Archivos para September 30, 2008

Construido a principios de los años 20 del siglo pasado, el Cuartel Infanta Isabel suponía, para la ciudad de Cáceres, la consolidación de que la ciudad tendría guarnición permanente, lo que en aquellas fechas suponía un gran avance institucional y económico. Su uso militar fue primero como sede del Regimiento Segovia 75 y después con el Regimiento Argel 27, para pasar a mediados de los 70 a conformar primero el C.I.R. nº 3, luego llamado C.I.R. Centro, compartiendo sede con el Campamento de Santa Ana.
Fue a finales de los años 80 cuando el mayor peso de la presencia militar en la ciudad se fue trasladando a Santa Ana, y dejando el Cuartel en gran parte sin uso, lo que llevó a su inclusión dentro del Plan General de Ordenación Urbana de 1998 con dos áreas de reparto. Una, formada por el llamado Edificio de Mando, sobre una parcela de casi 10.000 metros cuadrado. La otra, junto con los talleres municipales y otras pequeñas propiedades conforma hoy el Residencial Infanta Isabel.
En el año 2000, los terrenos propiedad del Ministerio de Defensa de la Unidad de Ejecución CII-1 fueron vendidos en subasta pública, por una cantidad en torno a los 1.500 millones de pesetas, incluido el IVA. El precio de salida fue de poco más de 500 millones. O lo que es lo mismo, las ofertas de las empresas que concurrieron a la subasta triplicaron el precio de salida: el mercado actuó conforme a sus reglas.
En la fecha en que los terrenos fueron vendidos, gobernaba en Madrid el PP, y el ministro de Defensa era Federico Trillo. El Ayuntamiento de Cáceres obtuvo, de los terrenos de la unidad de ejecución, los derechos del 10%, los expresamente tasados en la legislación urbanística. No obtuvo ningún beneficio extra. Tampoco los reclamó.
Sobre el Cuartel Infanta Isabel siempre surgen las voces que, sin conocimiento de los datos, ya históricos por otra parte, reclaman que el Ayuntamiento fuerce la reversión. Efectivamente, los terrenos sobre los que se construyó el Cuartel fueron cedidos por el Ayuntamiento al Ejército. Sin embargo, hay que tener en cuenta algún detalle legislativo sobre este tipo de cesiones. La legislación aplicable (que actualmente ha cambiado bastante) establecía que si un municipio cedía gratuitamente al Estado un inmueble para un fin concreto, el Estado disponía de un plazo de cinco años para realizar las obras necesarias al fin para el que se cedió, y debería mantener el uso durante los treinta años siguientes. El Ejército cumplió los dos extremos.
Pero hay un dato, que sin duda obra en los archivos municipales, y fue que en los años 50 el Ayuntamiento de Cáceres reclamó del Ministerio del Ejército la reversión del denominado Cuartel Viejo (donde después estuvo el mercado de abastos y ahora está el parking de Galarza, y cuya puerta fue trasladada a la trasera del palacio episcopal, en otra muestra más del falseamiento de la ciudad monumental). Los tribunales dieron la razón al Ayuntamiento, y el Ministerio del Ejército devolvió al municipio el Cuartel Viejo.
Aquello dio lugar a que, en las mismas fechas, y, sin duda, para evitar cualquier reclamación de reversión, se diera la instrucción de formalizar la escritura de declaración de obra nueva del Cuartel Infanta Isabel, de manera que además de haber cumplido las previsiones de ser construido en los cinco años siguientes a la cesión de los terrenos y haber mantenido el uso en los treinta siguientes, se daba cumplimiento al requisito formal de elevarlo a escritura pública.
En definitiva, sobre el Cuartel Infanta Isabel no cabe, desde el Ayuntamiento, ningún derecho a reclamar reversión alguna… pero.
Pero lo que debió hacerse en el año 2000, cuando se sabía que Defensa sacaría a subasta su parte en la Unidad de Ejecución CII-1, fue negociar compensaciones para la ciudad. Gobernaba el Ayuntamiento el PP con mayoría absoluta. Acababa de ganar el PP las elecciones generales con mayoría absoluta. ¿Qué hizo entonces el gobierno municipal presidido por el magnífico gestor José María Saponi? Nada, nada de nada. Fue el primer ayuntamiento de España que ante una situación similar, el primero y el único, que no obtuvo nada a cambio, porque el 10% de las cesiones son obligación legal.
Lo grave de todo ello no fue que no obtuviera ningún tipo de compensación, sino que un año después, en 2001, comenzó el calvario por el que ha pasado no sólo el CIMOV nº 1, sino la propia presencia de guarnición militar en Cáceres.
El período 2000-2004, en asuntos relacionados con el Ejército, está marcado por la toma de decisiones en Madrid por el ministro Trillo, y la tota incapacidad política y de gestión del Partido Popular en Cáceres ante las situaciones planteadas.
Vale.

