Archivos para November 30, 1999

Alcaldada

Durante unos meses de 1844 se publicó el Boletín de la Agencia de Cáceres, cuyo último número, el 38, apareció el domingo 10 de noviembre. Llevaba este Boletín el lema “Periódico popular, de conocimientos útiles, noticias, avisos y anuncios”. En el citado número 38 y último se insertó un artículo, a modo de despedida, que comenzaba: “Cuando anunciamos al público nuestro pensamiento de redactar un periódico, emitimos nuestra opinión respecto al carácter y circunstancias que pudieran hacer más ó menos interesante su lectura. Digimos entonces, y repetimos hoy, que la política era una necesidad para la mayoría de los españoles.”

En ese último número, bajo el título de Desafueros, se incluía un escrito firmado por Tomás Santibáñez sobre un sucedido en Perales [del Puerto] y que se refiere a la política en la “escala” más básica: la municipal.

DESAFUEROS

Don Patricio Iñíguez Torre, el titulado comandante de armas, el alcalde constitucional de Perales por antifasis, firme en su propósito de gobernar á un pueblo como á una horda de salvages, continúa realizando los mas detestables atentados. En su rotunda, en su crasa ignorancia, no concibe como bueno sino lo que le dicen y aconsejan otros ignorantes como él; ni en su orgullo insensato halla para dirigirle otra regla que su estúpido capricho. Esta verdad, página muy frecuente en su vida, acaba de ser confirmada en una de sus recientes fechorías. Oíd:

El 19 del pasado Octubre, dio órden á Gabriel Santibáñez para que condujeres con una yunta unos ladrillos de los Propios, desde el tejar al pueblo. Contestóle que la yunta no era suya, sino de su hermano el capitán, D. Antonio, y así se lo demostró este en un oficio del mismo día, reclamando la salvedad de las prerrogativas que por su clase le corresponden. La contestación que dio el alcalde, en que pretendía de todo punto desconocerla, es mas bien el lenguaje de un jefe de errantes beduinos, que el de una autoridad de un pueblo civilizado. Conociendo, sin embargo, que en este terreno no podía desempeñarse con ventaja, denuncióle como peligroso á la autoridad militar, y se dirigió contra el primero, conminándole con las multas de 4, 8 ducados y sucesivamente así, si insistía en la negativa. Incontinenti fué á satisfacerlas, acompañado de dos testigos, puesto que no quedaba otro recurso el injusto, ilegal y tiránico capricho del alcalde; pero no pudo hacerlo, porque ni el mayordomo de Propios estaba en casa, ni tampoco había recibido órden para ello.

Yuntero con su yunta de bueyes

En esta situación, acudió Gabriel á la gefatura, denunciando y pidiendo la corrección de estos abusos. La esposición fue devuelta y entregada al alcalde el 24, con decreto  “para que informase y suspendiese los procedimientos hasta nueva resolución”. Pero el alcalde, desentendiéndose de esta prevención, puso el 3 del actual en prisión al interesado, y le envió á la cárcel nacional de Hoyos, donde se le ha recibido indagatoria por el señor juez de primera instancia.

En primer lugar, la yunta no es de Gabriel, sino de Antonio, y ninguno está obligado á prestar servicios con cosas agenas. En segundo lugar, ningún vecino está obligado, con sus cosas ó persona, á ningún servicio de los Propios; y por consiguiente, estaría Gabriel en su derecho resistiéndose aunque aquella [la yunta] le perteneciese. ¿Ignora, por ventura, esto el alcalde de Perales, ó sea el comandante de armas? ¿Ignora los límites que señalan á su autoridad las costumbres y ordenanzas municipales? Pero… ¿qué son para él esas costumbres y ordenanzas cuando en el código de su locura, las halla para todo lo que quiere? En todo pueblo regularmente organizado, se tiene adoptado como un principio incontestable, que la autoridad en el desempeño de sus funciones, debe ceñirse á las leyes, y á falta de ellas, á lo que la razón autorizada por el sentimiento común y la conciencia pública prescriben. Sin embargo, este principio no tiene aplicación con quien se cree más bien un Bajá altanero de Turquía que el alcalde de un pueblo de España.

Resumamos las consecuencias que resultas. El alcalde de Perales ha cometido: 1º Un abuso de autoridad, creando para los vecinos de ese pueblo, obligaciones que no existen. 2º Un acto de tiranía, porque tiranía es apropiarse una autoridad de las atribuciones que corresponden á otra; y crear obligaciones como establecer derecho, es peculiar tan solo del legislador. 3º Un acto de despotismo, porque despotismo es la inversión de la razón, de la justicia y las leyes; y estas, como la primera y la segunda, reprueban la conducta del alcalde en el caso en cuestión. 4º Ha despreciado la autoridad y las atribuciones del señor gefe político, que por el decreto anunciado le había inhibido de su conocimiento, y mandado suspender los procedimientos consecutivos. 5º Se ha hecho reo de atentado contra la reputación, y de ataque á la seguridad de Gabriel Santibáñez, formando un proceso sin méritos, y privándole de su libertad sin causa justa y ostensible.

Estamos á la mira de este proceso, donde creemos que el señor juez de Hoyos sabrá arreglarse á las leyes, haciendo al interesado la correspondiente justicia, como la autoridad militar ha sabido ya hacerla á su hermano D. Antonio. Empero si nos engañamos en este juicio; si contra lo que la razón nos indica y las leyes ordenan, siguiese otro rumbo este proceso, dispuestos estamos contra todos los fiscales y abogados del mundo, á reclamar en el santuario tutelar de Témis, la responsabilidad del alcalde y de todos los jueces que no sepan, ó no quieran, hacer respetar los derechos de la inocencia. Cáceres 8 de noviembre de 1844. Tomás Santibáñez.

