Parece ser que el Ayuntamiento de Cáceres se ha planteado no incluir en los presupuestos municipales para 2020 ninguna partida para reparaciones en la Plaza de Toros, cuyo deterioro es evidente. En 2019, con los últimos coletazos del gobierno de la derecha, se encargó a los servicios técnicos la redacción de un proyecto de recuperación, básicamente de la cubierta, y que, una vez realizado, se cifró en 360.000 € la cantidad a destinar para ello.
La Plaza de Toros es un bien protegido desde que en 1992 la Junta de Extremadura le otorgara la categoría de Bien de Interés Cultural. Una declaración que, entre otras cosas, establece a la propiedad la obligación de su mantenimiento y conservación.

El inmueble, deteriorado en su cubierta, que necesita para la protección de viandantes que se encuentre vallado, y también deteriorado en sus dependencias interiores necesita de diversas reparaciones que, a lo que se conoce hasta ahora, superan los más de 350 mil euros señalados en el proyecto de 2019. Pero el equipo de gobierno, en el ejercicio de sus responsabilidades, ha decidido priorizar el gasto para invertir más en los barrios que más desatendidos han estado en los últimos años.
Invertir en reparar o rehabilitar la Plaza de Toros, con la única finalidad de servir para un par de espectáculos taurinos al año es una manera de no ser ni responsables con las obligaciones y con las demandas que amplios colectivos de ciudadanos reclaman.
Y llegados a este punto es donde, como siempre, entran las miradas hacia lo que se ha hecho en otras ciudades con Plazas de Toros reconvertidas. Hace unos días se ponía de ejemplo en un periódico lo hecho en Barcelona, sin otra referencia a que en la capital catalana convivieron dos plazas de toros, la Monumental y la de Las Arenas. Al día de hoy, en ninguna de las dos se celebran espectáculos taurinos, y mientras la monumental sirve para la realización de múltiples actividades, a través de Monumental-Club, la de Las Arenas se convirtió en 2011 en un Centro Comercial.
Son dos ejemplos que requieren, en el primer tipo de uso, la inversión en rehabilitación de todos los espacios, cubiertos y descubiertos, que garanticen la seguridad de los usuarios, mientras que en el segundo, centro comercial, necesitaría una inversión más compleja y un estudio de mercado serio sobre la capacidad de la ciudad (económica, de población, etc.).

Datos catastrales. catastro.meh.,es
Darle usos (además del residual uso taurino) a un inmueble de más de 4.000 m2 de terreno y 3.700 m2 construidos (incluyendo el coso, propiamente dicho, que tiene un diámetro de 60 metros) requeriría un programa económico plurianual, con un adecuado proyecto de protección del Bien de Interés Cultural y la dotación de infraestructuras sanitarias, eléctricas, tecnológicas, de accesibilidad… que permitieran siquiera emular (salvando las grandes distancias en población sobre todo) lo que se viene realizando en la Monumental de Barcelona. Ello conllevaría, por otra parte, que el Ayuntamiento debería calibrar muy bien las inversiones para que no fueran desequilibrantes con el resto de la ciudad.
Porque personalmente no creo que, una vez llevado a la práctica un proyecto de mínimos, como el aprobado en 2019, hubiera la posibilidad de que una iniciativa privada pudiera hacerse cargo del inmueble, mediante una concesión administrativa que le diera continuidad de uso y que asumiera costes de reparaciones, mantenimiento y entretenimiento a lo largo de varios años.
Vale.
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