Archivos para November 30, 1999

En esta segunda entrega de la serie, no me referiré a un edificio público, sino a uno privado. Situado en la Calle Barrio Nuevo, esquina a Barrio de Luna. Calle que en su día era la entrada “natural” de todos los visitantes de la ciudad, por cuanto comunica la llegada desde Madrid con la Plaza Mayor. Las nuevas ordenaciones del tráfico urbano han hecho que, finalmente, sea una vía urbana sin ese componente.
A media calle se situa el número 37, un edificio de 1.245 m2 construidos sobre una superficie de suelo de 586 m2, según los datos catastrales. Se trata de un edificio notable, superior sin duda a la inmensa mayoría de los situados en la citada calle, cuando no a todos.


Su lamentable estado actual de conservación, de falta de ella, es el motivo por el que lo traigo a este blog, porque ello es consecuencia de dos aspectos que se han cruzado, como un cruce de vías, en él. Por un lado, las sucesivas generaciones de una misma familia, que lo construyó y que los siguientes herederos, partiendo herencias, gastando (o no) herencias, llevaron a que los últimos propietarios vinculados a ella lo vendieran. Por otro, y sin solución de continuidad, su adquisición, en el momento de mayor auge de la burbuja inmobiliaria por una empresa constructura, más interesada en el valor especulativo del edificio que su valor arquitectónico e histórico.


Como prácticamente todos los edificios de la calle Barrio Nuevo, el número 37 se encuentra afectado, incluido en las disposiciones del Plan Especial de Protección del Casco Antiguo de la ciudad de Cáceres. Su nivel de protección es elevado, Ambiental singular, por lo que su futuro está claramente condicionado.
Prácticamente, excepto su demolición (intervención genérica), es posible realizar obras de rehabilitación, mantenimiento, conservación, para disponer el edificio en orden a su mejor uso. Sin embargo, su estado actual, con áreas ruinosas, con una degradación que incluso afecta a la seguridad de su entorno, de las personas que pasen cerca de él y que lo mantienen vallado, con numerosas actuaciones llevadas a cabo por los bomberos para eliminar elementos peligrosos o consolidar otros, no hacen pensar nada bueno. O lo que es lo mismo: es más que probable que los actuales propietarios (¿los mismos que lo adquirieron para su utilización especulativa?) estén más que interesados en su declaración de ruina.
Ya me referí en mi primera entrada de esta serie a que la burguesía local (esa pequeña burguesía pueblerina que detenta prácticamente todos los poderes de la ciudad) es una pieza fundamental en la decadencia de la vida ciudada, en que los comerciantes digan que Cáceres se muere, cuando en realidad la están (estamos) dejando morir entre todos, caminando cada vez más cerca de la ciudad fantasma.
Este edificio, paradigmático de una pequeña burguesía venida a menos y una estructura económica basada en el enriquecimiento rápido y con poco esfuerzo, le fue ofrecido, por ejemplo, al ayuntamiento de la ciudad para albergar alguna colección de pinturas. Ofrecimiento envenenado, por cuanto, el municipio, además de asumir su coste, debería asumir alguna servidumbre más. Todo ello en la creencia por quienes comerciaban con él, de que las administraciones públicas pueden asumir cualquier cosa. Y de paso, hacerles ganar unos buenos dineros.
Hoy, con las techumbres arrumbadas, las ventanas descolgadas o inexistentes, la fachada como un traje raído, y, en suma, vallado por la seguridad de los viandantes, asiste a la degradación de la ciudad de la que fue un ejemplo de fuerza. Por los acerados de la calle pasaron muchos viandantes, muchos, por ejemplo, soldados del cercano Cuartel Infanta Isabel, que transitaban ida y vuelta hacia la playa mayor trasegando en los numerosos bares (Jaype, Suga, La Uva, El Racimo, La vid… o en el propio edificio cuando albergó una freiduría de mariscos en la que se despachaban los cartuchos de calamares fritos).
Hoy, todo aquel trasiego de peatones, o de coches llegando desde Madrid a Cáceres, con parada en la Plaza Mayor, ya es casi inexistente, como la seguridad y la fortaleza de este edificio.
Vale.

