Archivos para November 30, 1999

La actitud de Mariano Rajoy (el PP es él) en asuntos como el Alakrana, Haidar o cooperantes secuestrados, ya me lleva a dudar de su calidad democrática. Un sujeto que coquetea con el deseo de que los asuntos de Estado no salgan bien (aunque haya vidas de ciudadanos en juego), o que incluso aliente para que se fracase, no debería ser objeto de confianza.
Cuando se debatió la financiación autonómica, cuando se reunió la Conferencia de Presidentes, dio instrucciones precisas para que ambos asuntos fracasaran. Como Bilardo, «al enemigo, ni agua». Porque Rajoy y sus peperos no ven a Zapatero como un adversario político, lo ven como un enemigo al que hay que derrotar por todos los medios. Con todos los medios. Así, por ejemplo, ha convertido a la Iglesia (la secta de los curas sesentones) en su brazo (espiritual) armado. Así, ha convertido a los ciudadanos de las CCAA en las que manda el PP en reos de unas políticas antisociales. Los medios de propaganda de la derecha reaccionaria están a su disposición (¿económica también?).
Sin embargo, los asuntos de Estado se han resuelto favorablemente en el caso del Alakrana y de Aminnatou Haidar, y es de esperar que los cooperantes secuestrados puedan volver pronto con sus familias. Y no ha tenido la gallardía el Mariano de reconocerlo. Sigue sembrando dudas.
Ahora, con la financiación autonómica, Mariano ha sido, según sus propias creencias, el Judas que ha vendido sus palabras por treinta monedas. Las CCAA donde el PP manda (no gobierna, manda) han suscrito el acuerdo de financiación.
Hoy, Mariano Rajoy ha hecho como Belén Esteban: se ha operado la nariz democrática, se ha hecho la cirugía estética para coger de la caja del Estado.
Hoy, Mariano Rajoy se ha convertido en un vulgar famoso de la tele, con los que comparte algo fundamental: no se le conoce mejor oficio o beneficio. Aquella leyenda de que un día fue registrador de la propiedad hoy ya no vale.
Y tampoco vale que diga que cree en la democracia. No es cierto: él creerá en la democracia cuando gane, cuando la audiencia de Belén Esteban, le otorgue el premio a la mejor cirugía estética.
Vale.

Cuando el dedazo «demócrata» de Aznar designó a Rajoy como su sucesor, las encuestas de urgencia señalaban que Rajoy era más moderado y dialogante que su padrino. Solamente la voz discrepante de Rodríguez Ibarra, a preguntas de Iñaki Gabilondo, descubría que no era así, que no sabía perder.
Ahora, en estos tiempos de crisis económica, agravada en España por la política de especulación inmobiliaria patrocinada por la derecha, se está viendo la cara real, el careto de falso moderado, cuando no de falso demócrata de Mariano Rajoy.
En la crisis del Alakrana, la esperanza de Mariano la verbalizó su pretor Trillo, que comparó el secuestro del atunero vasco con el Yak-42. O lo que es lo mismo: Mariano Rajoy, a través de su vocinglero, deseaba que los marineros del Alakrana hubieran vuelto en un traje de pino. Esa es la realidad, les guste o no que se diga. La resolución del secuestro salvando las vidas de los marineros fue un revés para el falso demócrata. A Rajoy no le gusta perder, porque no sabe perder. Como el de todos los herederos políticos del franquismo, su único horizonte es ganar para mandar, que no para gobernar. Solamente creen en la democracia si son ellos los que mandan.
La huelga de hambre de la activista saharaui Aminnetou Haidar ha propiciado de nuevo una situación similar: el deseo de Mariano Rajoy, le guste o no que se diga, era que la huelguista hubiera llevado su huelga hasta la muerte. Con ello, podría acusar al gobierno socialista de haberla provocado, de no haberla impedido, o, directamente, de haberla asesinado. Le ha salido mal, el asunto se ha resuelto (no así la situación del pueblo saharaui, que es otra cuestión). Por ello, ahora tira de tomates, como un Jorge Javier Vázquez cualquiera, para decir que el gobierno socialista ha cambiado la vida de Haidar por un puñado de tomates marroquíes. A Rajoy no le gusta perder, porque no sabe perder. Como todos los herederos políticos del franquismo, su único horizonte es ganar para mandar, que no para gobernar. Solamente creen en la democracia si son ellos los que mandan.