Vale.

Historias de la puta mili

EL BLOQUE, periódico liberal, defendía en sus páginas un cierto regionalismo extremeño, encarnado por dos de los políticos más conocidos en los años 1910 a 1920: el botánico Marcelo Rivas Mateos, que en 1918 era Director General de Educación primaria, y Juan Luis Cordero, escritor y poeta.

En el ejemplar de 29 de enero de 1918 incluyó en sus páginas el escrito de un obrero ferroviario, Vicente Cortés, sobre el comportamiento en los trenes de la leva de reclutas de ese año.

LOS RECLUTAS DE ESTE AÑO

Vivimos en una completa época de renovación; antiguamente los reclutas, cuando marchaban á incorporarse á un Regimiento cometían en las cantinas de las estaciones y puestos de refresco ciertos desmanes propio de la juventud y de la afluencia de consumidores; pero en la concentración actual, se han cometido una serie de atropellos inenarrables, y que los obreros de la vía y jefes de Estación cuando en lo sucesivo circule algún tren militar, nos veremos precisados, además de banderines de señales que los Reglamentos preceptúan, á usar una browing perfectamente acondicionada que el instinto de conservación nos aconseja.

Estación del Norte. Madrid. 1917. Soldados listos para embarcar rumbo a la Guerra de África

El 14 del corriente, á un amigo y compañero jefe de Estación de Aldeanueva, le mataron una docena de gallinas y algunas más que se llevaron en el tren con el mayor descoco y sin respeto de nada ni de nadie. En ese mismo día, el que esto suscribe recibió un golpe producido con una caja de madera que arrojaron otros reclutas de un tren, que de haber tenido parada en este apeadero, hubiera buscado quizás con acierto al autor de la salvajada, y por último, al pasar el tren militar 1.004 por las inmediaciones del puente del Tajo, donde se hallaban trabajando los obreros de la 31 brigada, de uno de los coches partió una lluvia de piedras y objetos, hiriendo gravemente en la cabeza al capataz Agustín Pizarro, el cual fue llevado por sus compañeros á la Estación de Río Tajo, donde le fué practicada la primera cura, pasando después á la de Arroyo para que el médico de Sección hiciera la definitiva, dándole tres puntos de pronóstico reservado.

Los mismo reclutas de este tren acometieron al jefe de Casar, Sr. Martín Barrientos, porque trató de impedir se llevaran las gallinas de su propiedad; en esta Estación hubo de intervenir con gran acierto la Guardia Civil, para no lamentar desgracias personales.

[Falta una línea en el ejemplar consultado] justificadísimamente la actitud que para otra concentración debemos adoptar los empleados ferroviarios, pues aunque en los mismo trenes viajan jefes y oficiales que conducen semejantes kábilas, se ha demostrado en la ocasión presente, que no son bastante para la seguridad personal de los que por razón de nuestros cargos, tenemos que presenciar el paso de los nuevos defensores de la patria.

Tal vez muchos de ellos marchen á europeizar a los rifeños, sin tener en cuenta que éstos al lado de ellos, en la mayoría de los casos, resultarán menos salvajes en todos los órdenes de la vida.

VICENTE CORTÉS.

Vale.

Penitencia borbónica

En el periódico MALVAS Y ORTIGAS, de carácter humorístico o satírico, que dirigía Enrique Montánchez, funcionario de la Diputación provincial, se publicaban ripios, chascarrillos y chanzas normalmente de carácter muy local (tenía abundantes roces con El Noticiero, por ejemplo), aunque alguna vez los versos y los comentarios alcanzaban estratos distintos. Como la crónica de la penitencia impuesta por el S.P. Sarto a Federico de Shaeunburg y a Alicia de Borbón.

COSAS DE ROMA

Leyendo el otro día cierto periódico ilustrado –no se malicien ustedes que fue El Sicalíptico– encontréme con la siguiente noticia:

“El príncipe Enrique Shaenburg está dispuesto á reconciliase con su gentil esposa Alicia de Borbón”.

Ya saben ustedes quién es esta gentil Alicia, una de las nenitas de nuestro pretendiente D. Carlos.

La cándida paloma –que, no ha mucho,

Dejando el palomar

Se marchó con un joven –muy cochero

A volar y volar.

En el arreglo ha intervenido el S.P. Sarto, que ha impuesto á los ilustres esposos la penitencia de recorrer á pie, descalzos y vestidos de negro, la friolera de 1.280 kilómetros, alimentándose de pan y agua y hospedándose en las más humildes chozas.

El Papa ha estado muy acertado en los detalles, por que ya saben ustedes, si en vez de pan y agua les hubiera impuesto pan y cebolla hay muchas parejitas felices por esos mundos.

Alicia Ildefonsa Margarita etc de Borbón

También significa otro acierto papal el color del vestido; de haber elegido Sarto el color rosa, por ejemplo, la penitencia quedaría incumplida forzosamente, por que sabido es que, sin traje negro no se va a ninguna parte.

Así, á primera vista, la penitencia parece un tanto fuertecita, pero, ¡qué caramba! examinando con detenimiento, se descubre pronto su justicia; ¡por algo es grave el crimen cometido!

