Guerra asimétrica

cercadelasretamas —  abril 15, 2024 — Deja un comentario

En las dos primeras décadas de este siglo, tuve la ocasión de leer, aunque fuera de pasada, artículos teóricos o de proyección teórica sobre cómo serían en el futuro los conflictos armados, las guerras. Y en ese contexto, los conflictos asimétricos serían, serán, son, los más reconocibles.

Un primer concepto de asimetría de conflictos (guerras) sería el enfrentamiento entre un ejército regular con otro irregular. Históricamente, España tenía alguna experiencia en las guerras del Norte de África, cuando el Ejército regular español se enfrentaba a las cábilas árabes.

Otro concepto de la asimetría que se estudiaba era el enfrentamiento entre dos ejércitos regulares, pero con una evidente diferencia de poderío militar, económico y geopolítico, de manera que la guerra se vería desde fuera primero como inevitable, y después con una evidente victoria del ejército más fuerte, más poderoso.

Hemos llegado en este 2024 con dos guerras asimétricas evidentes: la guerra de Gaza y la guerra de Ucrania. De cómo se desarrollen ambas, la comunidad internacional podrá alcanzar un mayor o menor grado de pacificación.

En orden temporal, primero fue la guerra de Ucrania, con la invasión, el intento de invasión de Ucrania por parte del poderoso ejército ruso. La invasión rusa de Ucrania, ​ también denominada guerra de Ucrania, iniciada el 24 de febrero de 2022, constituye una escalada de la guerra ruso-ucraniana que comenzó tras los sucesos del Euromaidán en 2014. 

En principio, la opinión internacional sería que si Ucrania se enfrentaba al invasor ruso, solamente con sus medios, la guerra sería muy rápida. Una de las excusas del presidente Putin para invadir Ucrania era que el país ucraniano se estaba echando en manos de la OTAN y EEUU. La debilidad  de las fuerzas ucranianas ante Rusia se fue compensando con el apoyo material (armamento y equipos) de los países europeos y los EEUU. Lo que parecía un rápido conflicto, se ha estabilizado dos años después de su inicio, pero se desconoce cómo evolucionará en el futuro.

A comienzos de octubre de 2023 (en concreto, el día 7) un amplio ataque de comandos de Hamás sobre Israel dio como resultado la captura por las milicias palestinas de un buen número de rehenes, y una durísima respuesta de las fuerzas armadas israelíes, que desde dicha fecha han causado unos 35.000 muertos entre los gazatíes, de los cuales unos 16.000 son niños.

La crueldad de Israel en su respuesta al ataque de Hamás está, aunque lentamente, y con altibajos, a que la opinión pública internacional y los gobiernos occidentales traten, con más o menor fuerza de influencia, de que Israel frene en su venganza y se puedan sentar las bases para la única solución política posible: la creación de los dos Estados, uno israelí y el otro palestino.

Tanto en la guerra de Ucrania como en el caso de Israel-Gaza, su enquistamiento en el tiempo pudiera ser (o no) un principio de resolución, pero la diplomacia camina sobre la inestable cuerda de equilibrios cuya explosión pudiera resultar fatal. Por ejemplo, el cruce de ataques entre Israel e Irán podrían llevar, en función de si se repiten y escalan, a la intervención de países occidentales.

En el caso de Ucrania, el cambio de aportaciones de armamento y material desde la UE y EEUU por la presencia de tropas europeas y de la OTAN sobre el terreno (como ha pedido Emmanuel Macron) podría aumentar exponecialmente la dureza de la guerra.

Vale.

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