En un páramo cultural, solazado por las giras al peso que contrata el Gran Teatro, conciertos minimalistas (de precio, de público) en dos o tres bares, alguna exposición colgada en cafeterías para tapar paredes desnudas que se le olvidó al decorador, que haya una asociación como Lemon y Coco que tire de ingenio y paciencia, y que se vean, una y otra vez, ninguneados por quienes toman las decisiones de qué tienen que los ciudadanos en los museos (por ejemplo, las copas de la roja, maximum cultural del país), es un soplo de alegría.
Ayer colgaron en su página, http://www.lemonycoco.es, un reportaje realizado con material grabado por @iris_snchez, con guión y preparación de @mikigazquez y @zapatosrosas, para preguntar en la calle si se puede vivir de la música, y, de paso, sondear si los ciudadanos son más de comprar o de piratear.
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