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Don Tancredo

cercadelasretamas —  febrero 9, 2016 — Deja un comentario

Hoy, diversos medios recogen informaciones y/o conjeturas sobre la actividad de Mariano Rajoy, presidente del PP y del Gobierno en funciones, desde el 20D, centradas básicamente en dos líneas: su intento de evitar a toda costa que haya debate de investidura, incluido el suyo propio, y en la necesidad en la que se ve ahora de participar, de algún modo, en el proceso de negociaciones que lleva a cabo Pedro Sánchez, tras el encargo del Jefe del Estado.

La actitud seguida hasta ahora por Rajoy ha sido, en el primer caso (no a cualquier debate de investidura) lo más parecida a lo que en términos taurinos se denomina “hacer el Don Tancredo”. Veamos lo que dice la Wikipedia sobre esta suerte:

El don Tancredo, o la suerte de don Tancredo, era un lance taurino con cierta afición en la primera mitad del siglo XX. Consistía en que un individuo que hacía el don Tancredo, esperaba al toro a la salida de chiqueros, subido sobre un pedestal situado en mitad del coso taurino. El ejecutante iba vestido con ropas generalmente de época o cómicas, y pintado íntegramente de blanco. El mérito consistía en quedarse quieto, ya que el saber de la tauromaquia afirmaba que al quedarse inmóvil, el toro creía que la figura blanca era de mármol y no la embestía, convencido de su dureza.
Normalmente el Tancredo era interpretado por personas desesperadas a la búsqueda de ganar dinero fácil y con poco que perder, ya que eran numerosas las cogidas que se producían.

don tancredo

Aguafuerte. Picasso. 1957

Efectivamente, quedarse parado en medio de la incertidumbre esperando que todos los vientos soplen a favor, es hacer el Tancredo. Incluso cuando no hay viento.

Lo que ha aparecido ante los ojos de los ciudadanos como una actitud indolente del presidente del Partido Popular, el más votado el 20D, no era tal, sino una decisión desesperada que la decisión del Jefe del Estado de proponer a Pedro Sánchez pareció no verse afectada en un principio, pero que los acontecimientos y las noticias de la posibilidad de que las remotas opciones que tiene el Secretario General del PSOE se puedan convertir en reales, han hecho tambalear el pedestal en el que se había subido la noche del 20D Mariano Rajoy.

Bajarse del pedestal, por voluntad propia o empujado por los suyos que le quieren mover la silla, será el momento en el que veamos qué capacidad tiene de llegar a acuerdos, de negociar alguien que nunca lo ha tenido que hacer: esperó, paciente, que el dedo todopoderoso de Aznar le designara, y se parapetó en su mayoría absoluta del 20N de 2011 para sentirse tan seguro como que no necesitaba acordar nada con nadie.

Ahora, Don Tancredo ha de mezclarse con los que despreció desde el pedestal de sus 186 escaños, y habrá de recibir los reproches por la situación de podredumbre de su partido, acosado por una retahíla de casos de corrupción generalizada.

¿Qué podrá ofrecer y recibir en términos de acuerdos y desacuerdos quien, más allá de las imposiciones de la llamada troika –imposiciones económicas- se ha dedicado a la destrucción del sistema de derechos y libertades? Quien ha promovido la Ley Mordaza o la LOMCE o ha convertido la radio y televisión públicas en un reducto de manipulación a su servicio, no tiene políticamente bagaje alguno con el que mostrarse a los demás.

La fantasmagórica “recuperación económica” tampoco le puede servir de aval, ya que se debe en gran parte a nuestra dependencia energética aliviada y mucho por la bajada de los precios del petróleo. Fantasmagórica recuperación porque solamente unos cuantos privilegiados parecen verla y no el común de los ciudadanos.

Ahora, cuando la realidad parece aplastarle, consiga o no Pedro Sánchez formar gobierno, Mariano Rajoy sale de la casa okupa de La Moncloa sin saber si a la vuelta de cualquier reunión tendrá ya hecha las maletas.

Quien ha hecho todas sus comparecencias como candidato desde el 20D desde la presidencia del gobierno cuando es un presidente prestado, tendrá que ir ahora adonde le llamen, tendrá que ser él que sea recibido previa cita.

Ahora, Don Tancredo, bajado de su pedestal, pero vestido con las mismas prendas cómicas que le han hecho carne de memes, vagará por donde le lleven y verá como los miembros de su cuadrilla buscan unos acomodo en los burladeros y otros incluso amagan con echarse al ruego para apartarlo en sus pasos perdidos.

Vale.

Los datos del último barómetro del CIS se corresponden con un trabajo de campo de hace un mes, es decir, hace un mundo. Pero, claro, cuando se publica cualquier cosa, su análisis (o su utilización publicitaria, según se mire) depende de los intereses del futuro de quien los analiza.

Así, estos datos han dado lugar a tres interpretaciones. La primera, la del Partido Popular, que, según Pablo Casado (aquel que era botijero en los negocios de Aznar con Libia) es una buena noticia porque Podemos adelanta al PSOE. La segunda, la del PSOE, que dice que los datos son de hace un mes y desde entonces ha llovido. La tercera, la de Podemos, que, en boca de Errejón, no son datos fiables porque todavía no se había conocido el último estallido de la corrupción en Valencia.

Como puede apreciarse, al PP le interesa destacar que el PSOE cae en porcentaje de votos, al PSOE que las cosas han cambiado desde hace un mes, y Podemos, Errejón mediante, ha hecho un “análisis” de casta.

¿Qué cosas han cambiado?