Ayer, el mismo grupo de Al-Qaeda en el Magreb que secuestró a tres cooperantes españoles, y que mantienen secuestrado a otro ciudadano francés, hizo lo mismo con unos turistas italianos. ¿Deseará Rajoy que los tres cooperantes catalanes sean liberados sanos y salvos? Tengo serias dudas. Cuando el secuestro, la marquesa de Villaquisiera, digo la señora Cospedal, lo atribuyó al gobierno socialista, al que señaló como culpable. Lo que los terroristas de Al-Qaeda hicieron al secuestrar a los ciudadanos españoles, está bien porque Zapatero se lo merece, parece ser que es la doctrina (nunca mejor dicho) de la iglesia de Génova. No atribuyó la marquesa la misma culpa a Sarkozy respecto del ciudadano francés, y ya está tardando en mandar un videocomunicado acusando a Berlusconi del secuestro de los italianos. ¿Ah, no se trata de eso? Se trata, solamente, de acusar de todos los males a Zapatero. Como todos los herederos políticos del franquismo, su único horizonte es ganar para mandar, que no para gobernar. Solamente creen en la democracia si son ellos los que mandan.
A Mariano Rajoy, la vida de los marineros del Alakrana le daba igual, con tal de que Zapatero hubiera sido hallado culpable en caso de que no se hubiera resuelto bien el secuestro. A Mariano Rajoy, la vida de Aminnetou Haidar la da exactamente lo mismo, bueno, con una diferencia, le ha puesto precio: un puñado de tomates. A Mariano Rajoy, la vida de los tres cooperantes catalanes le da igual si con ello puede acusar a Zapatero. Como todos los herederos políticos del franquismo, su único horizonte es ganar para mandar, que no para gobernar. Solamente creen en la democracia si son ellos los que mandan.
Vale.
En una entrada de agosto de este año, criticaba un error estratégico del PSOE al no tomar en cuenta que las acusaciones sin pruebas (en realidad, falsas acusaciones) de escuchas telefónicas a dirigentes del PP no eran una cuestión política, sino una parte de la estrategia de defensa en el caso Gürtel, para convertirlo en el caso Naseiro 2. Una estrategia de defensa tan basta como basta es la catadura moral de su pergeñador, Federico Trillo.
Hoy, un día después de que Carlos Floriano (¿no tenía la extrema derecha extremeña a otro sujeto para mandar a Madrid?) forzara un incidente sobre el tema con Alfredo Pérez Rubalcaba, se ha tenido conocimiento de que el Tribunal Supremo avala la constitucionalidad del SITEL. Entre este aval jurídico y el incidente de ayer solamente queda una cosa: Carlos Floriano es El Esmirriao del Congreso. (http://www.elpais.com/articulo/espana/Supremo/avala/Sitel/tercera
La estrategia de defensa dibujada con trazos demasiado gruesos por Trillo debería caerse por su peso. Porque hoy, además, se ha conocido que el PP utilizó el SITEL tras los atentados del 11-M. ¿Quién era la Subsecretaria del Ministerio del Interior? Exacto, la marquesa de Cospedal. Claro, dicen que lo hicieron a modo de prueba, sin valor, pero las escuchas y los rastreos telefónicos, realizados en tan poco tiempo (actuación ejemplar de la policía y la guardia civil a las órdenes del PP) fueron determinantes para llegar a los autores y cómplices de los atentados.
El PP va a seguir, no me cabe duda, atacando por ahí, tratando de forzar que se promulgue una Ley Orgánica que ampare el SITEL, cuando la sentencia del Supremo la hace innecesaria. Y la única explicación posible, la única, es la desesperación de Mariano Rajoy.
La estrategia de defensa en el caso Gürtel la ha diseñado Federico Trillo por encargo de Mariano Rajoy (no puede ser de otra manera). Y la desesperación es tanta en el PP que no tiene más que un significado: la financiación ilegal del PP. Quieren a toda costa evitar que se siga investigando.