Los micrófonos, abiertos a destiempo, suelen jugar malas pasadas. Y suelen, sobre todo, poner al descubierto las miserias de quienes, en los discursos enardecen a las masas con soflamas, y luego no creen ellos mismos en nada de lo que han dicho a sus seguidores.
El año 2007, el año en el que España se iba a romper por impulso de Zapatero, el año en que Zapatero iba a liquidar la unidad de España, fue el año en que Mariano Rajoy lanzó un mensaje «institucional» animando a participar en la festividad del 12 de octubre. Aquel mensaje sirvió para que muchos seguidores de Mariano sacaran lo mejor de su casa a los balcones: las banderas preconstitucionales, las de la dictadura.
Ahora, cuando se ha comprobado que España no se rompe, ahora ya no hace Mariano el mensaje institucional, ahora ya Mariano se muestra como es.
Un micrófono abierto ha descubierto a Rajoy: «Mañana tengo el coñazo del desfile».
Podría no hacerse ningún comentario, pero cuando un hipócrita queda al descubierto hay que analizar hasta donde nos puede llevar su realidad. Porque, ¿cuándo era sincero Rajoy? ¿el año pasado cuando sacaba de las tripas más reaccionarias los símbolos de la dictadura?
Sin duda alguna, Mariano es sincero ahora. Muy sincero.
Vale.
El alcalde de Madrid, don Alberto, ha tenido una ocurrencia paternalista, propia de quienes ven el mundo desde una derecha rancia y antigua: prohibir los hombres anuncio en nombre de la dignidad. Es rancia y antigua, y paternalista, porque pretende defender la dignidad de quienes, en la Gran Vía de Madrid se ganan la vida colocándose de hombres anuncio, de quienes, para poder vivir dignamente, aceptan ese puesto de trabajo.
Me parece muy bien, y estoy de acuerdo con don Alberto, en que hay que defender la dignidad del hombre. Claro. Pero prohibir los hombres anuncio… Porque, vamos a ver: ¿es indigno que un inmigrante, en paro, para poder pagarse un alquiler y poder comer una vez al día, se coloque unos cartelones y se pasee por la Gran Vía a la vista de mucha gente que pasa? No creo, don Alberto, que eso sea más indigno que ser hombre anuncio de una casa de apuestas, que sea visto por millones de personas, y encima los hombres anuncio que llevan camisetas con esa publicidad son aplaudidos y considerados héroes. Y quien dice casas de apuestas, dice coches, refinerías, y cualquier cosa que produzca enormes beneficios.
¿Qué diferencia hay, don Alberto, entre un inmigrante que trata de ganarse dignamente 600 euros al mes y una megaestrella de fútbol que anuncia una casa de apuestas? ¿Es que hay que defender la dignidad del hombre anuncio de Gran Vía y no defender la dignidad de Raúl? ¿O es que Raúl, al venderse como hombre anuncio ha perdido su dignidad?
En realidad, al bueno de don Alberto, que se ha pasado con esto varios pueblos, hasta por lo menos Navalmoral de la Mata, le ha perdido la vestimenta: ha querido vestir de defensa de la dignidad lo que es en realidad su deseo de retirar de la vía pública a esos pobres desgraciados que se pasan el día arriba y abajo por la acera anunciando la compra de oro.
Así, don Alberto, no se defiende la dignidad. Así, lo que está usted haciendo es poniéndole precio. Y eso… es indigno.
Vale.

En una ciudad pequeña, menos de 100.000 habitantes, como Cáceres, la actividad del sector de la construcción es básica, fundamental, para el mantenimiento de la economía local, pero, sobre todo, para el empleo. Y en esta ciudad, pequeña, la norma urbanística ha de permitir un desarrollo ordenado del modelo de ciudad y dimensionarse a la propia capacidad productiva del sector inmobiliario, al que corresponde desarrollar la mayor parte de las decisiones incluidas en las normas del planeamiento.

En esta situación de crisis económica, se dan en Cáceres algunas circunstancias que inciden sobre un documento, la Revisión del Plan General Municipal, que pueden aconsejar la necesidad de su pronta aprobación y que pueden aconsejar, también, que no es buen momento para ello.

Así, con carácter general, la pronta aprobación de la Revisión del PGM podría ser considerado, desde el punto de vista teórico, la puesta a disposición del sector inmobiliario de las normas que han de regir su actividad en los próximos ocho o diez años. Pero es desde el punto de vista teórico.