Ha cambiado que el Presidente del PP (que según sus estatutos es su “representante legal”, está ya formalmente llamado a deponer en el juzgado por un posible delito de destrucción de pruebas) ha demostrado que como político y como “patriota” es un auténtico cobarde, incapaz de asumir sus responsabilidades.

Ha cambiado, por el contrario, que el PSOE, por medio de Pedro Sánchez, ha asumido el intento de formar gobierno, de asumir un grado de responsabilidad de la que ha huido Rajoy.

En cambio, donde más cambios se han producido es en el Club de Fans de Pablo Iglesias. Ha cambiado que se han descubierto como un Club cuya máxima figura tiene un ego político de enormes proporciones. Y eso deslumbra.

Ha cambiado también una cosa de gran importancia pero a la que los medios (y esto no es un recurso, es una realidad que tiene que ver con la degradación del periodismo) no acuden porque lo que les interesa es el deslumbramiento. Siempre que ese deslumbramiento perjudique al adversario político (en el caso de Podemos, no tienen adversarios, tienen enemigos). La encuesta del CIS, el trabajo de campo se hizo antes de que el sabio en Ciencias Políticas Pablo Iglesias hiciera un espantoso ridículo en el Congreso, cuando propuso que su “entorno” tuviera 4 grupos. El sabio Pablo demostró no tener ni idea del Reglamento del Congreso  Y esto es así… aunque sus fans, los pabliebers, nunca lo entenderán.

Porque si “las confluencias” no pueden tener representación propia en el Congreso, es más que dudoso que en unas próximas elecciones quieran ser comparsas de Pablo Iglesias y sus mariachis y repetir el modelo. De hecho, Compromís ha desgajado de Podemos cuatro diputados, que han pasado al grupo mixto. Si Pablo Iglesias quiere presentarse en Valencia, seguramente deberá asumir que tendrá que competir con Compromis, y su resultado disminuirá, porque dividirá más aún el voto de izquierdas.

En Catalunya, Ada Colau (con un ego político tanto o más universal que el de Pablo) ya ha lanzado que creará un partido propio, para disputar el terreno a Esquerra… y de paso a Podemos, que, también, debería hacer como en Valencia, presentarse para seguir fragmentando el voto.

Y en Galicia, tres cuartos de lo mismo.

La desaparición de las confluencias de la suma de Podemos desvirtúa, y mucho, la encuesta del CIS y pone bastante sordina a la efervescencia de Podemos y a los deseos de Pablo Casado de que los PBI desbanquen al PSOE (Proetarras Bolivarianos Iranizados). Al PP cualquier mierda le vale para atacar a los que no se acunan a sus brazos. A Podemos se le tiene que ganar haciendo política. Y de eso el PP no sabe.

El PSOE ya tiene bastante con lo suyo. Y si en eso “suyo” consigue Pedro Sánchez formar gobierno, seguramente el farol de Iglesias se confunda con la niebla.

La encuesta del CIS no es más que una persiana que se sube o baja según los deseos de quien las comenta.

Vale.

Utilizando términos técnicos, en muchas ocasiones hacemos, en nuestros diálogos, en nuestros análisis, diacronía y sincronía.

Diacronía: Evolución de un hecho, un fenómeno o una circunstancia a través del tiempo. Ej. «la diacronía de los acontecimientos políticos»

Sincronía: Coincidencia en el tiempo de dos o más hechos, fenómenos o circunstancias, especialmente cuando el ritmo de uno es adecuado al de otro.

En términos más coloquiales, decimos que las cosas no son como empiezan, sino como terminan. O si tiramos de un símil taurino, hasta el rabo todo es toro.

Pues así estamos, en el eterno dilema de la sincronía y la diacronía.

En estos tiempos de la información instantánea y de la noticia caliente, su difusión puede llevarnos a pensar que esa noticia, esa información instantánea ya es inmutable, a hacernos creer que la sincronía con la que la percibimos permanecerá inmutable en el futuro, sin ser sometida a una evolución (evaluación) futura.

A mi juicio, el enorme flujo de información que recibimos, la cantidad ingente de impactos que soportamos, nos produce una ensoñación de estar viviendo un momento único, que en función de nuestros intereses o de los intereses de la fuente de la información, nos hará sentirnos felices o desasosegados.

La pérdida constante (por bombardeo) de la capacidad crítica, de discernimiento entre lo que es información, lo que es noticia, de lo que son propaganda y relaciones públicas forma parte de nuestro paisaje.

Vamos perdiendo capacidad crítica a la hora de evaluar noticias, al mismo tiempo que las fuentes de las noticias (generalmente, medios de comunicación) nos venden productos adulterados y pierden rigor y credibilidad.

Baste el ejemplo de la situación política española tras el 20D. Y tomemos en ese ejemplo el pasado viernes, día 22 de enero. Ese día, correspondía que fueran recibidos por el Jefe del Estado los líderes de los tres partidos que más escaños habían obtenido el 20D. Se produjeron tres hitos informativos, correlativos en el tiempo pero que forman un todo único, en un solo día, superpuestos entre sí.

En primer lugar, Pablo Iglesias planteó directamente al Jefe del Estado su propuesta de un pacto político con el PSOE, y con, incluso, una distribución de “carteras ministeriales” para lo que no había consultado nada con el otro partido afectado.

En segundo lugar, mientras Iglesias daba una estaliniana rueda de prensa, rodeado de su politburó, el Jefe del Estado informaba a Pedro Sánchez de su pacto con Podemos, se supone con el secretario general socialista poniendo cara de haba.

