Archivos para November 30, 1999

Los datos del último barómetro del CIS se corresponden con un trabajo de campo de hace un mes, es decir, hace un mundo. Pero, claro, cuando se publica cualquier cosa, su análisis (o su utilización publicitaria, según se mire) depende de los intereses del futuro de quien los analiza.

Así, estos datos han dado lugar a tres interpretaciones. La primera, la del Partido Popular, que, según Pablo Casado (aquel que era botijero en los negocios de Aznar con Libia) es una buena noticia porque Podemos adelanta al PSOE. La segunda, la del PSOE, que dice que los datos son de hace un mes y desde entonces ha llovido. La tercera, la de Podemos, que, en boca de Errejón, no son datos fiables porque todavía no se había conocido el último estallido de la corrupción en Valencia.

Como puede apreciarse, al PP le interesa destacar que el PSOE cae en porcentaje de votos, al PSOE que las cosas han cambiado desde hace un mes, y Podemos, Errejón mediante, ha hecho un “análisis” de casta.

¿Qué cosas han cambiado?

Ha cambiado que el Presidente del PP (que según sus estatutos es su “representante legal”, está ya formalmente llamado a deponer en el juzgado por un posible delito de destrucción de pruebas) ha demostrado que como político y como “patriota” es un auténtico cobarde, incapaz de asumir sus responsabilidades.

Ha cambiado, por el contrario, que el PSOE, por medio de Pedro Sánchez, ha asumido el intento de formar gobierno, de asumir un grado de responsabilidad de la que ha huido Rajoy.

En cambio, donde más cambios se han producido es en el Club de Fans de Pablo Iglesias. Ha cambiado que se han descubierto como un Club cuya máxima figura tiene un ego político de enormes proporciones. Y eso deslumbra.

Ha cambiado también una cosa de gran importancia pero a la que los medios (y esto no es un recurso, es una realidad que tiene que ver con la degradación del periodismo) no acuden porque lo que les interesa es el deslumbramiento. Siempre que ese deslumbramiento perjudique al adversario político (en el caso de Podemos, no tienen adversarios, tienen enemigos). La encuesta del CIS, el trabajo de campo se hizo antes de que el sabio en Ciencias Políticas Pablo Iglesias hiciera un espantoso ridículo en el Congreso, cuando propuso que su “entorno” tuviera 4 grupos. El sabio Pablo demostró no tener ni idea del Reglamento del Congreso  Y esto es así… aunque sus fans, los pabliebers, nunca lo entenderán.

Porque si “las confluencias” no pueden tener representación propia en el Congreso, es más que dudoso que en unas próximas elecciones quieran ser comparsas de Pablo Iglesias y sus mariachis y repetir el modelo. De hecho, Compromís ha desgajado de Podemos cuatro diputados, que han pasado al grupo mixto. Si Pablo Iglesias quiere presentarse en Valencia, seguramente deberá asumir que tendrá que competir con Compromis, y su resultado disminuirá, porque dividirá más aún el voto de izquierdas.

En Catalunya, Ada Colau (con un ego político tanto o más universal que el de Pablo) ya ha lanzado que creará un partido propio, para disputar el terreno a Esquerra… y de paso a Podemos, que, también, debería hacer como en Valencia, presentarse para seguir fragmentando el voto.

Y en Galicia, tres cuartos de lo mismo.

La desaparición de las confluencias de la suma de Podemos desvirtúa, y mucho, la encuesta del CIS y pone bastante sordina a la efervescencia de Podemos y a los deseos de Pablo Casado de que los PBI desbanquen al PSOE (Proetarras Bolivarianos Iranizados). Al PP cualquier mierda le vale para atacar a los que no se acunan a sus brazos. A Podemos se le tiene que ganar haciendo política. Y de eso el PP no sabe.

El PSOE ya tiene bastante con lo suyo. Y si en eso “suyo” consigue Pedro Sánchez formar gobierno, seguramente el farol de Iglesias se confunda con la niebla.

