Archivos para Mariano Rajoy Brey

Las elecciones las ganan los partidos que se presentan fuertes ante los electores. Fuertes en cuanto al mensaje que transmiten y en cuanto a la imagen que tiene el cuerpo electoral. Por eso, cuando al día siguiente de una jornada electoral los analistas aciertan en saber por qué se han producido los resultados, siempre encontramos una referencia a que la unión interna, la cohesión interna de los partidos juega un papel importante.

En la anterior entrada de esta serie me refería a la división que se aprecia en el PSOE. Ahora, en lo que se refiere al Partido Popular nos encontramos en un caso diferente. Diferente en cuanto a la apariencia social que se desprende de las informaciones que se publican en los medios, incluida la generalidad de los llamados convencionales (prensa escrita, radio y TV), y que es la de una organización traspasada por casos de corrupción. Algo que hasta esos medios convencionales proclives a la bonanza de sus informaciones sobre el Partido Popular señalan.

Frente a la división que se aprecia en el PSOE, la cohesión interna, la unión, en el Partido Popular parece evidente. Claro, que habría que analizar cuál es el lubricante que engrasa esa cohesión.

Siempre se ha dicho que lo que más une a las organizaciones políticas es el poder. Y eso es así en el PP. El ostentar el poder elimina tentativas de cambiar el funcionamiento de la organización si fuera anómalo. Mejor dicho, si lo percibieran anómalo. Eso no sucede en el genuino partido de derechas español. Sus dirigentes consideran a su partido modélico en organización y funcionamiento, y los generalizados casos de corrupción que salpican las informaciones son considerados, sistemáticamente, “casos aislados”.

Sin embargo, es cada vez más evidente que la corrupción es sistémica en el Partido Popular, forma parte indisoluble de su funcionamiento interno, de tal manera que sus dirigentes (y sus votantes) no aprecian que, por ejemplo, el pitufeo detectado en la Comunidad Valenciana, sea una anomalía, sino una forma ordinaria de financiar sus campañas electorales. Es decir, lo que para los ciudadanos y para el Código Penal son delitos, los dirigentes y votantes del PP son inapreciables. Por eso, a cada escándalo brillante en las noticias le sucede otro cuando las luces del primero van apagándose. Y, como termina el estrambote del soneto de Cervantes al Túmulo de Felipe II, “fuese y no hubo nada”.

La cohesión interna en el Partido Popular no tiene connotaciones ideológicas, no se asienta en firmes convicciones políticas. La cohesión en el PP está trufada por el lubricante de la corrupción y la indecencia políticas, que engrasa la organización en todas sus estructuras. Y en la cúspide de esas estructuras, Mariano Rajoy, presidente del partido desde 2003 designado por Aznar.

Que el tesorero del partido está procesado por diversos delitos cometidos en el ejercicio de su cargo… el presidente del partido que lo nombró se lava las manos y no quiere saber nada de él.

Que se hacen obras por un importe considerable en la sede central del partido y se pagan con dinero negro, casi con seguridad, de procedencia ilícita… el presidente del partido no sabe nada.

Estos dos ejemplos dan una idea cabal de cómo la corrupción y la indecencia son el engranaje que hace funcionar al PP. Que su presidente y representante legal (artículo 45 de los estatutos del PP) desconozca que su tesorero comete delitos en el ejercicio de sus funciones, o que desconozca cómo se pagan las obras de su propio despacho, demuestra que Mariano Rajoy Brey estaría incapacitado, cuando no en una situación procesal adecuada, en cualquier país de nuestro entorno. Lo estaría por desconocer a qué se dedica su partido (organización procesada por destrucción de pruebas en un proceso penal), o, peor, por conocer, autorizar y aprobar la comisión de delitos: si no sabe cómo funciona la organización que preside, está incapacitado para gobernar un país.

O si conoce ese funcionamiento ilícito, ilegal, de su organización, también lo está.

Que el Partido Popular es una organización en cuyo funcionamiento está perfectamente incardinada la corrupción parece evidente. Que haya casi 8 millones de electores que le den su confianza demuestra la poca confianza que los españoles, en general, tenemos en nuestros valores democráticos.

Porque no es peligroso para la salud democrática que haya 8 millones de votantes que confíen en un partido corroído, lo peligroso es que los demás votantes no seamos capaces de hacer que todos los partidos democráticos (el PP no lo es, es corrupto) aúnen fuerzas para desalojar la podredumbre del poder.

