Hoy, diversos medios recogen informaciones y/o conjeturas sobre la actividad de Mariano Rajoy, presidente del PP y del Gobierno en funciones, desde el 20D, centradas básicamente en dos líneas: su intento de evitar a toda costa que haya debate de investidura, incluido el suyo propio, y en la necesidad en la que se ve ahora de participar, de algún modo, en el proceso de negociaciones que lleva a cabo Pedro Sánchez, tras el encargo del Jefe del Estado.
La actitud seguida hasta ahora por Rajoy ha sido, en el primer caso (no a cualquier debate de investidura) lo más parecida a lo que en términos taurinos se denomina “hacer el Don Tancredo”. Veamos lo que dice la Wikipedia sobre esta suerte:
El don Tancredo, o la suerte de don Tancredo, era un lance taurino con cierta afición en la primera mitad del siglo XX. Consistía en que un individuo que hacía el don Tancredo, esperaba al toro a la salida de chiqueros, subido sobre un pedestal situado en mitad del coso taurino. El ejecutante iba vestido con ropas generalmente de época o cómicas, y pintado íntegramente de blanco. El mérito consistía en quedarse quieto, ya que el saber de la tauromaquia afirmaba que al quedarse inmóvil, el toro creía que la figura blanca era de mármol y no la embestía, convencido de su dureza.
Normalmente el Tancredo era interpretado por personas desesperadas a la búsqueda de ganar dinero fácil y con poco que perder, ya que eran numerosas las cogidas que se producían.

Aguafuerte. Picasso. 1957
Efectivamente, quedarse parado en medio de la incertidumbre esperando que todos los vientos soplen a favor, es hacer el Tancredo. Incluso cuando no hay viento.
Lo que ha aparecido ante los ojos de los ciudadanos como una actitud indolente del presidente del Partido Popular, el más votado el 20D, no era tal, sino una decisión desesperada que la decisión del Jefe del Estado de proponer a Pedro Sánchez pareció no verse afectada en un principio, pero que los acontecimientos y las noticias de la posibilidad de que las remotas opciones que tiene el Secretario General del PSOE se puedan convertir en reales, han hecho tambalear el pedestal en el que se había subido la noche del 20D Mariano Rajoy.
Bajarse del pedestal, por voluntad propia o empujado por los suyos que le quieren mover la silla, será el momento en el que veamos qué capacidad tiene de llegar a acuerdos, de negociar alguien que nunca lo ha tenido que hacer: esperó, paciente, que el dedo todopoderoso de Aznar le designara, y se parapetó en su mayoría absoluta del 20N de 2011 para sentirse tan seguro como que no necesitaba acordar nada con nadie.
Ahora, Don Tancredo ha de mezclarse con los que despreció desde el pedestal de sus 186 escaños, y habrá de recibir los reproches por la situación de podredumbre de su partido, acosado por una retahíla de casos de corrupción generalizada.
¿Qué podrá ofrecer y recibir en términos de acuerdos y desacuerdos quien, más allá de las imposiciones de la llamada troika –imposiciones económicas- se ha dedicado a la destrucción del sistema de derechos y libertades? Quien ha promovido la Ley Mordaza o la LOMCE o ha convertido la radio y televisión públicas en un reducto de manipulación a su servicio, no tiene políticamente bagaje alguno con el que mostrarse a los demás.
La fantasmagórica “recuperación económica” tampoco le puede servir de aval, ya que se debe en gran parte a nuestra dependencia energética aliviada y mucho por la bajada de los precios del petróleo. Fantasmagórica recuperación porque solamente unos cuantos privilegiados parecen verla y no el común de los ciudadanos.
Ahora, cuando la realidad parece aplastarle, consiga o no Pedro Sánchez formar gobierno, Mariano Rajoy sale de la casa okupa de La Moncloa sin saber si a la vuelta de cualquier reunión tendrá ya hecha las maletas.
Quien ha hecho todas sus comparecencias como candidato desde el 20D desde la presidencia del gobierno cuando es un presidente prestado, tendrá que ir ahora adonde le llamen, tendrá que ser él que sea recibido previa cita.
Ahora, Don Tancredo, bajado de su pedestal, pero vestido con las mismas prendas cómicas que le han hecho carne de memes, vagará por donde le lleven y verá como los miembros de su cuadrilla buscan unos acomodo en los burladeros y otros incluso amagan con echarse al ruego para apartarlo en sus pasos perdidos.
Vale.
Utilizando términos técnicos, en muchas ocasiones hacemos, en nuestros diálogos, en nuestros análisis, diacronía y sincronía.
