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Cómo pedir un crédito y que te lo den

Uno de los retos más importantes con los que se encuentran los ejecutivos de las empresas es el de la financiación. Y cuanto más importante es el proyecto en el que se embarque la empresa que dirige, mayor es el crédito, mayor es el riesgo y mayores son las dificultades con las que se enfrentan.

Eso es lo que debió sucederle a Pedro Enrique cuando formaba parte de la estructura societaria de HYDRO MANAGEMENT, S.L. y se vio en la necesidad de buscar financiación bancaria. Pero no cualquier cosa, no. Financiación de la buena, de la gorda.

¿Y cómo se llega a esos niveles? Veamos. Nuestro Pedro Ramón Enrique Jiménez Serrano entra el 9 de diciembre de 2005 a formar parte del Consejo de Administración de HYDRO MANAGEMENT, SL como Apoderado Mancomunado. La empresa tiene en esos momentos un capital social de 12.000 €. Poco parece para tirar cohetes.

Pues nada, se amplía el capital social para que parezca que va teniendo tejido financiero y músculo operacional. Así, el 30 de mayo de 2006, se produce una ampliación de capital de 9.360 €, con lo que este capital social suscrito asciende a 21.360 €, y Pedro Ramón Jiménez es ascendido a Consejero Delegado, lo que hoy sería un CEO, pero que entonces no lo es porque la moda english aún no ha llegado y en su empresa matriz debe haber como 700 CEOs por delante.

La empresa HYDRO MANAGEMENT SL contrata el 10 de enero de 2006 con TÉCNICAS DE DESALINIZACIÓN DE AGUAS SA la construcción de una planta desalinizadora, sin que conste documento alguno ni expresión pública de administración alguna sobre la necesidad de construcción de una desalinizadora en la zona. Bueno, no hay problema. No hay desalinizadora ni visos de que haga falta, pero “vamos a ello”.

¿Y dónde construimos una desalinizadora? Pues en Murcia, en Cartagena y, más a más, en el Valle de Escombreras. ¿Quién dijo miedo? Adelante con los faroles, que ya vendrá alguien a (a)pagarlos.

A todo esto, el Consejo de Gobierno de la Comunidad Autónoma de la Región de Murcia, en reunión de 13 de enero de 2006, cede gratuitamente al Ente Público del Agua (EPA) una parcela de 35.100 m2 en el Valle de Escombreras, valorada en 2.965.000 € para que el EPA la destine a sus fines o labores.

Circulando en paralelo, el 25 de enero de 2006, se constituye la mercantil DESALADORA DE ESCOMBRERAS, SA., por empresas del Grupo COBRA, COBRA INSTALACIONES Y SERVICIOS (en la que Pedro Ramón Enrique Jiménez era Director General de algo) y MONCOBRA SA.

Los sistemas de agujas ferroviarios debieron echar chispas en estas fechas, porque el 26 de enero de 2006, la titular del Juzgado nº 5 de los de Murcia, data “los dos contratos más importantes y relevantes en términos económicos para las arcas públicas”.

Uno, HYDRO MANAGEMENT SL (HM) firma un contrato de arrendamiento de Planta Desaladora e infraestructuras asociadas “de construcción futura en el Valle de Escombreras. Por HM firman Tomás y P. Enrique Ramón Jiménez y por DE (Desaladora…) Ugenio Lorente

Dos, contrato de operación de mantenimiento de planta e infraestructuras asociadas entre DE (Desaladora…) y TEDAGUA (TE).

Es decir, todavía no tenían el terreno ni nada parecido y ya se preveían beneficios para la empresa de 12.000 €.

Todo parece funcionar a base de contratos firmados sobre opciones materiales a construir en el futuro. Claro, que el futuro era ¡ya! y alguien debería saberlo.

El 17 de febrero de 2006, HYDRO MANAGEMENT, SL, (HM) con su Enrique Ramón Jiménez al frente firma el subarriendo de la parcela que el 13 de enero el Consejo de Gobierno de la Comunidad Autónoma había puesto a disposición del EPA para sus asuntos. La finalidad es cambiar de emplazamiento la planta desalinizadora inicialmente prevista por HM Et voilâ, ya tenemos terrenos. Y ese mismo día, HM firma otro contratito con una empresa pública creada al efecto, por el cual HM se compromete a vender a Desaladora de Escombreras al final del contrato de arrendamiento. ¿Os habéis perdido? Pues Ramón, no. En eso se diferencia y saca ventaja.

El 20 de febrero de 2006, tres días después de contratos de arriendo, subarriendo, cesiones de parcela, HYDRO MANAGEMENT SL presenta documentación para modificar el proyecto de planta y localizar su construcción en la parcela de 2.950.000 €.

