Archivos para November 30, 1999

En 1907, El Bloque, Periódico demócrata, que había comenzado a publicarse una semana antes en la ciudad de Cáceres, incluía un artículo sobre la vacunación contra la epidemia de viruela. En dicho artículo, su autor, M. Giménez Aguirre, que debía ser uno de los médicos titulares del Ayuntamiento de la ciudad, en el que llamaba la atención sobre un elevado número de vecinos que se rebelaban en contra de la vacunación. En aquellas fechas, y sobre una epidemia tan importante, como ahora, se posicionaban en contra de la misma. Aducían, entre otras cosas, que la vacuna cambiaba los humores de los vacunados y que de hecho, eran las vacunas las que inoculaban la enfermedad. Bien es cierto que por aquellos años, aunque ya se conocieran los períodos de incubación, no había antídoto contra el virus que estuviera incubándose.

Ayer, 1907, como hoy, por razones que rayan en la estulticia, los antivacunas parecían tener importante relevancia sobra la población en general. Y ayer, 1907, como hoy, la vacunación contra la viruela no era obligatoria, como hoy tampoco lo es contra la COVID.

Asunto es éste trilladísimo y sobre el cual sé que no he de decir nada nuevo, nada que desconozcan mis ilustrados compañeros, colocados por su saber y su experiencia á muchos codos sobre mí, pero no es para ellos para quienes mal-hilvano estas líneas, sino para aquellos á quienes he oído preguntar muchas veces y de los que he sido preguntado algunas, con motivo de recietes disposiciones, sobre cuáles son los inconvenientes de la vacunación.

Es opinión muy extendida entre el vulgo (y en estas materias son vulgo casi todos los no profesionales) que es peligroso vacunarse en tiempo de epidemia variolosa porque dicen que la vacuna atrae á la viruela y es un deber de conciencia el sacarlos de tan enorme error. Demostrado está hasta la saciedad el poder preservativo que contra la segunda tiene la primera y lo que empezó siendo un procedimiento sistemático merced al sagaz espíritu de observación de algunos que vieron los efectos aunque sin acertar á adivinar la causa; está convertido hoy en sólida doctrina, gracias á los progresos gigantescos de la ciencia. Es pues una verdad inconcusa que la vacuna preserva de la viruela; claro es que existen excepciones aunque tan rarísimas que no merecen siquiera la pena de tenerlas en cuenta y no son á estos casos aislados á estos casos aislados á los que se refieren los particulares cuando muestran repugnancia por vacunarse en tiempo de epidemia, sino á aquellos otros mucho más frecuentes, en que á los pocos días de la aplicación vacunal aparezca la viruela con todo su cortejo sintomático. Esta es la clave del problema, este es el punto de apoyo sobre el que basan su teoría esos que con un desconocimiento completo del asunto calumnian á la vacuna diciendo no sólo ya que es impotente, sino que es perjudicial.

Y bastan unos cuantos de estos impugnadores de la vacuna para llevar al ánimo de infinidad de familias, la duda, el temor, duda y temor ridículos que si supieran los propios interesados el peligro que ellos mismos corren con sus vacilaciones, seguramente las depondrían todas y se apresurarían á poner en práctica el eficaz remedio.

La vacuna no revuelven los humores, no atrae á la viruela y si se dan muchos, muchísimos casos de infección á los pocos días de vacunarse, no hay que culpar á ésta de un mal que no ha causado, pues lo que sucede es lo siguiente.

Sabido por todos es que la viruela tiene un primer período de incubación y durante el cual nada nos indica la existencia de infección; pues bien, si un sugeto en el período de incubación de la viruela se hace aplicar la vacuna, de nada servirá ya esta pues que la infección ya existía y este sugeto que antes de vacunarse estaba (á su entender) bueno y sano se hará varioloso y no habrá nadie que logre convencerle de que no fue la vacuna la productora de la viruela.

Pero no es esto solo lo que puede suceder; puede ocurrir también que posterior á la aplicación vacunal y antes de que ésta ejercite su poder preservativo, el individuo se infecte de viruela, pues está probado que ambas no se excluyen en su período de incubación y este sugeto se verá también atacado de viruela y también se arrepentirá de haberse vacunado.