En tercer lugar, tras la rueda de prensa de Iglesias, la posterior de Sánchez, en la que dejaba correr el tiempo, sin rechazar el farol de Podemos, Mariano Rajoy tomaba la decisión que a la tarde trasladaría a Felipe VI: pasar su turno en la investidura hasta mejor ocasión (fracaso de la de Pedro Sánchez confiando en que no llegaría a buen puerto un acuerdo PSOE-Podemos).

El fuego de artificio provocado por Pablo Iglesias ha producido aturdimiento en unos, ceguera en otros y ha dejado en muchos casos la sensación de que ya está todo hecho y que será lo que Iglesias quiere, sin más (sincronía).

Pero aquí es donde entra el concepto de diacronía. O cómo evolucionará el asunto en el futuro. El adanismo con el que se mueve Podemos en las procelosas aguas de reglamentos, negociaciones, acuerdos… se vio reflejado en el esperpento vergonzoso de la formación de los grupos parlamentarios, que en cualquier partido político europeo (excepto en los españoles) habría provocado dimisiones en su cúpula. Pero en ese delirante vodevil, la dirección de Podemos demostró que ya es “casta” y se comporta como tal: nadie asume ninguna responsabilidad por el espectáculo.

Ahora toca negociación entre unos recién llegados, cargados de petardos de colores, con un partido asentado en su historia y sus estructuras, cubierto de contradicciones de las que suele surgir habitualmente una respuesta concreta. Ahora veremos en qué queda el órdago de Pablo Iglesias y su consistencia. Eso sí, un detalle: si el farol se apaga y queda como una tenue velita, las llamadas “bases de Podemos” deberían, si consiguen despertar del deslumbramiento, pedir explicaciones. No lo harán, porque el politburó no lo querrá.

gobierno machista

Fotomontaje de Al Rojo Vivo, La Sexta, con el «gobierno» propuesto por Pablo Iglesias. ¿El deseo de García Ferreras?

En todo ese farol y puesta en escena de Pablo Iglesias dando los nombres de ministros y reservándose la Vicepresidencia, un par de detalles. En la fotografía del “gobierno” que resultara de la propuesta de Iglesias, solamente una mujer, ese es el valor que da Iglesias a las mujeres que forman Podemos. «Fotografía/fotomontaje» hecho por el equipo de García Ferreras en tiempo récord, dijo, seguramente ocultando que tenía la información previa. Y otro detalle, el ministro de Defensa. Iglesias habló (¡asombroso!) de la gran preparación personal del Jefe del Estado y de su conocimiento de los datos de la realidad (¿síndrome de La Zarzuela, Pablo?). Seguramente desconoce que dentro del papel del Rey en la Constitución está el del mando supremo de las Fuerzas Armadas, y que algo tendrá que decir de quién vaya a ser ministro de Defensa. Y, por supuesto, así y todo se producen nombramientos tan desafortunados como el de Pedro Morenés.

Este último, un detalle sin importancia. Como el del desconocimiento del Reglamento del Congreso.

Vale.

 

Decía en una anterior entrada que ahora, cuando se ha constituido el Parlamento (Congreso y Senado) lo que toca es hacer Política. Pero parece que no, que lo que le interesa a Podemos es seguir con el teatro. Pero en los alrededores del teatro no se ve mucha mierda, porque solo compran entradas los que tienen ya los abonos en los círculos.

Hoy, Pablo Iglesias ha ofrecido un espectáculo teatral, diciendo que le había comunicado al Rey (por cierto, del que ha dicho que está muy preparado para ser monarca) que habría un gobierno entre Podemos, el PSOE e IU. Gobierno en el que el mismo Pablo sería Vicepresidente, otros miembros de su Politburó ministros, y Alberto Garzón también ministro.

Golpe de teatro muy del gusto de quienes, a pesar de tantos círculos y tantos estudios y títulos, todavía no se han enterado de que la política es otra cosa. Y su pretensión, su programa máximo (eliminar al PSOE) no parece que lo vaya a conseguir por esa vía. El Mesías no se ha leído los evangelios de la política.

Ese golpe de teatro ha sido recibido con calma, mucha calma (al menos aparente) por Pedro Sánchez. Y el efecto colateral se ha producido a la hora de la tarde.

Porque para teatro todavía de aficionados, las compañías estables tienen sesudos estudios de puesta en escena. Y Mariano Rajoy ha escenificado la otra parte que le faltaba a la propuesta de Iglesias: ha dado un paso atrás.

Si la propuesta de Iglesias ponía a Sánchez Castejón entre la espada y la pared, tenemos claro quién es la espada y quien la pared. Acabar con el PSOE debería saber Pablo Tsipras que no le garantiza, ni mucho menos, que su partido se hará con toda la izquierda.

Hay que hacer política. No teatro. Los ciudadanos no hemos votado a los partidos para que un día sí y otro también nos escenifiquen malas escenas de teatro o que para observemos que la puesta en escena preparada con el Mesías delante y sus apóstoles un paso detrás sea el mensaje. Los ciudadanos hemos votado para que los partidos y sus dirigentes hagan política.

No hay que olvidar que cuando se trata de hacer política, la de verdad, la que luego se publica en los Diarios de Sesiones, o en los Boletines de las Cámaras o en el BOE, no hay teatro que valga. A mí, como ciudadano, lo que me vale de la política es lo que veo, leo y puedo, tranquilamente, analizar. La puesta en escena, el guión preparado y avisado al amigo García Ferreras, es puro teatro que no va a ningún sitio. Es gaseosa.

