Archivos para November 30, 1999

Los grandes incendios que se están produciendo este verano en España, están produciendo, a su vez, grandes incendios en las ideacas y verborreas varias generalmente de los cargos públicos encargados de activar los mecanismos para apaciguarlos. Lástima que el único mecanismo aplicable a los lenguarones no se contemple: la dimisión.

A mi juicio, son tres las causas que originan los incendios: los pirómanos, ya sean contemplativos, ya a sueldo; los aspectos climáticos como las tormentas con aparato eléctrico; y la basura que se acumula en determinados puntos, especialmente si esa basura contiene vidrios y elementos potencialmente incendiarios.

Este terceto de elementos, con algunas variables, es el mismo que ha sido prácticamente el origen de los fuegos.

El cambio climático, por sí mismo, no es causa de los fuegos, aunque en algún caso pudiera entenderse que algo, aún incuantificable, contribuye al origen de los incendios. Eso no quiere decir que no tenga nada que ver con ellos.

Claro que sí, claro que el cambio climático es un elemento muy importante en el desarrollo, incluso en el inicio, de los fuegos. La sequía, que avanza inexorable a lomos del descreimiento de quienes tienen medios y competencias para al menos mitigarla, hace que los campos y montes sean espacios en los que la aparición de una chispa, ya sea de tormenta o de un mechero o un vidrio haciendo de lupa, dé lugar a un fuego. Y la propagación de las teas ardiendo hagan el resto.

Negar la evidencia del cambio climático ahora, en 2022, será la chispa que origen incendios mayores en 2023, porque mayor será la mala situación de campos y montes si no se actúa en consecuencia.

Cuando en los próximos meses veamos noticias informando de la disminución de los caudales de riego, de los pantanos que abastecen de agua a ciudades y pueblos, iremos conociendo que esas disminuciones serán mayores en años venideros, y tendremos un panorama perfecto para que las llamas de los incendios alcancen más alturas.

Siempre se dicen, cuando se producen incendios, dos verdades: los fuegos se apagan en invierno, y los medios (bomberos y máquinas) no son suficientes.

Si a esto añadimos creencias (en el sentido de fe) de quienes tienen la obligación de prevenir (en invierno) y de atajar (con más medios) en verano los fuegos, de que el cambio climático no existe, que es una cosa de progres, tendremos cada año mayores y más devastadores fuegos.

A la verdad incontestable de que los fuegos se apagan en invierno, con múltiples acciones en campos y montes, tendremos que ir añadiendo acciones que reviertan o al menos controlen los efectos del cambio climático. Esto es, aumentando las inversiones en limpieza de montes, aumentando las medidas para que los pastos y matorrales no sean invasivos o se puedan controlar. Una máxima, cada vez más rotunda, al menos en Extremadura, debería ser la de luchar contra la despoblación, haciendo más habitables nuestros pueblos, aumentar la población y que esta sea el primer elemento que controle todos los elementos que, unidos, hacen que aparezcan los incendios.

Revertir, en un porcentaje significativo, la despoblación de nuestros pueblos, aumentará en el mismo porcentaje la prevención de los incendios y la incidencia sobre el medio rural del cambio climático.

Vale.

Con motivo de la reciente cumbre de la OTAN en Madrid, España se ha comprometido a elevar nuestro presupuesto militar hasta el 2% del P.I.B., que para el conjunto de la organización militar de defensa no supone mucho, pero que para nuestro país supone un esfuerzo económico importante, a realizar en un corto espacio de tiempo.

Para España, conforme a nuestra estructura de gobierno y presupuestaria, el incremento del 5 del PIB destinado a Defensa requiere un esfuerzo para priorizar programas de armamento y material que será preciso adquirir a otros países de la organización, y también, y no conviene olvidarlo, en aumentar la inversión en I+D+I, con programas que se desarrollen inicialmente en el ámbito militar, pero que, al mismo tiempo devuelven tecnología y desarrollo para la industria española, no necesariamente militar.

Con motivo de la pandemia de coronavirus, se hizo preciso disponer de respiradores para las UCIs, y una empresa española, Escribano Mechanichal & Engineering, especializada en material de de defensa aerospacial, consiguió, en tiempo récord, la fabricación de esos respiradores tan necesarios, cuando eran un sistema que desconocían al inicio de la pandemia, pero su desarrollo industrial les permitió actualizar rápidamente sus sistemas de fabricación.