Pero esto, como se ve, no es más que consecuencia de esas vacilaciones que también tienen las familias antes de proceder á la vacunación y si todos sin distinción de clases ni edades, se vacunaran en cuanto se da el primer caso de viruela en una población, se ahorrarían algunas defunciones y muchas caras deformadas por las cicatrices de tan asquerosa enfermedad.

Por eso se preocupan tanto las autoridades de este asunto, por eso todos debíamos alzar nuestra voz para hacer comprender á los que no saben ó no quieren saber que la vacuna es lo único y lo mejor para preservarse de la viruela, pues es una vergüenza que habiendo estado durante algunos meses los médicos y practicantes titulares en este Ayuntamiento á disposición de todo el que quisiera ir á vacunarse, por incuria, por miedo, por pereza, por multitud de causas que únicamente la estulticia puede disculpar sólo lo han hecho un reducidísimo número de personas, algunas de la cuales han ido allí casi obligadas.

M. Gimeno Aguirre.

Vacunación contra la viruela (1907)

En 1907 era gobernador civil de Cáceres Felipe Crespo de Lara, un vallisoletano nacido en 1861, y que después de Cáceres fue destinado al mismo cargo en la provincia de La Coruña. Abogado, políticamente fue un destacado maurista, a cuyo influjo llegó de la mano de Gamazo. En su biografía de la Real Academia de la Historia, puede leerse el siguiente párrafo, que ilustra sobre el tono y contenido de la circular que remitió a los pueblos de la provincia sobre la vacunación contra la viruela:

  • En los años de apogeo de Maura, fue gobernador civil de Cáceres (1907) y después, durante casi dos años, de La Coruña. En ambos casos emprendió auténticas cruzadas moralizadoras contra el juego, la embriaguez, el uso de armas prohibidas, la trata de blancas, el fraude comercial, la blasfemia y a favor del cumplimiento riguroso por las tabernas de la ley del descanso dominical. Varios años después, un periódico conservador, El Noroeste, quejándose de los desmanes que ocurrían en la ciudad por la noche, terminaba un suelto diciendo: “¡qué falta está haciendo otro Crespo de Lara!”.

El periódico El Norte de Extremadura publicó esta información en su número del 12 de Junio de 1907:

 

Digna de elogio y aplauso es sin duda alguna la notable circular que el celoso y previsor señor gobernador civil de la provincia [de Cáceres] publicó en el Boletín Oficial de la misma, correspondiente al miércoles 5 del actual [Junio].

Todo cuanto se haga por el bien de la salud pública merecerá las alabanzas de todos; por eso hoy nosotros se las prodigamos muy sinceras al señor Crespo de Lara, que es un gobernador de cuerpo entero, que sabe hacer respetar las leyes y mirar con especial interés por la salud de sus subordinados, dictando cuantas medidas le sugiere su celo, que es muchísimo, como lo demuestra el siguiente documento, que con mucho gusto copiamos, y que demuestra la apatía y abandono que nos caracteriza.

Dice la mencionada circular:

Gobierno Civil de la provincia de Cáceres.- Sanidad.- Circular.

Un mes hace que se instaló en la Casa Ayuntamiento de esta capital el servicio gratuito de vacunación, y han acudido á utilizarlo tan sólo unas noventa personas. Doscientos veintiún pueblos tiene esta provincia y no llegan á cuarenta los que han solicitado de este Gobierno civil tubos de linfa para la vacuna.

Uno y otro dato han llamado extraordinariamente mi atención, pues acusan un estado de apatía, ignorancia ó fatalismo musulmán verdaderamente desconsolador y tal vez impropio del progreso siglo XX en que nos encontramos.

Grabado. Epidemia de Viruela. Europa. Año 1520

Nadie diría, al ver tal pasividad, que formábamos parte de la Nación que hace casi una centuria fue la primera en declarar obligatoria la vacunación y en propagar este medio profiláctico en América, Asia y Oceanía, con la expedición científica en 1803 del sabio Javier Balmis; de la nación que en 1814 publicaba un Reglamento por el que se creaban Juntas filantrópicas de vacuna y en la que se mandaban en 1805 que en todos los Hospitales se vacunara gratuitamente á los pobres; Nación en la que más modernamente ministros tan distanciados en ideas políticas como Ruiz Zorrilla, Maisonnave, Romero Robledo, Osorio, Villaverde, Silvela, Cortezo, Dato y Alfonso González, han coincidido en apreciar la importancia de la vacunación y han refrendados decretos para propagarla todo lo posible, destacándose entre tan loables esfuerzos, por lo enérgico, previsor y minucioso el decreto que en 15 de Enero de 1903 puso á la regia firma el actual presidente del Consejo D. Antonio Maura.