Gaseosa a la que esta tarde Mariano Rajoy, en una jugada igualmente teatral, le ha dejado que se le vaya todo el gas. Rajoy ha dejado sin gas la bravata de Iglesias y le ha puesto en la tesitura de hacer política: ahora no tendrá más remedio que asumir que el PSOE tiene más escaños (parece mentira que no quieran saber que en el Congreso valen los escaños conseguidos en función del sistema electoral) y que cuando se sienten a negociar no valdrán puestas en escena.

Rajoy ha puesto toda la presión que le faltaba en Pedro Sánchez. Por si le faltaba poca. Da la impresión de que le ha tomado la palabra. Rajoy espera que Pedro Sánchez acepte intentar formar un gobierno con Podemos e IU y que fracase, que es la misma intención, la misma de Iglesias: acabar con el PSOE.

Hacer teatro no es política. Que Rajoy haga mutis por el foro porque Iglesias le ha cambiado el libreto, es la misma escena. A los dos, a Rajoy y a Iglesias, a falta de capacidad política les sirve con el teatro. Les sirve eso para conseguir su objetivo: ir a nuevas elecciones y culpar de ello al PSOE.

Ah, y un detalle: he escuchado la rueda de prensa de Pablo y me ha llamado mucho la atención lo bien que ha dicho que Felipe VI está muy preparado, muy bien informado. Espero que los republicanos de Podemos (si hubiera alguno, que lo dudo) hayan tomado nota. Si es por Pablo Iglesias la Republica, de entrada, no.

Vale.

Política

cercadelasretamas —  enero 18, 2016 — 1 Comentario

En la www.rae.es, el vocablo “política” tiene diversas acepciones. Por ejemplo, estas:

  1. f. Arte, doctrina u opinión referente al gobierno de los Estados.

  2. f. Actividad de quienes rigen o aspiran a regir los asuntos públicos.

  3. f. Actividad del ciudadano cuando interviene en los asuntos públicos con su opinión, con su voto, o de cualquier otro modo.

Pues eso, política es… hacer política. Y claro, ese hacer depende de quién lo haga, cómo, cómo se perciba…O no hacerla, no “meterse” en política, que es lo que recomendaba Franco a los afines para que pudieran medrar. O lo que quienes desde el ejercicio de un cargo político recomiendan a quienes les critican con aquello de que “lo politizan” todo.

No es lo mismo hacer política antes de una cita electoral (entonces se llama campaña) que hacer política cuando los ciudadanos ya han decidido con su voto (acepción 9 de la RAE).

Las elecciones del 20D arrojaron un resultado fragmentado, que señaló que ningún partido estaba, está, en disposición de formar gobierno sino es con el apoyo por activa (pacto de legislatura o acuerdo de gobierno) o por pasiva (acuerdo político por la abstención de uno o varios partidos para permitir un gobierno en minoría). En realidad, una vez constituidas las Cortes Generales, no cabe hablar en materia de pactos estrictamente de partidos, sino de grupos parlamentarios.

Ahora, con un resultado fragmentario, es cuando los líderes (en mi opinión, eso de líder es algo que se aplica a cualquiera, aunque no tenga capacidad de liderazgo alguna) han de “hacer política”, cuando deben demostrar su capacidad de llegar a acuerdos o de su habilidad para que el adversario no consiga acuerdos, que también se produce.

El “arco parlamentario” que dibuja el Congreso de los Diputados debería, a los ciudadanos, animarnos a participar más activamente en política, y a los dirigentes de los partidos a demostrar si son o no líderes. Pero esa tarea es asumida, en exclusividad, por los medios de comunicación (convencionales o menos convencionales) que lanzan todo tipo de informaciones orientadas a hacer caer el acuerdo donde más les interese.

Así, mientras parece que el PP lo tiene prácticamente imposible (ojo, prácticamente), y que Mariano Rajoy ya tiene claro (casi claro) que no repetirá, el siguiente partido con alguna opción de formar gobierno, el PSOE, se ve asaetado por todos los flancos, tanto para que se abstenga y deje gobernar al PP, como para que llegue a acuerdos con todos a la vez, menos con el PP.

O eso o nuevas elecciones.

En este panorama, la capacidad de hacer política viene determinada por acuerdos previos (lo que le sucede a Podemos y sus confluencias) o por acuerdos posteriores (el mandato envenenado del Comité Federal del PSOE a Pedro Sánchez), y por cómo se resuelvan. En el caso del PSOE, la acción política que parece verse está muy pegada a la ortodoxia, a resolver relaciones con los grupos minoritarios que pueden apoyar la candidatura de Sánchez a la presidencia del gobierno. En el caso de Podemos, su grandilocuente adanismo parlamentario (“por llega gente decente al Congreso”, el gesto de Carolina Bescansa amamantando a su hijo…) tropieza con el reglamento, algo tan árido que no cabe en la poética del asalto a los cielos.

Hacer política no es lanzar un mitin, o facilitar a los medios el titular que tape la realidad, hacer política es saber, tener capacidad o habilidad de que esos mensajes y esa poética encajen en el articulado del reglamento. El caso de los 4 grupos que quieren tener Podemos y sus confluencias demostrará si Pablo Iglesias tiene madera de líder político o simplemente es un predicador al que la realidad le devuelve de la ensoñación.

Vale.

Después del espectáculo de trileros protagonizado por Artur Mas y los anticapitalistas de La CUP, que ha culminado hoy con un acuerdo que tiene toda la pinta de mantener el status de la burguesía catalana, las derivadas se abren en un abanico de interés.

