Pasando con Chely, mi mujer, por la calle de Moros, rebautizada, paradojas de la historia, como calle del General Margallo, comentamos el tiempo que llevan cerradas las Escuelas de Vicente Marrón, una escuela que acogió la enseñanza básica de muchos niños y niñas en un entorno urbano en el que llegaron a convivir, en menos de 100 metros de distancia tres centros educativos: las citadas Escuelas de Marrón, el Colegio San Antonio de Padua y el llamado Paideuterión Femenino. De los tres, el San Antonio es hoy un hotel de cuatro estrellas, el Paideuterion Femenino se trasladó y es ahora una academia privada de FP, y solamente las Escuelas de Marrón han caído en el olvido.
Chely, mi esposa, me recordó algunas cosas de dicha escuela, ya que vivió en la misma calle, unos números más arriba, y unos números más arriba vivimos después. La calle de Moros, ahora Margallo, es una calle que conocemos bien.
El 24 de octubre de 2012, Fernando Jiménez Berrocal, cronista oficial de Cáceres, escribía un artículo con una breve semblanza de Vicente Marrón, que dio nombre a las escuelas, y cómo en 1986 cerró sus puertas. La propiedad parece que pasó a los franciscanos del medianero colegio San Antonio, que con el tiempo mudaron a un nuevo centro y vendieron su propiedad inicial.
Hoy, el “Grupo Escolar Vicente Marrón” permanece cerrado, con dos señales propias de obras de construcción en su puerta de hierro del estilo de las que en los años 60 y 70 fabricaba Viera en la vecina calle de San Justo. Cerrado.
Poco a poco, la ciudad sigue cerrando espacios y no consigue abrir otros que fueron en su día lugares llenos de vida, por los que corretearon niños, en los que aprendían las primeras letras, los primeros números.
El antiguo Grupo Escolar Vicente Marrón, cerrado, con su exigua fachada envejecida por el paso de los años y su interior, seguramente, en estado de abandono o semiabandono es un símbolo más.
La calle de Moros tiene en su longitud ejemplos de espacios cerrados, fachadas envejecidas, que conviven con algunas en las que los esfuerzos de sus propietarios convierten a una de las calles más largas del casco viejo en un ejemplo de decadencia y de vanos esfuerzos de supervivencia.
El Grupo Escolar Vicente Marrón, al que se accede por el número 6 de la calle Margallo, tiene una superficie de casi 1.400 m2, y, aunque interior, dispone de un patio amplio.
Seguramente, la actual propiedad habrá intentado algún uso, destinarlo a algún uso, pero su inclusión en el Plan Especial, con normas estrictas y con unas interpretaciones igualmente estrictas por los técnicos municipales encargados de aplicarlas seguramente hacen inviable su futuro, más allá de la ruina, si no lo está ya, y de lamentar en el tiempo que su degradación se traslade a edificaciones del entorno, ya de por sí algunas viejas y con escaso mantenimiento.
El Grupo Escolar Vicente Marrón, cerrado hace muchos años, más años que otros inmuebles que han pasado por esta serie de “Cerrado por falta de uso”, es una muestra de que la decadencia de una ciudad no es flor de un día sino jardín de muchos años.
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