Un documento como el elaborado en la anterior legislatura, con sobredimensionamientos no sólo previsiones irreales de población futura, sino con previsiones de desarrollo en sectores de suelo que, antes de estallar la situación económica, ya eran inviables para la capacidad de las empresas locales, no puede sino estudiarse y preverlo para una situación económica distinta, más pegada a la estructura y capacidad empresarial.

Aprobar la Revisión del PGM en breve tiempo no solucionaría la situación económica de las empresas, ya que éstas no tendrían capacidad financiera para la puesta en marcha de los proyectos de ejecución en un plazo no mayor de 12 a 18 meses, ante la falta de crédito impuesta por las entidades bancarias.

Igualmente, aprobar ahora la Revisión del PGM conllevaría la ejecución de contratos de opciones de compra, sin que las empresas puedan hacer frente por falta de capacidad financiera a los pagos acordados, y se verían abocadas a la pérdida de las cantidades entregadas en la formalización de la opción de compra y a soportar, con seguridad, demandas por incumplimiento de contrato que pondrían en riesgo hasta su propia existencia. Ello, sin tener en cuenta que muchas empresas formalizaron opciones de compra a precios y previsiones de mercado en situación de bonanza del sector.

Por ello, continuar adelante con un documento como el aprobado por el PP en mayo de 2007, sin aplicar opciones realistas sobre dimensionamiento de previsiones, puede no ser ortodoxo desde el punto de vista teórico, pero muchos se sentirán aliviados si las necesarias correcciones se adoptan con calma y tranquilidad, para que, cuando la situación de crisis económica cambie, estar en disposición de contar con el instrumento adecuado para relanzar el sector inmobiliario, recuperar buenos niveles de empleo y permitir una ciudad más dimensionada a su futuro.

Vale.

En la acera de los pares de la Av. de España, a la altura del arranque de la calle de la Pulmonía, se encuentra colocada una escultura llamada El Pensador, fechada en 1980, y realizada por Gustavo Castaño Velayos, que fue profesor de dibujo del Licenciado Reunidos y de la Escuela de Maestría Industrial (hoy Instituto García Téllez). Es una escultura modesta, porque modesto era el autor, pero esa modestia no justifica en absoluto el absoluto desprecio con el que está tratada.
No es de recibo que esta escultura, más allá de su modestia o de su propio valor artístico, mayor que algunas que hay colocadas por otros puntos de la ciudad y que tuvieron un coste económico considerable, esté rodeada de contenedores de basuras, forme parte de un aparcamiento de motocicletas en el acerado, o forme juego con una cabina telefónica. O que cuando se pretende obtener testimonio gráfico de la mima, la conductora de un vehículo mal aparcado se preocupe si la imagen será de su vehículo que impide las vistas de la obra artística en vez de tener la sensibilidad de respetar ésta.
Si aspiramos de verdad a ser una Ciudad Cultural en 2016 debemos comenzar a respetar muchas cosas, como la escultura de Gustavo, de Gustavo Castaño Velayos.
Ah, por cierto, si no recuerdo mal, en el mes de septiembre pasado han aparecido en la prensa las esquelas por la muerte de artista.
Vale.

Un buen número de personas se dio cita el 4 de octubre de 2008 en Descargamaría, en el Campamento Padre Pacífico para rendir un homenaje al hombre que puso en marcha unas instalaciones que, además de ser un magnífico lugar para disfrutar de la naturaleza, tiene el hálito de ser un lugar de encuentro.

La excusa del homenaje que se rinde a Pacífico es la excusa sincera que tienen muchos de los presentes para hacer ver a los demás que cada uno de ellos tiene su punto personal e intransferible del recordado, y, al mismo tiempo, quieren hacer partícipes a los demás de sus vivencias y recuerdos junto a un hombre que, ante todo, consideran un hombre bueno, en el sentido machadiano de las palabras.

Dos niños, de unos 10 años, juegan junto a los chozos que sirven de macuteros, junto a la ermita en la que se proyectan unos vídeos montados por Piti, en la que una exposición de fotografías y textos recuerdan a Pacífico, esos dos niños charlan. Uno le pregunta al otro si conoció a Pachi. Ante la respuesta negativa, le dice que él sí, que él le conoció y que una vez le habló. Esos niños saben que muchos de los que están allí, los mayores que están allí, sus padres incluidos, tenían en gran valor y estima al franciscano, pero no alcanzan a ver cuál es ese grado de estima y valoración. De ahí que el niño que habló con Pacífico un día presuma de ello ante el otro.
Vale.