Diacronía: Evolución de un hecho, un fenómeno o una circunstancia a través del tiempo. Ej. «la diacronía de los acontecimientos políticos»
Sincronía: Coincidencia en el tiempo de dos o más hechos, fenómenos o circunstancias, especialmente cuando el ritmo de uno es adecuado al de otro.
En términos más coloquiales, decimos que las cosas no son como empiezan, sino como terminan. O si tiramos de un símil taurino, hasta el rabo todo es toro.
Pues así estamos, en el eterno dilema de la sincronía y la diacronía.
En estos tiempos de la información instantánea y de la noticia caliente, su difusión puede llevarnos a pensar que esa noticia, esa información instantánea ya es inmutable, a hacernos creer que la sincronía con la que la percibimos permanecerá inmutable en el futuro, sin ser sometida a una evolución (evaluación) futura.
A mi juicio, el enorme flujo de información que recibimos, la cantidad ingente de impactos que soportamos, nos produce una ensoñación de estar viviendo un momento único, que en función de nuestros intereses o de los intereses de la fuente de la información, nos hará sentirnos felices o desasosegados.
La pérdida constante (por bombardeo) de la capacidad crítica, de discernimiento entre lo que es información, lo que es noticia, de lo que son propaganda y relaciones públicas forma parte de nuestro paisaje.
Vamos perdiendo capacidad crítica a la hora de evaluar noticias, al mismo tiempo que las fuentes de las noticias (generalmente, medios de comunicación) nos venden productos adulterados y pierden rigor y credibilidad.
Baste el ejemplo de la situación política española tras el 20D. Y tomemos en ese ejemplo el pasado viernes, día 22 de enero. Ese día, correspondía que fueran recibidos por el Jefe del Estado los líderes de los tres partidos que más escaños habían obtenido el 20D. Se produjeron tres hitos informativos, correlativos en el tiempo pero que forman un todo único, en un solo día, superpuestos entre sí.
En primer lugar, Pablo Iglesias planteó directamente al Jefe del Estado su propuesta de un pacto político con el PSOE, y con, incluso, una distribución de “carteras ministeriales” para lo que no había consultado nada con el otro partido afectado.
En segundo lugar, mientras Iglesias daba una estaliniana rueda de prensa, rodeado de su politburó, el Jefe del Estado informaba a Pedro Sánchez de su pacto con Podemos, se supone con el secretario general socialista poniendo cara de haba.
En tercer lugar, tras la rueda de prensa de Iglesias, la posterior de Sánchez, en la que dejaba correr el tiempo, sin rechazar el farol de Podemos, Mariano Rajoy tomaba la decisión que a la tarde trasladaría a Felipe VI: pasar su turno en la investidura hasta mejor ocasión (fracaso de la de Pedro Sánchez confiando en que no llegaría a buen puerto un acuerdo PSOE-Podemos).
El fuego de artificio provocado por Pablo Iglesias ha producido aturdimiento en unos, ceguera en otros y ha dejado en muchos casos la sensación de que ya está todo hecho y que será lo que Iglesias quiere, sin más (sincronía).
Pero aquí es donde entra el concepto de diacronía. O cómo evolucionará el asunto en el futuro. El adanismo con el que se mueve Podemos en las procelosas aguas de reglamentos, negociaciones, acuerdos… se vio reflejado en el esperpento vergonzoso de la formación de los grupos parlamentarios, que en cualquier partido político europeo (excepto en los españoles) habría provocado dimisiones en su cúpula. Pero en ese delirante vodevil, la dirección de Podemos demostró que ya es “casta” y se comporta como tal: nadie asume ninguna responsabilidad por el espectáculo.
Ahora toca negociación entre unos recién llegados, cargados de petardos de colores, con un partido asentado en su historia y sus estructuras, cubierto de contradicciones de las que suele surgir habitualmente una respuesta concreta. Ahora veremos en qué queda el órdago de Pablo Iglesias y su consistencia. Eso sí, un detalle: si el farol se apaga y queda como una tenue velita, las llamadas “bases de Podemos” deberían, si consiguen despertar del deslumbramiento, pedir explicaciones. No lo harán, porque el politburó no lo querrá.

Fotomontaje de Al Rojo Vivo, La Sexta, con el «gobierno» propuesto por Pablo Iglesias. ¿El deseo de García Ferreras?
En todo ese farol y puesta en escena de Pablo Iglesias dando los nombres de ministros y reservándose la Vicepresidencia, un par de detalles. En la fotografía del “gobierno” que resultara de la propuesta de Iglesias, solamente una mujer, ese es el valor que da Iglesias a las mujeres que forman Podemos. «Fotografía/fotomontaje» hecho por el equipo de García Ferreras en tiempo récord, dijo, seguramente ocultando que tenía la información previa. Y otro detalle, el ministro de Defensa. Iglesias habló (¡asombroso!) de la gran preparación personal del Jefe del Estado y de su conocimiento de los datos de la realidad (¿síndrome de La Zarzuela, Pablo?). Seguramente desconoce que dentro del papel del Rey en la Constitución está el del mando supremo de las Fuerzas Armadas, y que algo tendrá que decir de quién vaya a ser ministro de Defensa. Y, por supuesto, así y todo se producen nombramientos tan desafortunados como el de Pedro Morenés.