Vale.

Como todo el mundo no ignora, las gaviotas son aves carroñeras.

En el Índico, donde faenan atuneros con base principalmente en el País Vasco, se vienen dando casos de piratería (un delito que no existe en el Código Penal español, por cierto), y donde se desarrolla una misión militar internacional denominada Atalanta, que se puso en marcha por iniciativa del Ministerio de Defensa dirigido por Carme Chacón. Esa operación establece una serie de directrices para que las diversas unidades militares de los países participantes puedan proteger adecuadamente a los barcos, no solamente atuneros, que surcan el océano cerca del cuerno de África.
La operación Atalanta ha diseñado una zona, de un tamaño cuatro veces el Mediterráneo en la que los militares están en condiciones de garantizar la seguridad marítima. Días atrás, el atunero Alakrana, con base en Bermeo, fue abordado por un grupo de piratas, fuera de la zona protegida por la operación Atalanta. El atunero había sido avisado de que estaba fuera de esa zona, pero prefirió seguir faenando, expuesto a lo que sucedió después.
Ahora, corresponde a las unidades militares desplegadas en la zona tratar de recuperar el atunero y, fundamentalmente, garantizar la seguridad de los pescadores, 16 de los cuales son españoles. En el día de hoy, por militares de la fragata «Canarias» han apresado a dos de los piratas, que han sido puestos a disposición de la Audiencia Nacional, donde el juez Garzón ha ordenado el traslado a España para las diligencias judiciales. Hace unos meses, tras el apresamiento de un grupo de piratas, los jueces españoles (los mismos que organizan una huelga política contra el gobierno socialistas y son jaleados por el PP) protagonizaron un episodio chusco que dio con la puesta en libertad, en Kenia, de los piratas. Rajoy mantuvo un silencio vergonzante ante las acciones de «sus amigos» jueces.
Sin embargo, este episodio ha provocado una reacción apocalíptica de Mariano Rajoy, que ha dicho que es una «catástrofe» y que es un «ridículo» de Zapatero. Rajoy debería saber que hay militares españoles trabajando en aguas internacionales en persecución de la piratería (que, repito, no es delito en el Código Penal español), y que en persecución y captura de los que han abordado al atunero Alakrana van a asumir graves riesgos. En estas circunstancias, Mariano Rajoy (en vísperas del 12 de octubre) vuelve a desconsiderar a las Fuerzas Armadas, como cuando dijo que el desfile es un coñazo. Si ahora aprovecha un episodio de piratería para criticar al gobierno de la manera en que lo hace, debería medir esa crítica.
Porque la «catástrofe» ha tenido lugar porque el atunero apresado ha desoído las advertencias de la Armada y ha trasladado a ésta la obligación de tratar de recuperar el barco y de salvaguardar la integridad física de los pescadores. Esa catástrofe, Marianito, no es responsabilidad del presidente del Gobierno, es responsabilidad de los piratas y, en menor grado, del armador (del propietario) del atunero.
¿Con qué ánimos van a trabajar los marineros de la fragata «Canarias» en persecución de los piratas si el jefe de la oposición culpa al jefe de los marineros, al presidente del gobierno, del secuestro?
Con comentarios (en un mitin) como este, el Señor X de la trama Gürtel, se desnuda en su condición carroñera, y produce solamente asco.
Vale.
Como Rajoy y sus secuaces no dejan de sacar pecho con el archivo de la causa de los trajes de Francisco Camps, en un tribunal valenciano presidido por su amigo De la Rúa, una simple búsqueda de jurisprudencia del Tribunal Supremo, depara alguna sorpresa.
