Supongo que alguien se acordará lo bien que manejaba el franquismo la táctica de desviar la atención sacando a relucir cuando lo necesitaba el tema de Gibraltar, o lo bien que utiliza la dictadura marroquí Ceuta y Melilla cuando les vienen mal dadas en el interior.
En estos días, venimos asistiendo a una presunta batalla política sobre el déficit asimétrico o sobre aquello que José Antonio Monago, el capataz que la derecha tiene en la finca extremeña, quiere hacer valer sacando pecho con una reducción del déficit que ha conseguido no gastando en lo necesario (sanidad, educación) y poniendo la mano para recoger la cosecha que habían sembrado otros (el impuesto bancario) para reclamar no trato de favor si no que se castigue y mucho a Catalunya.
Porque Catalunya es el gran enemigo de Monago, que no de Extremadura, y lo enarbola como una bandera en la que se envuelve para hacer propaganda. Catalunya es para Monago lo mismo que Gibraltar para Franco.
Porque la realidad es que el Presidente de la Junta de Extremadura tiene un propagandista a sueldo para su uso personal, a sueldo que le pagamos los extremeños a los que pretende engañarnos. Porque mientras se dedica a soltar improperios haciéndose el machote, jaleado por la caverna mediática madrileña y las gacetillas locales, contra Catalunya, calla, cobarde, cuando sus correligionarios en el gobierno de la nación asesinan el ferrocarril en esta tierra, calla cuando paralizan, para siempre, los proyectos del AVE, calla cuando sus conmilitones ordenan el cierre del Cefot 1.
Lo de Monago con la nación catalana es pura distracción, propaganda que recuerda y mucho al Gibraltar franquista, porque seguramente su afán de salir en los “periódicos de Madrid” le esté distrayendo de algo que cada vez se nota más: este ex bombero está demostrando el comportamiento de los cobardes. Ese comportamiento que le hace aparecer fuerte con los débiles y débile con los fuertes.
Hoy se ha conocido la pretensión del Ministerio de Fomento de recortar más el ferrocarril. Pero Monago no dirá nada, o dirá lo que su propagandista de cabecera le diga, un eslógan que le deje bien ante sus superiores y deje, una vez más, a Extremadura y a los extremeños en la vergüenza de que se semejante personaje consiga portadas en La Razón o La Gaceta.