Las personas complaciente, también á primera vista, y dicho sea esto con todo el respeto debido a la infalibilidad del Papa, opinan que el buen Sarto se ha equivocado al fallar de este modo el asunto, mas parándose al pensar, se descubre también que esa sarta de kilómetros la tienen tan merecida el príncipe de Shaenburg como la chica de los Borbón.

La razón es sencillísima –me reveló una señora que está muy caída en estas cosas-, el Santo Padre ha condenado á la princesita por casquilucia (es lo menos ofensivo con que puedo adjetivarla) y al de Shaenburg por estúpido.

Por que, ¡cuidado que se necesita estupidez para gestionar un arreglo después de los sucedido!

¡Pobre príncipe!; me parece estar oyendo decir al Papa, lleno de Santa unción y mirando al reconciliable esposo:

“Bienaventurados los mansos, porque ellos poseerán la tierra.”

RIPIOSÍN

Quién es quién en esta historia:

Santo Padre Sarto, Pío X.

Federico Enrique de Shaenburg, noble alemán y su esposa Alicia de Borbón y Borbón Parma, hija de Carlos de Borbón, pretendiente carlista al trono de España. Tuvieron un hijo.

(No sale en el cuadro) Lino del Prete, militar italiano, segundo esposo de Alicia de Borbón. Tuvieron nueve hijos.

Vale.

Fútbol antiguo

A finales de octubre y primeros de noviembre de 1924 se celebraron en Cáceres dos encuentros ente el Deportivo Cacereño y el Nacional F. C., de Madrid. Ambos terminaron con victorias locales por 3 a1 en el primero y 1 a 0 en el segundo. Las crónicas de los dos encuentros se publicaron juntas en la edición del 3 de noviembre de 1924 en el diario LA MONTAÑA, y a continuación insertamos la crónica del primero de los dos encuentros. Aunque no se cita en las crónicas, los dos partidos debieron celebrarse en el único campo de fútbol existente en esas fechas, el de Cabezarrubia, al que muchos llamaban “el estadio”. La crónica tiene un cierto estilo naïf, un punto entre ingenuo y lo desconocido. Aquí va.

El encuentro del Sábado

Luz, alegría y un público bastante numeroso, ávido de presenciar un encuentro donde la emoción va a correr pareja con la valía de los dos equipos contendientes.

Notamos, eso sí, la falta de música, lo que imposibilita que todo se complete.

Y aunque solo sea con la discreción y el respeto que las resoluciones nacidas de la Directiva nos merecen, hemos de censurar un tanto el acuerdo tomada en sentido de que nuestra brillante banda “brille” por su ausencia en el campo, aunque en los programas de mano anuncie con su repertorio el espectáculo y hasta se nos prometa el extreno del pasodoble “Atenas”, obra de un compositor de la tierruca.

Pero en fin; tendremos que conformarnos con esa lugubridad que cita López de Haro en su última producción Fútbo y Jazz-baad.

Por lo menos en Cáceres hasta la fecha había pasado desapercibida.

Pero Rodríguez Semperez interrumpe nuestro filosofeo y observamos que las huestes contendientes comienzan el rudo “match” (cuatro menos diecisiete minutos).

Lo que fue el encuentro.

Comienza Jake a dar ruido enviando el esférico a Virel, pero el pase no es recogido.

Avanza el inter-izquierda madrileño, produciéndose un córner a favor de los nacionales que despeja muy bien Corrochano.

Turégano pasa a Virel el que se interna, despejando con gran acierto la defensa madrileña.

El encuentro se desarrolla a todo “tren” y con juego durísimo.

Una mano de los madrileños motiva un golpe franco que tira Martínez sin consecuencias en el “score”.

Calderón avanza con el balón, pasa a Turégano y despeja la defensa.

Herrero envía un centro a Turégano, desaprovechado por descolocación del citado delantero.

Hay que apuntar seguidamente una peligrosa colada de la línea delantera de los madrileños, sin consecuencias, porque en la rapidez arroja el inter-izquierda el balón fuera de campo.

Calderón asusta a Silvio ante un formidable chuts que este para con maestría.

Córner contra Cáceres que despeja Corrochano con acierto.

Entrada en el área de penal de este delantero con el esférico; Silvio para con serenidad el punterazo que Corrochano dá al balón.

Nuevamente avanzan los de la Villa y Corte salvando la situación Díaz; notamos descolocación en nuestros defensas.

Se pita un orsay y se tira un córner contra los nacionales que Virel envía demasiado abierto.

Turégano se hace con el esférico y pasa al medio ala y a los defensas y envía un chut a Silvio de los de marca la “casa” que significa tanto como decir de los imparables. El tanto por su preciosa ejecución es recibido con una clamorosa ovación.

El juego desde este momento aumenta en dureza y no es su característica la limpieza.

Esto dá lugar a que se castigue con un golpe franco una entrada ilegal que hace el defensa izquierda de los nacionales a Corrochano y que pasa alto.

Un chuts del extremo derecha de los visitantes vá fuera de campo.

Un pase recogido por Calderón motiva que lance un fuerte chuts que Silvio se vé en la precisión de dejar pasar y que apunta en el “score” el número dos a favor de los locales.

Dos córners centra Madrid y dos chuts de Jake que Silvio para con estilo de maestro.

Y con este tanteo termina el primer tiempo.

El segundo tiempo fue el reverso de la medalla; el juego decayó muy mucho y solo merece apuntarse un golpe franco que lanza Turégano y que perforó la red ante un desconcierto entre Silvio y la defensa izquierda, un avance madrileño que origina el tanto de honor a favor de los nacionales ante un exceso de confianza de Díaz y un fallo de Silvio que pudo convertirse en goal con un poco de codicia puesta en nuestra línea delantera.

