Ahora que la empresa como se llame quiere colarnos la mina haciéndola, dicen, subterránea, porque han comprendido que la que de verdad les pone, la de cielo abierto, no la sacarían adelante ni de coña por más CEOs rebotados de empresas de verdad contraten, conviene recordar que en Cáceres ya tuvimos una mina subterránea.
Una mina que dejó como recuerdos varios pozos, muy peligrosos, cuyo cuidado para evitar accidentes tuvo que asumir el Ayuntamiento.

Una mina que dejó muchos trabajadores enfermos por algo que se llama silicosis.
Una mina que dejó un modesto barrio de viviendas, que ahora, para no olvidar nuestro pasado, le tocará al Ayuntamiento mantener para el recuerdo.
Una mina que hizo más millonario a su dueño, Segismundo Moret, de lo que era cuando llegó a nuestra ciudad.
Una mina que dejó entre los recuerdos conocidos, junto a las modestas viviendas de los trabajadores, los restos de las oficinas, algún laboratorio, etc. Ah, y el club y sus instalaciones, para uso del personal de la empresa. Del personal de altos empleos, por supuesto.

Pero, además, aquella mina subterránea puede volver a recordarnos algo si la Mina-como-se-llame-ahora, algo que entonces fue grave, pero que ahora puede llegar a ser catastrófico.
Dice el CEO que, como esos ejecutivos de Hollywood que los contratan para sacar adelante a empresas como sea, la mina subterránea no requerirá grandes aportes de agua, que, tal como está planteada, solamente podría ser de El Calerizo. Más o menos fue lo que le vendió Moret al Ayuntamiento, y que sacaría el agua de un solo pozo, dejando los demás libres.
Bien, los puestos de trabajo que Moret se convirtieron en enfermos por silicosis, y el agua que hizo falta para la mina acabó con uno de los aliviaderos de El Calerizo, uno de los aliviaderos que nunca han vuelto a regenerarse, porque el volumen extraído, sin control real, fue muy importante.
De aquel destrozo, de aquel expolio de agua para la mina subterránea, los aliviaderos del Calerizo pasaron de cuatro a tres: El Marco, El Sapillo y El Arropez o la Lebosilla. Del aliviadero de Los Caños de Santa Ana, nunca más se supo.
Vale.