En los escaparates de muchos comercios de Cáceres (98.000 habitantes) se puede ver desde hace unas semanas una esquela que señala que “Cáceres se muere”. Una esquela en la que, al final, lo que se muere es la caja de los comercios. Aunque podría hacerse extensivo a muchas ciudades del tamaño y número de habitantes similares, me refiero al caso de una capital de provincia que nunca ha despertado del letargo pueblerino y nunca ha querido a ir más allá de alguna aventura deportiva. Y en ello, mucho tiene que ver la pequeña burguesía local, detentadora (ver en www.rae.es el verbo detentar) no sólo del poder económico local (eso es cuestión del derecho privado), sino, también, del poder social, cultural y hasta religioso, que han convertido a Cáceres en un páramo.
Esta mortandad de la caja de los comercios locales está acompañada de una creciente situación de edificios, algunos de considerable tamaño, cerrados por falta de uso. Por falta de capacidad económica para su gestión y mantenimiento por las administraciones públicas que son titulares de los mismos, y por falta de capacidad de esa burguesía local instalada en el poder político para poner en servicio edificios cuyo deterioro avanza a pasos agigantados.
Hecho este preámbulo, a partir de esta entrada iremos haciendo un repaso a diversos inmuebles cerrados por falta de uso y que se arruinarán definitvamente ante la pasividad de unos ciudadanos más preocupados por ver la televisión o por pasear figuras religiosas una vez al año. Unos ciudadanos que, fuera de las envolturas de las cofradías o querencias futbolísticas, son incapaces de demostrar algo que tenga que ver con el futuro suyo y de sus hijos. Y de su ciudad. Unos ciudadanos (?) a los que la pregunta de Kennedy sumiría en la más profunda de las perplejidades: No preguntes qué puede hacer tu ciudad por ti, sino qué puedes hacer tú por tu ciudad.


Calle Reyes Huertas. Antiguas dependencias de la Consejería de Bienestar Social de la Junta de Extremadura.
Este inmueble, construido sobre los terrenos que en su día se destinaron a parroquia, pero de la que solamente se levantaron unos muros, dejó hace unos dos o tres años de ser necesarios a los servicios de la Junta. En fechas recientes, tras el ofrecimiento por la administración regional, el Ayuntamiento de Cáceres, presidido por la alcasenadora Elena Nevado (PP) contestó… que no, que no los quería. Y ahí sigue el edificio, muertecito de asco.
En la fase final de la anterior legislatura, un grupo de artistas intentó hacerse cargo del inmueble, para convertirlo en centro de sus actividades y casi lo consiguen… si no hubieran mediado unas elecciones y el partido propio de la burguesía provinciana, el Partido Popular, no hubiera ganado las elecciones.
Según la ficha catastral, el inmueble está construido sobre una superficie de terreno de 2.515 m2 y la superficie construida total es de 2.027 m2 (equivalente a 18 viviendas de 3-4 dormitorios).
Ante la incapacidad de la administración regional (el Gobierno de los Mejores se hacen llamar) y la impotencia del ayuntamiento, está cerrado a cal y canto, con persianas metálicas herméticas pero que sin duda, poco a poco irán cediendo, o ventanas más vulnerables, hasta convertirse en lugar de okupas sin otro afán que el de ocupar.
La falta de capacidad económica resultante de una crisis financiera mundial combinada con una burbuja inmobiliaria autóctona, atenaza al ayuntamiento de Cáceres. Esa falta de capacidad económica se une a una manifiesta falta de proyección social y política del Partido Popular, que no es capaz de hacerse cargo del edificio ni plantea alternativas que lo pongan en uso.
Este inmueble, cerrado por falta de uso, demuestra que quienes son sus titulares, la Junta de Extremadura, está cometiendo malversación de fondos públicos, al mantenerlo cerrado. Y no porque no consiga “convertirlo en dinero”, sino porque lo mantenga cerrado.
Cuando la economía “va bien” cualquiera es concejal, o consejero de un gobierno autonómico (aunque visto lo que están haciendo en Extremadura, tengo mis dudas). Pero cuando la economía va mal o no existe, la inanidad intelectual, la incompetencia social, cultural, política grita en las salas cerradas de los edificios cerrados por falta de uso.
Vale.