Y dejamos para lo último un incidente de escasa importancia, pero el que vamos a dar a la publicidad para con ello evitar su repetición.

Un equipier de los visitantes, parecióle oportuno y adecuado al caso, el improvisar unas “lecciones” al árbitro; este en su perfectísimo derecho, ante tamaña insolencia, ordenó se retirara del campo; pero lejos de obedecer continuó con gran obstinación su empeño, teniendo que ser retirado a viva fuerza por el capitán de su equipo.

Hasta aquí solo elogios merece la actitud del árbitro y la del capitán Silvio, que dio un ejemplo de cordura digno de imitación.

Pero hete aquí que una exigua minoría de “intelectuales” censuran al árbitro y éste, acaso olvidando el libre derecho de crítica que al público le acompaña siempre que en ella no vaya el insulto, abandona el campo ante las ruidosas protestas del respetable, merecedor de más consideración.

Nos parece increíble que el Sr. Rodríguez Semperez ignore que un árbitro jamás puede abandonar su puesto, aun en el caso máximo de agresión por parte de los espectadores, agresión que la fuerza pública puesta a su servicio repelerá.

En su decisión del sábado hubo una falta de templanza que pudo traducirse en lamentable incidente si el público no se hubiera revestido de serenidad y de la cordura que a él le faltó; por lo demás su actuación merece plácemes por lo imparcial y acertada.

Vale.

Crónica negra. El Pincelero

Una manera de contar un suceso es hacer caso de las notas informativas de la policía. Otra, la que aparece en El Noticiero, Diario de Cáceres, el 14 de abril de 1903, es seguir los pasos del comisario de policía y uno de los detenidos en la reconstrucción de los hechos, hasta que convergen en un punto: la aparición del arma homicida. Muy curiosa y bien contada

El crimen del sábado.

En la pista.

Ayer el celoso inspector de policía Sr. Santamaría, que tantas pruebas tiene dadas de sus aptitudes, para el cargo que desempeña, se dirigió al lúgubre edificio de la calle de Nidos [la cárcel, calleja de San Benito], acompañado de dos agentes.

Nadie se fijó en este incidente de por sí tan natural, hasta que el inspector volvió á salir con la pareja á sus órdenes, conduciendo con las manos atadas a la espalda á uno de los supuestos autores del asesinato del Pincelero, llamado Porras.

Algunos desocupados, en su mayoría mujeres y chiquillos, que vieron la conducción, se apresurar á correr la voz por las calles inmediatas y ya á la entrada de la calle de Caleros, seguía á la policía multitud de personas ávidas de enterarse de todo cuanto pudiera ocurrir.

Hablando en el vecindario.

Apenas llegó á nosotros el relato del hecho, nos trasladamos á la calle de Caleros, donde algunos vecinos nos facilitaron pequeños datos.

Una de esas mujeres que preguntamos, nos comunicó que á eso de las diez y minutos de la mañana, el Sr. Santamaría con dos agentes habían pasado por dicha calle conduciendo á uno de los del crimen del sábado, que tenía una gran cicatriz en una mejilla y que iba hablando en voz alta y como declarando al inspector cuanto se refería con el asesinato cometido, llegando á oídos de las vecinas las frases “aquí nos paramos” y “aquí entramos”, que el detenido pronunció al pasar por la taberna.

En la taberna.

En busca de algún dato cierto entramos en este establecimiento.

Es una habitación poco espaciosa y humildemente amueblada. Consta de un pequeño mostrador, cuatro bancos de madera y algunas sillas de las llamadas del Casar. Su dueño Isidoro Barrio nos refirió lo que a continuación copiamos:

A las primeras horas de la noche –nos dijo- entraron aquí el Pincelero acompañado del Porra y el Pitorrecio y me pidieron dos cuartillos de vino que les serví. Estuvieron bebiendo y hablando amigablemente hasta que al levantarse y pedirles yo el importe de lo consumido dijo el Porra que él no pagaba; entonces el Pincelero le amenazó con una botella y para evitar escándalos en mi casa intervine yo y los separé.

  • ¿Y no ocurrió nada más? Le preguntamos.

  • Sí señor, respondió; el Pincelero me amenazó con una copa, pero casualmente estaba aquí un hermano mío y consiguió aplacarle, luego enseguida se fueron, y yo, temiendo que volvieran cerré la puerta, pues ya he dicho que no me gustan los escándalos.

  • Estas declaraciones del tabernero, según nos dijo, son las mismas que hizo al señor Juez de Instrucción.

Calle de Caleros. Cáceres.

¿Qué buscaba la policía?

Continuamos interrogando á los vecinos de la calle de San Roque (lugar del suceso) y de la Fuente Concejo, los que nos dijeron que habían visto á la policía y al Porras examinar las tapias de la calleja del Moral y patios del Gobierno, haciendo el detenido demostraciones de tirar alguna cosa, y poco después un albañil recorrer los tejados.

¿Qué buscaba la policía? No hay duda que lo que buscaba era el arma con que se cometió el crimen, pues de otra manera no se explica la salida de la cárcel de uno de los autores del triste hecho, que acaso sea el menos culpable.

El arma.

Las indagaciones de la policía en la maña de ayer fueron infructuosas, pues por más que trabajó, no pudo dar con el cuerpo del delito.

Sin embargo, este se encontró cuando menos se esperaba.