Javier Balmis. Dirigió la operación que lleva su nombre y extendió la vacunación en nombre de España. En 2020, el Ministerio de Defensa eligió su nombre para la operación de las FFAA en nuestro país.

Consignase en el preámbulo de él que en nuestras estadísticas de mortalidad sigue figurando la viruela como causa de un gran número de defunciones, mientras se ha extinguido casi esa enfermedad en las demás naciones europeas. Y atribuyese ese fatal resultado al incumplimiento de las disposiciones gubernativas.

No hay más exacto, aún siendo inconcebible que así suceda, y á que cese tal absurdo deben tender todos los esfuerzos.

Tanto como preocupan á las gentes los riesgos de una tormenta ó los atentados anarquistas, aunque el número de víctimas que anualmente causan los rayos ó las bombas explosivas sea, como en realidad es, muy escaso, y con qué indiferencia se miran los más positivos y frecuente peligros de una dolencia como la viruela, perfectamente evitable, y que ya apenas si causa víctimas más que en Turquía, Marruecos y España, pasando en nuestra Nación CINCO MIL las defunciones que anualmente ocasiona, y siendo un número mucho mayor el de las personas que salvando la vida quedan desfigurados ó ciegos por consecuencia de ese mal.

Cada vez que ha de alzarse el patíbulo para castigar á un asesino, un inmenso clamoreo se levanta pidiendo el indulto del criminal, acudiéndose en demanda del perdón por todas las clases sociales, horrorizadas al parecer.

Y estas misma clases sociales ven con estóica frialdad los estragos mucho más considerables que en tantos seres inocentes causan las funestísimas viruelas.

Responsabilidad moral muy grande contraerán con su pasividad las clases directoras que no estimulen á las dirigidas á precaverse contra tan peligrosa enfermedad, pero mucha mayor sería la que pueda imputarse á los padres de familia que por criminal inercia ó necia desconfianza, no hace uso en bien de sus hijos de las facilidades que para la vacunación brinda el Estado español generosamente á sus súbditos.

Tal vez muchos de esos padres que aún dudan de las conclusiones de la Ciencia y del benéfico influjo del maravilloso descubrimiento de Jenner, crean en cambio en la eficacia de los remedios que expandan charlatanes y saludadores.

¡Cuántos de estos padres por su censurable abandono, tendrán sobre su conciencia la muerte de sus hijos, ó cuando menos la infelicidad de éstos!

Actualmente se impone más en esta provincia la vacunación y revacunación de sus habitantes, pues según comunicación oficial que tengo á la vista, recibida del ilustrado alcalde de Alcántara, está la epidemia variolosa haciendo estragos por el vecino reino, en la provincia colindante.

Ya que no puede obligarse á que se adopte tan sencillo como universalmente aceptado medio de preservación, encarezco á todas las personas constituidas en autoridad, á los señores médicos y farmacéuticos titulares y maestros, y ruego á los señores curas párrocos y personalidades prominentes por su cultura y posición en los pueblos, que influyan con sus convecinos para que éstos se protejan con la vacuna, y pongan con ésta un dique infranqueable á la invasión de la epidemia en España por esta zona fronteriza.

Si á pesar de lo expuesto hubiera pueblos y familias en ellos refractarios á tan sencilla precaución, no se quejen después de las enérgicas medidas que me veré precisado á adoptar en bien de la generalidad, si advierto que son invadidos, y de que el indeleble estigma de la cruel dolencia desfigura los rostros de los habitantes, como perenne padrón de ignominia, revelador de su abandono, de su incultura ó de su falta de civismo.

Lo que comunico á usted para su conocimiento y el de ese vecindario, debiendo acusarme recibo del presenta oficio en cuanto llegue á su poder, y fijarlo durante un mes en la tabla de edictos del Municipio, para que el público quede bien enterado de tan importante y trascendental asunto.

Dios guarde á usted muchos años. Cáceres 5 de Junio de 1907. El Gobernador civil, Felipe Crespo de Lara.

Con autoridades así, se puede ir á cualquier parte.

