Se cumple ahora un año de la inauguración del Museo Helga de Alvear en Cáceres. Un museo en el que el continente, el edificio de diseño inicial de Tuñón y Mansilla, y de ejecución final de Tuñón, ya ha recibido premios relevantes y propuestas de otros que le dan prestigio. Y un museo en el que el contenido, la colección atesorada durante años por la galerista Helga de Alvear, considerada una de las mejores colecciones de arte contemporáneo de Europa.
La conjunción de un edificio arquitectónicamente muy valioso, y una colección de arte única, han sumado exponecialmente para converger en un espacio en el que las artes visuales han conseguido que la ciudad de Cáceres esté entroncada en las mejores referencias culturales y turísticas. Y a ello hay que sumar Los Barruecos, escenario natural del rodaje de Game of Thrones, y escenario del Museo Vostell, un espacio único a solo 10 km del Helga de Alvear.
Aunque ya teníamos, a corta distancia, el Vostell, el Helga de Alvear ha puesto a la ciudad en lo que algunos llaman la primera división del arte.
Durante el primer año de existencia del Museo Helga de Alvear, se han contabilizado 100.000 visitas. Un dato, sin duda, relevante y más aún cuando esa cifra es mayor que el número de habitantes de la ciudad. No se pretende creer que todos los cacereños han visitado el Museo, sino que el número de visitantes es un triunfo de la decisión de ubicar en Cáceres la colección y de la propia ciudad, capaz de atraer un importante número de visitantes.
Estar en la primera división en el arte, junto con una buena y creciente atracción turística, se corre el riesgo de consolidar el estatus, de manera que la distancia entre el gran nivel del Museo Helga de Alvear y la inexistencia de espacios intermedios hasta el Museo de Bellas Artes, en el que podemos ver la historia de la ciudad. Pero no toda la historia.
Se hace necesario, cuanto antes, con un espacio de arte, un espacio museístico, que sirva de puente, de nexo, entre la historia de la Casa de las Veletas y lo que se guarda dentro de ella. Cuanto más tiempo dejemos pasar hasta encontrar ese espacio intermedio, ese puente de unión entre la historia consolidada y la historia del arte proyectada al futuro que es el Helga de Alvear, más difícil nos será luego engarzar todo el conjunto de elementos históricos y artísticos.

Porque al mismo tiempo que tenemos entre las manos un tesoro tan completo y valioso como las obras que podemos admirar en el Helga, y que parece que, por fin, se hará una amplia reforma en el Museo Provincial, ya nos han dado grandes referencias históricas los descubrimientos que los arqueólogos han conseguido en la Cueva de Maltravieso, que están consiguiendo en la Cueva de Santa Ana y que en un futuro esperemos que próximo aparecerán en la Cueva del Oso (Cueva del Conejar) o las recién descubiertas en la Ronda Sureste, tenemos que hacer todo lo posible porque el arte producido en nuestra ciudad tanto ahora como hace más de 150 años sea conocido y respetado, porque así conoceremos y respetaremos nuestra historia.

Si creemos que el Helga de Alvear es la excelencia debemos creer que entre esa excelencia y la historia, Cáceres también ha recorrido caminos y recorre caminos para llegar a ella.
Que este museo que ahora cumple un año y directamente se ha hecho mayor, no se termine convirtiendo en una isla. Que entre Maltravieso y la modernidad del Helga hay toda una historia, una historia que se sigue escribiendo por muchos artistas que buscan y necesitan un sitio, un espacio, porque sin ellos, el hueco puede resultar inmenso.
Vale.