Ayer al anochecer un criado del conocido sastra D. Antonio Galán, con el objeto de cortar unas rosas, se dirigió al huerto que dicho señor tiene a la entrada de la calle de San Roque, un poco más arriba del sitio llamado las higueras que fue donde murió el Pincelero. Este criado iba provisto de un farol á cuya luz vio brillar en el suelo un objeto; la curiosidad le incitó y se bajó á cogerle, viendo con sorpresa que era un cuchillo de grandes dimensiones, cuya hoja estaba cubierta en sus dos terceras partes por un papel blanco manchado de sangre ya seca.

Horrorizado salió del huerto y corrió á contar al Sr. Galán cuanto había visto, ordenándole dicho señor que diera parte á cualquier individuo del cuerpo de policía, como en efecto lo hizo al agente de seguridad Sr. Zancada que se hizo cargo de la herramienta.

Esta es un cuchillo de los que usan los carniceros para cortar la carne, su hoja mide una cuarta de longitud y unos cinco centímetros de ancho, conserva el brillo de lo no usado, pesa bastante y se halla manchado de sangre por el lado destinado á empuñarla y la parte inferior de la hoja, lo que prueba que penetró en su totalidad en el cuerpo de la víctima. En la tarde del pasado domingo se practicó la autopsia al cadáver, confirmándose que las heridas recibidas por el Pincelero eran mortales de necesidad.

Es todo cuanto en el día de hoy en la tarde de ayer hemos podido averiguar respecto al triste suceso que nos ocupa; el sumario sigue su curso y por nuestra parte enteraremos á nuestros lectores de todo cuando llegue á nuestro conocimiento.

Vale.

Bienvenido, míster Marshall en Cáceres.

En 1954 se produjo un accidente aéreo en las proximidades de Cáceres. Un avión norteamericano se estrelló a unos 5 km de la ciudad, resultado dos tripulantes heridos leves y los otros tres ilesos. Cómo contó la noticia el Extremadura, diario de acción católica, es un ejemplo de servilismo, en unas fechas en las que el régimen de Franco trataba de saltar el aislamiento internacional negociando con EEUU el establecimiento de bases americanas en España. Un año antes, se había estrenado con gran éxito “Bienvenido, míster Marshal”, de Luis García Berlanga.

Aquí la noticia tal cual la contó el Extremadura, diario de Acción Católica.

El accidente de esta madrugada

Un bimotor de transportes de fuerzas norteamericanas se estrelló en la finca denominada “Fuente de Guadiloba” a cinco kilómetros de la capital.

Los cinco tripulantes se arrojaron en paracaídas, resultado dos de ellos con heridas leves.

Inmediatamente acudieron al lugar del suceso el gobernador civil, señor Rueda, y fuerzas públicas.

En la pasada noche, hacia la una y cuatro, se ha registrado en las inmediaciones de la capital un accidente de aviación.

Los cacereños se dieron cuenta de que un avión estaba evolucionando reiteradamente sobre la capital y muchos de ellos pensaron incluso en la posibilidad de un aparato averiado que buscaba la forma de aterrizar.

Efectivamente, a la citada hora, el bimotor C-119 0163 de transporte de fuerzas norteamericanas llegaba sobre nuestra ciudad y comenzaba a evolucionar. Se trata de un aparato de transporte que salió ayer tarde a la una y cuarenta y cinco minutos de Francfort del Main y se dirigía vacío a Las Azores.

Los cinco ocupantes que pilotaban el avión son:

Capitán don Guillermo Adala, de 37 años, natural de Nueva York.

Teniente don Tomás Johnson, de 26 años de edad, de Los Altos, California.

Teniente don Juan Mattcheson, de New Haren, Conecticut.

Sargento don Clemente Serik, 22 años. Natural de Reanoke, Virginia.

Y sargento Mervin N. Stronge, de 32 años de edad. Naural de Amaula, Minisota.

CAUSAS DEL ACCIDENTE

Como hemos indicado, dicho avión salió de su punto de partida a la una cuarenta y cinco minutos de la tarde y pensaban estar en Las Azores a las once cincuenta de la noche. Cuando ya se encontraban en altamar, paró uno de los motores y viendo que perdían velocidad a consecuencia de la avería, volvieron hacia atrás buscando las costas de Galicia para tomarlas a lo largo hacia abajo con el fin de poder alcanzar Lisboa.

Con solo un motor y habiendo perdido las agujas de navegación, con la inmensa niebla reinante, temieron estrellarse contra alguna montaña y entonces se adentraron en la Península. Cuando llegaron sobre la ciudad de Cáceres, al divisar una población grande, evolucionaron con el fin de descubrir señales de algún campo de aterrizaje para poder descender. Se les acabó la gasolina y hubieron de lanzarse en paracaídas, cayendo el aparato en la finca “Fuente de Guadiloba”, a cinco kilómetros de la capital y que es propiedad de la señora viuda de don Gregorio Andrada.

Los aviadores cayeron cerca de “La Quinta”, a unos kilómetros del aparato.

Área aproximada de caída del avión

AUTORIDADES Y FUERZAS AL LUGAR DEL SUCESO.

Inmediatamente de ocurrido el accidente, el excelentísimo gobernador civil, señor Rueda, y otras autoridades se trasladaron al lugar del suceso. Acudieron también fuerzas de Aviación, Guardia Civil, Policía Armada, Policía municipal y las de guarnición.

Acudieron igualmente al lugar del accidente el capitán de la Policía Armada, señor Moreno; el comisario de Policía, señor Herrera; el Teniente Coronel de la Guardia Civil, señor Medina y otras personas oficiales.

Posteriormente llegaron numerosos paisanos, entre ellos los médicos señores Gil, Fernández, Guija y el señor Sotomayor.

