¿Cuánto dura un corazón? ¿Cuánto dura esa máquina perfecta/imperecta que bombea y hace circular la sangre por nuestras venas y arterias? Ayer aprendí que un corazón dura 93 años exactamente. Ayer, mi padre, Francisco, Quico, cumplió 93 años, y ayer su corazón se paró. De golpe.
La dureza del trabajo de albañil, de un oficial albañil primoroso que con los materiales de la escasa calidad que en los años 50 se ponían a su disposición, levantó su casa, en una de aquellas promociones autoconstruidas con las que el régimen franquista permitía a los trabajadores construir sus casas. Una de esas promociones, de 13 viviendas, se levantó en el extrarradio, con calles de tierra que tardaron años en ser asfaltadas. En el barrio del Espiri, en el barrio de La Teta Negra.
Aquellas casas que se autoconstruían trabajadores en jornadas de sábados y domingos, y no todos, porque los demás días de la semana hacían jornadas de 9 y 10 horas en los andamios. Y al caer la tarde, muchos de aquellos trabajadores, como Francisco, Quico, mi padre, tenían que hacer algunas “chuscas” para completar un salario exiguo.
Ayer, tras una dura vida trabajo, y una, afortunadamente, larga y merecida jubilación, el corazón de Francisco se paró de golpe, a las 11:30 horas.
Justo el día en que ese corazón cumplía 93 años.
Vale.