La Sentencia del TS 362/2008, de 13 de junio de 2008, recoge una cita de otra sentencia anterior, de 1998, cuya lectura, sin ser jurista, puede poner los pelos de punta al Curita y sus cómplices:
La homogeneidad entre los distintos tipos de cohecho ha sido expresamente proclamada por esta Sala. En efecto, la STS 1417/1998, 16 de diciembre , recuerda que «…la posible heterogeneidad de las diversas figuras de cohecho, es más aparente que real en cuanto que el bien jurídico que tratan de proteger, sus diferentes modalidades delictivas, es perfectamente unificable. Una moderna corriente doctrinal pone el acento en la necesidad de perseguir, con instrumentos penales, todas las actividades que revelan la corrupción de los funcionarios públicos y ponen en peligro la credibilidad democrática del sistema administrativo del Estado. Desde esta perspectiva se tiende a una política unitaria que trata de homologar todas las conductas que suponen la expresión de un comportamiento corrupto. En esta línea tanto el cohecho activo como el cohecho pasivo, el propio como el impropio, son manifestaciones de esta lacra de la corrupción que afecta a la buena marcha de la Administración pública y a la fe de los ciudadanos en las instituciones del Estado democrático y de derecho».
Vale.
Las declaraciones de dirigentes del PP acusando al presidente de inquisidor, y acusando al gobierno socialista de haber desatado una conspiración contra el partido de la derecha profunda, han obtenido una respuesta estratégica equivocada por parte del gobierno y del PSOE.
Mariano Rajoy es consciente de que los avances en la investigación del caso Gürtel, y, últimamente, el caso Palma Arena, están llevando a los jueces a aproximarse a lo que podría resultar una financiación ilegal del PP. En esta situación, y con la dirección judicial de Federico Trillo, la estrategia desatada por el PP con la supuesta conspiración ha sido mal entendida por el PSOE. Estas acusaciones de conspiración, las acusaciones de escuchas ilegales (sin pruebas, por supuesto), no van encaminadas a conseguir un desgaste político del partido en el gobierno. Y este es el error del partido socialista.
Al PP no le interesa, de modo directo en estos momentos, tanto el desgaste político de Zapatero, sino soltar a diestro y siniestro falsas acusaciones de ilegalidades que pudieran haber cometido policías, fiscales y jueces en la investigación de los casos de corrupción que trepan por todas las plantas de Génova, 13. Conseguir ese desgaste sería un efecto colateral beneficioso si consiguen su objetivo judicial, el único objetivo judicial que se ha fijado Mariano Rajoy con el trabajo sucio de Trillo. No es otro que conseguir que el caso Gürtel se convierta en un caso Naseiro II.
De ahí el error estratégico del PSOE: ha entrado al trapo de las acusaciones de supuestas y falsas conspiraciones, cuando debería haber puesto negro sobre blanco, cada vez que se haya visto obligado a responder, que es una estrategia de defensa ante las consecuencias penales de las investigaciones que atenazan la garganta de Mariano Rajoy.
El único objetivo político que tiene el partido de la derecha profunda es salvarse de las acciones judiciales. En ese objetivo, las acusaciones de conspiración contra el gobierno y el PSOE son una mínima parte y no son el centro de la estrategia judicial que se han marcado.
El trabajo (bastante sucio, por cierto) jurídico que está desarrollando Federico Trillo es conseguir que las pruebas obtenidas contra el PP por financiación ilegal sean declaradas nulas. Les da igual que ello conlleve atacar a todas las instituciones, a la policía judicial, a la fiscalía, a los jueces. En cualquier país democrático, la estrategia jurídica puesta en marcha por Federico Trillo (que debería estar fuera de la política, si no en la cárcel, por la muerte de 62 servidores públicos) debería ser suficiente para que el colegio de abogados le abriera un expediente de expulsión por mala práctica jurídica.
El PSOE debería, en su estrategia, no caer en la respuesta (fácil, por otra parte) a las acusaciones de conspiraciones, sino centrarse en decir, públicamente, que esas acusaciones son parte de la estrategia de defensa ante la justicia puesta en marcha por el PP para intentar que las investigaciones del caso Gürtel no avancen porque saben que llegarán al corazón económico y político de Génova, 13. Y, por cierto, no hay que olvidar que las investigaciones del caso Gürtel están en el ámbito del Código Penal.
Vale.
El Tribunal Superior de Justicia de Valencia ve indicios suficientes para seguir el procedimiento judicial contra Francisco Camps, presidente de la Comunidad Valenciana, al haber encontrado «suficientes indicios racionales» por los regalos recibidos de la trama corrupta.