Pero, sobre todo, en un interés que no traslade al panorama nacional la sordidez cuasi gangsteril de cómo se ha llegado al acuerdo por el que La CUP se compromete a cambiar su grupo parlamentario hasta que todos sus miembros sean partidarios del mismo. También, el acuerdo determina que dos diputados de La CUP se integrarán de facto en el grupo de Junts pel Si. Y también que La CUP nunca votará junto con los demás partidos contrarios al llamado procès.

Sin embargo, no es necesario ser un fino analista para intuir que “la continuidad del procès” será el único arma con la que el Partido Popular y Mariano Rajoy tratarán de obligar, por tierra, mar y aire, al PSOE y Pedro Sánchez a que acepte “la gran coalición”, que es la única opción que tienen. A ese empeño se pondrán con fruición los medios de comunicación convencionales.

Del mismo modo que la única opción que Artur Mas (aunque ahora dé un paso al lado, que no atrás) continuara en el poder era la de que La CUP (anticapitalista y muy de izquierdas, dicen ellos) se arrodillara, veremos en los próximos días cómo se trata de doblegar al PSOE.

La gran trampa que acorrala alPablo_Iglesias_photo Partido Socialista es su propia definición, su propio criterio asumido de que “es un partido de gobierno”. A ese dilema entre ser un partido de gobierno y asumir que no ha ganado las elecciones lanzarán cuñas para abrir grietas entre los dirigentes del partido. De la fortaleza ideológica y de la fortaleza de las propias convicciones dependerán que las cuñas terminen abriendo definitivamente en canal al PSOE y se decida por apoyar la gran coalición. Y, en ese caso, firmar su acta de defunción y dar por concluida la historia que nació con Pablo Iglesias Posse.

No es cierto que la única opción para frenar el secesionismo catalán sea una gran coalición porque tendrá el efecto contrario: en Catalunya se verá como una continuidad del nacionalismo españolista con el que Mariano Rajoy, haciendo de Don Tancredo, ha conseguido aumentar exponecialmente el número de independentistas. La respuesta desde el Estado al desafío nacionalista no puede ser, en ningún modo, enfrentarlo a otro nacionalismo.

Esta retroalimentación entre los nacionalismos puede aprisionar al PSOE, que dejará, en ese caso, que la derecha siga campando por sus respetos. Baste un ejemplo: si se llega a esa coalición, única, no se olvide, única opción del PP de seguir gobernando, los recortes seguirán asesinando el estado del bienestar, esclavizando a los trabajadores, expulsando al exilio económico a miles de españoles. En este caso, el PSOE se convertirá en cómplice de la derecha.

Por otro lado, si Podemos persiste en su actitud de negar el pan y la sal al PSOE estarán engordando las opciones de Mariano Rajoy de seguir en el gobierno. No se puede responder al secesionismo catalán con otro nacionalismo, pero tampoco se puede abandonar a la mayoría de los españoles (incluidos la mayoría de los catalanes) a unas políticas austericidas si ponemos delante los territorios y no las personas. Si Podemos persiste en su interés en favorecer el referéndum en Catalunya (necesita para ello cambiar la Constitución y no tiene los suficientes, ni de lejos, apoyos) estará condenando a los ciudadanos de todo el territorio a seguir siendo gobernados por los austericidas.

Está bien que las críticas al PSOE por su actuación en el pasado sean vertidas legítimamente, y que el PSOE haga la autocrítica consecuente, pero no debe  convertirse en un muro. Un ejemplo, si el partido de Pedro Sánchez acepta revertir el artículo 135 de la Constitución a como estaba antes de su reforma alevosa, debería ser suficiente para que todas las izquierdas se unan en favor de los ciudadanos, por encima, muy por encima de los territorios.

Vale.

Mientras los medios sobreactúan hablando de pactos de gobernabilidad, con la tendenciosidad mayoritaria de presionar al PSOE para que pacte con el PP, antes la realidad es otra. Antes hay que constituir el Congreso de los Diputado.

Hay que elegir la mesa (presidente, vicepresidentes, secretarios), hay que constituir las comisiones parlamentarias y elegir las mesas respectivas de las mismas. Hay que determinar la composición de las mismas, los niveles de participación de los grupos políticos… Y es preciso, incluso antes, constituir los grupos políticos.

De momento, ya se sabe que el Partido Popular no tendrá los 123 diputados que el escrutinio oficial les otorgó. Gómez de la Comisión, diputado electo por Segovia, irá al grupo mixto por su condición de comisionista. Y otros tres diputados de formaciones regionales que han decidido no engrosar el grupo parlamentario popular. Algo así le ocurre al PSOE, que tendrá 89 diputados y no 90, por la salida de un diputado canario elegido en sus listas.

Tanto PP como PSOE no deberían tener dificultades en conformar sus grupos parlamentarios y elegir su dirección. ¿O sí, en el caso, del PSOE con los diputados catalanes?

Ciudadanos formará su grupo a la espera de nuevas elecciones o de un milagroso pacto a la alemana que les procure un hueco a la sombra del poder al menos por esta legislatura.

Los partidos nacionalistas no deberían tener dificultades en la obtención de sus grupos parlamentarios.

La verbena la podemos tener en… Podemos. De momento, esos mismos medios que quieren la coyunda PP-PSOE-C’s, ya se han encargado de airear que si se constituyen en cuatro grupos (Podemos, Marea gallega, En Comú y Compromís), conseguirían tantas asignaciones económicas como el PP con algo más de la mitad de diputados. Y en esa “acusación”, la formación que dirige Pablo Iglesias se encuentra a gusto. Porque esa acusación no deja ver la realidad que puede producirse.

