La minera australiana juega al escondite inglés.
La empresa Infinity Lithium Ltd no siempre se ha llamado así, sino que ha tenido algún que otro nombre, que ha borrado convenientemente para que el pasado no la persiga, como persigue a su canguro que vemos saltando por nuestras tierras.
Antes, antes de aparecer por Cáceres, la minera australiana no se llamaba Infinity, sino Playmouth Minerals, concepto que sirve de ligar la toponimia en la que asienta su búsqueda de money con su adn. Por eso, ahora han adoptado un nombre, Extremadura, ligado a un concepto que piensan que puede ser atractivo, New (nueva) con el adn en el que rascar la pasta. Han evolucionado de minerals a energías, olvidando el peso gordo del litio. En realidad ya lo habían utilizado antes, con Tecnología Extremeña del Litio, pero quedaba anticuado (nada de inglés) y soso. Fichando a un shark y cambiando el nombre, la gente olvidaría y se borrarían las hemerotecas.
Porque, como diría el Gran Wyoming, queridos niños, los de Plymouth Minerals tienen un pasado. Y no precisamente glorioso. Que, además, lo quieren repetir aquí, en Cáceres. Ni que decir tiene que en todo el entramado que a continuación se expone andaba metido un tal Adrian Byass.
En el entorno de la ciudad de Plymouth, en el condado de Devon, existían de antiguo unas minas, Drakelands o Hermerdon, de wolframio, cerradas, pero que en 2007, una empresa australiana pretende volver a explotar. Se llama Wolf Minerals, porque los precios globales están aumentando y es económicamente viable. La firma dijo que se podrían crear 500 puestos de trabajo.
La recesión global en 2009 derribó los planes para la mina de tungsteno, pero Wolf dijo que todavía estaba comprometida.
En 2011, el Gobierno aprueba la licencia de obras de la mina y recibe un resultado positivo de su Estudio de Viabilidad Definitivo (DFS). Todo marcha y fluye.
Se construye en 2012 una carretera de enlace de 600 m, tres bancos aprueban una hipoteca de 55 millones de libras esterlinas, los préstamos alcanzan los 130 millones de libras esterlinas y Wolf abre una oficina en Plymouth y comienza a contratar ejecutivos. Eso, lo primero.
Wolf revela en 2013 un plan para restaurar la mina Drakelands después de 10 años de excavación y compra obligatoriamente 15 casas en Hemerdon para dar paso al pozo a cielo abierto. Termina el año al obtener el permiso vital de la Agencia de Medio Ambiente para continuar con el desarrollo.
En 2014 (siete años después) el trabajo comienza en in situ, la instalación de residuos ocupa el primer lugar en la lista seguida de la enorme planta de procesamiento. Más de 300 personas están trabajando. Wolf dijo que las reservas de mineral son un 20 por ciento más grandes de lo esperado.
El primer mineral se extrae y se procesa en 2015, lo que convierte a Drakelands en la primera mina de metal nueva del Reino Unido en 45 años. Pero el precio del tungsteno en los mercados mundiales comienza a caer.
Wolf anuncia en 2016 enormes pérdidas y obtiene un préstamo general de seguridad de 25 millones de libras esterlinas.
Luego, la empresa tiene que lidiar con las quejas sobre el ruido, pero dice que recibir permiso para operar su planta de trituración los siete días de la semana y extender el permiso de planificación desde 2021 hasta 2036 salva la mina.
En 2017 se abre un nuevo camino de 7,5 millones de libras esterlinas hacia la mina, Richard Lucas asume el cargo de director general, con una paga de 269.000 libras esterlinas al año, cuando Russell Clark deja el cargo porque no quiere mudarse de Australia. Wolf amplía su préstamo general de seguridad de 30 a 40 millones de libras esterlinas, pero resulta que ha tenido una pérdida de más de 43,5 millones de libras esterlinas el año pasado. En abril de 2018, Wolf anunció una pérdida de medio año de alrededor de £19,350,706.
En julio, se vio obligado a solicitar un préstamo de emergencia de 2 millones de libras esterlinas y lanzar una revisión importante de sus finanzas, ya que resultó que RCF le había prestado 69 millones de libras esterlinas.
El 9 de octubre de 2018, se anunció que Drakelands estaba en peligro inminente de cerrar a menos que se pudiera asegurar un nuevo paquete de financiación dentro de las 48 horas.
Wolf había llegado a un acuerdo durante el verano con sus prestamistas con respecto a las tarifas y pagos pendientes y había logrado posponer el pago de alrededor de £ 2,1 millones en intereses y otras deudas hasta el 28 de octubre de 2018.
Pero no pudo obtener los fondos necesarios, por lo que el 10 de octubre anunció a la Bolsa de Valores de Londres que ya no estaba en condiciones de cumplir con sus requisitos de capital de trabajo a corto plazo y dejó de operar de inmediato, enviando a casa a más de 200 trabajadores.
Y hasta aquí, queridos niños, la historieta de pocos años de un “proyecto minero” lleno de trampas, créditos, pérdidas… pero en el que los “directivos” australianos nunca perdieron nada.
Vale
… continuará…