Está claro que las vinculaciones entre Andalucía y Extremadura van más allá de los meros límites provinciales con Huelva, Sevilla y Córdoba y el ir y venir de extremeños y andaluces crea una riqueza cultural que no tiene su trasunto ni en una mejora de relaciones culturales, institucionales y comerciales.
En estas fechas pueden contemplarse en la capital andaluza dos referencias a ese intercambio cultural: por un lado, los carteles que anuncian el concierto que, con motivo de su 25 Aniversario, ofrecerá la Real orquesta Sinfónica de Sevilla en el Teatro de la Maestranza, el 10 de abril y que dedicará al Maestro Solano. Por otro, la apertura al público de la Casa Palacio de Las Dueñas muestra un sinfín de recuerdos de Cayetana de Alba, entre los que se encuentran dos fotografías de la Duquesa con Enrique El Cojo.
Ambos, el maestro Solano, Juan Solano Pedrero, y Enrique El Cojo, Enrique Jiménez Mendoza, nacieron en Cáceres y esta ciudad los recuerda… solo con recuerdos. Y de entidad dispar.
Mientras que Juan Solano fuer merecedor de una amplia Avenida en Polígono Nuevo Cáceres, a Enrique El Cojo, nombrado hijo predilecto en 1984, cuando era alcalde de la ciudad el socialista Juan Iglesias, una placa de azulejos en la Calle Moret, en la casa en la que nació.
Digo la ciudad de Cáceres solamente los recuerda con recuerdos porque el maestro Solano solamente tiene interés para Pilar Boyero, cantante de copla, que se ha esforzado en algún homenaje, sin mucho apoyo institucional. Y Enrique El Cojo es prácticamente desconocido.

Cartel anunciador del Concierto de la Real Orquesta Sinfónica de Sevilla del
Homenaje al Maestro Solano
La Real Orquesta Sinfónica de Sevilla (www.rossevilla.es) está actualmente dirigida por John Axelrod, de reconocido prestigio internacional, y ha decidido celebrar su 25 cumpleaños con obras del Maestro Solano. Mientras, en Cáceres, la ciudad natal del músico (como de otros músicos que no han recibido reconocimiento, los hermanos García Polo, por ejemplo) ve cómo su casa natal, en la que se colocó una placa de azulejos, va camino de la ruina y el abandono, cuando debiera ser, desde hace años, una casa museo dedicada a un artista (sobre gustos ya se sabe) reconocido ampliamente. Pilar Boyero, en sus afanes personales, seguro que siente algo de envidia por el trato que se da fuera de su ciudad natal a Juan Solano.

Fotografias de Enrique El Cojo y la Duquesa de Alba
El caso de Enrique El Cojo es quizá, más sintomático de la falta de memoria según para qué tiene esta ciudad. Es cierto que su marcha de la ciudad, con solamente tres años, pudiera ser una causa. Sus padres, taberneros, buscaron mejor acomodo para su negocio en una ciudad de mayor entidad, de mayor población, como Sevilla (los caminos del trabajo y los negocios, que solamente se orientan, burros con orejeras, a Madrid). Allí se crió, y hoy, en una de las salas del Palacio de Dueñas, entre los recuerdos personales de la Duquesa de Alba y de su mundano interés por parecer y, seguro que para ella, ser mundana y cercana, dos fotografías de Cayetana de Alba y Enrique El Cojo figuran junto a una bandera del Real Betis Balompié, una foto de Antonio Ordóñez, en un escritorio en la Sala Biblioteca-Tablao. Porque Enrique El Cojo fue maestro de baile flamenco de Cayetana de Alba… y de muchos de los grandes del baile que ha habido. A pesar de su cojera, Enrique Jiménez Mendoza era un consumado bailaor y tuvo la vena natural de ser maestro, de ejercer de maestro y de ser considerado maestro, quizá el más grande de los bailaores flamencos.
Para una capital de provincia que no llega a los 100.000 habitantes, hacer acopio de memoria y ejercer con esa memoria valores culturales debería ser una tarea prioritaria.