De colores

cercadelasretamas —  julio 20, 2012 — 1 Comentario
Cuentan los medios de comunicación que ayer, 19 de julio, en el Ayuntamiento de Cáceres, su alcaldesa (y senadora, de ahí, alcasenadora) Elena Nevado, junto con las demás concejalas del Partido Popular, acudieron al pleno municipal vestidas de negro. Dicen las ediles que para manifestarse por la herencia (política, económica) recibida del anterior equipo de gobierno, del PSOE. Acudieron de luto por un fallecido hace… 1 año. Hasta ayer no cayeron en la cuenta.
Dicen que el negro es por la herencia. ¿De qué color hemos de vestir los que recibimos, y tenemos, una herencia que en muchos casos no podemos localizar? ¿De qué color hemos de vestir quienes por toda herencia recibimos el recuerdo de unos familiares asesinados por los padres putativos, ideológicos, de las concejalas que ayer vistieron de negro?
Desde ayer, en Cáceres, el color negro será el color de la vergüenza. Era un pleno, en el mes de julio, en el que se iba a aprobar el presupuesto municipal para 2012. Siete meses largos y todavía sin presupuesto. Y eso que el Partido Popular tiene mayoría absoluta. Pero ayer, con esa aprobación, se discutía (y se asumía, porque para eso tiene el PP mayoría absoluta) que el Ayuntamiento de Cáceres, si no es capaz (políticamente) de gestionar sus cuentas, será intervenido por el Ministerio de Hacienda. Ya es triste (negro) que disfrutando de mayoría absoluta no sean capaces de sacar adelante, dentro de la legalidad, los presupuestos municipales. Y mucho más triste (mucho más negro) que sea el ministerio dirigido por el más incapaz de los ministros, Cristóbal Montoro, el que haya de hacerse cargo del Ayuntamiento.
La alcasenadora Nevado, desde su etapa ya en la oposición, viene dando muestras, un día sí y otro también, de su incapacidad para presidir la corporación municipal. Incurrió en irregularidad al aprobar los presupuestos, publicando antes de tiempo los acuerdos (la impunidad de la mayoría absoluta es mala consejera). No consiguió que el Ministerio de Hacienda le aprobara el plan de ajuste, que ya es triste (negro). Y ahora ha puesto al Ayuntamiento al borde la intervención (o la quiebra). Y esto último, además, con la decisión del gobierno de la nación de poner a los interventores municipales (funcionarios con habilitación nacional) a depender funcionalmente de ese ministerio dirigido por Fagin (Oliver Twist, de Dickens) Montoro. Ya, prácticamente, cuando alguien necesite realizar alguna gestión económica del ayuntamiento, habrá de dirigirse a quien realmente manda, el interventor, a las órdenes de Hacienda.
La alcasenadora Nevado, que es incapaz de gobernar el Ayuntamiento incluso con una holgada mayoría absoluta, pretendió que el Ministerio de Defensa modificara la decisión de cierre del CEFOT número 1 y como comprendió que le sería imposible, montó una plataforma ciudadana a modo de barricada. Todavía la pancarta colocada en el balcón municipal recuerda el asunto, a pesar de que ella lo dio por cerrado y por conseguida la finalidad… de que no se cerrara el cuartel.
Hoy, con un luto falso, con una impostura más propia de un carnaval medieval, puede leerse en la prensa local que el Ayuntamiento de Cáceres acepta ser intervenido (por el Ministerio de Hacienda) si incumple el objetivo de déficit. Y lo incumplirá, de hecho lo está incumpliendo, por lo que la intervención no tardará en llegar. Serán entonces los cuervos de Montoro los que tiñan de luto la ciudad de Cáceres.

Vale.

El pasado 7 de julio, la alcaldesa de Cáceres afirmó, literalmente, que «Con 84 millones de deuda, ¿cómo vamos a financiar 8 para un pabellón en mitad del desierto». A la primera parte de la afirmación, nada que objetar. La deuda municipal y su cuantía es algo que está en el debate político y con el tiempo se verá si es cierta o no.

Me interesa la segunda parte de la afirmación, la del desierto. Porque es un desierto que cruzo, obstinado, diariamente dos veces para ir a mi trabajo. Gracias a la señora alcaldesa, ahora ya sé que mi trabajo, en la ciudad de Cáceres está en el desierto y más allá.

Sin embargo, días después, a la misma autoridad local no le causó reparo alguno cruzar ese desierto para asistir a una celebración festivo-religiosa, que era el primer aniversario de la restauración de San Benito. Una restaración hecha por la Universidad Popular (Ayuntamiento) bajo la dirección política de otro partido. Había, por tanto, que hacerse presente en la urbanización (de lujo) en la que está enclavada la ermita para acompañar a los vecinos con motivo tan fastuosos. Asistió una masa vecinal importante. Unos treinta vecinos, según el mismo medio de comunicación.

Anécdotas aparte, la actual regidora municipal, del Partido Popular, olvida, interesadamente, que en 2002, cuando su antecesor político aceptó la recalificación de esos terrenos desérticos a cambio de recibir 200 millones de pesetas para construir ¡un pabellón de ferias! ¿Por qué lo que en el año 2002 no era un desierto, sino el mejor sitio para el Pabellón de Ferias, ahora sí lo es?

Olvida, quizás interesadamente, la actual regidora municipal que su antecesor político, para acabar con el «problema del botellón» no tuvo mejor acuerdo que trasladarlo a ese desierto. Y, para más escarnio de los jóvenes botelloneros (individuos que se demostró entonces y se sigue demostrando ahora sin capacidad crítica) se les «construyó» una parada de autobuses que es más un pasillo de encajonamiento de reses en el matadero.