Recogidos los tripulantes, dos de los cuales se encontraban con heridas leves los tres restantes ilesos; fueron trasladados al Hotel Álvarez, donde se les atendió y fueron solícitamente curados los heridos. El capitán presentaba herida en el cráneo, en que fue necesario aplicarle cinco puntos. También está lesionado el sargento radiotelegrafista. De todas formas, las heridas no son de gravedad.

LOS TRIPULANTES AGRADECIDOS A LAS ATENCIONES.

Los tripulantes del bimotor norteamericano se encuentran emocionados y han expresado su agradecimiento por las atenciones recibidas por las autoridades y las fuerzas, así como de los particulares que han colaborado con las autoridades y las fuerzas.

UN PASTOR Y SU FAMILIA SE SALVAN MILAGROSAMENTE.

Como dato curioso y de interés, hemos de consignar el del pastor de la finca donde se estrelló el aparato, Pedro Granado Barrantes, que, con su esposa y tres hijos, dormía en un chozo a siete metros de donde cayó el aparato y que no perecieron por verdadera casualidad.

LA NOTICIA EN LA CIUDAD

En las primeras horas de la mañana, la ciudad comentaba el suceso con verdadero interés. No se conocían detalles ni se sabían las circunstancias que habían concurrido en el accidente, pero el rumor fue creciendo hasta tomar  considerable cuerpo y no hablándose de otra cosa en todas las conversaciones.

CUATRO PARACAÍDAS ENCONTRADOS.

Hasta la fecha han sido rescatados cuatro paracaídas, faltando por encontrar el correspondiente a uno de los aviadores y otro que fuer arrojado con algunos objetos.

OBJETOS DEVUELTOS POR LA GUARDIA CIVIL

El Servicio de Información de la Guardia Civil, que con tanto celo actúa, ha encontrado y devuelto a los aviadores un talonario, unos guantes grises y unos billetes de Banco.

Avión bimotor C-119 Fairchild, similar al que se estrelló

EN EL AYUNTAMIENTO

El alcalde los obsequió con una copa de vino español. Los aviadores piden una copia del plano de Cáceres como recuerdo del accidente.

A mediodía los aviadores norteamericanos, acompañados del simpático señor O’Ferrall, que sirve de guía e intérprete, estuvieron en el Ayuntamiento, siendo recibidos por el alcalde, señor Elviro, y concejal, señor Cedrún, quienes obsequiaron con una copa de vino español a los aviadores.

Estos mostraron deseos de tener un croquis del lugar del accidente, entregándoseles, por el señor Galán cinco copias del plano de Cáceres, señalados en rojo los lugares en que cayó el avión y donde cayeron los aviadores. El alcalde dedicó en cada ejemplar unas breves líneas de simpatía e higalguía para el pueblo norteamericano y los aviadores que hoy constituyen la nota de atención máxima en Cáceres.

Asimismo, el señor Elviro ha puesto a disposición de los aviadores los autos del excelentísimo Ayuntamiento, para que esta tarde se trasladen al lugar del accidente, acompañados del señor O’Ferrall y del jefe de la Policía Municipal, señor García Plata.

Los aviadores agradecieron conmovidos las atenciones que les dispensaba el alcalde, mostrando en frases de cordial entusiasmo la hospitalidad de Cáceres, de sus autoridades y del vecindario todo, que hace objeto a los aviadores a su paso por las calles de cordiales muestras de admiración y simpatía.

A última hora de la tarde se han personado las autoridades competentes en el lugar del siniestro, juntamente con los aviadores para levantar acta del resto de lo que queda del avión.

Vale.

Premios de Ferias en 1903

El Noticiero, que comenzó a publicarse en abril de 1903, fue durante unos años el periódico de más difusión de la ciudad de Cáceres, y solía reunir crónicas y noticias locales con otras recibidas desde Madrid. El 13 de abril de 1903 daba cuenta de una reunión celebrada el día anterior en el Ayuntamiento en la que se habían acordado diversas actividades de cara a las Ferias de Mayo de ese año. Así era la crónica, insertada como un suelto de información local.

Ayer á las doce y presidida por el señor Alcalde se reunió la comisión encargada de la organización de los festejos. Asistieron los Srs. Santos, Fernández, López Montenegro, Cruz Quirós, Muñoz, Díaz y González, y se acordó:

1º.- Dar dos sesiones públicas de fuegos artificiales.

2º.- Repartir panes á los pobres de la ciudad como disponga el Sr. Alcalde.

3º.- Premiar con dinero ó efectos á las dos viudas que mantengan más hijos, y mejor educados los tengan en la sana moral y buenas costumbres.

4º.- Premiar del mismo modo á dos jornaleros en iguales condiciones y al hijo ó hija que mantenga á su padre ó su madre ó á mayor número de hermanos.

5º.- Dar un premio en metálico ó efectos á los alumnos y alumnas de las escuelas municipales que á juicio de sus profesores sean más aventajados: y,

6º.- Dar al Sr. De la Riva omnímodas facultades para firme todos los documentos, para que resuelva con su recto entender y sano juicio todos cuantos incidentes pudieran ocurrir.

Se advierte á los que soliciten los premios antes indicados, que las solicitudes deben dirigirse al Sr. Alcalde, en el tiempo comprendido entre el día mañana y el 20 de mayo, ambos inclusive.

Vale.