Si finalmente los 69 diputados elegidos con Podemos® forman un solo grupo parlamentario, habrá que conocer las normas de funcionamiento que se dota. Y si, por ejemplo, en esas normas se incluye la disciplina de voto y a qué diputado se encarga de hacer las señales del mus.

Y, si por el contrario, deciden constituirse en cuatro grupos, será preciso que los demás partidos, singularmente PP y PSOE hagan una lectura amable del Reglamento para ello. Y aquí comienza el baile verbenero.

Las noticias que llegan del Congreso hablan de que, efectivamente, Podemos®, tiene la intención de constituirse en cuatro grupos, por lo que a partir de ese momento las tertulias mamporreras, que las hay, de Pablo Iglesias y sus muchachos deben dejar de hablar de 69 diputados y hablar de 42 y darle a cada uno de los grupos parlamentarios su espacio. Claro, que está por ver si PP, PSOE y C’s “consienten” en permitir esos cuatro grupos.

Desde el punto de vista político, será muy interesante ver qué capacidad política tienen Pablo Iglesias y su Comité Central para en cada una de las votaciones del Congreso no suenen cuatro voces y suene solo una. Algo difícil, por cuanto parece ser que Compromís ha ofrecido su apoyo al PSOE para ganar la presidencia de la Cámara a cambio del apoyo socialista a que puedan tener grupo propio.

A todo esto, IU tiene solamente 2 diputados en la candidatura de Unidad Popular, pero tanto en la Marea, como en En Comú Podem y en la candidatura de Compromís iba algún militante de IU-UP, que podrían optar por tratar de formar en torno a Alberto Garzón su propio grupo.

Con esta situación, sin conformar los grupos parlamentarios, sin tener atisbos de cómo resultarán elegidos los órganos de gobierno del Congreso, de cómo se organizará (en cuántas comisiones), de cómo se organizarán y se elegirán las mesas de cada una de las Comisiones, hablar de pactos de gobernabilidad resulta extraño, por cuanto un eventual acuerdo entre varias fuerzas políticas para formar gobierno puede saltar en la sesión de investidura si algunos grupos minoritarios se unen y desequilibran la aritmética parlamentaria.

En todo caso, para cualquier ciudadano interesado por los asuntos que le conciernen, y no hay algo que sea más directamente aplicable al día a día que las decisiones de un gobierno, esta situación de arcoíris parlamentario le debería interesar, conocer, saber, cómo, quién y con qué condiciones acuerdan la formación de un gobierno. Un ejemplo: la Reforma Laboral, que nos afecta a todos, puede ser moneda de cambio en todas las combinaciones, incluso en una cada vez más lejana coalición a (lo que le gusta a) la alemana.

Vale.

 

Se han celebrado las elecciones, se ha celebrado el escrutinio, el Partido Popular ha vuelto a ganar las elecciones, el PSOE ha quedado segundo. Los dos han bajado en votos y escaños y se incorporan, aprovechando lo perdido por PP y PSOE, Podemos y aliados y Ciudadanos. Y dicen que el bipartidismo ha muerto. Mantra.

Está claro que los resultados dibujan un nuevo tablero en el que los dirigentes políticos han de jugar a recuperar el sentido helénico de la política y desprenderse del sentido económico del voto de los ciudadanos.

Para que muera el bipartidismo se tienen que dar muchas más circunstancias que estos resultados. Ahora, en vez de un bipartidismo hay un bloque de derechas (PP y Ciudadanos) y otro de izquierdas (PSOE y Podemos y aliados). El bipartidismo solamente desaparecerá cuando Ciudadanos pueda fagocitar al Partido Popular y cuando Podemos y aliados sean capaces de engullir al PSOE. Entonces, diremos: ¡el bipartidismo ha muerto, viva el bipartidismo!

Objetivamente, los dos partidos hegemónicos desde 1978 han perdido considerables cuotas de poder, y se han dejado jirones por el camino. El Partido Popular ha dejado por el camino el tópico de que son mejores gestores, cuando lo único que han sabido gestionar, y con notable éxito, han sido sus bolsillos robando a manos llenas, perdón, a sobres llenos. El PSOE se ha dejado por el camino gran parte de su credibilidad, de sus fundamentos ideológicos en favor de un pragmatismo que solamente le ha servido para ir perdiendo apoyos.

Sucede que, mientras el PP conserva el liderazgo, menguante, en votos y escaños, tiene más difícil recuperar credibilidad en la gestión, el PSOE, si recupera una cosa perdida que se llama sangre, sangre roja, puede recuperar credibilidad. Y para ello, el soplido de Podemos le puede ayudar. Si ante el empuje de los discípulos del mesías Iglesias siguen los socialistas tirando de pragmatismo, su derrota final será pronta y dolorosa.

Claro, que ahora quedan por ver maravillas. Maravillas con Podemos y sus satélites (o no tan satélites) y con Ciudadanos.

Si Rajoy consigue que Ciudadanos le apoye, en un pacto estable de legislatura, podríamos asistir a que Ciudadanos se convierta en flor de un día, y sus votantes terminen diciéndose que para qué votar a la filial pudiendo votar a la empresa madre. Si Rajoy, en vez de un pacto de legislatura plantea a Ciudadanos una coalición de gobierno, las cosas cambian. Los votantes de derechas podrían, entonces, visualizar si los de Ciudadanos están capacitados para gobernar. Si los ministros que incluyeran en la coalición resultaran eficaces, les haría ganar votos. Pero si Albert Rivera, por ejemplo, se limita a ser Ministro Secretario General del Movimiento, no llegan a final de legislatura.

