El 4 de marzo de 2019 publiqué en esta misma Cerca una entrada en la que me refería al intento, desesperado, del Partido Popular por “colocar” como fuera el “espacio gourmet” del mercado de abastos de la Ronda del Carmen. Lo titulé “Vender la burra gourmet”.
El gobierno regional, el gobierno de “los mejores” capitaneado por el canario Monago, había invertido prácticamente 1.000.000 € en convertir la planta alta en un espacio gourmet al nivel de otras ciudades de importancia. Y, por supuesto, los medios escritos buscaron esas ciudades con mercados similares, pero en ninguna aparecía un porcentaje de casi el 50% de las casillas destinadas al gourmeteo (aquí, tapeo).
El asunto del mercado gourmet nacía en 2015, y el 1.000.000 € también. Ahora estamos en 2021, y el gobierno municipal, sin una mayoría holgada, ha recibido la información de que la Asociación de Cocineros, a quienes, sin concurso público, Elena Nevado (alcaldesa de infausta memoria) se lo había entregado, le dicen al Ayuntamiento que no, que no sale ningún tipo de cuentas (si salieran ya estaría funcionando), y que si os hemos visto ya no nos acordamos.
Una inversión tan importante debería haber ido a cualquier barrio, y hubiera sido más productiva. Pero en aquellas fechas el PP del viajero quería parecer moderno (aunque el cateto se vista de Armani, cateto se queda) y privatizó la Calle San Pedro de Alcántara diciendo que iba a ser como mínimo como la malagueña calle Larios. Hoy, esa calle tiene algunas tiendas y, eso sí, las terrazas de unas cuantas tascas.
El mercado de Abastos de la Ronda del Carmen data de la mitad de los años cincuenta del siglo pasado, y se puso en servicio como complemento del que en las mismas fechas estaba junto al Ayuntamiento y que luego se trasladó a donde antes había estado el Seminario (edificio histórico artístico desde que se declaró a la ciudad monumental conjunto histórico), y ahora está un moderno parking.
Hoy, ese mercado, de dos plantas, tiene la alta nuevecita nuevecita… y vacía, muy vacía, como baldón a quienes creyéndose los reyes del mambo gastaban el dinero público en proyectos a mayor gloria de sí mismos.
Ahora, el Ayuntamiento, en medio de una crisis tan importante como la causada por la pandemia de la COVID-19, no tendrá más remedio que asumir que la Asociación de Cocineros no sabe qué hacer con esa planta, y, salvo lucecita monetaria que aparezca, guardar los planos, bien dobladitos, y meterlos en el cajón de los inmuebles cerrados por falta de uso.