El incendio

MALVAS Y ORTIGAS era un periódico cuya lectura actual requeriría un profuso conocimiento de la sociedad cacereña en los años en que apareció. Por ejemplo, en 1904. Ese conocimiento profuso haría que pusiéramos referencias personales a los individuos objeto de críticas o grupos implicados en la pluma de su principal autor, Enrique Montánchez, funcionario de la Diputación que alrededor de 1914 pasó a ser Secretario General de la Diputación de Lérida. Hoy reflejamos la crónica de un incendio en la vivienda de un conocido cacereño, cuyo apellido en línea genealógica descendente, aún se conserva. Un detalle, además, a tener en cuenta. En 1904 Cáceres tendría entre 16.000 y 17.000 habitantes.

El gato.

Momentos después de dar las tres de la madrugada, las campanas de diferentes parroquias comenzaron á tocar á fuego en nuestra Capital.

Esta mañana nos hemos informado de lo sucedido y con agrado hacemos constar que no hubo desgracias personales ni fueron de importancia las pérdidas que ocasionó el accidente.

El incendio se detectó en la morada de nuestro convecino y buen amigo D. Marcos Escribano, y parece que fue un gato la causa.

Quemóse micifuz en el brasero

Y huyendo de la quema

Con su cola incendiada dio el minino

En una carbonera

El voraz elemento propagóse

Con sin igual presteza

Y gracias á que el tufo enseguida

En la nariz soberbia

De un Sánchez Toca, velador sereno,

Que vino á ser anoche providencia.

Avisó la nocturna autoridad, tocando el pito, y después las campanas se pusieron en movimiento, es decir, que todo fue cuestión de toques.

En los trabajos de extinción se distinguieron muy señaladamente las criadas de los señores Durán y Amarilla, que ejecutaron verdaderas heroicidades.

Vaya nuestro aplauso para las trabajadoras y diligentes domésticas.

Y con ocasión del siniestro de anoche volvió á patentizarse claramente el buen estado en que se hallan nuestros útiles de incendios.

Una de las mangas, colocada en la boca de riego que está frente á la casa, no elevaba el agua, hasta la habitación incendiada y sólo consiguió el chapuzar a los curiosos.

Y aunque el baño á tales horas, nada tenía de agradable ni higiénico, los esfuerzos de nuestros bomberos, esfuerzos ¡ay! Que resultaban estériles.

Afortunadamente la cosa quedó solo en susto y hasta el próximo siniestro, pueden arreglarse y completarse los servicios de nuestro hermoso Parque (¡!)

Pero ya verán ustedes como ni se arreglan ni se completan.

Foto tomada en la Calle Parras (antes Cervantes). 1902.

Vale.

Prevención de riesgos laborales

El periódico UNIÓN Y TRABAJO, órgano de la Casa del Pueblo, además de incluir cuanta información política en interés del Partido Socialista creyera conveniente, también era un instrumento para defender a los trabajadores. En este caso, traigo hasta esta colección de entradas, una de 17 de octubre de 1931, sobre la prevención laboral para obreros pintores expuestos a contraer saturnismo, por el empleo de pigmentos basados en sales y carbonatos de plomo. Los “alquimistas” de la edad media llamaban Saturno al plomo. La firma del texto no es de ningún miembro del Partido. Pero sí muy conocido.

POR LA SALUD DE LOS OBREROS PINTORES

Con el fin de defender a los obreros pintores de los peligros de la intoxicación saturnia se recuerda que, con sujeción al Reglamento de mayo último, está prohibido en los trabajos de pintura interior de los edificios el empleo de la cerusa, sulfato de plomo y de todos los productos que contengan estos pigmentos, que sólo pueden autorizarse las excepciones previstas en dicho Reglamento, que dichas sustancias no podrán ser manipuladas en los trabajos de pintura sino bajo la forma de pasta, o bien de pintura preparada para ese empleo, que en los trabajos de pintura industrial que exijan el uso de referidas sustancias se prohíbe el empleo de mujeres y menores de diez y ocho años, que los facultativos que conozcan casos, aunque sólo sean presuntos, de saturnismo habrán de dar cuenta inmediatamente a la Inspección provincial de Sanidad para que por ésta se envíen las prevenidas estadísticas detalladas de tales casos a la Dirección General del Trabajo, y que los patronos serán responsables de las infracciones del mencionado Reglamento, son sujeción a lo que establece la Inspección de Trabajo.

Como medidas de precaución, para los casos en que por excepción se autoriza el empleo de las referidas sustancias venenosa, se han de prevenir las siguientes:

Todos los recipientes que contengan cerusa, sulfato de plomo o pintura que contenga por base este metal, deberán llevar en lugar vivible, una etiqueta con esta inscripción: “Contiene plomo. (Veneno)”.

Los establecimientos en que se empleen dichas sustancias en proporción superior al 2 por 100 están obligados a una limpieza semanal de sus paredes, suelos y techos, a disponer de lavabos y enjuagatorios para los obreros y a disponer de ropa especial que han de usar dichos obreros durante el raspado y apomazado en húmedo y el pintar con la cerusa, sulfato de plomo o productos cuya base sean dichos pigmentos, y cuyas ropas serán blusas o vestidos que cubran todo el cuerpo hasta cerca de los pies, gorro que cubra toda la región capilar de la cabeza y calzado especial y habrán de quedar siempre en el lugar de trabajo, y se complementarán con una careta respirador que mantenga una esponja mojada delante de la boca y nariz cuando se haga el raspado y apomazado en seco, prohibiéndose terminantemente emplear directamente con la mano los productos a base de plomo, destinados a pinturas, así como comer, beber y fumar en los talleres, siendo obligatoria la colocación de carteles claros y en sitios visibles que así lo expresen.