El desierto de los terrenos del Ferial es una forma sencilla de reconocer dos cosas: la incapacidad de sacar adelante un proyecto, el Pabellón de Ferias, que no es de titularidad exclusiva municipal, sino de todas las entidades que participan en IFECA (que no protestarán, obviamente, porque para eso ahora «gobiernan los suyos por mayoría absoluta») y que al anterior gobierno, socialista, le exigían, un día sí y otro también, que se hiciera el Pabellón.

La segunda cuestión que pone de manifiesto el hecho de que la alcaldesa describa la zona como «desierto» es un concepto de ciudad que no tiene en cuenta otra cosa que no sea los intereses urbanísticos. Es más, al día siguiente de que los propietarios de los terrenos consigan financiación para comenzar las obras, la propia dirigente política se hará palmas con las orejas y «recuperará» el proyecto… olvidándose de la deuda.

Calificar de desierto una parte de la ciudad, y al día siguiente «atravesarlo» para un acto festivo-religioso no deja de ser un insulto a la inteligencia ciudadana. A los que viven parte del año en la urbanización Ceres Golf habrá que decirle aquello de que van «al desierto y más allá». Eso sí, cuando vuelvan a pedir que se considere su urbanización como un barrio más de la ciudad, como suelo urbano, nos olvidaremos de que, en medio, está el Sahara.

Vale.

En entradas anteriores me he referido a la legítima aspiración de que colectivos sociales, ya sea aquellos que se definen sin ánimo de lucro, como los que defienden derechos gremiales, de pasar la cuenta por los apoyos políticos prestados. Por ejemplo, taxistas y autobuseros.
Los taxistas cacereños consiguieron de la candidata del Partido Popular el compromiso de abrir la plaza mayor recién remodelada para que los taxistas pudieran cruzarla. El argumento era, prácticamente, que si no se accedía a ello, los profesionales del taxi perderían mucho dinero. Argumento compartido y defendido por la candidata, ya, desde el 11 de junio, alcaldesa de Cáceres.
Hoy, en un periódico local, aparece la información de que ese compromiso se retrasa hasta septiembre. ¿Ha valorado la alcaldesa de la ciudad el gravísimo perjuicio económico que originará ese retraso a los profesionales del taxi y a sus familias, que verán mermados, considerablemente, sus ingresos?
En septiembre, ya se verá, pero mientras tanto, son muchos ciudadanos de los que viven en el casco monumental que desean verlo libre de coches, y son cada vez más los cacereños que se están acostumbrando a disfrutar de una Plaza Mayor ganada para los peatones, para todos, que no están de acuerdo con el paso de ningún tipo de vehículos, salvo los de limpieza y los de emergencias.
Creo que los taxistas, tan contentos con el merecido premio del compromiso de dejarlos pasar por la Plaza Mayo, deberían ir pensando que “de lo suyo, nada de nada”. Porque en septiembre, con buen criterio, aparecerán informes técnicos desaconsejando la medida, y desde la alcaldía se comenzará con aquello de “modular” la medida, determinar las “condiciones técnicas” que puedan hacer posible el paso, excepcional, de taxis por la Plaza Mayor.
Tengo la impresión que a los taxistas, el #quehaydelomio se lo van a comer con patatas… con pocas patatas, porque el daño económico en el retraso de la medida los va a dejar en la pobreza, y si finalmente no se lleva a cabo, en la ruina. Esto, siguiendo con el argumento de que la medida comprometida por la actual alcaldesa, de no llevarse a cabo, produciría un grave quebranto económico al gremio.
Por otra parte, no he visto en ningún medio reflejada la entrevista, si mis informaciones no están erradas (o herradas, vete a saber), que el pasado jueves la alcaldesa mantuvo con representantes de un sindicato de transportes que defiende, dicen ellos, al gremio de autobuseros. Los medios no se han enterado, parece, de esta entrevista. Pero ya advirtieron los autobuseros, cuando se celebraron las elecciones, que esperaban que la nueva alcaldesa cumpliera su compromiso de que se les pagarían las cantidades adeudas. El compromiso, sí, vino reflejado en plena campaña electoral, cuando el partido de la actual alcaldesa y el sindicato anunciaron a bombo y platillo que los autobuseros suspendían los paros anunciados.
Dada cierta experiencia leyendo noticias, la alcaldesa les habrá pedido paciencia y que enseguida podrán cobrar (cuando el ayuntamiento cobre el canon del agua, ese que tanto se dedicó ella torpedear en la anterior legislatura) y los sindicalistas, minoritarios en la empresa, no dicen nada para que los trabajadores no constaten que “no sirven p’a ná”.
Al día de hoy, el #quehaydelomio de los taxistas está aplazado, mejor dicho, suspendido, hasta la convocatoria de septiembre. Veremos si no hay repesca en febrero de 2012. Y el #quehaydelomio de los autobuseros no tendrá, no tiene respuesta en el ayuntamiento, porque el asunto de las deudas salariales que el financiador de Fundescam, el gran Don Gerardo, dejó colgadas de la brocha.
Lo siento por los taxistas y por los autobuseros, pero es lo que hay.
Vale.

