Archivos para Plaza Mayor


Cuando inicié esta serie de posts partía de la dejación pública que supone la existencia de edificios, notables en cuanto a tamaño y en cuanto a posibilidades de utilización, pero el conocimiento de la ciudad, desde el punto de vista que un ciudadano cualquiera puede tener, me está llevando a una desagradable conclusión. Los edificios públicos cerrados por falta de uso evidencia la inexistencia de capacidad de gestión, de capacidad de generación de iniciativas, de una parálisis de las instituciones públicas y de quienes los gobiernan, que no serían, en modo alguno, tolerables por una sociedad mínimamente cohesionada y crítica. Una ciudad gobernada por gentes, la derecha rancia del Partido Popular, que recuerdan a aquellos versos de Machado retratando el viejo casino provinciano, “el pasado efímero”
Este hombre no es de ayer ni es de mañana,
sino de nunca; de la cepa hispana
no es el fruto maduro ni podrido,
es una fruta vana
de aquella España que pasó y no ha sido,
esa que hoy tiene la cabeza cana.
En la ciudad de Cáceres no existe una sociedad civil crítica, en ningún campo: la universidad vive de espaldas a ella (y/o viceversa), los colectivos sociales están desunidos por un egoismo excluyente, la cultura (si es que la hubiera) se mueve por camarillas que tienen más de sociedades secretas o mafiosas que de componentes culturales.

Esta ciudad, incapaz de sentirse impelida a actuar, a ser activa y proactiva, es una ciudad de espectadores, en los que unos, muy pocos actúan, los demás, como jubilados, miran y cuando se acaba la procesión, cada mochuelo a su olivo.

Por eso, mientras las administraciones públicas malversan por falta de uso el patrimonio público, aumentan sin descanso los edificios privados sin uso. Cerrados por falta de uso. La crisis económica ha supuesto para muchos empresarios el final de sus negocios. Para otros, la crisis ha querido verse como el elemento necesario para hacer negocio. Para hacer caja. Pero ni unos ni otros han calculado la profundidad “sistémica” de la situación económica.

En un espacio tan pequeño como el que se aprecia en las imagenes áreas o en la imagen catastral que ilustran este post, con bastantes los edificios completos cerrados por falta de uso. A ellos hay que añadir locales comerciales cerrados, sin perspectivas de nuevos usos, sin “emprendedores” que puedan estar interesados en reactivar la zona.

Subiendo desde la Plaza de La Concepción (en este blog, el 21 de octubre de 2012) por la calle de Moret nos encontramos, justo en la salida de dicha plaza un edificio que en su planta baja albergó una tienda de chacinas, y tres plantas de viviendas. La fachada, que pudiera ser de comienzos del siglo XX, y, sobre todo, la fachada de la tienda de tocinos, va aumentando su deterioro visual, y el lugar en el que se encuentra ubicada, frente al Palacio de la Isla, aumenta, también, el deterioro visual de la ciudad. En la calle de Moret, siguiendo varios locales comerciales cerrados, en traspaso desde hace tiempo, nos encontramos, ya casi a su final, un pequeño edificio, igualmente cerrado, que fue la tienda de confecciones Merchán, que, desde hace años tiene el acceso tapiado, el escaparate con múltiples capas de afiches, carteles, anuncios de todo tipo, y los balcones que han debido ser reparados por peligros de desprendimiento.

En el recodo que la calle de Moret hace para encontrarse con la de Pintores, se encuentra un edificio, también en el tráfico inmobiliario, con una superficie construida de 804 m2 y cuyo último uso fue el de tienda de ropa de moda, aunque para la memoria cacereña, en su planta baja se encontraba la ferretería de los Sobrino (Sobrinos de Gabino Diez), que sustentaba una fuerte competencia con la ferretería de Abad, que estaba donde ahora se encuentra el restaurante El Asador y al lado del Horno de San Fernando.

Frente a la antigua Ferretería de los Sobrinos, ya en la calle de Pintores, desapareció hace unos años la farmacia “del Cura” por traslado a otra zona con más población de la ciudad. El edificio entero, cuyas plantas ya estaban sin uso cuando la farmacia estaba aún en él, también se ha incorporado al tráfico inmobiliario. Tráfico totalmente inmovilizado por una crisis tan profunda como imposible de predecir en qué derivará ni siquiera en el corto plazo de un día.


Bajando por la calle de Pintores hacia la Plaza Mayor seguimos viendo algún local vacío, en alquiler, hasta llegar a lo que recientemente ha sido un edificio, completo, utilizado por una franquicia del grupo Zara. 