No basta con poner el nombre a una calle, que seguro se pregunta a quienes viven en ella por quién era Juan Solano, y seguramente muchos no sabrán a quien se refiere. Mantener una placa a un hijo predilecto, sin que gran parte de la población, salvo los muy aficionados al flamenco lo hayan oído nombrar, dice muy poco de la ciudad y sus regidores.
Vale.
Acotaciones. 1.- Las áreas visitables de la Casa Palacio de Las Dueñas contienen un auténtico museo kitsch, sin duda, que pueda visitarse, donde se concentran, unidos por la figura de Cayetana de Alba, fotografías, cuadros, esculturas (alguna sobresaliente, de Benlliure o Álvarez Duarte), carteles, muebles, jarrones… que es digno de visitarse, porque a través de ellos puede reconocerse una parte, quizá folclórica, de un país.
2.- Además de Enrique El Cojo, también hay referencia a Extremadura entre las obras que contiene el Palacio de Las Dueñas, está el lienzo, de autor anónimo, que retrata a Íñigo López de Mendoza y Zúñiga, que fue obispo de Coria.
Hace años se cerró la línea Plasencia-Astorga, con leves protestas. O lo que es lo mismo, con la renuncia de los extremeños a ejercer derechos, a ejercer la ciudadanía. Resignación y a otra cosa. O la desaparición de las vías extremeñas del Lusitania, en beneficio de su paso por la provincia de Salamanca. Más resignación.
Desde que comenzó la actual legislatura, las inversiones o no inversiones del AVE desde Madrid a Badajoz son una muestra permanente del debate político. Y en la calle (en los bares, vamos) la orientación es la de resignarnos (“siempre lo mismo, gobierne quien gobierne”) y la de decir que nunca tendremos un tren decente en el que ir a Madrid. Y mientras esto sea así, quienes toman las decisiones o se oponen a ellas, tan contentos.
Hoy, 22 de octubre, la Asamblea de Extremadura ha aprobado una moción para reclamar al gobierno central una mejora del ferrocarril (en general) y unas medidas concretas sobre AVE, electrificación de vías, enlace de Brazatortas… todo, orientado a la relación con Madrid. Un síndrome de dependencia del Estado centralista que demuestra poca visión, a mi juicio.
En primer lugar, desde el poder político debería hacerse pedagogía y establecer en la dialéctica política que la necesidad de que Extremadura cuente con un tren de alta velocidad pero no porque por población (somos un escaso millón de habitantes, muy dispersos) pudiéramos darle un uso masivo, sino para conseguir atraer viajeros, turistas, y, con buenas políticas, negocios. Extremadura necesita recibir visitas, turistas. Esa es la auténtica razón por la que se necesita una buena conexión con Madrid y no para ir a comprar lotería a Doña Manolita.
Sin embargo, en la información publicada sobre la moción aprobada hoy por la Asamblea de Extremadura, vuelve a aparecer el fantasma de la línea Plasencia-Astorga porque no parece que existan trenes hacia el Sur… por ahora. Al paso que vamos, ni eso. Ni trenes a Huelva (el puerto de mar más próximo, salida de mercancías a una distancia más o menos igual que Lisboa) con los que dar salida a productos de la región. Y tampoco parece que nadie recuerde que hay, de momento, conexión (mala con ganas, pero conexión) con Sevilla.
Y sobre la necesidad de que la conexión con el Sur se mantenga, se aumente, y, sobre todo se mejore, no parece que la Asamblea se haya pronunciado. Quizás porque la geografía no sea el fuerte de sus señorías. Mantener la conexión, mejorarla sustancialmente, con Sevilla, tiene razones económicas de primer nivel. No hay que olvidar que la capital andaluza está a menor distancia de Mérida, Badajoz o Cáceres que Madrid. Y que la capital andaluza tiene una población de 700.000 habitantes (dos tercios de la total de nuestra región), y que su área metropolitana tiene 1.540.000 habitantes.
Por meras razones de economía, las relaciones entre Extremadura y Sevilla debieran ser un objetivo político, pero la dependencia “de Madrid” parece más un síndrome que una opción reflexiva.
Está claro que Madrid es el eje de la economía nacional y eje de la política nacional, pero fiar todo a una dependencia cuasi enfermiza, no dice mucho de una región que está condenada a la resignación cuando no es capaz, siquiera de mira hacia otro sitio que no sea la ubre del Estado.