El aterrizaje del Partido Popular en el Ayuntamiento de Cáceres nos está dejando algunas perlas que, de no variar en su rumbo, nos darán alegrías en el futuro para comentarios y chascarrillos variados. Veamos algunos casos.
Por ejemplo: el PP va a cerrar, si se atreve, el Embarcadero para “replantear su gestión”. Porque, como han dicho en los medios escritos, el edificio ha de ser rentable. El Embarcadero, concebido como dotación regeneradora de un espacio urbano, y pagado para ello con fondos europeos, estaba terminado en 2007, pero el entonces gobierno del PP no se atrevió a ponerlo en funcionamiento porque no tenían ni idea de qué hacer con él. En 2011 el PSOE lo puso en marcha como centro de innovación social, cultural y tecnológica. En la corta vida activa del Embarcadero, son múltiples las actividades y proyectos desarrollados, con un importante número de empresas y asociaciones que han encontrado en ese lugar el espacio para desarrollar sus proyectos. Hoy, esas empresas y asociaciones, muchos de ellos artistas de variada tipología, han sido tildados de ocupas. Y el edificio ha sido incluido en los que han de ser rentables. Económicamente, por supuesto.
¿Qué significa ser rentable? Para la mentalidad mercantil de los neoliberales que ahora gobiernan el ayuntamiento de Cáceres, si el funcionamiento del Embarcadero cuesta 100, hay que recaudar, como mínimo 110, para que la rentabilidad sea fácilmente reconocible. No tienen en cuenta ni la ubicación (Aldea Moret), ni la finalidad del proyecto financiado por la Unión Europea. ¿Para qué?
Un proyecto como el Embarcadero puede ser perfectamente rentable si cuesta 100 su funcionamiento aunque recaude 30 o 40, siempre que el 60 que no se recaude obtenga una alta relevancia social, cultural y tecnológica. Pero explicarle esto a quienes consideran ocupas a quienes han desarrollado todo y más de lo que recoge la web http://www.embarcaderocaceres.es y sus blogs y enlaces asociados va a ser muy muy difícil. Tanto, que no será rentable el esfuerzo.
Otro ejemplo. El mercadillo (a partir de ahora, por razones nostálgicas, desde el ayuntamiento se volverá a llamar mercado franco). Previsto su traslado por el anterior gobierno socialista, atendiendo a reclamaciones de los vecinos de la ubicación actual y a informes de seguridad de bomberos y policía, resulta ahora que, según un medio escrito local, no puede hacerse el traslado por cuestiones económicas.
O lo que es lo mismo: el Embarcadero se cerrará porque no es rentable, y el mercadillo (perdón, mercado franco) no se trasladará porque su traslado no es rentable. No es suficiente la recaudación de las tasas municipales que se cobra a los vendedores, no es suficiente el notable incremento de las líneas de autobuses (ahora se benefician los miércoles la 2, la 7 y la 8, directamente, y con la ubicación en la Mejostilla, se beneficiarían la 2, la 8 y la 9, además de la 1).
En los conceptos de rentabilidad, de sostenibilidad que están poniendo en circulación los derechistas que ahora gobiernan el ayuntamiento de Cáceres, no tienen valor el valor cultural que está generando el Embarcadero, ni las ventajas en seguridad que tendría el traslado del mercadillo del caudillo.
A este paso, se hará verdad lo que ya vaticinó la actual alcaldesa, de dar preeminencia a la cultura local (así, como si la cultura, en estos tiempos, pudiera ser solamente local, salvo los cuadros inspirados en la virgen de la montaña y los sermones de los curas encuadernados con hilo de oro), y, en la misma línea, veremos, respecto al mercadillo, en dar preeminencia al comercio local.
El Embarcadero está lleno de ocupas y enchufados según la alcaldesa. El mercaudillo no puede asumir por sí mismo su traslado. ¿Cerrará el Embarcadero para convertirlo en unos futbolines y billares como los que tenía la OJE en la calle Miguel de Cervantes? ¿Correrá la misma suerte el mercaudillo, su cierre actual por razones de seguridad sin posibilidad de traslado por cuestiones económicas?
Será, seguramente, más fácil resolver el asunto de los puestos junto a las Malvinas, que desalojar ocupas. Sobre todo, porque le tienen más miedo a la cultura que a las bragas de cuello vuelto.
Vale.