En cuanto al bloque de izquierdas, está por ver si los soplidos de Pablo Iglesias mueven las hojas del PSOE, o si, por el contrario, la casa socialista es sólida y resiste bien el viento. Claro, que para que Pablo (a) El Mesías pueda soplar en condiciones necesita tomar decisiones claramente de casta, de partido de casta, porque, y esto es indudable, se tiene que acomodar a las normas existentes.

Podemos y socios tendrán cuatro grupos parlamentarios (cinco si prestan tres diputados “de confluencia” a Alberto Garzón, algo que a Pablo no le interesa: Garzón ha demostrado tener más capacidad política), y deberá conseguir que los cuatro grupos funcionen al unísono. De momento, en la marca Podemos, deberá optar por implantar la disciplina de voto o renunciar a ella como una cosa de la casta. Sería particularmente interesante ver que renuncia a la disciplina de voto y luego de la primera votación comprobar disidencias. Y también que consiga imponer criterios únicos cuando se debatan asuntos que, por ejemplo, afectan a Galicia. ¿Se atreverá Podemos a contrariar a la Marea? O contrariar a Ada Colau en asuntos que afecten al día a día de Catalunya (la pela es la pela, sea independentista o no), o poner en riesgo la permanencia de Compromís en el gobierno valenciano.

El tablero político que ha salido del 20D es como esos tableros de ajedrez que se pliegan en dos partes. Y todas las piezas negras caen de un lado y las blancas de otro cuando se guarda.

Ahora, todas las piezas blancas están en un lado del trablero y todas las negras en otro. Pero el fragor de la contienda política ha hecho que algunas hayan perdido algo de color. ¿Volverán a ser las negras negras y las blancas blancas? Porque lo que está claro es que el ajedrez sigue siendo el mismo.

Como el bipartidismo.

Vale.

 

La fibromialgia es una enfermedad reumatológica que se caracteriza por el dolor crónico generalizado durante más de tres meses. Normalmente el paciente localiza este dolor en el aparato locomotor.
Según el estudio Episer realizado por la Sociedad Española de Reumatología (SER) en el año 2000, se estima que en la población española la prevalencia de la fibromialgia es del 2,73 por ciento, siendo más frecuente en las mujeres que en los hombres.
Esta patología puede manifestarse a cualquier edad, no obstante, es mucho más prevalente en las edades medias de la vida y se considera la causa más frecuente de dolor musculoesquelético.

Ahora que estamos todavía en precampaña para las elecciones generales del 20 de diciembre, los programas electorales no dejan de ser más que declaraciones de intenciones muy genéricas, que habitualmente tropiezan con dos realidades: las disponibilidades económicas y los juegos de mayorías. También sucede que esas declaraciones de intenciones decaen al día siguiente de conocerse los resultados y el programa que se aplica es el que siempre hubieran deseado.

Hay cuestiones, no obstante, que ni entran en las declaraciones ni tampoco en los programas que aplican realmente.

Vayamos a un caso: la fibromialgia, cuya definición, muy básica, extraída de www.dmedicina.com, encabeza este post.

Los programas electorales, especialmente los de los partidos que se declaran más sociales, no “bajan” al terreno de la realidad, no aceptan que la realidad les imponga unos compromisos que no saben si van a cumplir o no. Porque la sanidad, como derecho universal, no solamente debe ser un pronunciamiento político, debe ser también un catálogo de compromisos reales, que de modo claro obliguen a ponerlos en marcha.

Del Partido Popular nada puede esperarse en esta materia, porque sus cuatro años de gobierno que culminan esta legislatura han sido un dechado de recortes, de decisiones políticas en contra de los más débiles. En realidad, el Partido Popular se ha dedica a realizar un ajuste brutal, una venganza en toda regla en contra del estado del bienestar. Para los enfermos de fibromialgia ni siquiera se había llega a unas opciones de bienestar que tuvieran una definición de lo que pudiera ser “calidad de vida”. Recortar en sanidad, vengarse de los más débiles, a los enfermos de fibromialgia ya ni siquiera llegaban las miasmas.

De los partidos emergentes (Podemos y Ciudadanos) poco puede esperarse porque sus programas no aciertan a dejar entrever soluciones para quienes el estado de bienestar no ha llegado por ninguna vía.

Del PSOE cabría esperar algún compromiso mayor. Bien es cierto que en su programa se habla de enfermedades raras, de ELA, de autismo… pero no tiene en cuenta, para nada, una enfermedad que tenía en el año 2000 (no parece que haya un estudio posterior) un índice de prevalencia del 2,73%, pero que sigue siendo una enfermedad invisible, tan incapacitante o más que otras que tienen, aunque incipientes, algunas líneas de investigación, alguna esperanza futura.

En el caso de la fibromialgia, se hacen necesarias líneas de investigación, que no existen, y, sobre todo, de modo cada vez más inmediato, unidades médicas multidisciplinares que sirvan, al menos, para paliar los devastadores del dolor que soportan quienes la padecen, del síndrome de fatiga crónica, sensibilidad química múltriple y otros síndromes asociados.

Correspondería, en el caso de la fibromialgia, que en el programa electoral del PSOE se incluyera un compromiso claro de creación de Unidades Multidisciplinares en, al menos, un hospital de referencia dentro del Sistema Nacional de Salud, facilitando desde el gobierno central los recursos necesarios a las Comunidades Autónomas para su puesta en funcionamiento en menos de un año desde las elecciones generales.