Vacío el edificio desde hace más de un año, algunos cacereños, con la reforma que la citada franquicia le hizo, no recordarán de cuál es, pero si nos acercamos al mes de enero y lo vemos lleno de maletas y el cartel de cerrado por inventario, sabremos que era uno de los edificios que una conocida familia tenía bajo el nombre comercial de El Siglo. De aquellos locales comerciales ya no queda ninguno (ni el de García Plata de Osma, frente a Fátima, ni el de Cánovas, hoy una franquicia de perfumerías, ni el de Pintores, cerrado, ni el de Moret, cerrado, ni el de Plaza de la Concepción, también cerrado).
Siguiendo Pintores hacia la Plaza Mayor se encuentra otro edificio, que fue sede reciente de una franquicia y que, cerrado, su propietario, con la finalidad de que el mercado se fijara en él, lo cedió para que una asociación de artistas expusiera su obra. La iniciativa, efímera y breve, mereció, incluso, su reflejo en la prensa local. Sin embargo, no ha vuelto a repetirse.

Para cerrar el triángulo de calles hacia la Plaza de la Concepción, donde comenzaba el recorrido de este post, pasamos desde Pintores por la calle de Paneras. Un vial típico, estrecho, pero que es el acceso peatonal por el que mayor número de visitas de turistas llegan a la Plaza Mayor, y cuyo deterioro, unido a la escasa calidad de sus edificios, refleja una imagen de la ciudad poco agradecida.

Vale.

En entradas anteriores me he referido a la legítima aspiración de que colectivos sociales, ya sea aquellos que se definen sin ánimo de lucro, como los que defienden derechos gremiales, de pasar la cuenta por los apoyos políticos prestados. Por ejemplo, taxistas y autobuseros.
Los taxistas cacereños consiguieron de la candidata del Partido Popular el compromiso de abrir la plaza mayor recién remodelada para que los taxistas pudieran cruzarla. El argumento era, prácticamente, que si no se accedía a ello, los profesionales del taxi perderían mucho dinero. Argumento compartido y defendido por la candidata, ya, desde el 11 de junio, alcaldesa de Cáceres.
Hoy, en un periódico local, aparece la información de que ese compromiso se retrasa hasta septiembre. ¿Ha valorado la alcaldesa de la ciudad el gravísimo perjuicio económico que originará ese retraso a los profesionales del taxi y a sus familias, que verán mermados, considerablemente, sus ingresos?
En septiembre, ya se verá, pero mientras tanto, son muchos ciudadanos de los que viven en el casco monumental que desean verlo libre de coches, y son cada vez más los cacereños que se están acostumbrando a disfrutar de una Plaza Mayor ganada para los peatones, para todos, que no están de acuerdo con el paso de ningún tipo de vehículos, salvo los de limpieza y los de emergencias.
Creo que los taxistas, tan contentos con el merecido premio del compromiso de dejarlos pasar por la Plaza Mayo, deberían ir pensando que “de lo suyo, nada de nada”. Porque en septiembre, con buen criterio, aparecerán informes técnicos desaconsejando la medida, y desde la alcaldía se comenzará con aquello de “modular” la medida, determinar las “condiciones técnicas” que puedan hacer posible el paso, excepcional, de taxis por la Plaza Mayor.
Tengo la impresión que a los taxistas, el #quehaydelomio se lo van a comer con patatas… con pocas patatas, porque el daño económico en el retraso de la medida los va a dejar en la pobreza, y si finalmente no se lleva a cabo, en la ruina. Esto, siguiendo con el argumento de que la medida comprometida por la actual alcaldesa, de no llevarse a cabo, produciría un grave quebranto económico al gremio.
Por otra parte, no he visto en ningún medio reflejada la entrevista, si mis informaciones no están erradas (o herradas, vete a saber), que el pasado jueves la alcaldesa mantuvo con representantes de un sindicato de transportes que defiende, dicen ellos, al gremio de autobuseros. Los medios no se han enterado, parece, de esta entrevista. Pero ya advirtieron los autobuseros, cuando se celebraron las elecciones, que esperaban que la nueva alcaldesa cumpliera su compromiso de que se les pagarían las cantidades adeudas. El compromiso, sí, vino reflejado en plena campaña electoral, cuando el partido de la actual alcaldesa y el sindicato anunciaron a bombo y platillo que los autobuseros suspendían los paros anunciados.
Dada cierta experiencia leyendo noticias, la alcaldesa les habrá pedido paciencia y que enseguida podrán cobrar (cuando el ayuntamiento cobre el canon del agua, ese que tanto se dedicó ella torpedear en la anterior legislatura) y los sindicalistas, minoritarios en la empresa, no dicen nada para que los trabajadores no constaten que “no sirven p’a ná”.
Al día de hoy, el #quehaydelomio de los taxistas está aplazado, mejor dicho, suspendido, hasta la convocatoria de septiembre. Veremos si no hay repesca en febrero de 2012. Y el #quehaydelomio de los autobuseros no tendrá, no tiene respuesta en el ayuntamiento, porque el asunto de las deudas salariales que el financiador de Fundescam, el gran Don Gerardo, dejó colgadas de la brocha.
Lo siento por los taxistas y por los autobuseros, pero es lo que hay.
Vale.

