El incendio del Castillo de Valencia de Alcántara

cercadelasretamas —  marzo 22, 2022 — Deja un comentario

Aunque existen muchas referencias sobre el Castillo de la localidad fronteriza de Valencia de Alcántara (en Cáceres), así como las referidas a sus características arquitectónicas, en este post voy a referirme a dos cuestiones muy sencillas.

La primera, a su fecha de construcción. Existen datos que remontan la fortaleza se remonta al siglo XII y diversas obras y reformas en siglos posteriores, lo cierto es que la datación a efectos legales señala su construcción en 1.768, con la asignación de un crédito extraordinario de guerra, con una superficie de 14.000 metros cuadrados, siendo sus linderos N y O la propia población de Valencia de Alcántara, y E y S con particulares.

Estos datos de construcción del Castillo figuran en un plano de la Comandancia de Ingenieros de Badajoz fechado en 1.915.

Estos datos eran prácticamente desconocidos para los negociados correspondientes de patrimonio del Estado, incluso de lo que se llamaba Ramo de Guerra. Y fueron los datos que durmieron en una especie de sueño de los justos, o más bien, en un limbo perdido.

Perdido… hasta que a principios de los años 90 del siglo pasado se produjo un incendio. Y claro, el juez de 1ª Instancia de Valencia de Alcántara, al documentar el siniestro preguntó por el dueño del inmueble. Y fue ahí cuando alguien dijo al magistrado que el castillo era propiedad del Ejército. Y ahí fue cuando el Juez escribió un atento oficio al Gobernador militar de la plaza y provincia de Cáceres informándole que días atrás se produjo un incendio en la fortaleza. En su fortaleza, señor Gobernador.

Plano del Castillo de Valencia de Alcántara. Comandancia de Ingenieros de Badajoz. 1915

Fue entonces cuando comenzó una búsqueda de documentación que resolviera lo primero. La propiedad. De entrada, ni un papel a la vista. Ni tampoco en la sede de la antigua Capitanía Militar de la 1ª Región. Al parecer, el castillo no era propiedad del Ejército. Pero ya que el sr. Juez había sido tan generoso al decirle al Gobernador militar que era del Ejército, no era plan de no aceptar el regalo y ordenó dar la vuelta a archivos, documentos, lo que fuera con tal de aceptar el presente.

Tirando de carpetas llenas de papeles y algún que otro ácaro, desatando cintas rojas que parecían selladas porque las lazadas habían desaparecido y los nudos eran nudos apretados a conciencia. Hasta que en una carpetilla dentro de una carpeta, se encontraban unas cuartillas (medio folio cada una) que contenían el secreto de la propiedad. Las cuartillas tenían membrete del Ayuntamiento valentino, y contenían un listado de propietarios de terrenos adosados a los muros del Castillo. Aquel escrito era de los primeros años del siglo XX, y un croquis casi a mano alzada con la numeración de cada propietario. Eran los linderos del inmueble, los vecinos colindantes. Por fin, una señal.

Pero, ¿de qué serviría aquella relación? Con la lista delante y con alguna referencia a la memoria y a lo estudiado, el Teniente, un joven oliventino cuyo primer destino era Cáceres, recordó que alguna vez había visto algo sobre el patrimonio del Ejército, y fue cuando me acerqué a la Plaza Mayor de Cáceres, a la Minerva, la librería papelería de referencia obligada para casi todos los organismos públicos y compré la Ley Hipotecaria. La lectura de dicha legislación, con la mira puesta en no dejar escapar el regalo del sr. Juez de Valencia de Alcántara, y tras lectura y relectura de los artículos en torno al 204, donde aparecía la palabra fortaleza, el teniente y yo llegamos a la conclusión de que teníamos que llamar a Capitanía y preguntar (ya habíamos concluido que así íbamos a actuar) si se podía utilizar ese artículo.

Iglesia de Rocamador rodeada por el Castillo. Valencia de Alcántara. Foto TurismoCaceres

Y así fue cómo un castillo iniciado en el siglo XIII, con diversas reformas en los siglos siguientes, llegó a 1.768, sin dueño conocido en el Registro de la Propiedad, pasó a serlo del Estado-Ramo de Guerra. Por todo título de propiedad y sin ni siquiera presencia de la representación legal de un organismo, un escrito con la relación de propietarios colindantes (los mismos que lo eran en 1902) de más o menos 1993, el Castillo fue inmatriculado siendo el Estado-Ramo de Guerra su titular. Y ni un duro de coste, nada.

