Archivos para activos inmobiliarios

El estallido de la burbuja inmobiliaria, asociada a la crisis financiera mundial, ha hecho reventar en mil pedazos el estado del bienestar en España. O lo que es lo mismo, la crisis creada por el capital que se ha movido, sin moverse, ha sido la excusa perfecta que la derecha más reaccionaria de Europa ha utilizado para desmontar un incipiente estado de bienestar.

La burbuja inmobiliaria, caracterizada por una sobreabundancia de oferta, una demanda irrefrenable y una alegría a la hora de conceder créditos por responsables bancarios (y cajarios), estalló cuando los créditos e hipotecas comenzaron a fallar y la demanda se frenó. Una explicación simple, pero que se entiende bien.

Esta sobreabundancia de oferta se está repitiendo en los últimos meses en España, aunque todavía no se ha trasladado a una demanda que pudiera crecer, y el crédito para favorecer la demanda no funciona.

De todas formas, el primer paso para crear la segunda burbuja inmobiliaria ya está siendo dado, sin reparar en las consecuencias. Esta vez no es una sobreabundancia de oferta de viviendas, de naves industriales, de centros comerciales… aunque ya hay un atisbo. Ahora, esa sobreabundancia es el furor que le ha entrado a todas las administraciones públicas de deshacerse de inmuebles, de todo tipo, con la finalidad de hacer caja para paliar el déficit público.

Esta sobreabundancia se observa, por ejemplo, en el Programa para la puesta en valor de los activos inmobiliarios del Estado. Se trata de un plan de venta de inmuebles de la Administración Central que incluye unos 15.000 activos, donde hay de todo. De todo.

También las comunidades autónomas han puesto el cartel de se vende a muchos activos inmobiliarios. Y ayuntamientos y diputaciones.

Lo mismo se vende un Cuartel de Intendencia que una caseta de caminero en una carretera nacional que ya no existe. Pero se quiere vender.

Hoy mismo, El Corte Inglés ha hecho pública que una sociedad de tasación ha valorado sus inmuebles en 18.000 millones de euros, tres veces más que su deuda de 5.000 millones que en estas fechas está tratando de “reestructurar” con los bancos. O lo que es lo mismo, los de El Corte Inglés que deslocalizan talleres textiles en países con bajos costes salariales y nulos derechos de los trabajadores, van a enseñarle a los bancos un papel que dice que sus inmuebles son suficientes para tapar el agujero. Pero ¿lo tapará realmente?

Esta puesta en el “mercado” de miles de activos inmobiliarios para buscar liquidez que hacen las administraciones públicas, sin perspectivas de venta, o la utilización financiera de esos activos por parte de grandes empresas para que los bancos sean compasivos y les permitan “reestructurar” la deuda, no harán si no inundar un mercado inmobiliario inane de unos productos que no sacian el hambre y que pueden actuar como la tenia en el organismo humano: comiéndose todo lo puede tragar.

Ante un mercado inmobiliario completamente plano, los lumbreras del Partido Popular no han tenido otra idea que la de dejar caer a plomo un enorme volumen de activos que terminarán por convertirlo en esa imagen de los dibujos animados cuando una apisonadora pasa por encima de un dibujo.

¿Si los bancos a los que el gobierno ha salvado, sigue salvando y salvará endeudando a todo el país con la única perspectiva de que esa salvación no la pagarán nunca los bancos, sino los ciudadanos, no dan un euro para financiar adquisiciones inmobiliarias, creen los Montoros inútiles que pueblan los despachos del poder que van a comprar cuarteles, cercados, poblados ferroviarios…?

La saturación del mercado no puede resolverse por añadirle colesterol inmobiliario. Colesterol del malo.

Al final, la sobresaturación que el Partido Popular pretende hacer (que ya la ha puesto en marcha) no hará sino atrofiar, de modo definitivo, cualquier intento de liberación de dineros para créditos hipotecarios con los que poder comprar. Y sin compra, sin demanda, la oferta pierde valor. Si esa pérdida de valor recae sobre el mercado, allá el mercado con el riesgo y ventura. Pero si la pérdida de valor recae sobre todos esos miles de activos inmobiliarios que son de todos, que son de titularidad pública, lo que están haciendo es empobreciéndonos a todos. O, directamente, nos están robando.

¿La finalidad? Que haya magníficos inmuebles, dentro de esos miles puestos en circulación, que vayan a parar, por cuatro perras, a los círculos liberales que pululan por los pasillos, acerados y calles que rodean La Pocilga, antes conocida por Génova 13

Vale.