En la semana que termina se ha producido una reunión entre el Ayuntamiento de Cáceres y directivos de Busursa, encabezados por el hijo del amo Díaz Ferrán. En el fondo del asunto, la deuda del Ayuntamiento con la empresa y las causas de esta deuda. En las informaciones de prensa, en cambio, nada se dice sobre la gestión de la empresa.

¿Por qué la empresa no cumple con la obligación legal de facilitar las cuentas al Comité de Empresa? ¿Por qué cuando el Comité de Empresa, una parte, plantea una votación entre los trabajadores para llevar a los juzgados de lo social el incumplimiento de esa obligación, los trabajadores no respaldan al Comité? A la primera pregunta, la respuesta es fácil: a Busursa no le da la gana. Como tampoco le da la gana al Ayuntamiento someter a la empresa a una auditoría como es debido.

A la segunda pregunta, la respuesta es fácil: el amiguismo en las contrataciones de personal, y al enchufismo, especialmente nefasto en los doce años de gobierno del PP. Y algún que otro “velado” reciente.

Sobre la deuda del Ayuntamiento y su origen, la respuesta es sencilla: el contrato, adjudicado por una convocatoria realizada por el gobierno de mayoría absoluta presidido por Saponi. La redacción de ese contrato y las diversas necesidades de servicios surgidas desde que se adjudicó, han hecho que la empresa gane dinero sin que el servicio sea utilizado.

El contrato está basado en una contraprestación exclusivamente basada en el número de kilómetros, sin que aparezca ninguna modulación por utilización del servicio. Así, si hay que poner un servicio nocturno que no se utiliza (ha habido días, muchos, que la recaudación total del servicio ha sido de un euro), la empresa encantada. Si hay que poner un microbús a Rincón de Ballesteros para traer a vecinos a la feria de ganados, se pone: utilizaron el servicio tres personas, y el coste laboral del conductor fue cero, porque lo prestó un “inspector” que tenía que cumplir su jornada. En vez de “inspeccionar”, hizo de conductor.

Si hay que entrar en una urbanización privada, con una buena distancia en kilómetros, se entra. Aunque el servicio no se utilice.

El ayuntamiento paga por kilómetros. ¡Qué más da!

Los que hicieron el pliego de condiciones, los que lo aprobaron y los que firmaron el contrato se lucieron.

El déficit del servicio de transporte urbano tiene dos elementos: un déficit contable, basado en los kilómetros, y un déficit real, mucho menor, de manera que la diferencia entre uno y otro es un beneficio real para la empresa, aunque tarde en percibir el montante contable.

En la actual situación económica, procede que el ayuntamiento reduzca los kilómetros que abultan sin cuento el déficit del servicio. No hay que reducir líneas, hay que reducir kilómetros.

Algún ejemplo:

1.- Supresión del transporte urbano a una urbanización privada (Ceres Golf). Parada en la entrada de la urbanización, nada más.

2.- Supresión del refuerzo campus: los estudiantes, la inmensa mayoría, tienen la tarjeta mensual, por lo que se ahorraría el trayecto entre la cabecera de la línea en la Plaza de América y el Auditorio, ya que los usuarios de ese trayecto pueden tomar la línea 2 y transbordar tanto en Plaza de América como en Plaza de Toros.

3.- Supresión del bus nocturno, por su nula utilización.

4.- En horario de mañana de sábados, mantener un solo vehículo en la línea 4.

5.- Disminución del número de vehículos al campus en horarios de tarde, especialmente los viernes.

Con estas y otras similares decisiones, se disminuirá el número de kilómetros que se abonan, se utilice el servicio o no, a la empresa.

Y aprender para el próximo concurso y no hacer como hizo en su momento el PP, apoyado en su mayoría absoluta, que firmó un contrato claramente lesivo para los intereses de la hacienda pública municipal.

Vale.

Reclama la presidenta del comité español de ICOMOS, dependiente de la UNESCO, que vela porque en los bienes históricos declarados Patrimonio de la Humanidad, que en el caso del futuro hotel Relais&Châteaux el ayuntamiento de Cáceres vele por la autenticidad, porque no se distorsione el patrimonio heredado.

A la señora Suárez Inclán, como a otros muchos, les han vendido mercancía averiada. El Proyecto en ejecución del hotel promovido por Atrio ha sido supervisado por múltiples organismos, su diseño exterior fue cambiado y, en definitiva, se dieron los permisos urbanísticos y de protección del patrimonio que correspondía otorgar.

Pero no es ahí donde a la presidenta de ICOMOS España le han vendido mercancía averiada. Es en el afán de algunos y algunas en hacer creer que el hotel se está construyendo previa destrucción inmisericorde de edificios de gran valor preexistentes.

