombre.
El abandono con el que ADIF trata las infraestructuras ferroviarias en Extremadura no sería posible sin la complicidad desde esta tierra. El desprecio con el que RENFE gestiona “el material rodante” que pasa por Extremadura no sería posible si no hubiera pasividad desde esta tierra.
Y en conjunto del estado, por lo que se sabe, hace necesario liquidar RENFE. Pero liquidar los sueldos de sus directivos, mandarlos al paro con una mano delante y la otra detrás, que sobrevivan si pueden, pero antes hacer una auditoría seria y real y saber cómo, cuándo y por qué han terminado por hundir a la empresa.
Liquidar RENFE, ya, es una necesidad. Que sus despreciables directivos se vayan a tomar por saco, una urgencia. Ya.
Mientras, desde Extremadura debería decirse: “Con la mierda de servicios que dais, que por esta tierra no circule ni un solo tren de desprecios”.