Que la conexión ferroviaria entre Extremadura y Sevilla (cuya área metropolitana es 1,5 veces mayor en población que toda la región) sea tercermundista y que quienes tienen el mandato político de sacar a esta tierra de la cola económica y del ostracismo lo fíen todo a una carta es asumir la derrota de salida.
Volveremos a conocer la misma situación de la vía Plasencia-Astorga y nos quedaremos con una vía de mala calidad que llegue, como mucho, a Zafra. Y de ahí hacia el Sur, nada, porque nada hacen quienes tienen la obligación de actuar con contundencia. Claro, que esos mismos no utilizan esos trenes porque saben, ya, que ir de Badajoz a Madrid son más de 6 horas, o de Sevilla a Cáceres un mínimo de 5 horas, eso si hay suerte.
Vale.
Cuando hoy se ha conocido que el Partido Popular apuesta, definitivamente, por el corredor de Salamanca-Fuentes de Oñoro para conectar Madrid con Lisboa y los partidos políticos, sindicatos y otros agentes sociales, menos, obviamente, el grupo ese del tal Monago, ponen el grito en el guardagujas no hay que olvidar que hay otras conexiones ferroviarias de Extremadura con, por ejemplo, Sevilla.
La conexión entre Cáceres con Sevilla, con un tren al día (ida y vuelta) y que invierte con un tren de la serie 599 4 horas y 39 minutos, para una distancia de unos 269 km, lo que da una media de 57 km/h. Velocidad de tortuga para un material rodante que puede alcanzar en algunos tramos velocidades de hasta 160 km.
Ese tren es un “Media Distancia”, un poco (o un mucho, muchas veces) descuidado, a pesar de que el personal diariamente entrega las hojas de incidencias, pero que tiene capacidad para alcanzar buenas velocidades medias.
Para un trayecto de unos 215 km entre Sevilla y Málaga, un tren similar, “Media Distancia”, tarda dos horas y 39 minutos, dos horas menos. La velocidad media que alcanza es de 80 km.
Hay que tener en cuenta que el tren Cáceres – Sevilla hace 15 paradas (alguna menos según el día, de ellas 9 en territorio de Extremadura) y el de Sevilla – Málaga tiene 8 paradas. Aún así, las velocidades medias tienen diferencias notables. Y curiosidades, como las ocurridas días atrás. Antes de arrancar el trayecto Sevilla – Cáceres, la señora que habla por la megafonía del tren, anunciaba la salida… hasta la estación Málaga María Zambrano. Un fallo. Saliendo de Zafra, la misma señora anunciaba el tren camino de Soria, pasando por Alcalá de Henares…Otro fallo. Unos minutos después, sin duda advertida del error, y mientras el tren discurría parsimonioso camino de Mérida, cambiaba el recorrido que anunciaban la señora y las pantallas de los vagones… para anunciar a los viajeros el nuevo destino: Vigo. Sin duda, la señora de la megafonía estaba afectada por el calor o se había fumado algo raro.
Si el trayecto entre Cáceres y Sevilla pudiera cubrirse a la misma velocidad media que el de las capitales andaluzas, se recortaría en 1 y 20 minutos. Esto es, que donde ahora se invierten 4 horas y 39 minutos, se invertirían 3 horas y 20.
¿Dónde está la diferencia entre las velocidades medias cuando el material rodante es el mismo? En las vías.
Mejorar la infraestructura permitiría mejorar el tiempo, y mucho, y facilitaría un mayor uso para desplazarse a la capital andaluza y permitiría a muchos andaluces desplazarse a Extremadura. Trayectos que ahora se hacen por una magnífica autovía, la A-66, pero que carece de ciertos atractivos que tiene el ferrocarril.
Está muy bien que se dé la batalla para conseguir mejorar los tiempos con Madrid, por mejorar la infraestructura con el ombligo del mundo. Pero el sur también existe, y Extremadura tiene mucho que ver con el sur, tiene mucho en común con el sur.
No todo va a ser reclamar estar más cerca de Madrid, cuando la luz y la alegría nos puede llegar, nos llega, desde el Sur. Mejorar el ferrocarril con Sevilla sería mejorar un poco o un mucho, nuestra alegría.
Vale.