A la hora que escribo esta entrada, los titulares de las webs de los principales medios de comunicación son:
También, a la hora que escribo esta entrada, lo único que ha dicho la dirección (o lo que sea) del PP es que apoya a Camps. Lo ha dicho en boca de su secretaria general, De Cospedal, porque Mariano Rajoy sigue mudo.
En la práctica, la contundencia del auto judicial y su trasunto en los titulares de los medios de comunicación, van llevando, de manera inexorable a concluir que lo que comenzó siendo una dencuncia de unos concejales de un pueblo de Madrid, pasó a ser «caso Gürtel», y en la Comunidad Valenciana, «caso Camps», y en la calle Génova, «caso Bárcenas», termine siendo lo que cada vez parece más claro: el CASO RAJOY.
Si no es así, ¿por qué unos implicados son cesados y suspendidos de militancia en el PP y otros, los que más poder tienen o detentan, son permanentemente defendidos, más allá de lo razonable cuando las actuaciones judiciales son contundentes?
Vale.
Desde una perspectiva local, la ciudad de Cáceres, y en un enfoque general, podemos hacer un balance de la semana que termina que resulta revelador de cómo se entiende la política en la izquierda y en la derecha. Para que luego digan los falsos apolíticos (decía Perich en una viñeta de un orondo preboste: «yo soy apolítico de derechas como mi padre») que todos los políticos son iguales o que da igual que gobierne la derecha o la izquierda.
A nivel local, se ha demostrado que la intolerancia ideológica, acompañada de la incapacidad individual para el diálogo, no tienen cabida cuando han de compartirse tareas de gobierno y han de adoptarse decisiones para el común de los ciudadanos y no sólo para satisfacer una supuesta coherencia que no es otra cosa que intransigencia. Así, aunadas en una sola persona la intolerancia, la incapacidad para el diálogo y la intransigencia, se ha producido el hartazgo de la alcadesa de Cáceres que ha cesado de modo fulminante y a todos los efectos al concejal de IU Santiago Pavón. En la izquierda, estas actitudes intransigentes, incapaces de empatía e intolerantes se pagan. En la derecha, la intransigencia y la falta de empatía se premian, y si no, que se lo digan al humilde y sencillo Trillo.
A nivel nacional, mientras que una guerra interna por cuotas de poder en el Centro Nacional de Inteligencia han llevado a la dimisión de su Director General, Alberto Sáiz, por la sola publicación de acusaciones en un periódico que no se deben a la labor de periodismo de investigación, sino a que los que querían defenestrar a Sáiz lo han utilizado de mero buzón de correo. El Mundo de Jota Pedro ha vuelto a ser lo que más le gusta: buzón.
Alberto Sáiz ha renunciado, ha dimitido como consecuencia de unas informaciones publicadas en la prensa que, teniendo una ligera idea de cómo funcionan determinados órganos del Estado, se llevarán por delante también a sus autores (no, a los periodistas no, que ellos no han sido autores, han sido carteros). La lección que se ha vuelto a poner de relieve es que en la izquierda se dimite.
Dimitió Mariano Bermejo por el asunto de la cacería, pero no ha dimitido el consejero de Madrid Francisco Granados que almorzó con el presidente del TSJ de su Comunidad cuando ya sabía que el caso Gürtel le tocaba. ¿De qué hablaron, sino de cómo desmontar el caso?
En la izquierda se dimite y en la derecha el tesorero del Partido Popular, Luis Bárcenas, tiene agarrado por sus debilidades a Mariano Rajoy. Imputado, investigado por el Tribunal Supremo que asume que existen indicios de haber cometido delitos tipificados en el Código Penal, Bárcenas sigue siendo el ejemplo de que en la derecha no se conoce el verbo dimitir, ni que el jefe (¿en realidad, no es el jefe el propio Bárcenas?) tiene agallas ni capacidad para cesarlo.
Por cuestiones ideológicas, una alcaldesa socialista cesa a un concejal de IU, por cuestiones de guerrillas internas, el director del CNI presenta su dimisión. Pero habérse llevado muerto un pastizal, Luis Bárcenas ni dimite ni es cesado. Dimitir es un acto individual, que correspondería solamente al tesorero.