Este último, un detalle sin importancia. Como el del desconocimiento del Reglamento del Congreso.
Vale.
Decía en una anterior entrada que ahora, cuando se ha constituido el Parlamento (Congreso y Senado) lo que toca es hacer Política. Pero parece que no, que lo que le interesa a Podemos es seguir con el teatro. Pero en los alrededores del teatro no se ve mucha mierda, porque solo compran entradas los que tienen ya los abonos en los círculos.
Hoy, Pablo Iglesias ha ofrecido un espectáculo teatral, diciendo que le había comunicado al Rey (por cierto, del que ha dicho que está muy preparado para ser monarca) que habría un gobierno entre Podemos, el PSOE e IU. Gobierno en el que el mismo Pablo sería Vicepresidente, otros miembros de su Politburó ministros, y Alberto Garzón también ministro.
Golpe de teatro muy del gusto de quienes, a pesar de tantos círculos y tantos estudios y títulos, todavía no se han enterado de que la política es otra cosa. Y su pretensión, su programa máximo (eliminar al PSOE) no parece que lo vaya a conseguir por esa vía. El Mesías no se ha leído los evangelios de la política.
Ese golpe de teatro ha sido recibido con calma, mucha calma (al menos aparente) por Pedro Sánchez. Y el efecto colateral se ha producido a la hora de la tarde.
Porque para teatro todavía de aficionados, las compañías estables tienen sesudos estudios de puesta en escena. Y Mariano Rajoy ha escenificado la otra parte que le faltaba a la propuesta de Iglesias: ha dado un paso atrás.
Si la propuesta de Iglesias ponía a Sánchez Castejón entre la espada y la pared, tenemos claro quién es la espada y quien la pared. Acabar con el PSOE debería saber Pablo Tsipras que no le garantiza, ni mucho menos, que su partido se hará con toda la izquierda.
Hay que hacer política. No teatro. Los ciudadanos no hemos votado a los partidos para que un día sí y otro también nos escenifiquen malas escenas de teatro o que para observemos que la puesta en escena preparada con el Mesías delante y sus apóstoles un paso detrás sea el mensaje. Los ciudadanos hemos votado para que los partidos y sus dirigentes hagan política.
No hay que olvidar que cuando se trata de hacer política, la de verdad, la que luego se publica en los Diarios de Sesiones, o en los Boletines de las Cámaras o en el BOE, no hay teatro que valga. A mí, como ciudadano, lo que me vale de la política es lo que veo, leo y puedo, tranquilamente, analizar. La puesta en escena, el guión preparado y avisado al amigo García Ferreras, es puro teatro que no va a ningún sitio. Es gaseosa.
Gaseosa a la que esta tarde Mariano Rajoy, en una jugada igualmente teatral, le ha dejado que se le vaya todo el gas. Rajoy ha dejado sin gas la bravata de Iglesias y le ha puesto en la tesitura de hacer política: ahora no tendrá más remedio que asumir que el PSOE tiene más escaños (parece mentira que no quieran saber que en el Congreso valen los escaños conseguidos en función del sistema electoral) y que cuando se sienten a negociar no valdrán puestas en escena.
Rajoy ha puesto toda la presión que le faltaba en Pedro Sánchez. Por si le faltaba poca. Da la impresión de que le ha tomado la palabra. Rajoy espera que Pedro Sánchez acepte intentar formar un gobierno con Podemos e IU y que fracase, que es la misma intención, la misma de Iglesias: acabar con el PSOE.
Hacer teatro no es política. Que Rajoy haga mutis por el foro porque Iglesias le ha cambiado el libreto, es la misma escena. A los dos, a Rajoy y a Iglesias, a falta de capacidad política les sirve con el teatro. Les sirve eso para conseguir su objetivo: ir a nuevas elecciones y culpar de ello al PSOE.
Ah, y un detalle: he escuchado la rueda de prensa de Pablo y me ha llamado mucho la atención lo bien que ha dicho que Felipe VI está muy preparado, muy bien informado. Espero que los republicanos de Podemos (si hubiera alguno, que lo dudo) hayan tomado nota. Si es por Pablo Iglesias la Republica, de entrada, no.
Vale.