¿Sabe la señora Suárez Inclán, que no ha redactado el informe, pero que sí lo firma y, por tanto, lo asume, que si quiere conocer a quien construyó uno de los dos inmuebles sobre los que se asienta el futuro hotel lo puede hacer? Quien construyó un edificio de nueva planta sobre un corral en el que se encerraban los carros y los caballos que tiraban de ellos. Quien construyó un edificio de nueva planta en un corral cuyo único acceso era una puerta de carros. Si quiere, puede hacerlo, preguntar por el constructor en Cáceres.

Pero también puede conocer, si quiere, por ejemplo, al aparejador que dirigió las obras, a quien todavía le faltan algunos años para jubilarse. No conocerá al arquitecto que redactó el proyecto de construcción de vivienda de nueva planta porque falleció hace algunos años, creo. El arquitecto, Lepe para sus íntimos, tenía su estudio en las tres ventanas del rincón que se forma al comienzo de la calle Ancha, desde la plaza de San Mateo. Vigilaba las obras de la casa diariamente… no en vano la proyectó para vivir él mismo.

Esa casa de tan gran valor histórico, la que está señalada en la imagen que acompaña a este post, fue construida en la primera mitad de la década de 1980, sobre un corral sin ninguna edificación.

Esa casa era una falsedad, una impostura, un elemento que violentaba la autenticidad que ICOMOS España, por firma de su presidenta, reclama que se cumpla. No sé si alguien ha informado a la señora Suárez Inclán, pero si quiere sabe cómo era esa casa, de dónde se importaron sus adornos y escudos de fachada, que pregunte en construcciones Abréu, suficientemente conocidos en Cáceres, quien le dará seguramente detalles de las penalidades de los siglos XV y XVI para construir.

Vale.






Se están realizando obras para remodelar la Plaza Mayor de Cáceres a través del Proyecto Intramuros, que pretende dotar de mejores atractivos al conjunto de la ciudad monumental, comenzando por su puerta de acceso principal, la Plaza.

Ahora que las obras ya han comenzado, un grupo de ciudadanos pretender parar las obras (IU va a lo suyo, a demostrar su inutilidad), y ponen el grito en el cielo con la remodelación que se ha iniciado en el denominado Foro de Los Balbos, invento de los años 1970, cuando el Ayuntamiento contrató a Construcciones Abréu para que hiciera las obras, al tiempo que trasladaba y adosaba a un lienzo de la Muralla, Monumento Nacional desde 1930, un abrevadero de ganado que estaba situado en las afueras.

El Foro de los Balbos es un invento de un alcalde franquista, preocupado por el fachadismo, ideología política consistente en que las apariencias lo son todo, y que tiene su trasunto en los comportamientos sociológicos de los cacereños (iba a decir ciudadanos, pero algunos se empeñan en seguir siendo súbditos).

Es muy probable, bastante, que algunos de los que impulsan con sus críticas las obras, tengan, vamos a poner 60 años. Y algunos más. Ninguno de esos, ninguno, se opuso a que en la puerta del Ayuntamiento se colocara un abrevadero de ganado. Ese es el concepto que tenían de sí mismos. Era la dictadura, y no cabía oposición. Además, cómo oponerse si quienes decidían eran de los nuestros.

Los más jóvenes, los que impulsan plataformas vía redes sociales, no valoran que defienden lo que fue un abrevadero de ganado, un abrevadero donde bebían las vacas y los burros que llegaban desde el sur, desde la comarca de Mérida y Montánchez y sus pastores tenían que pagar el correspondiente pósito.

Hoy, por decisión de un gobierno municipal de derechas, los jóvenes de la ciudad abrevan en las afueras, donde debía estar colocado el abrevadero que tan orgullosos algunos creen defender.

Que yo sepa, ese abrevadero va a permanecer en ese lugar, que no es su sitio, con la remodelación que se va a hacer del conjunto de la Plaza que muchos, la mayoría de los que se oponen a las obras, quisieran que recuperara el nombre que tuvo cuando el alcalde era designado por la gracia de Dios.

Con este post, y para aquellos que se reclamen puristas de la ciudad (que algunos utilizan ese “criterio”) dejo unas fotografías, por si reconocer la Plaza, por si reconocen el Foro de Los Balbos. Fotografías, algunas, que tienen unas letras en determinados lienzos. Supongo que sabrán a qué se refieren esas letras y sabrán quién fue el autor de las fotos y cual fue el motivo por el que se hicieron.

Quizá alguno bucee por ahí y lo encuentre. Pero tendrá que buscar bastante. Esas fotos, en papel, no se encuentran fácilmente.

Vale.