Reciba el Sr. Crespo de Lara nuestro modesto aplauso por su rectitud y celo, demostrado ya repetidas veces y en muy distintas ocasiones.

Vale.

A comienzos del siglo XX la viruela causaba estragos entre la población, y los periódicos de la época se hacían eco de la situación higiénica, y planteaban las recomendaciones que los médicos les hacían llegar. En esa época comenzaba a extenderse en España la escuela higienista, nacida con la Revolución Industrial. En definitiva, se trataba, en muchos casos, no de buscar la buena salud de los trabajadores, sino de que estos estuvieran en disposición de trabajar.

El texto que se inserta a continuación fue publicado en el Diario de Cáceres de 16 de noviembre de 1903.

Cabecera. Diario de Cáceres. 16 de noviembre de 1903.

La viruela

No escribimos un artículo científico. Carecemos de conocimientos en la Facultad, y hasta de medio (libros, revistas) en los que adquirir para divulgar, aquellos principios de la ciencia y aquellas reglas del arte de curar que puede adquirir el profano. Por esto, aquí, invitamos á los profesores médicos de la localidad, para que con la suficiencia de sus títulos y la experiencia de su carrera, puedan por caridad y aun por deber profesional excita á las autoridad y prevenir al vecindario oportuna y convenientemente.

La viruela, la enfermedad más mortífera de todas las que destruyen nuestra raza –como dice el higienista Arnouil- se extiende por las provincias limítrofes, por Ávila, por Salamanca y también por Madrid hoy en tanta comunicación con nuestra capital.

De Salamanca dicen que la epidemia aumenta que “las criadas huyen á sus pueblos” y que los estudiantes se habían reunido para pedir “vacaciones extraordinarias hasta que acabe la viruela”.

En Madrid, hace notar La Época, hubo en Octubre 1100 defunciones (116 más que en igual mes del año anterior) y de aquellas 1100 son 129 debido á la enfermedad variolosa.

La propagación de la viruela por el polvillo de las pústulas desecadas, la descamación de variolosos, su difusión atmosférica, se extiende á grandes distancias según observaciones de Bertillón y de no prevenirse el contagio, el peligro para la salud pública es cierto, inevitables sus tristes consecuencias. Y ahora más que nunca, pues una constante experiencia enseña que la epidemia aparece con mayor frecuencia en invierno que en verano.

El Dr. Vacher ha podido comprobar que de 800.000 nacidos, más de 220.000 son atacados de la viruela y de estos sucumben 58.000 y otra 24.000 quedan grandemente desfigurados.

Otros médicos aseguran que la mortalidad variolosa es de uno por cada 5 ó 7 enfermos. Estos datos pueden verse en Tardieu.

¡Y sin embargo la viruela es quizá la única enfermedad que se puede evitar y hasta extirpar y solo puede decirse que la padece el que quiere padecerla! ¿Cómo? ¡Por la vacunación ó revacunación,m siguiendo siempre el consejo del médico!

La vacunación ha reducido considerablemente no solo el número de los atacados sino lo que es más importante, el número de fallecidos. ¡Del 25 por 100 ha podido bajar al 7 por 100 gracias al descubrimiento de Jenner, según una estadística de Legonet que tenemos á la vista. Sentimos no tener más datos que ofrecer á nuestros lectores.

Alguno que otro caso creemos que importados de Madrid) han ocurrido ya. Y preguntamos: ¿No es hora de que nuestras autoridades faciliten la vacunación gratuita del vecindario y pongan el mayor celo en hacer cumplir las leyes, reglamentos, reales órdenes y circulares de Sanidad? ¡Sobre todo en lo que á escuelas, colegios fábricas ó talleres se refiere.

Nosotros damos la voz de alarma, no vaya á ocurrir lo que hace dos años ocurrió, que por Abril ó Mayo apareció la viruela en Cáceres, y solo allá á fines de Septiembre ó por Octubre se acordaron nuestras autoridades de la vacuna y la vacunación, después de cuatro meses largos de epidemia.

Nuevamente pedimos la cooperación de los ilustrados médicos cacereños, que en estas columnas (que desde luego ponemos á su disposición) ó donde y como mejor lo prefieran puedan aleccionar y persuadir al vecindario. Nosotros recibiremos y propagaremos sus enseñanzas agradeciéndoselas en nombre de nuestro pueblo.

Vale.