José Julio RodríguezGeneral de Ejército del Aire ex JEMAD
El sorpaso que ha supuesto el anuncio de Podemos de que el exJEMAD José Julio Rodríguez, ha levantado las bilis de la extrema derecha y sus voceros, y comentarios claramente mal dirigidos y en muchas ocasiones desconocedores de la realidad.
Los militares, ciudadanos de uniforme, tienen limitados derechos, entre ellos el de participar en política en tanto que estén en activo. En el caso del general Rodríguez, su situación actual es la de reserva, por lo que administrativamente sigue siendo militar, hasta su pase a retiro, que el interesado ya ha solicitado. Claro que, cuando esté retirado, seguirá siendo general del Ejército del Aire en su más alto nivel: el de 4 estrellas.
Algunos lamentan que un general de prestigio participe activamente en política, y más en un partido de perroflautas. Otra cosa sería que un general en la reserva o retirado formara parte de una candidatura de un partido de orden, esto es, del Partido Popular. Ahí nada que objetar. Por ejemplo, que un exJEME (Ejército de Tierra) fuera en las listas al Consell Insular de Menorca, como independiente, en las listas del Partido Popular no planteó en la anterior legislatura ningún inconveniente. Y que ocupara un cargo ejecutivo en ese Consell insular, el de la cartera de Transportes, tampoco. Y que al mismo tiempo siguiera impartiendo doctrina desde las páginas del panfleto de Marhuenda, o desde La Grapa, tampoco. Y no firmando como Consejero de Transportes del Consell Insular de Menorca, su cargo activo, sino como general de Ejército (R).
Sin embargo, tanto ayer como hoy, he escuchado algunas opiniones que inciden en la ignorancia unas y en el descaro y el cinismo otras.
Vayamos por la segunda. Que el todavía ministro de Defensa, conociendo que el general Rodríguez ya ha pedido su cese en destino (Orden de San Hermenegildo) y su pase a la situación de retiro, le afee su conducta. El ministro de Defensa que es quien reconoce contratos con empresas con las que estuvo relacionado hasta el día anterior a su toma de posesión (relacionado formalmente, porque en la práctica, amigos y compañeros de consejo de administración continúan) ligado a empresas que contratan con Defensa y se conozcan cosas como estas http://www.publico.es/politica/morenes-reconoce-haber-firmado-32.html.
El ministro de Defensa sí puede utilizar el argumento formal de que José Julio Rodríguez todavía está en la reserva, pero debería callarse porque su cargo ministerial caduca el 20D y las puertas de las empresas de armas las tiene entreabiertas. Como muchos generales y almirantes que se sientan en consejos de administración de empresas de armas y equipos y que pertenecen al poderoso lobby armamentístico, donde no necesitan hacer política de mítin y carnet de partido, pero sí hacen política económica… de la que le gusta al ministro de Defensa y a la caverna que tan bien le jalea.

Zaida Cantera, Comandante del Ejército, retirada
Otro de los comentarios que he escuchado se refiere a que si gobernara Podemos, el general Rodríguez sería ministro de Defensa y sería el primer militar, desde Gutiérrez Mellado, que dirigiera al ministerio. Algo que es casi cierto y casi falso. Los militares “de casta” lo son desde la cuna y, cuando dejan de estar en activo, siguen considerándose militares de espíritu y vocación, aunque las “circunstancias poderosas de la vida” les haya llevado por otros derroteros.
El general Rodríguez, cuando pase a retiro, seguirá siendo general y seguirá, en su fuero personal, siendo militar, aunque ejerza funciones y acciones puramente e íntegramente civiles. Al igual que Zaida Cantera, candidata número 6 por el PSOE en la circunscripción de Madrid, seguirá siendo la comandante Cantera. Igual que Juli Busquets, que fue diputado por el PSOE y que fue uno de los fundadores de la UMD siguió siendo comandante (y peleó por ello, hasta que su empleo le fue reconocido en 1987, cuando se rehabilitó a los “úmedos”).
Del mismo modo, el comandante auditor de la Armada, Federico Trillo, militar “de casta” de militares, fue ministro de Defensa. Los militares, cuando fue nombrado, pusieron en él sus esperanzas. Por fin veían en el ministerio a un militar, a “un compañero de armas”. Su paso por el ministerio dejó en muchos militares ese regusto de que… mejor que no hubiera estado nunca ahí.
Que el general Rodríguez entre activamente en política, como lo ha hecho la comandante Cantera, o el guardia civil Delgado, y por partidos que no son “de los suyos” (la creencia de que todos los militares votan al PP es un lugar común que no es real), deberá mover a la derecha a mejorar, sustancialmente, el reconocimiento de muchos derechos que tienen limitados los “ciudadanos de uniforme”.
Vale.