Un compromiso claro con una enfermedad, con quienes la padecen, debe superar la voluntariedad de un equipo médico de un hospital concreto, debe ser un compromiso real de que se pondrán en marcha los mecanismos necesarios para que en un año esté formados los equipos de referencia, y para que estén protocolizadas las relaciones con los centros de salud, con los médicos de familia. Un diagnóstico adecuado, posible, desde un centro de salud, permitirá mejorar de inmediato la calidad de vida de los pacientes.

Pero, claro, se trataría de un compromiso real, medible. Y eso tiene riesgos.

Vale.

general rodriguezJosé Julio RodríguezGeneral de Ejército del Aire ex JEMAD       

El sorpaso que ha supuesto el anuncio de Podemos de que el exJEMAD José Julio Rodríguez, ha levantado las bilis de la extrema derecha y sus voceros, y comentarios claramente mal dirigidos y en muchas ocasiones desconocedores de la realidad.

Los militares, ciudadanos de uniforme, tienen limitados derechos, entre ellos el de participar en política en tanto que estén en activo. En el caso del general Rodríguez, su situación actual es la de reserva, por lo que administrativamente sigue siendo militar, hasta su pase a retiro, que el interesado ya ha solicitado. Claro que, cuando esté retirado, seguirá siendo general del Ejército del Aire en su más alto nivel: el de 4 estrellas.

Algunos lamentan que un general de prestigio participe activamente en política, y más en un partido de perroflautas. Otra cosa sería que un general en la reserva o retirado formara parte de una candidatura de un partido de orden, esto es, del Partido Popular. Ahí nada que objetar. Por ejemplo, que un exJEME (Ejército de Tierra) fuera en las listas al Consell Insular de Menorca, como independiente, en las listas del Partido Popular no planteó en la anterior legislatura ningún inconveniente. Y que ocupara un cargo ejecutivo en ese Consell insular, el de la cartera de Transportes, tampoco. Y que al mismo tiempo siguiera impartiendo doctrina desde las páginas del panfleto de Marhuenda, o desde La Grapa, tampoco. Y no firmando como Consejero de Transportes del Consell Insular de Menorca, su cargo activo, sino como general de Ejército (R).

Sin embargo, tanto ayer como hoy, he escuchado algunas opiniones que inciden en la ignorancia unas y en el descaro y el cinismo otras.

Vayamos por la segunda. Que el todavía ministro de Defensa, conociendo que el general Rodríguez ya ha pedido su cese en destino (Orden de San Hermenegildo) y su pase a la situación de retiro, le afee su conducta. El ministro de Defensa que es quien reconoce contratos con empresas con las que estuvo relacionado hasta el día anterior a su toma de posesión (relacionado formalmente, porque en la práctica, amigos y compañeros de consejo de administración continúan) ligado a empresas que contratan con Defensa y se conozcan cosas como estas http://www.publico.es/politica/morenes-reconoce-haber-firmado-32.html.

El ministro de Defensa sí puede utilizar el argumento formal de que José Julio Rodríguez todavía está en la reserva, pero debería callarse porque su cargo ministerial caduca el 20D y las puertas de las empresas de armas las tiene entreabiertas. Como muchos generales y almirantes que se sientan en consejos de administración de empresas de armas y equipos y que pertenecen al poderoso lobby armamentístico, donde no necesitan hacer política de mítin y carnet de partido, pero sí hacen política económica… de la que le gusta al ministro de Defensa y a la caverna que tan bien le jalea.

zaida cantera

Zaida Cantera, Comandante del Ejército, retirada

Otro de los comentarios que he escuchado se refiere a que si gobernara Podemos, el general Rodríguez sería ministro de Defensa y sería el primer militar, desde Gutiérrez Mellado, que dirigiera al ministerio. Algo que es casi cierto y casi falso. Los militares “de casta” lo son desde la cuna y, cuando dejan de estar en activo, siguen considerándose militares de espíritu y vocación, aunque las “circunstancias poderosas de la vida” les haya llevado por otros derroteros.

El general Rodríguez, cuando pase a retiro, seguirá siendo general y seguirá, en su fuero personal, siendo militar, aunque ejerza funciones y acciones puramente e íntegramente civiles. Al igual que Zaida Cantera, candidata número 6 por el PSOE en la circunscripción de Madrid, seguirá siendo la comandante Cantera. Igual que Juli Busquets, que fue diputado por el PSOE y que fue uno de los fundadores de la UMD siguió siendo comandante (y peleó por ello, hasta que su empleo le fue reconocido en 1987, cuando se rehabilitó a los “úmedos”).

Del mismo modo, el comandante auditor de la Armada, Federico Trillo, militar “de casta” de militares, fue ministro de Defensa. Los militares, cuando fue nombrado, pusieron en él sus esperanzas. Por fin veían en el ministerio a un militar, a “un compañero de armas”. Su paso por el ministerio dejó en muchos militares ese regusto de que… mejor que no hubiera estado nunca ahí.

Que el general Rodríguez entre activamente en política, como lo ha hecho la comandante Cantera, o el guardia civil Delgado, y por partidos que no son “de los suyos” (la creencia de que todos los militares votan al PP es un lugar común que no es real), deberá mover a la derecha a mejorar, sustancialmente, el reconocimiento de muchos derechos que tienen limitados los “ciudadanos de uniforme”.

Vale.