Archivos para November 30, 1999

La frase que da título a este post, apareció por primera publicada en “España”, de Salvador de Madariaga, en el contexto de una anécdota (real o inventada) en la que un cacique daba un dinero a un campesino a cambio de que este le votara.

“En mi hambre mando yo”

Esta fue la respuesta que el campesino pobre espetó al cacique rico.

Ahora, en la ciudad de Cáceres puede ocurrir algo parecido, pero que en vez de un pobre sea toda una ciudad la que conteste a los dirigentes políticos, con la ministra de industria a la cabeza y el presidente autonómico de acompañamiento.

La ciudad ha expresado en múltiples ocasiones su negativa a que en el entorno de la misma, a una distancia no mayor de 2.000 metros, se estableciera una mina a cielo abierto para la extracción de litio. Sin duda, la negativa de la ciudad a esa aberración contraria a lo que debe ser una ciudad saludable, hizo que la misma empresa venga ahora hablando de puede una mina subterránea, que plantea (o puede plantear) menor agresividad ambiental (menor cantidad aparente de expulsión de gases y polvos nocivos a la atmósfera), pero que sigue siendo una opción que perjudicará la calidad ambiental del aire, con los efectos negativos para la población de casi 100.000 personas de Cáceres.

Además, la opción de mina subterránea aumenta exponencialmente los daños que, sin duda, produciría la actividad minera sobre El Calerizo, el mar subterráneo cuyas aguas superficiales da lugar a la Ribera del Marco, único hilo de agua es el origen de Cáceres, ciudad Patrimonio de la Humanidad, y no solo la reconocida ciudad monumental que da credibilidad al reconocimiento de la UNESCO si no a todo un conjunto de pruebas de población desde hace cientos de miles de años con el subsuelo originado por el Calerizo (Cuevas de Maltravieso, de Santa Ana, del Conejar). Siquiera por esos reconocimientos y por el valor del subsuelo que sería puesto en riesgo por la actividad minera, es desaconsejable la mina, que, sin duda llevará a los cacereños a decir aquello de en mi hambre mando yo.

En una entrevista que recoge hoy El Periódico Extremadura, la Ministra de Industria Reyes Maroto cree que con el anuncio de una gigafactoría en Navalmoral de la Mata se acabarán las reticencias sobre la mina de litio que amenaza el futuro de Cáceres y, lo que es más grave, la salud de la población. Habla la ministra de la cadena de valor del litio, cuando en Extremadura ya tuvimos cadenas de valor, como la de la Mesta, un sistema de cañadas reales, cordeles, caminos y veredas cuyo valor solamente iba a parar a las manos de señores y caciques y cuya supervivencia hasta entrado el siglo XIX supuso el abandono y la explotación de estas tierras, cuya única salida fue siempre la emigración, hasta el mayor ejercicio de genocidio económico que arrancó con el Plan de Estabilización del franquismo, que se llevó de Extremadura no solamente la mano de obra productora, sino la fuerza reproductora, cuyos efectos seguimos pagando con creces.

Vale.

Las balanzas fiscales publicadas dieron lugar a desequilibrios mentales que van tomando forma y que en estos momentos han llegado al momento culminante, con unas delirantes declaraciones del Rey Carod I, pudiéramos apodar El Magnánimo.
Entre las tonterías que el rey desnudo ha dicho, destaco dos:
La primera, «lo que hace Cataluña al resto del Estado es una aportación para que territorios que necesitan apoyo para su desarrollo lo puedan tener«. Para Carod I El Magnánimo, y llevando a un análisis semántico su expresión, resulta que Cataluña ES EL ESTADO, mientras que todas las demás Comunidades Autónomas, lo que el magnánimo monarca catalán de origen aragonés llama territorios (nótese el sentido de territorio como el de reserva india), serían «el resto del Estado». La realidad es que todas las Comunidades Autónomas, todas, SON EL ESTADO, ninguna es ni puede ser, en sentido semántico o en sentido jurídico constitucional «el resto del Estado». Lo que en realidad pretende el megalómano Rey Carod I es señalar la hegemonía de Cataluña sobre «el resto del Estado», como a lo largo de la Historia han sido hegemónicos los Imperios Romano, Carolingio, o el propio Imperio Español, o el más actual Imperio USA.
La realidad es que al Rey Carod hay que decirle la verdad: que está desnudo. Porque, si no, el próximo paso será que se autoproclame Emperador de Cataluña y del resto de los territorios del Universo mundo.
La segunda tontería, más grave, es defender «que la aportación catalana a comunidades menos prósperas como Extremadura –la comunidad con más funcionarios por habitante– debe utilizarse para crear riqueza y no para hacer crecer el sector público: «Si damos recursos es para ayudar y colaborar a que se creen empresas, no para que se vaya incrementando el sector público con más y más funcionarios«. Volvemos a lo de siempre, a que los HIPÓCRITAS NACIONALISTAS BURGUESES CATALANES (y Carod es todo eso junto y revuelto) ahora se autoproclaman los reyes del mambo pero chupaban sin reparo de la teta del Dictador, por no decir otra cosa, cuando el General Bajito (por cierto, Carod también es bajito, como Franco, y tiene bigotillo, como Franco, y es megalómano, como Franco) produjo el Plan de Estabilización de 1959 y llevó a cabo la limpieza laboral y étnica de Extremadura y Andalucía para que las empresas de los BURGUESES CATALANES tuvieran mano de obra barata.
¿Dónde estaban los Carod y compañía? ¿No se acuerda el señor Carod de Francisco Candel? Aquellos burgueses que mamaron de la Dictadura y explotaron a los trabajadores extremeños y andaluces son los mismos HIPÓCRITAS que ahora quieren explotar los dineros del Estado, de todo el Estado.
Recomendaría al Rey Carod I El Magnánimo que viera una película de un director catalán, José María Forn, interpretada por Antonio Iranzo y Marta May, y de la que dejo aquí una breve sinopsis: «La piel quemada trata el problema de la emigración interna entre regiones con distinto nivel de desarrollo. En un pueblecito de la Costa Brava, un albañil empieza su jornada de trabajo. Al mismo tiempo, en un pueblo de Andalucía, su mujer y sus dos hijos inician el viaje para reunirse con él. Tras unos meses en solitario, el hombre ha logrado alquilar un lugar para vivir
Vale.