A lo largo de los próximos meses, quizás como máximo un año o año y medio, se van a producir determinadas acciones que obligarán a las instituciones políticas a adoptar acuerdos que permitan la mejor gestión de recursos públicos. No me refiero a la situación económica, que en estos aspectos será colateral, sino al mejor aprovechamiento de determinados espacios públicos que se verán afectados por proyectos en curso, algunos muy avanzados.

Esta mejor gestión deberá incidir positivamente en la mejora de los equipamientos urbanos, que en la ciudad de Cáceres estuvieron abandonados, literalmente, por el gobierno de la derecha durante 12 años (desde 1995 a 2007), y que ahora, con algunas gestiones ya avanzadas en algún caso, desde un gobierno socialista deberá cambiar la tendencia.

La tendencia, durante los años de gobierno de la derecha, era poner a disposición de la iniciativa privada las energías políticas, olvidando, conscientemente, las necesidades generales de la ciudad. Para la derecha, todo aquello se resolvía obligando a los promotores privados para que adquirieran esculturas y las colocaran en las nuevas urbanizaciones. Ahí acababa todo.

El proceso que ahora se abre, tanto por el desarrollo de los proyectos en curso como de la propia entrada en vigor del PGM pondrá “en juego” algunos espacios, algunos inmuebles, cuyo destino futuro deberá redundar, en los que sea necesario, en la mejora de los servicios públicos prestados, y, en otros, en la obtención de nuevos equipamientos. O como dice un arquitecto de la ciudad, en la necesidad de reequiparla.

Veamos algunos ejemplos.

Está en marcha, con gestiones complejas, la consecución por la ciudad, conforme a la normativa legal que sea de aplicación, el pabellón de mando del antiguo Cuartel Infanta Isabel. Si las gestiones fructifican en los plazos previstos, a finales de 2010 se podrá decir que ese inmueble sea ya propiedad municipal, y, por tanto, un espacio de la ciudad.

También está muy avanzada la construcción del nuevo Centro de Menores, en el Polígono Nuevo Cáceres, frente al Centro de Salud, y que sustituirá al actual Centro Julián Murillo, junto al Complejo San Francisco. Corresponderá a la Diputación Provincial fijar los usos a los que quiera destinar ese inmueble, aunque debería escuchar si el Ayuntamiento tuviera alguna propuesta a plantear.

Continuando con el Complejo Cultural San Francisco, en poco tiempo comenzarán las obras en el Palacio de Godoy para la nueva ubicación del Conservatorio de Música. Este proyecto, quizá el más retrasado, conllevará que el Complejo San Francisco ganará espacios, de forma que con el final de las obras del Palacio de Congresos (sobre el Auditorio), otorgará a la ciudad de Cáceres el privilegio de contar con dos magníficos espacios para congresos.

La entrada en vigor del nuevo Plan General Municipal conllevará la necesaria gestión de espacios como la Cárcel Vieja, cuya obtención por el Ayuntamiento requerirá grandes dosis de paciencia e imaginación, y, sobre todo, de trabajo serio y concienzudo. La vieja cárcel deberá ser el instrumento que la zona en la que se asienta, cabecera de los más amplios crecimientos urbanos de la ciudad, disponga para formar parte del proyecto de convertir a Cáceres en un referente cultural, más allá de la meta del 2016. La gran superficie construida, 11.000 m2, requerirá formular un proyecto cultural homogéneo, coherente, ambicioso, capaz de aglutinar esfuerzos y capacidades.

También en estos momentos se viene hablando ya de la próxima entrada en funcionamiento del Nuevo Hospital, que conllevará el mantenimiento del actual Hospital San Pedro de Alcántara, y el desalojo, como centro hospitalario, del Hospital Virgen de la Montaña, que es un inmueble propiedad de la Diputación Provincial, y que cuenta con una superficie construida de más de 20.000 m2 sobre unos 13.500 m2 de solar. Sus usos futuros requerirán, sin duda, de acuerdos que alcancen a la Diputación, como propietario, pero también a las otras administraciones.

Este conjunto de inmuebles, más alguno que será “víctima” colateral de cambios de uso y destino, plantean la mejor ocasión que ha tenido en mucho tiempo la ciudad para conseguir nuevos equipamientos, independientemente de quien sea finalmente su titular, su “dueño”: sus dueños reales deben ser los ciudadanos.

Todos estos cambios, todas estas posibilidades no nacen, en ningún caso, de la política desarrollada en los años de gobierno de la derecha, porque ninguno de los proyectos que los posibilitan tienen su origen en la acción política local, volcada en el favorecimiento del desarrollo del sector inmobiliario privado que en la obtención de equipamientos y servicios para todos los ciudadanos.

Vale.