Los obreros que hayan de utilizar en sus trabajos las mencionadas peligrosas sustancias, además de abstenerse de comer, beber y fumar durante las horas de trabajo, cuidarán, al terminar éste, de cambiarse de ropa, lavarse con agua y jabón la cara y con cepillo de uñas las manos, aseándose así mismo boca y dientes, y a la vez tendrán en cuenta que de modo especial deben privarse de bebidas alcohólicas y alimentos picantes, usando la alimentación más sana y nutritiva que puedan, tomando la mayor cantidad de leche posible y procurando conservar una limpieza corporal esmerada, todo ello con el fin de ofrecer una resistencia orgánica grande contra las materias tóxicas que puedan provocar los variados accidentes del saturnismo.

El Inspector Provincial de Trabajo, León Leal.

Vale.

La Fuente del Concejo

La Montaña fue un periódico diario que estuvo en circulación varios años, de carácter conservador, si bien trataba a menudo temas locales y era característico que publicara las reseñas de las reuniones municipales y, al final de cada una, el autor de las mismas exponía un comentario, generalmente jugoso, y que contrastaba con la seriedad del lenguaje administrativo de los acuerdos adoptados. Hoy, sin embargo, traigo a esta serie unas impresiones de unos paseantes sobre la Fuente del Concejo, con su punto de chispa.

Fue publicado este artículo en LA MONTAÑA, el 13 de enero de 1922, con la firma de “P.P. y W.”

DIVAGACIONES DE UN INFELIZ MURMURADOR

El aburrimiento nos hizo caminar sin rumbo fijo y paseando por la carretera que circunda la Ciudad vinimos a parar a la fuente más popular de Cáceres: la Fuente del Concejo. No sabemos qué misteriosa atracción tendrá para nosotros el agua de esa fuente: pero es lo cierto que nos deleita beberla, y al vernos tan cerca, un poco sedientos por el cansancio del paseo entramos en deseos de hechar un trago. No fue posible satisfacer este pequeño capricho; un hombre alto, enjuto de carnes que allí estaba con una vara, y que se nos antojó fuese el guarda, nos produjo cierto temor y desistimos de nuestro propósito sin atrevernos a descender al patio de la fuente.

¿Por qué ese miedo de apagar nuestra sed? Muy sencillo. El agua de esa fuente que debe tener para todos los que la prueban la misma misteriosa atracción que hemos dicho tiene para nosotros, es la que más se consume en Cáceres, y así vemos que a cualquier hora del día esperan pacientemente el turno para llenar su cántaro innumerables domésticas que formando larga fila, obediente a una imperceptible señal del hombre de la vara van pasando de una en una a recoger el agua prodigiosa. Claro es que si para saciar nuestra sed hubiéramos esperado a que nos correspondiese el turno nuestra muerte hubiera sido segura y optamos por abandonar aquel lugar.

Foto: Ruth Matilda Anderson

Durante el tiempo que allí permanecimos observamos que [de] cuatro bombas que hay en la fuente solamente funcionaba una y ésta casi continuamente estaba ocupada por un hombre que sin parar llenaba ocho, diez o doce cántaros, que si bien su capacidad no sería suficiente para llenar el bebedero de un canario era tan crecido que no parecía abarse nunca. Entonces inquirimos ¿qué preferencia tenía aquel sujeto sobre los demás para permitirle tal abuso? Alguien nos dijo, ese hombre es aguador, paga 0’15 pesetas diarias para sacar agua de la fuente y cobra 0’50 pesetas por cada carga compuesta de esos dedalitos que transporta en su jumento; no pareció que exageraban pero callamos al pensar inconscientemente en el número de taberneros y expendedores de leche que hay en la ciudad.

Fuente Concejo

Si funcionasen las cuatro bombas, pensábamos, no habría esa interminable cola; pero para su funcionamiento sería preciso arreglarlas; su arreglo costaría dinero y eso gravaría el erario municipal que no debe estar para muchas filigranas, después del pozo de los Regajos, que a pesar de la economía con que los concejales inspectores de obras, Sres. Canales y Floriano Santillana han procurado llevarlas al efecto, no debe ser ningún grano de anís. Por otra parte, ¿no se irrogaría perjuicio a las domésticas arreglando las fuentes? Sin duda alguna; el tiempo que emplean en la fuente, están alejadas de los pesados quehaceres de la casa y por consiguiente les sirve de descanso la espera en la cola, y este beneficio que legítimamente les corresponde, no lo tendrían si estuvieran las bombas en condiciones de funcionar.

Estas razones creemos habrán pesado en el ánimo de la Alcaldía y por eso no le criticaremos el que la fuente esté en ese abandono lamentable, sin que pueda usarse más que una sola bomba con lo cual no se pierde más que tiempo; de otra forma no podríamos tolerarlo y protestaríamos en la seguridad de que nuestra protesta sería escuchada en el acto. Pues que ¿no sabemos de sobra que si fuera necesario se resolvería inmediatamente el conflicto con un esfuerzo insignificante por parte del Ayuntamiento?

Está muy reciente la cosa para que hayamos olvidado que dentro de la misma Corporación  hay quien nos sacaría del apuro inmediatamente. Ahí está el concejal Sr. Herreros que por servir los intereses del Pueblo, se sacrificaría nuevamente para ir a Madrid a buscar bombas para la Fuente del Concejo como fue a por la del pozo de la Esmeralda, y creemos no habrá quien dude que el Sr. Herrero en cuestión de bombas… no entiende un cacho largo.

P.P. y W.

Vale.