Ah, y otra cosa: el Partido Popular es corrupto porque hay corruptores. Si no hubiera empresas de todo tipo que pagan comisiones ilegales, cohechos y similares, no habría corrupción. Si no hubiera clientes, no habría prostitución. Si no hubiera pecadores, no habría curas para perdonarlos.

Vale.

La publicidad y la propaganda son técnicas utilizadas en las empresas para fomentar las ventas de sus productos. Englobadas en un concepto anglosajón, marketing, que como todo el mundo con nivel medio de inglés sabe, deriva de market (mercado, “yo no soy tonto”). La importación de los modelos y técnicas electorales, han olvidado los conceptos primarios de publicidad y propaganda y los han envuelto con un concepto de aparente, pero falsa, nobleza y cualidad. El marketing es publicidad y propaganda, utilizando para la difusión de los mensajes todo tipo de soportes. Todos. Incluidos aquellos que, de modo “colateral” contribuyen a reforzarlos.

Hoy se está celebrando la primera jornada del Debate del Estado de la Nación, en el que en el discurso de Mariano Rajoy Brey ha presumido de ser altavoz de todas las predicciones de los organismos internacionales que hablan de crecimiento económico más allá de lo conocido (organismos como el FMI y la UE, los mismos que en 2007 ayudaban a Zapatero a no ver la crisis).

Hay que tener en cuenta que todas esas profecías de las que Rajoy presume están hechas por economistas, esos seres que analizan el futuro sin reconocer que en el pasado la cagaron y bien.

A esas predicciones o profecías (táchese lo que no proceda) se suman, en España, dos instituciones ejemplares: el BBVA y el Banco de Santander. Los mismos que se negaron a protagonizar ayudas a las cajas de ahorro mientras se financiaban a euros llenos en el BCE.

¿Por qué España protagoniza tan halagüeñas profecías? O predicciones. La razón es muy sencilla: la UE, el FMI, el BCE, el BBVA, el BS, todos, quieren evitar una crisis política a la griega. O lo que es lo mismo: si en 2015 estuvieran previstas elecciones en Italia o Francia y no en España, el crecimiento salvaje sería previsto para esos países. Sin duda.

Lo que ha pasado en Grecia, una descomposición política que ha fragmentado el panorama de manera que la victoria de Syriza es vista como un accidente que no puede volver a repetirse. No ya que un partido emergente, escorado a posiciones consideradas por esa sopa de siglas como radicales (en realidad, no lo son) puede alcanzar el poder, sino que esa fragmentación política se extienda, es la razón última.

No hay que olvidar que el “peso” de Grecia en la moneda única no es el mismo que el de España. La diferencia demográfica es considerable y el valor absoluto del PIB español dentro de la economía europea no puede ponerse en juego.

Toda esa sopa de siglas transmiten la misma consigna: crecimiento. Les da igual que ese crecimiento sea en la práctica el de la brecha económica, el del aumento de los niveles de pobreza, de la precariedad laboral rayana en el esclavismo. El crecimiento al que se refieren es el de sus intereses.

Porque la crisis económica, a escala global, no ha sido sino lo que ha resultado en España (otra vez, campo de pruebas): un ajuste de cuentas contra el estado del bienestar, de manera que en el futuro, ya nos los dicen los ejemplares dirigentes de esos organismos, nada volverá a ser lo que era.

Dirigentes mundiales de la calidad de los máximos responsables del FMI (no se olvide, Rato, Strauss Khan, la propia Lagarde, investiga por corrupción), del BCE (Draghi, dirigente en Europa de uno de los bancos que dieron lugar al bombazo de la crisis), de la UE (Juncker, ahora presidente de la Comisión Europea que cuando era primer ministro de Luxemburgo se dedicó a hacer trampas en los beneficios fiscales a favor de su país, el paraíso fiscal luxemburgués), el Banco de Santander (cuya familia cabecera disponía de miles de millones evadidos en Suiza), de esa calaña ahora no pueden consentir que en España pueda producirse el caso griego.

Por eso, las campañas publicitarias de las grandes corporaciones, los “estudios” que los economistas al servicio directo o indirecto de ellas, van en la misma dirección crecimiento.

El crecimiento no existe, es la ausencia de vergüenza del presidente del gobierno.

Vale.

Hoy, en vísperas del 28 de diciembre, el Presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, ha hecho su balance del año y sus profecías para el próximo año electoral de 2015. Después, fuese y no hubo nada.

Dice el señor Mariano que el año 2014 ha sido mejor que el 2013 y que hace 80 años no había tantos zapatos, y muchos españoles iban en zapatillas de esparto.

