Aunque debería haber titulado el Emérito herrante, porque a todos sus “errores”, acaba de añadir otro, con una carta vergonzante, dirigida a su hijo y para que sea conocida por todos los españoles. Error viene de errar, lo mismo que herrante viene de herrar, con h. A lo largo de su vida no ha hecho otra cosa que seguir, como buen aprendiz, los errores que un día tras otro cometió su abuelo, y que, junto con otros de la misma cuadrilla, hicieron que Ramón María del Valle Inclán dijera Borbón de “los españoles han echado al último Borbón no por Rey, sino por ladrón”, lo que no presagia parabienes para su hijo y receptor de la misiva del emérito, Felipe VI y último.
Cuando nos han contado una historia los hacedores de por el imperio hacia Dios y se han arremolinado en ella, muchas veces sin sustento histórico ni científico, son los mismos que nos contaban e idealizaban a los reyes como guardianes del honor y la lealtad, las hazañas de todo tipo, incluidas las sexuales, del emérito, no deja de ser épico que los últimos años del Borbón herrante hayan sido los del conocimiento de todas sus tropelías pagadas con dinero público, con dinero de sus súbditos, porque para él no hemos dejado de ser eso, súbditos.
El honor y la lealtad que parecía que se asentaban en títulos nobiliarios, no han sido sino pagos por los servicios prestados a quienes antes que al emérito, han rendido pleitesía. Si los Borbones, todos, se pueden ver reflejados en cualquier medida en este emérito, y su corte de nobles y damas conocían y compartían sus aficiones, debería ser una necesaria labor de todos purgar y expurgar a todos los cortesanos que han expoliado durante siglos las arcas públicas y han diezmado el crédito y el auténtico valor de los españoles.
Tras la vergonzosa carta del herrante, se hace cada vez más necesario cambiar los símbolos del “reino” de España, adoptando una corona que dignifique al pueblo y que recuerde para siempre a quien sea merecedor de llevarla que solamente el duro trabajo del hombre es capaz de soportar el peso del honor y la lealtad.
Y que mejor corona que las ideadas por el artista Juan Luis Moraza, con el nombre de “Corona republicana”, y que pueden verse en el Museo Helga de Alvear, adquiridas en su día por la coleccionista alemana que da nombre al Museo. Juan Luis Moraza realizó estas coronas republicanas en 2014.
Señala el propio artista que «la idea de estas Coronas republicanas provenía de la incongruencia de un círculo de distinción dentro de un ámbito de igualdad, de qué modo lo común deja de serlo al distinguirse«.
Vale.