Pero, claro, una cosa es la inmatriculación del Castillo y otra que el dueño, o su representante, al menos lo reconozca. Y así fue. Camino de la Raya, en una furgoneta 4L con matrícula ET, el teniente oliventino, como representante de la propiedad, otro teniente, como representación de la fuerza coercitiva militar, y un civil (con pase expreso para ser pasajero en un vehículo militar) fuimos a tomar posesión del castillo. Habíamos conseguido, dificultosamente, alguna información adicional sin confirmar, como la que nos decía que al parecer el castillo había sido casa cuartel de la Guardia Civil. La primera visita, y la única, fue al Ayuntamiento, donde el aparejador municipal nos confirmó el destino a casa cuartel de la Benemérita, pero ya hacía años que dejó de serlo cuando se construyó un moderno edificio a las afueras, junto a la carretera misma, dirección Portugal.

Al llegar al castillo, cuyos muros rodean exteriormente la iglesia de Rocamador, patrona del municipio, vimos los restos del incendio y unas construcciones de mala calidad que era lo que quedaba de la casa cuartel.

Lo mismo que los papeles estaban perdidos hasta el aviso del Juzgado, ningún documento atestiguaba el uso para la Guardia civil. Nada más entrar, y ver el mal estado de la fortaleza (menos los muros exteriores, que le daban un imponente consistencia) el aparejador municipal, que jugaba en campo propio, por alguna chapucilla que habría hecho el Ayuntamiento, recriminó a la fuerza militar presente (dos tenientes) la falta de cuidados y el mal estado del conjunto. Los militares, viendo que efectivamente aquello estaba en mal estado, asintieron y asumieron la recriminación del técnico municipal. Mientras los reproches hacían mella en la fuerza militar, a mí se me ocurrió asomarme a los muros y mirar hacia abajo, donde estaban las propiedades de los vecinos colindantes y un poco más allá el sinuoso río Sever. Los propiedades colindantes tenían una característica común: eran viviendas con un amplio patio posterior, que llegaba justo hasta el castillo, y los patios posteriores estaban separados entre sí por unas paredes en torno a un metro o un metro y medio de altura. Ah, y otra característica muy curiosa.

Llamé a la fuerza militar, un poco azorada por el reproche que el técnico municipal había hecho, se acercaron, junto al aparejador. Indiqué a los dos militares que miraran hacia abajo, hacia los patios de las casas vecinas, y que me dijeran qué veían raro. El aparejador también miró. Ninguno de los tres supo decir que era lo raro que podía haber. Y sí, les señalé que miraran los muros del castillo y luego las paredes que separaban los patios entre sí. Efectivamente, las piedras que formaban las paredes de los patios vecinos y las que faltaban en los muros del Castillo eran muy, muy parecidas. Y ahí fue donde saqué de su azoramiento a la fuerza militar presente y recriminé al aparejador, en representación del municipio, el poco cuidado de un inmueble que, aunque no fuera de su propiedad, había estado a su cuidado cuando era casa-cuartel de la Guardia civil.

El resto de la visita, con los reproches igualados, si acaso incluso en favor de la representación de la propiedad, continuó más calmada.

De todas formas, a los visitantes nos quedaba aún la vuelta a Cáceres en una furgoneta ET, mal cuidada, muy mal cuidada, por la carretera N-521, que por entonces era conocida por la Cenicienta. Noventa kilómetros de ida y otros noventa de vuelta fueron el regalo que recibimos.

En torno a 1995, cuando el Cuartel de Plasencia fue enajenado por el ministerio de Defensa para convertirse en Centro Universitario, dio lugar a dos operaciones más, una dotación de 15.000.000 Ptas para rehabilitación de la ermita de Santa Ana en Cáceres, y creo que el compromiso de la Junta de Extremadura para comprar por unos 25.000.000 Ptas el Castillo de Valencia de Alcántara.

Vale.

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