Las sales del litio (cont.) _9

cercadelasretamas —  agosto 24, 2022 — Deja un comentario

Los talentos de Pedro Enrique y don Tribilín.

En aquel tiempo, el ser superior que aún no lo era, don Tribilín Cascotes, repartió sus riquezas entre sus siervos, confiándoles que los que le devolvieran multiplicados los talentos que les entregaba a cada uno, serían bendecidos por él.

En el reparto que Don Tribilín hizo entre sus siervos, a nuestro amigo Pedro Enrique le correspondieron 12.000 talentos, que eran muchos, y que obligaban a nuestro amigo a buscar cómo multiplicarlos.

Y así lo hizo, y en poco menos de seis meses ya casi había multiplicado por dos los talentos recibidos, a fuerza de hacer amigos entre las gentes que iba encontrando, lo que sin duda merecería la aprobación de Don Tribilín.

El despierto siervo que nos ocupa, consiguió, en solo dos años más, que los 12.000 talentos recibidos se convirtieran en cantidades muy elevadas, valiéndole su afán y empeño el ganarse la consideración del amo y señor.

La habilidad que nuestro amigo fue desarrollando, ganándose las simpatías de los comerciantes locales y los buenos resultados que esas simpatías le producían, fue algo que nunca olvidó.

Cuanto más alejado era el pueblo a que se acercaba procurando la multiplicación de los talentos recibidos, mayor era su esfuerzo por obtener mejores resultados.

No olvidemos que su gran valedor, Don Tribilín Cascotes era un prohombre que propugnaba el bien para todos los hombres, y cuya trayectoria de benefactor le llevaba a que cada pueblo, por pequeño que fuera, tuviera un hospital para enfermos y otro para sanos, un cementerio para muertos y otro para vivos, y que todos los pueblos tuvieran piscinas, una de agua fría y otra de agua caliente, construidas al mismo tiempo, en obras de dos pisos, para ahorrar espacio.

Para conseguir las grandes y nobles obras benefactoras de don Tribilín, los emisarios enviados por todo el país y todo el mundo, debían convertir en ganancias los talentos depositados en ellos. Don Tribilín quería que cada pueblo tuviera su asilo para los ancianos y su asilo para jóvenes, donde el que no tuviera masa de trabajar sería acogido, recibiendo tres comidas al día, cama y 15 talentos al mes para vicios.

Cuando don Tribilín tuvo conocimiento de los éxitos económicos de Pedro Enrique, determinó que en el pueblo de Piernocas, su localidad preferida, se construyeran dos hospitales de maternidad, uno para mujeres y otro para hombres. Al segundo, al de maternidad para hombres quedó mandatado que recibiera el nombre de Isabel, en recuerdo de su padre.

En la parábola de los talentos Dios confía sus dones o talentos a los hombres con la obligación de que los desarrollen y espera una respuesta fructífera por parte de cada hombre, y que la inactividad -por miedo, exceso de preocupación o cobardía, pereza o simple omisión consciente- en hacer rendir los talentos recibidos es criticada por el propio Jesús.

Cambiando Dios por Don Tribilín Cascote, la inactividad en hacer rendir los talentos recibidos, sería muy criticada, porque ello derivaría en que no pudieran conseguirse las obras benefactoras que la magnanimidad de Tribilín tenía pensadas. Y el discípulo Pedro Enrique se afanaba muy bien en seguir y conseguir los designios de su ser superior.

Vale.

… continuará…

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