Este es un ejemplo que podría servir para otros campos de desarrollo tecnológico e investigación, de manera que una parte del incremento del gasto militar podría revertir de modo inmediato en la industria.

Sin embargo, donde verdaderamente, a mi juicio, sería fundamental que el incremento de gasto militar debería tener mayor repercusión es en mitigar, prevenir o predecir las consecuencias del cambio climático. No conviene olvidar que todos los países occidentales, en mayor o menor medida, están atentos a la evolución del cambio climático, unos en mayor o menor grado, otros en estudios teóricos o de predicción teórica, pero todos expuestos a las consecuencias de los cambios en materia climática.

En España, en estas fechas (julio de 2022) estamos sufriendo las consecuencias de unos fuegos, intencionados o no, eso ya se determinará, que arrasan espacios especialmente sensibles, y con consecuencias devastadoras. A toro pasado en cada incendio aparece el ambientalista de salón, que es como el economista que predice lo que ya pasó, que dice que si se hubiera hecho tal o cual cosa, si…, si…

En Extremadura los incendios son especialmente virulentos cuando atacan joyas medioambientales como Las Hurdes, Monfragüe, Gata, Valle del Jerte. Combatir esos incendios requiere al menos dos estrategias: una, preventiva, y la otra expeditiva. La preventiva es aumentar las inversiones en prevención, algo que, al menos en nuestra región se va avanzando, como se van incrementando las inversiones en medios humanos y materiales para combatir los fuegos. Que hay que seguir aumentando las dotaciones en ambos elementos, está claro.

Pero además, España cuenta con una Unidad Militar capacitada no solamente para intervenir en incendios, sino en situaciones de emergencias como el volcán de la Palma, el terremoto de Lorca, por poner solo dos ejemplos. Esa Unidad Militar de Emergencias de la que España dispone es un ejemplo claramente exportable tanto para países de la OTAN como para organismos internacionales. También en estos días estamos asistiendo a una política autonómica claramente despreciativa, con graves consecuencias para la población. Mientras que en el incendio ocurrido en Las Hurdes, en cuanto el mando único establecido para atajarlo elevó a 2 el nivel, se procedió a solicitar la intervención de la UME, conforme a los protocolos previstos. El mismo incendio, con igual virulencia, saltó a la Comunidad Autónoma de Castilla y León, que no solicitó la intervención de la Unidad Militar. Lo mismo ha sucedido con motivo del incendio ocurrido en Mijas (Málaga), cuya virulencia se podía apreciar en las imágenes, sin que la autoridad autonómica solicitara la intervención de la UME.

Disponer de una unidad militar con formación y capacidades eminentemente prácticas, puede ayudar a contrarrestar los efectos del cambio climático. Si a ello se dedica un mayor esfuerzo económico, tendremos mucho avanzado.

Si del esfuerzo presupuestario que supone llegar al 2% del PIB en materia de Defensa, incrementar las capacidades de la UME, como del conjunto de unidades militares, tanto en material como armamento, incluidas las logísticas, tendremos una base de futuro que nos permita acometer las consecuencias del cambio clim

Los expertos señalan que elementos como la profunda ola de calor que sufrimos estos días es consecuencia incipiente del cambio climático, y la virulencia de los incendios, una muestra de su peligrosidad. Veremos en su momento fuertes y espesas tormentas también nos dicen esos expertos. Y otras variables que nos dificultarán la vida cotidiana.

Si el compromiso adquirido por España en el seno de la OTAN supone incrementar nuestro gasto militar, hagámoslo, pero teniendo en cuenta que el cambio climático es un elemento que forma parte muy importante de la Estrategia Española de Defensa, y, además de otras acciones necesarias, reforcemos las capacidades de la UME.

Vale.

Las grandes corporaciones son cada vez más proclives a gestionar sus estrategias basándose en el concepto de “lecciones aprendidas”. Lecciones que surgen de los efectos y consecuencias de las decisiones estratégicas que se adoptan y cómo estas repercuten no sólo en los aspectos económicos, sino también en otros como la marca, la presencia social…

El incendio de agosto de 2015 en la Sierra de Gata debería mostrarnos qué lecciones extraemos de las causas (no de la causa inmediata, que pudiera ser un pirómano, un descuido o cualquiera otra, que se esclarecerá en la investigación) que permiten la propagación del fuego, de la gestión de la crisis que se produce y de las soluciones que, de cara al futuro, pueden plantearse.

