El pasado 4 de abril, a raíz de la huida de la policía local de Madrid de Esperanza Aguirre escribía en este mismo sitio un texto bajo el título “Síntoma, síndrome”, en el que expresaba mi opinión acerca de lo que considero que es la situación natural en la que la derecha de este país considera que vive: no en la impunidad, que desde el punto de vista jurídico es flagrante, sino en que el ejercicio del poder es consustancial a su pertenencia a una raza superior. Nazismo puro.
Hoy, el diario El País informa de que un juez ha desestimado la demanda presentada contra ese medio por José María Aznar, cuando el periódico informó del cobro de sobresueldos por parte del ahora presidente de honor del Partido Popular, y antes presidente ejecutivo del mismo y presidente del gobierno. Además, según El País, el juez desestima la demanda por considerar probado que sí, que cobró sobresueldos.
El convencimiento público de que Aznar cobraba sobresueldos, los documentos publicados, no fueron obstáculos para que Er Niño De Los Abdominales presentara la demanda. Sin duda, en la creencia de que ningún juez le llevaría la contraria. La realidad es tan abrumadora que no es obstáculo para esta gente a la hora de hacernos creer lo contrario de lo que vemos.
Lo mismo que dejaba ver el caso Esparanza Aguirre, se aprecia en la demanda de Aznar: un conjunto de síntomas (lo que es lo mismo, un síndrome) que les hace creerse que gobiernan como Franco, por la gracia de Dios. Es lo que tiene creerse que pertenecen a una raza superior.
Los sobresueldos de Aznar, como los que han cobrado (¿y siguen cobrando?) los dirigentes del Partido Popular, no provienen de las cuotas voluntarias de los militantes del partido, sino que su procedencia solamente puede ser o del dinero público que la legislación electoral establece que se se transfiera presupuestariamente a los partidos o de las “donaciones” de empresarios a cambio de adjudicaciones públicas. En los dos casos, el cobro de esos sobresueldos atenta contra la más elemental honradez. Que Aznar haya cobrado sobresueldos a cargo de dinero público (opción menos “dañina”) o a cargo de “donaciones interesadas” de grandes empresas demuestra, sencillamente, que nunca ha sido un sujeto honrado.
Sin embargo, la grosería con la que se muestran en público los dirigentes del Partido Popular en la misma situación, la impunidad con la que se mueven, y, sobre todo, el uso y abuso de los medios de propaganda a su disposición (todos los medios de comunicación escritos, todas las cadenas de radio, todas las televiciones, públicas y privadas) transmiten la sensación de que con ellos no van las leyes. Que ellos hacen las leyes para que los demás las cumplas.
Demuestran, con sus comportamientos, su superioridad racial, ya que la superioridad moral y ética no la pueden demostrar, la tienen grabada a fuego: el ejercicio del poder les pertenece por la gracia divina.
Vale.