Cesar [a alguien] es un verbo que requiere un sujeto activo, que toma la decisión y un sujeto pasivo, que la recibe y acepta. Rajoy es solamente un sujeto. O como decía el ideólogo José María [García], en el caso Bárcenas, Rajoy es un bulto sospechoso.
Vale.
Después de una semana en que especialmente los medios de la derecha han ido marcando la agenda y el argumentario del PP con el asunto del brote de gripe A en la Academia de Ingenieros del Ejército de Tierra en Hoyo de Manzanares, las comparecencias ayer de Carme Chacón en el Senado y de la propia ministra de Defensa, junto con la de Sanidad, Trinidad Jiménez, hoy en el Congreso, han ido poniendo las cosas en su sitio: de entrada, la actuación seguida por la sanidad militar ha seguido escrupulosamente los protocolos fijados en base a las determinaciones y recomendaciones de la Organización Mundial de la Salud.
En segundo lugar, la contundencia de los datos y argumentos con los que la ministra de Defensa ha sostenido la gestión de la situación en el ámbito de la Defensa han ido circunscribiendo el asunto a la alarma social creada en torno a la visita que un grupo de escolares realizó a la Academia de Ingenieros el miércoles de la semana pasada. «Durante la visita, los escolares siempre estuvieron a una distancia superior a 500 metros del lugar en el que estaban aislados los afectados, no visitaron ningún local ni tuvieron contacto con personal que estuviera afectado por el proceso gripal vírico.» Esto ha afirmado hoy, con contudencia, por Carme Chacón en el Congreso, después de la realización de un expediente administrativo. Y a la vista de ese expediente, la actuación de las autoridades del cuartel de Hoyo de Manzanares ha cumplido los protocolos, por lo que solamente resta de este asunto la falsa alarma social propalada por el Partido Popular siguiendo los argumentarios que los medios de la derecha distribuyen diariamente por los quioscos.
Además de la contundencia política con la que la ministra de Defensa ha puesto las cosas en su sitio, hay una variación considerable en cuanto a la forma de actuar. Durante una semana, el Ministerio de Defensa ha realizado todas las acciones administrativas que su estructura compleja requiere. Una vez realizadas, es la Ministra la que responde en sede parlamentaria, donde le corresponde hacerlo (incluso ha suspendido su participación en actos electorales de su partido), pero también, y esto hay que hacerlo notar para que de una vez por todas el PP aprenda que hay otra forma de gobernar, el Jefe del Estado Mayor del Ejército, Fulgencio Coll, acompañado de los militares responsables de la prevención y sanidad en este asunto, ha comparecido ante los medios de comunicación. Y su comparecencia, para establecer sin ninguna duda, que se han seguido todos los protocolos establecidos por el Ministerio de Sanidad y desde el primer momento se ha actuado escrupulosamente dejó muy clara una cuestión: el asunto, en el ámbito del Ejército de Tierra ha sido gestionado por las autoridades militares y comparecen como tales, en tanto que hoy, en el Congreso, la cúpula militar ha estado presente en la comparecencia de la ministra. Queda establecido, por tanto, que la actuación técnica (militar) ha seguido los protocolos que le correspondía cumplir, y que la actuación política (comparecencia de la ministra) se ha llevado a cabo cuando la actuación técnica ha facilitado los resultados y los datos necesarios. La dirección política de la Defensa ha ordenado la realización de un informe. La dirección técnica (militar) lo ha llevado a cabo conforme a su estructura y jerarquía. Es como ha de actuarse, es otra forma de gobernar.
Finalmente, fijadas la posición política del Ministerio de Defensa, realizada por la estructura militar la investigación ordenada, y siendo sus argumentos claros, precisos y, especialmente, tranquilizadores, sólo queda una cosa: ¿por qué Mariano Rajoy está empeñado en seguir sembrando alarma?
La única explicación que puede tomarse en serio es que los hilitos de corruptina que están creciendo por las vigas y columnas de Génova, 13 son cada vez más espesos y durante una semana han tenido el velo de la alarma creada mediáticamente en torno a la visita de los alumnos de un colegio a la Academia de Ingenieros.
