Archivos para miedo

El ministro ese de lo Anterior, Fernández Díaz, tiene la extraña cualidad de hacer coincidir a la mayoría de los ciudadanos: es un meapilas con glotis afinada. Su ministerio (en sentido político y como a él le gusta, sacramental) debería ser el de la tranquilidad, el de la solidez democrática.

Pero no. Su ministerio se ha impuesto con la Ley Mordaza para acallar cualquier intento de crítica a una gestión, la del gobierno de sociópatas encabezado por Mariano Rajoy. Un ministerio basado en la política de la represión. Le falta poner en marcha una brigada político social y conseguir resucitar el TOP, Tribunal de Orden Público. Lo tiene a dos reales decretos.

Pero no solamente es un sujeto que basa toda su política en transmitir, mediante su iniciativa legislativa, a los ciudadanos un sentimiento de culpa (en intentar que los ciudadanos nos sintamos culpables y terminemos aceptando su anomalía ideológica) más que necesitado de un análisis freudiano.

Ahora, en una entrevista publicada en el Diario La Grapa, no tiene otra ocurrencia que transmitir, tras el atentado en la playa de Susa, en Túnez, su miedo (su incompetencia) para que sea “compartido” por los españoles.

Dice Fernández del Séptimo Díaz que “el riesgo de atentado es alto y la opinión pública debe saberlo”. Españoles, dice aproximadamente el de la Secta del Opus, “vamos a morir todos”. O algo parecido. Eso en el titular.

Este ministro, que parece más amenazar que defender, debería haber añadido a su frase: “… pero el Gobierno garantiza, sin ninguna duda, la seguridad de los españoles”. Pero no, dice que la cosa está muy malita, que “estamos trabajando en ello”, pero que no tenemos ni repajolera idea.

Afortunadamente, los ciudadanos ya sabemos a qué atenernos con individuos que son ministros porque no valen para otra cosa. Claro que sabemos que hay amenaza terrorista, pero más amenazante es que quien tienen la obligación y los medios, que los pagamos con nuestros impuestos, se dedique a ofrecer titulares de portada a panfletos de sus aduladores.

Afortunadamente, los ciudadanos sabemos que los terroristas pueden atentar. O no. Y lo que necesitamos son certezas del gobierno, y no alarmas.

Es tan incompetente el ministro que trata de convencer al periodista que le dora con preguntas de salón, de que no sabemos si el atentado de Túnez contra un hotel de una empresa española buscaba atentar contra derechos españoles en la zona. O lo que es lo mismo, el ministro incompetente trata de hacernos creer que los yihadistas tienen una lógica de actuación comprensible a las mentes occidentales.

¿Cuántas veces hemos escuchado, y con razón, que los atentados terroristas solamente tienen la lógica del atentado en sí mismos y establecer un estado de alarma social? Pues esa es la lógica del atentado terrorista / yihadista de Susa, en Túnez.

Que el ministro se pregunte ante la pregunta mamporrera del escribano de turno si porque el hotel es de una empresa española, los yihadistas buscan atentar contra intereses españoles, es pretender hacernos creer que los terroristas tienen una coherencia en sus atentados (¿y cuándo es un suicida, qué coherencia hay?).

Es ahí, en la ignorancia (aparente) del opusdeísta Fernández Díaz, donde interviene el miedo: como no sabemos si los yihadistas quieren atentar contra intereses españoles, los españoles deben cagarse de miedo. Y la propaganda, la portada de La Grapa (ABC), es el anuncio fiel de la incompetencia ministerial.

Meter miedo no es una función de un ministro de seguridad. Un ministro de seguridad debe transmitir eso, seguridad. Pero cuando su programa máximo es infundir miedo en la población aprovechando un atentado terrorista, y, por otro, acallar por la fuerza coercitiva del Estado cualquier atisbo de crítica (Ley Mordaza) estamos en la espiral maravillosa que desde el poder lleva al fascismo, y desde la ciudadanía a la revolución democrática y a expulsar a los autoritarios del poder.

Los españoles no merecemos un ministro que meta miedo, mientras mete la mano en nuestros derechos y nos los roba en nuestras narices.