Váyase al carajo, señor Mariano.

Dice que las cifras de empleo han mejorado con respecto a 2013, ¡faltaría más!, pero no ha tenido ningún recuerdo efectivo para los más de 4.500.000 parados que figuran en las listas oficiales y más de 5.500.000 que dice la EPA del nido de rojos llamado INE.

Váyase al carajo, señor Mariano.

Dice que las cifras del paro han mejorado, pero no ha dicho nada de la disminución real y efectiva, en un año, en más de 500.000 habitantes de nuestro país, en su mayoría personas de edad fértil y edad laboral.

Váyase al carajo, señor Mariano.

Dice que estamos tan bien, tan bien, y que en 2015 vamos a estar tan bien tan bien que él, El Magnánimo, sube el salario mínimo interprofesional en 3,30 euros al mes, y que la pensión media subirá en la cuantía, auténticamente espectacular, de 2 euros al mes. Él, El Magnánimo, dice que son subidas modestas, y lo ha dicho sin reírse, pero con las babas escurriéndole por las comisuras de los labios.

Váyase al carajo, señor Mariano.

Dice que la economía va tan bien, tan bien, gracias a él, que la inflación ha caído tanto que eso mejora la capacidad de compra de los españoles, cuando la realidad es que la capacidad de compra de los españoles ha caído tanto que ni la bajada de los precios puede compensar una economía desastrosa… salvo para las empresas del IBEX 35.

Váyase al carajo, señor Mariano.

Dice que la economía crece sin menoscabar el estado del bienestar, eso dice el gallego, sin que su ojo izquierdo detecte la mentira: el tic desaparece cuando desde la primera palabra del discurso hasta la última, todo son mentiras, medias verdades o frases huecas llenas de hipocresía y de cinismo.

Váyase al carajo, señor Mariano.

Cuando El Magnánimo habla del estado del bienestar, no lo hace pensando en los enfermos de Hepatitis C, a los que tiene en el corredor de la muerte, ni lo hace pensando en enfermos de múltiples dolencias para cuya investigación ha cercenado todo tipo de recursos y nuestros investigadores ya no emigran, huyen, se exilian porque el presidente del Gobierno de su país los expulsa.

Váyase al carajo, señor Mariano.

Dice que el año 2015 será el de la consolidación de la recuperación, pero mantiene congelados los sueldos de los empleados públcios y, generoso él, va a pagar 44 días de la extra que le robó en diciembre de 2012, pero no dice que esa devolución está obligada por múltiples sentencias judiciales.

Váyase al carajo, señor Mariano.

Dice que vamos tan bien tan bien que va a mantener medidas de gran importancia social para la igualdad de todos los ciudadanos ante la ley, como la Ley de Tasas Judiciales, que ha terminado con la Justicia gratuita y solamente pueden acudir a los tribunales los que tengan dinero. Es decir, los dueños de las empresas para los que gobierna.

Váyase al carajo, señor Marian.

Dice que 2014 ha sido un buen año y que 2015 será la releche, pero no tiene agallas de decírselo a los jóvenes a los que tiene condenados, a los jóvenes cuya formación ha costado tanto dinero al Estado y ahora no pueden devolverlo produciendo porque no tienen los medios ni la iniciativa de un Gobierno que se comporta como un grupo de sociópatas.

Váyase al carajo, señor Mariano.

Dice que estamos tan bien en el año que termina y que en 2015 vamos a estar mejor, y la realidad es que, vulnerarndo los derechos humanos, priva de libertad a un militar, el Teniente Gonzalo Segura, por denunciar la corrupción en las FAS, o que obliga a una militar, la Comandante Cantera de Castro, a tener que pedir su salida porque la persecución de la que ha sido objeto por denunciar a un superior por acoso.

Váyase al carajo, señor Mariano.

Dice que va a luchar contra la corrupción, él, el presidente de un partido cuya sede se ha construido con dinero negro, un partido que tiene en sede judicial acreditada la existencia de una caja B, un partido con todos sus extesoreros imputados y el que él nombró está en la cárcel, él dice que va a luchar contra la corrupción. No ha dicho que va a luchar contra sí mismo, porque no estuvo el día que el Juez ordenó registrar la sede de su partido, que más que una sede es una fosa séptica colapsada.

Váyase al carajo, señor Mariano.

… Y así, ad infinitum, podría seguir mandando lejos a Mariano Rajoy Brey.

Vale.