A partir de hoy, después de fijada claramente la posición del Ministerio de Defensa, desactivados (nunca mejor dicho, estando por medio el Centro de Desminado de la Academia de Ingenieros) los augurios de alarmas y puesta en evidencia la estrategia que le marcan a Mariano El Cuchara Rajoy, este líder casismático (casi carismático) queda desnudo, solamente cubierto con los trajes de Camps tan bien pespunteados por el sastre pagado por El Bigotes, y con un detalle que no les conviene: ahora, todavía le queda a Carme Chacón una semana de participación en actos electorales, para los que sin duda, le habrán llenado de fuerzas los ataques recibidos de una derecha más de derechas que el grifo del agua fría (Ibarra dixit).
Ah, y un detalle: no he citado para nada a Trillo, el íntegro, que estuvo en Cáceres en marzo de 1986 en la jura de bandera de uno de sus hermanos. ¿Recuerdas, Federiquín?
Vale.
Celebradas las elecciones gallegas y vascas el 1 de marzo, y tras pasar bastante tiempo para que los resultados se asienten, está meridianamente claro que el PP ganó con mayoría absoluta en Galicia, con 38 escaños, suficiente para gobernar en solitario. El PSG mantuvo los 25 escaños de la anterior cita electoral, y solamente la pérdida de un escaño por el BNG privó a la coalición formada por socialistas y nacionalista de un nuevo mandato. Tiene razón el PP para sentirse y sacar pecho por haber «recuperado» su feudo gallego.
En cuanto a las elecciones vascas, el mapa político es más complejo. De entrada, el tripartito en el gobierno (PNV-EA-EB) concurría a las elecciones con la variable de que PNV y EA lo hacían por separado, cuando en las anteriores concurrieron juntos. Y con la importante variable de la ilegalización de los partidos y coaliciones vinculados a los terroristas de ETA. Esto último ponía a disposición de los partidos concurrentes los nueve escaños del PCTV.
En las elecciones de 2005, la coalición PNV-EA obtuvo 30 escaños y 468.117 votos. PSOE, 18 escaños y 274.546 votos. El PP, 15 escaños y 210.614 votos. El Partido Comunista de las Tierras Vascas (ahora ilegalizado, y que fue inscrito en el registro de partidos siendo Ángel Acebes ministro del interior), obtuvo 9 escaños y 150.644 votos.
Los resultados de 2009, que Mariano Rajoy señala como un triunfo del PP, revelan, analizados, que el PP ha sido duramente castigado por electorado vasco. Y no sólo el PP. El PNV ha obtenido en 2009, concurriendo en solitario, 29 escaños y 396.557 votos, que sumados al único escaño de EA resulta los mismos 30 que habían obtenido conjuntamente en 2005. En cuanto al número de votos, la suma PNV+EA en 2009 supone una pérdida de 33.740 votos.
El PP, sin embargo, arroja unos resultados que deberían hacer pensar a Rajoy (si le dejan los espías y los amigos de Correa) que el apoyo a Patxi López debe ser claro, porque no están en condiciones de presumir. Mientras que el PSE ha conseguido incrementar en 7 el número de escaños, de los 9 en juego tras la ilegalización del PCTV, y aumentar en 41.347 el número de votos, el PP ha perdido dos escaños y, sobre todo, ha perdido 65.670 votos, muchos, muchos votos absolutos.
El Partido Popular no debería vanagloriarse de su condición de necesario para un gobierno no nacionalista, sino asumir que su retroceso electoral, claro, muy claro, rayano en el fracaso, puede minimizarse apoyando claramente (por supuesto, no de manera incondicional, sino aportando y construyendo) para que Patxi López sea el próximo lehendakari. Hacer correr la especie que circula en medios de comunicación ultraderechistas de que el PNV le ofrece varias consejerías si acepta un gobierno con los nacionalistas de Ibarreche, no es sino la desesperada falacia política de quienes no saben perder.
Perder casi 66.000 votos es mucho para un censo como el del País Vasco, y convertir esa derrota electoral en un triunfo, vale para la noche electoral («somos decisivos», repetía el inconexo Basagoiti), pero no resiste ningún análisis político serio y riguroso y no avala sino su puesta al servicio de un gobierno integrador y de futuro para normalizar la realidad política vasca.
Vale.