Vale.

El miedo es un arma de destrucción masiva de la libertad en manos de la derecha. Y la utiliza, y la utilizará perfeccionada, que para eso ya se ha puesto manos a la obra con el Anteproyecto de Ley Orgánica de Seguridad.

Decía Erich Fromm en “El miedo a la libertad”: “El nazismo constituye un problema psicológico, pero los factores psicológicos mismos deben ser comprendidos como moldeados por causas socioeconómicas; el fascismo es un problema económico y político, pero su aceptación por parte de todo un pueblo ha de ser entendida sobre una base psicológica”.

Los atentados de París, uno de ellos con la excusa de las caricaturas de Mahoma (entiéndase bien, excusa, no justificación, el terrorismo no necesita justificaciones) y el otro ¿con qué excusa? han supuesto para los gobiernos menos asentados en las convicciones democráticas la excusa (excusa, que no jusficación, el autoritarismo no necesita justificaciones) perfecta para ahondar en la psicología de masas e imponer el miedo como ideología dominante.

Porque en España, el anteproyecto de Ley Orgánica de Seguridad no se ha elaborado en la semana transcurrida desde el atentado contra Charlie Hebdo, sino que venía fraguándose desde hace al menos 8 meses, desde la irrupción de Podemos y el cambio de dirección en el PSOE, con el abandono de Rubalcaba, que desde noviembre de 2011 se había convertido en un colaboracionista (sentido y orientación Vichy) pasivo y la derecha entró en pánico por el auge de Podemos y la deriva política de Pedro Sánchez (sin que ni PSOE ni Podemos hayan hecho otra cosa que poner en primer plano la política y las libertades).

¿Qué puede pensarse leyendo esto: «El Gobierno establecerá los criterios relativos a la preparación y disponibilidad de los recursos humanos y materiales no propiamente militares para satisfacer las necesidades de la Defensa Nacional en situaciones de grave amenaza o crisis, teniendo en cuenta para su aplicación los mecanismos de cooperación y coordinación existentes entre los diferentes poderes públicos.«

¿Se puede pensar que el Gobierno de la Nación necesita algo más que este párrafo para garantizar la seguridad de los ciudadanos?. En mi opinión, no. Pero este gobierno del Partido Popular, que lleva en su ADN los genes del franquismo, pretende desarrollar este párrafo, esta habilitación que ya existe en la Ley, en una nueva Ley Orgánica, cuando sería suficiente un desarrollo normativo de menor calado jurídico, pero que debería estar más justificado, curiosamente.

La pomposidad de una Ley Orgánica permite al gobierno, garantiza al gobierno, de aquí a las elecciones (es decir, en toda la campaña electoral que estamos conociendo), una presencia en los medios, en el “debate político”, de dos conceptos: uno, que será el visible, el de seguridad, y otro, el subyacente, el subconsciente (inconsciente), que es el mensaje del miedo.

El párrafo citado más arriba ya es, ya debiera ser suficiente para que el Gobierno, en su cumplimiento, pueda garantizar la seguridad. Pero… como ya existe en nuestro ordenamiento jurídico, le impide utilizar lo que realmente quiere y necesita: el miedo como arma contra la libertad.

Un mero desarrollo normativo (Real Decreto, Orden Ministerial o Reglamento) del artículo 22 de la Ley Orgánica de la Defensa Nacional, que es el párrafo transcrito, sería flor informativa de un día, y pasto de un sinfín de recursos ante los tribunales, mientras que la “tramitación” de una Ley de Seguridad, con carácter de orgánico, permite usar el miedo, meter el miedo en los huesos de los ciudadanos.

Como decía Fromm en su ensayo, explicando el auge y triunfo del nazismo, “los obreros siguieron afiliados a sus respectivos partidos y, conscientemente, no dejaron de creer en sus doctrinas; pero en lo profundo de su conciencia muchos de ellos habían abandonado toda esperanza en la eficiencia de la acción política”.

Es decir, el miedo como vehículo de campaña electoral. Como arma contra la libertad.

Vale.