La encuesta del CIS no es más que una persiana que se sube o baja según los deseos de quien las comenta.

Vale.

“¿Para qué están las empresas?” pregunta el coach. “Para ganar dinero”, es la respuesta. Las empresas “demoscópicas”, también están para ganar dinero. Y es curioso que empresas que se dedican a estudios de mercado (en el sentido más capitalista del término) utilizan una denominación, “demoscópicas”, cuando se trata del mercado electoral, del mercado de votos.

Porque esas empresas de estudios de mercado, de estudios de orientación del target de las campañas publicitarias y del target de clientes a captar, están creadas y funcionan, como es lógico, para ganar dinero. A ninguna de ellas se les ocurre recibir un encargo de una empresa, o de varias, y ofrecerle un resultado que no satisfaga los intereses de quien paga. Quien paga, manda.

Así, cada vez más está arraigada la especie, con razón, de que las encuestas dan el resultado que quiere o busca quien las encarga. El desprestigio de las “empresas demoscópicas” va parejo, por otra parte, al mismo desprestigio, ganado a pulso por los medios de comunicación convencionales (prensa escrita, radio y televisión).

¿Alguien puede pensar que una encuesta encargada, comprada, por Canal Extremadura, TeleMonago, pueda arrojar un resultado que no convenga a los intereses de quien manda? Pues eso.

Cuando los medios de comunicación publican un sondeo electoral, acompañan una somera ficha técnica en la que los datos básicos son siempre los mismos: metodología de selección de encuestados (estratificación, aleatorio), número de encuestados, modo de realización de la encuesta (básicamente ya solo se utiliza la encuesta telefónica realizada desde un call center) y margen de error (ese +/- %).

Recientemente, un periódico regional del grupo Vocento ha publicado una encuesta en la ciudad de Cáceres realizada sobre 400 llamadas telefónicas, seleccionadas mediante estratificación y aleatoriamente, con un margen de error del +/- 5%.

La ficha técnica oculta cuántas llamadas reales se contabilizan, esto es, si las 400 llamadas han sido atendidas al requerimiento del call center y si en la llamada se ha completado el cuestionario (algo que prácticamente ninguna empresa “demoscópica” publica nunca). O lo que es lo mismo, si fuera cierto que en una ciudad como Cáceres han respondido 400 personas, ¿cuántas llamadas han efectuado desde el call center para llegar a ese número? O, preguntado de otro modo, ¿cuántas llamadas han resultado fallidas?

La encuesta del medio de Vocento (grupo de prensa propiedad de un entramado de empresas en su mayoría del País Vasco, posicionadas en la derecha tradicional) se ha realizado, según la ficha técnica, mediante estratificación (no indica si en grupos de edad, por ejemplo), que en el caso de una encuesta local es asignar a cada distrito electoral un número de llamadas a realizar en función del censo, y mediante un método aleatorio (números telefónicos elegidos al azar en el distrito). Dado que no se dice en el resultado cuántas llamadas reales se han realizado, y, mucho menos por distrito, cuántas han sido efectivamente atendidas, cuál ha sido la proporción real de llamadas realizadas/llamadas contestadas por cada distrito, estamos ante una encuesta que, al final, a las del chiringuito o gran hermano.

Para un resultado “electoral” concreto, se realiza un cuestionario concreto, el orden de las preguntas condiciona las respuestas (un encuestado telefónico no recuerda en la pregunta 10 cuál fue la segunda y, mucho menos, cuál fue su respuesta.

Esto es así porque las empresas, las demoscópicas también, están para ganar dinero. Y sus clientes son otras empresas que, en el juego electoral, no pretenden informar, pretenden, simple y llanamente, orientar el voto.

Es realmente candoroso ver en los “medios” convencionales críticas (a veces, claro) sobre la “cocina” del CIS (una empresa que no está para ganar dinero, pero sí para no perder la cabeza, o que la cabeza no pierda), pero nunca hablan de la cocina de los estudios de mercado de votos que ellos encargan.

Vale.