
Fotografía de Eugene Smith, publicada en la Revista Life, en 1951, en un reportaje sobre Deleitosa (Cáceres)
Dice el Instituto de Estadística de Extremadura (IEEX), que la población de la región habrá decrecido (descendido, más bien) un 4,1% en 2029, año en el que se situará en 1.052.000 habitantes.
Las razones fundamentales están en el envejecimiento progresivo, en la disminución de la natalidad y en menor medida en la emigración. Hay que recordar que mientras el censo de población es un dato sincrónico, la demografía es un dato diacrónico. Y esa diacronía es la que hay que estudiar para conocer, de verdad, las razones de esta pérdida de población.
44.460 habitantes menos en 2029 es un poco más de la población actual de Plasencia (41.000 habs). O lo que es lo mismo, en 2029 Extremadura habrá perdido la población de la cuarta ciudad de la región. Un dato demoledor y nada halagüeño sobre el futuro.
Decíamos que la demografía es un concepto diacrónico, que la evolución demográfica se explica sobre todo por cómo inciden en un espacio, en un territorio, los hechos sociales, políticos, económicos, militares… que suceden en ese territorio o en los centros de poder que inciden directamente sobre ellos.
Extremadura tenía, en 1960 una población de 1.406.000 habitantes. En 2029 habrá perdido en términos reales casi 400.000 habitantes, casi un 30%. Alguna explicación habrá que encontrar para conocer el origen de esta situación que se prevé, y, sobre todo para tratar por todos los medios de evitar que siga disminuyendo la población.
En esta misma Cerca he escrito alguna vez sobre este asunto. Sobre cómo el Plan de Estabilización del franquismo, implantado a partir de 1960 es la causa del envejecimiento de la población en Extremadura. Porque con la emigración masiva de los años 60, la dictadura “tiraba” de la mano de obra productora para trabajar en los sitios que interesaban, o para que fueran a países europeos y fueran una fuente de divisas.
Aquella mano de obra productora expulsada de su tierra, en lo que sin duda debería calificarse de una vez por todas de exilio económico y no de emigración, también era la juventud reproductora. No se han perdido 400.000 habitantes, también se han perdido sus descendientes. Una simpleza, que podría ser ejemplo, estaría en que si cada uno de los extremeños perdidos en estos años, hubiera tenido un hijo y hubieran permanecido en la tierra, hablaríamos hoy de casi 2.000.000 de habitantes.
Tras las elecciones del 24M y en el nuevo tiempo que se abre con nuevos partidos, nuevas formas de enfrentarse a la política, no estaría de más que las formaciones políticas se plantearan, de verdad, un programa que permita frenar en seco el envejecimiento, y, sobre todo, recuperar población.
El envejecimiento no solamente tiene un coste en datos demográficos, también tiene costes, altos, en otros conceptos: sanidad, servicios sociales, transportes… Y es tarea política, urgente, comenzar ya a recuperar población, a evitar la sangría demográfica.
Corresponde al Estado, responsable del exilio económico que ha condenado a Extremadura a ser vieja, a envejecer, a resarcir los daños. No se trata de cuantificar la miseria de la falsa “deuda histórica” que Monago dijo, otra mentira más, que firmaría con el ministro Montoro, se trata de valorar en números reales el daño ocasionado por la pérdida efectiva de la mitad de la población.
Vale.