¿Cuánto tiempo ha pasado entre el 9 de diciembre de 2005, cuando Ramón Jiménez entra en el Consejo de Administración de HM como apoderado y el 20 de febrero de 2006, cuando ya se fija la parcela de suelo público puesta a su disposición para construir la planta? Sesenta días. No está nada mal, pero muy difícil para cualquier mortal.

Y llegamos al meollo. Llegamos sin poner un ladrillo, ni una tubería, nada. Porque todavía no hay nada, al 5 de abril de 2006, cuando Banesto comunica a EPA (Ente Público del Agua) que va a financiar a HM las obras de construcción de la desalinizadora y si el EPA tiene la voluntad de asumir como propias las obligaciones que Desalinizadora de Escombreras SA frente a HM. Es decir, si hay cobertura de dinero público por si acaso. El 19 de abril de 2006, el EPA dice que sí, que si es necesario se comerá el marrón.

Y nada, que ahí es donde por arte de birlibirloque, la empresa en la que está Pedro E. R. Jiménez, con un capital social de 12.000 €, accede a un crédito de 114.000.000 €. Y todo con el colchón “de gratis”, porque si hay pufo, será el dinero público el que se lo coma.

No quiero ni pensar las virguerías que los australianos, y el canguro Ramón, podrían hacer con las subvenciones de dinero público, sobre todo extremeño, antes incluso de haber puesto una cancela por donde entrar a la futura, no futura, mina subterránea.

Dejamos aquí este intrigante lío de contratos, arrendamientos, infraestructuras que no existen, pero que existirán, y por allí o por allá, caerá el money, money.

Vale.

… continuará…

Las informaciones, “lo que se va sabiendo”, del contrato de las mascarillas del Ayuntamiento de Madrid siguen su curso, con alguna variante sobre la que no he visto el asombroso giro dado por el propio alcalde de la capital. A lo que se sabe, a lo que está negro sobre blanco en el informe de la Fiscalía Anticorrupción presentado en el Juzgado, se añadía ayer una variante, un giro sobre el que no he visto referencia explícita en la prensa.

Ayer, el petiso Almeida hizo unas declaraciones a La Vanguardia en las que manifestaba “de haber sabido dónde acabaría el dinero, no se habría firmado ese contrato covid”, que es una frase que, como se dice en las series americanas, “¿sabía adonde iba el dinero de ese contrato”, que el comisario de policía experto habría interpretado “lo tomaré como un sí”.

En esa confesión, Almeida, que es abogado del Estado (de la estirpe de Cospedal, Bal, Olona…), dice tener conocimiento del contrato. Lástima que a cada paso vamos perdiendo funciones del lenguaje, contenidos semánticos del lenguaje.

Una frase en la que el alcalde, primo de un hijo del hermano de su padre, tenía conocimiento del contrato, que sabía cuál era el contrato, quiénes intervenían en el mismo. De hecho, he leído o escuchado, no sé dónde, que por la ascendencia de los firmantes o del firmante, entendía que era una donación de material sanitario. Pero una donación gratuita no requiere la firma de un contrato sometido a la Hacienda pública. Y claro, que el descendiente del duque de Feria, amigo del hijo de un tío del alcalde, donara mascarillas, guantes, tests de anticuerpos, fuera a pillar un pellizco a costa del ayuntamiento madrileño.

Pero para eso está Almeida, para aclararlo en una frase sin duda exculpatoria, en su cabeza, pero que es una confesión de parte. “De haber sabido que el duque del Tiovivo y su colega iban a tangarle 6 millones de euros a su Ayuntamiento, el contrato no se habría firmado”.

La pérdida de valores semánticos del idioma juega estas pasadas. Y en el periodismo, por la rapidez con la que se procesan los mensajes, las transmisiones de comunicación entre emisor y receptor, hacen que en el aire permanezcan sentidos, significados, que no llegan a alcanzar su verdadero valor, su verdadero sentido, su unívoco significado.

Como cuando se hacían comentarios de textos no dirigidos con preguntas que ayudan a esclarecerlos, sino dejando libertad al lector, se llegaba a conclusiones que no eran las que se desprendían de las preguntas.

El alcalde de Madrid, vigilando activamente los contratos covid durante la pandemia.

Un ejemplo es que un sencillo “qué” es la causa de que “La comedia de Calisto y Melibea” sea un texto de tanta importancia en nuestra literatura.

Cuando en la primera escena Calisto dice “en esto veo la grandeza de Dios”, si Melibea no hubiera contestado “en qué” no habría existido la obra. Si Melibea no hubiera contestado, o si hubiera sido sorda, no habría qué.

Pues lo mismo le pasa al alcalde Almeida, si no hubiera conocido el contrato, o no hubiera conocido a los amigos de su primo, o si como en su descargo el asunto se trataba de una generosa donación, no habría dicho “de haberlo sabido”, porque su obligación política y jurídica era, precisamente, la de haberlo sabido.

Vale.