El síndrome de Guernica

cercadelasretamas —  junio 26, 2021 — Deja un comentario

Síndrome es, vulgarizando su significado, el conjunto de síntomas que determinan una enfermedad. Por supuesto, ni es así de sencillo ni pretendo que lo sea, pero creo que se entiende.

Guernica es la ciudad vasca en la que los nazis, aliados del golpismo franquista, experimentó lo que luego llevaría a la práctica durante la II Guerra Mundial: bombardeos masivos de objetivos civiles.

Instalación «Síndrome de Guernica» Plaza de San Mateo (Cácres). Al fondo, Palacio de los Golfines con la foto de Franco saludando

Aquel bombardeo, a mayor gloria de Franco y sus generales y burguesía asociada, dejó tras sí la esperable cantidad de muertos que pretendía, con la finalidad de militar de asestar un duro golpe a los leales a la República. Sin embargo, produjo un efecto secundario de incalculable valor, que aun hoy perdura y perdurará en la mente de quienes conocieron o se acercan a conocer la realidad de los bombardeos de la ciudad de Guernica, y cuya puerta de acceso es la obra de Picasso. El franquismo, ni en sus cuarenta años de dictadura y autarquía, ni en los años transcurridos desde la muerte del dictador, ha conseguido superar los síntomas que la visión de esa obra de arte les produce, hasta convertirse, para ellos, en un síndrome.

Picasso, en su monumental obra, sintetizó a través del cubismo la misma percepción que tuvo Goya cuando realizó los grabados de “Los desastres de la guerra”, sobre la Guerra de la Independencia. La dureza de las imágenes captadas y vividas por Goya, aumenta con la versión de esos desastres bajo el prisma del cubismo, cuyos trazos rectos, violentamente cortados en curvas que construyen ojos, en madres que sostienen hijos, dan la verdadera dimensión del crimen fascista sobre Guernica.

Instalación de «Síndrome de Guernica», de Sánchez Castillo. Museo Helga de Alvear. Cáceres.

En estos días de junio de 2021, uno de los símbolos del franquismo, ha recalado en Cáceres en lo que es su singladura final y definitiva. El artista Fernando Sánchez Castillo trajo a la ciudad unos bloques de chatarra, primero expuestos en la plaza de San Mateo, con el horizonte próximo del balcón del palacio de los Golfines de Arriba, donde sus propietarios, fascistas como Franco, le alojaron y a cuyo balcón se asomó a saludar para construir la más infame e icónica fotografía del dictador. Aún hoy, ningún artista “transgresor” se ha atrevido en la ciudad a interpretar dicha foto.

Sánchez Castillo adquirió el yate Azor, tantas veces mostrado en el NO-DO, y lo convirtió en chatarra, para realizar una instalación en la que aquellos desastre provocados por Franco y su dictadura, queden sepultados en amasijos de chatarra que, finalmente, Helga de Alvear y su Museo de Arte Contemporáneo, han adquirido para que repose para siempre en esta ciudad.

Sánchez Castillo bautizó su instalación como “Síndrome de Guernica”, para enlazarla con el cuadro de Picasso y su simbolismo. No sé si el autor de la instalación, del desmembramiento del Azor tenía algún conocimiento sobre los desastres de la guerra civil en Cáceres, si bien, en la entrevista que le hicieron para el programa de RTVE “Metrópolis” aludía a la foto de Franco en el balcón de los Golfines. Pudiera ser que no la conociera y que le fuera dada a conocer cuando su obra ya estaba en la plaza de San Mateo.

Instalación «Síndrome de Guernica», de Sánchez Castillo. Museo Helga de Alvear. Cáceres

Que en Cáceres se “guarden” los últimos restos del yate del poder viene a ser una metáfora, un síndrome, de lo que la guerra supuso para la ciudad y sus gentes. El episodio más dramático del paso del franquismo militar por Cáceres fueron los fusilamientos de la Navidad del 1937, en los que muchos cacereños fueron detenidos y sometidos, en 24 horas escasas a consejos de guerra en los que las condenas a muerte se llevaron por delante a mujeres y hombres, jóvenes y viejos y cuya historia ha contado con precisión Julián Chaves, y otros que han contado esas muertes en navidad.

Que la chatarra del yate del poder franquista se muestre en el museo de arte contemporáneo Helga de Alvear es una reparación, no buscada, de los desmanes de sujetos que se dedicaban a señalar a los rojos y no tan rojos, para que fueran fusilados. Los Luna, Teresa y compañía ahora serán más recordados por los crímenes que ayudaron a llevar a cabo.

Fragmento de la sentencia condenando a muerte a Ramona, abuela del autor de este post. Finalmente, se consiguió conmutar la pena

En aquellos consejos de guerra se dio la verdadera definición de lo que fue, durante cuarenta años, el franquismo, y aún lo sigue siendo.

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