El incendio
MALVAS Y ORTIGAS era un periódico cuya lectura actual requeriría un profuso conocimiento de la sociedad cacereña en los años en que apareció. Por ejemplo, en 1904. Ese conocimiento profuso haría que pusiéramos referencias personales a los individuos objeto de críticas o grupos implicados en la pluma de su principal autor, Enrique Montánchez, funcionario de la Diputación que alrededor de 1914 pasó a ser Secretario General de la Diputación de Lérida. Hoy reflejamos la crónica de un incendio en la vivienda de un conocido cacereño, cuyo apellido en línea genealógica descendente, aún se conserva. Un detalle, además, a tener en cuenta. En 1904 Cáceres tendría entre 16.000 y 17.000 habitantes.
El gato.
Momentos después de dar las tres de la madrugada, las campanas de diferentes parroquias comenzaron á tocar á fuego en nuestra Capital.
Esta mañana nos hemos informado de lo sucedido y con agrado hacemos constar que no hubo desgracias personales ni fueron de importancia las pérdidas que ocasionó el accidente.
El incendio se detectó en la morada de nuestro convecino y buen amigo D. Marcos Escribano, y parece que fue un gato la causa.
Quemóse micifuz en el brasero
Y huyendo de la quema
Con su cola incendiada dio el minino
En una carbonera
El voraz elemento propagóse
Con sin igual presteza
Y gracias á que el tufo enseguida
En la nariz soberbia
De un Sánchez Toca, velador sereno,
Que vino á ser anoche providencia.
Avisó la nocturna autoridad, tocando el pito, y después las campanas se pusieron en movimiento, es decir, que todo fue cuestión de toques.
En los trabajos de extinción se distinguieron muy señaladamente las criadas de los señores Durán y Amarilla, que ejecutaron verdaderas heroicidades.
Vaya nuestro aplauso para las trabajadoras y diligentes domésticas.
Y con ocasión del siniestro de anoche volvió á patentizarse claramente el buen estado en que se hallan nuestros útiles de incendios.
Una de las mangas, colocada en la boca de riego que está frente á la casa, no elevaba el agua, hasta la habitación incendiada y sólo consiguió el chapuzar a los curiosos.
Y aunque el baño á tales horas, nada tenía de agradable ni higiénico, los esfuerzos de nuestros bomberos, esfuerzos ¡ay! Que resultaban estériles.
Afortunadamente la cosa quedó solo en susto y hasta el próximo siniestro, pueden arreglarse y completarse los servicios de nuestro hermoso Parque (¡!)
Pero ya verán ustedes como ni se arreglan ni se completan.

Foto tomada en la Calle Parras (antes Cervantes). 1902.
Vale.
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