El hasta o etiqueta que da nombre a esta entrada se verá seguramente, y se ha visto ya, también con seguridad, en twitter y otras redes sociales. Porque, pasadas las elecciones del 22 de mayo, y pasada una semana de análisis más o menos sesudos, más o menos acertados, se comienza a vislumbrar cómo será la nueva legislatura en CCAA y Ayuntamientos. Baste el ejemplo de Sevilla, donde se sustituirá el sectario nombre de Pilar Bardem en una de las calles de la capital andaluza para adjudicárselo al nada sectario Antonio Burgos.
Sobre los resultados electorales, una afirmación y una sensación. La afirmación: el pueblo, cuando vota, no se equivoca nunca. Una sensación: cada vez está más claro que el voto es una acumulación de frustraciones de los votantes, que reclaman, a cada paso, que su voto se utilice para lo que se prometió.
Hecha la afirmación y apuntada la sensación vayamos a la realidad. Y la realidad es que ahora, para los ganadores, comienza el calvario de responder cada vez que un ciudadano, un colectivo, una empresa, una entidad, un medio de comunicación le reclame aquello de ¿qué hay de lo mío?
Porque no hay que olvidar que el voto es individual y responde a la decisión de cada ciudadano, pero que cada ciudadano vive y ejerce sus actividades profesionales, lúdicas o familiares en entornos de afinidades que también influyen.
El ejemplo de los taxistas en Cáceres es el paradigma de ¿qué hay de lo mío? Fueron los últimos en aparecer en la escena pública con la candidata de la derecha, que les prometió que podrían pasar por la Plaza Mayor, concebida en proyecto y en ejecución para ser exclusivamente peatonal. Está claro que a dos días de las elecciones, si la candidata promete que podrán pasar por la Plaza Mayor, como los taxistas reclaman, no puede ser si no a cambio de que el colectivo la apoye, le dé su voto.
Hoy, ganadora de las elecciones, ya afirma que pagará la factura. Y que los taxistas podrán pasar por la Plaza Mayor. Lo que en proyecto y en esencia ha sido concebido para uso exclusivamente peatonal, dejará de serlo. Porque está claro que detrás de los taxistas irán las empresas de reparto de paquetería urgente, las empresas de distribución, el obispado con las iglesias dentro del casco viejo, los feligreses para llevar a sus familiares a directos de la BBC y similares… Y la Plaza Mayor, diseñada para ser peatonal, ejecutada para ser peatonal, dejará de serlo porque los apoyos hay que pagarlos.
Veremos, con el tiempo, maravillas a consecuencia del legítimo ¿qué hay de lo mío? Porque nadie dejará de pasar el platillo para recoger lo que sin duda ha sembrado. Ya los taxistas abren la brecha. Y abierta la espita, los gases inundarán la ciudad.
¿Qué hay de lo mío?
Vale.

Cada vez que en alguno de los dos periódicos locales aparece alguna noticia o refrito de noticias sobre las obras de la Plaza Mayor, sucede lo mismo. Cada vez que en cualquiera de esos medios hay una entrevista o una información o refrito de información con la alcaldesa de la ciudad, sucede lo mismo. Se suceden los comentarios anónimos, de valientes catovis, que dan mandobles sin saber y cualquier día se van a cortar ellos mismos.

Dejando a un lado los que van dirigidos a los militantes del mismo partido que Carmen Heras y similares, los que más éxito tienen son los que bordean o superan, en muchos casos, el Código Penal.

Están los mensajes que vapulean, insultan y tratan de degradar a Carmen Heras. Esos mensajes no serían iguales si se llamara Carmelo Heras. Demuestran lo que son quienes los escriben, y, lo que es peor, que muchos de ellos están escritos por mujeres.

Luego hay otro tipo de comentarios (muchas veces se mezclan con los anteriores) que superan el tipo penal definido para la xenofobia.

Muchos de esos comentaristas, y de esas comentaristas, han conocido la plaza antes de que el alcalde Saponi decidiera colocar la bandejina (que, si no recuerdo mal y para eso están las hemerotecas, él mismo definió de provisional).

Antes de esa bandejina, la plaza estaba como muestra la fotografía que ilustra este post.