En este incendio que ha sido verdaderamente importante, han aflorado algunas cuestiones que podrían tenerse en cuenta de cara al futuro. Y no solamente en lo que se refiere a incendios forestales, sino a la gestión de crisis en general.

Las lecciones aprendidas no son solamente las que hacen referencia a aspectos negativos, sino también a aspectos que contribuyen positivamente a la gestión.

Entre estas lecciones positivas, nos encontramos con dos elementos a tener en cuenta. En primer lugar, el valor de las redes sociales a través de internet, y, en segundo lugar, la facilidad en la información. Incluso, las relaciones entre ambas.

De cómo ha gestionado el Ayuntamiento de Moraleja (receptor en primer término de las personas evacuadas de Acebo y Perales del Puerto) la situación sobrevenida a través de su cuenta de twitter, dan muestras las numerosas felicitaciones que ha recibido. El valor de las redes sociales ha sido un elemento que ha ayudado, y mucho, en la gestión de la crisis. Que cuentas como las de @infoemergencias y otras oficiales pertenecientes a administraciones y entes públicos con suficiente capacidad económica funcionen bien, va en su propia definición. Que la cuenta de @AytoMoralejaCC, de un pequeño municipio haya sido capaz de catalizar la múltiple información existente, diferenciando y discriminando lo verdaderamente importante, anima a que la visión que tenemos de las redes sociales mejore.

Este valor se muestra también en cómo en otra red social, Facebook, a medida que el fuego iba siendo controlado, se ha ido imponiendo el valor positivo, con páginas como “Sierra de Gata siempre verde”, que surgió como contrapunto al pesimismo y que se orienta a recoger imágenes de la belleza de la Sierra de Gata.

En estas lecciones positivas está también la facilidad con la que los medios de comunicación han actuado, sin restricciones (al menos que se conozcan) a la hora de ejercer el trabajo, más allá de las lógicas precauciones de seguridad.

Igualmente es de resaltar, porque es de justicia, la coordinación y colaboración entre las distintas administraciones públicas con competencias en extinción de incendios, provinciales, autonómicas y nacionales (o internacionales, con la presencia de bomberos de Portugal). Especial referencia merecen las personas, los bomberos forestales, las brigadas forestales a pesar de sus precarias condiciones laborales, la Unidad Militar de Emergencias, que cada vez resulta más eficaz en su trabajo y demuestra que su existencia es absolutamente necesaria. Los militares añaden el valor efectivo de la disciplina a la hora de enfrentarse a situaciones de crisis. O los apoyos de Cruz Roja.

Pero también hay que aprender para evitar. Y para solucionar. Una de las causas que se apunta en la expansión del fuego es la falta de limpieza de los montes. Es algo que viene siendo, un incendio tras otro, conocido pero que no encuentra una verdadera solución, o soluciones que al menos palíen los efectos devastadores de la expansión de los fuegos. Unido a todo ello, una Ley de Montes clara, que establezca los mecanismos de prevención, las opciones de recuperación, la normativa sancionadora por negligencias o descuidos y la prohibición, clara, más clara, de recalificación de terrenos quemados y la confiscación por el Estado o la Administración autonómica de la madera quemada, para evitar negociar con ella o que quemar los montes sea una opción económica.

En el caso del incendio de la Sierra de Gata, otra causa de su virulencia y su expansión es la existencia de amplios espacios de bosques de pinos, una herencia de tiempos pasados, cuando las repoblaciones forestales se hacían a base de pinos y eucaliptus, para mayor gloria y beneficio de las empresas madereras y plantas de celulosa. La sustitución progresiva de los bosques de pinos por especies como la encina y el alcornoque, más resistentes al fuego (de crecimiento más lento, eso sí), pero que son especies más acordes con la propia dinámica forestal de la zona.

Y existe una cuestión más, interesante, que habría que comenzar a plantearse. Porque está demostrado que los cuerpos de bomberos, incluidos los forestales, o desde fechas recientes, la Unidad Militar de Emergencias, están capacitados y especializados en el control y la extinción de incendios y la protección de las personas, habría que ampliar capacidades para la evacuación y protección de ganados, porque, aunque ello supondría aumentar los costes que se generan por los servicios de extinción de incendios, es más que probable que esos costes fueran menores que el valor de los animales de granja o de establo a proteger.

Vale.