Ninguno de esos comentaristas hace referencia a esta imagen, como se ve, una foto en color, por lo que no es muy antigua. Y muchos de esos comentaristas tan valientes apostados en la trinchera de la anonimia conocieron al alcalde responsable de convertir a la Plaza Mayor en un inmenso aparcamiento indecente.

Y si no lo conocieron (algunos podrán atribuir a que son jóvenes ese desconocimiento) no dijeron nada cuando el responsable de convertir la Plaza Mayor en el cutre aparcamiento que se ve en la fotografía fue honrado por el Ayuntamiento con una hermosa calle que lleva su nombre.

Ese responsable no era de Cáceres y ningún atrevido u osado comentarista dice lo más mínimo. Eso sí, no se llamaba Alfonsa.

Cuando se recuerda una foto como la que ilustra este post y se han visto los planos (que han estado en exposición pública y colgados en internet, no sé si siguen colgados), la diferencia es como la de entre noche cerrada y día soleado. Pero eso no interesa.

Las obras de la Plaza Mayor para los cómplices del desaguisado que muestra la foto son la excusa para atacar, sin miramientos y sin educación (de cultura, que es otra cosa, ni hablamos) a la actual alcaldesa de la ciudad.

Por cierto, la foto que ilustra este post pertenece al libro “Extremadura. Reflejos de una tierra. Cáceres”, de Editorial Extremadura.

Se podrá estar o no de acuerdo con el proyecto, se podrá discrepar de las soluciones planteadas por los arquitectos (por cierto, alguno cacereño de familia ilustre y poco sospechosa), pero lo que no puede ser la excusa para los insultos.

¿Y si el jurado de la capitalidad europea 2016 hubiera seguido los comentarios en los periódicos para hacerse una idea de la “cultura” de las ciudades aspirantes? Seguro que en mala educación habríamos ganado sin presentarnos.

Vale.






Se están realizando obras para remodelar la Plaza Mayor de Cáceres a través del Proyecto Intramuros, que pretende dotar de mejores atractivos al conjunto de la ciudad monumental, comenzando por su puerta de acceso principal, la Plaza.

Ahora que las obras ya han comenzado, un grupo de ciudadanos pretender parar las obras (IU va a lo suyo, a demostrar su inutilidad), y ponen el grito en el cielo con la remodelación que se ha iniciado en el denominado Foro de Los Balbos, invento de los años 1970, cuando el Ayuntamiento contrató a Construcciones Abréu para que hiciera las obras, al tiempo que trasladaba y adosaba a un lienzo de la Muralla, Monumento Nacional desde 1930, un abrevadero de ganado que estaba situado en las afueras.

El Foro de los Balbos es un invento de un alcalde franquista, preocupado por el fachadismo, ideología política consistente en que las apariencias lo son todo, y que tiene su trasunto en los comportamientos sociológicos de los cacereños (iba a decir ciudadanos, pero algunos se empeñan en seguir siendo súbditos).

Es muy probable, bastante, que algunos de los que impulsan con sus críticas las obras, tengan, vamos a poner 60 años. Y algunos más. Ninguno de esos, ninguno, se opuso a que en la puerta del Ayuntamiento se colocara un abrevadero de ganado. Ese es el concepto que tenían de sí mismos. Era la dictadura, y no cabía oposición. Además, cómo oponerse si quienes decidían eran de los nuestros.

Los más jóvenes, los que impulsan plataformas vía redes sociales, no valoran que defienden lo que fue un abrevadero de ganado, un abrevadero donde bebían las vacas y los burros que llegaban desde el sur, desde la comarca de Mérida y Montánchez y sus pastores tenían que pagar el correspondiente pósito.

Hoy, por decisión de un gobierno municipal de derechas, los jóvenes de la ciudad abrevan en las afueras, donde debía estar colocado el abrevadero que tan orgullosos algunos creen defender.

Que yo sepa, ese abrevadero va a permanecer en ese lugar, que no es su sitio, con la remodelación que se va a hacer del conjunto de la Plaza que muchos, la mayoría de los que se oponen a las obras, quisieran que recuperara el nombre que tuvo cuando el alcalde era designado por la gracia de Dios.

Con este post, y para aquellos que se reclamen puristas de la ciudad (que algunos utilizan ese “criterio”) dejo unas fotografías, por si reconocer la Plaza, por si reconocen el Foro de Los Balbos. Fotografías, algunas, que tienen unas letras en determinados lienzos. Supongo que sabrán a qué se refieren esas letras y sabrán quién fue el autor de las fotos y cual fue el motivo por el que se hicieron.

Quizá alguno bucee por ahí y lo encuentre. Pero tendrá que buscar bastante. Esas fotos, en papel, no se encuentran fácilmente.

Vale.